Por Gonzo Pedrada

¿QUÉ VINO AL MERCADO? Mural de un CDR habanero.
En los últimos meses se ha producido una prolífica y amplia polémica acerca de los intríngulis y paradojas de la situación cubana actual, en la cual han participado importantes pensadores, nacionales e internacionales, personalmente o desde variados espacios, fundamentalmente digitales. Las ideas que sobre Cuba se tienen en estos días están creando todo un espectro de posibilidades que, reales o no, conforman un horizonte social completamente nuevo frente a la experiencia de la isla de los últimos cincuenta años.
A nuestro parecer existen dos realidades de nuestro país que consideramos importante destacar, sin ir más allá en su explicación puesto que ya han sido exhaustivamente analizadas y expuestas:
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La cuestión económica en la Cuba de hoy es hartamente complicada y la tan cacareada brecha entre ricos y pobres, cuya existencia en otros países sigue alegando el Estado cubano, se está reproduciendo crudamente en la isla, lo cual no es para nada nuevo en su historia.
Este escenario de escasez para la mayoría de la población contrasta sobremanera con las enormes posibilidades de una gerencia tecno-política con amplia base en el aparato estatal y partidista y cuya existencia es intuida, o apenas palpada, pero que esconde sus más íntimos trapos de la vista del cubano común. Cuba es una pequeña isla pero lo es grande cuando de cuentas bancarias o casas suntuosas se trata. En este sentido la cultura del cuentapropismo de timbiriche y el consumo en TRD y discotecas no pueden hacer ver a la población lo que determinados espacios cívicos o políticos podrían proveer.
Por ello el problema del consumo o, más propiamente dicho, del nivel de vida de la población es enormemente importante pues se presenta como antesala de la mencionada cuestión de crisis económica nacional: las principales visiones de la crisis no son los impagos a las empresas extranjeras que hacen convenios con Cuba, ni las posibles consideraciones numéricas que se puedan manejar en los pasillos de la sede estadounidense de la ONU.
La crisis económica cubana empieza y termina en el cubano de a pie y ese, antes de pensar en la ampliación del PIB nacional o en la cada vez más precaria posición de Cuba en las listas de países a nivel regional, está cavilando sobre la disponibilidad de CUC en la libreta de ahorros familiar, o en la compra de un refrigerador –o DVD, cada cual con sus prioridades-, o en el arreglo de alguna parte de la casa que les ablande la existencia. Y estas realidades a nivel de la calle hacen al país, quiéranlo o no los que están sentados en escalones superiores. Si no mejoran las realidades de la mayoría de la población no habrá mejoramiento nacional. Esto no tiene otro significado que el siguiente: sólo el bien de la mayor parte de la población puede hacer avanzar una propuesta a la salida de la crisis. Sigue leyendo →
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