Por Marcelo “Liberato” Salinas
Debo confesar que el documental de Roberto Chile sobre el grupo artístico infantil La Colmenita en su gira por EE.UU., robó mi atención en la noche del 25 de enero pasado, cuando lo pusieron en la televisión nacional. El ingenio y la alegría contagiosa de los niños y adolescentes haciendo música, actuando y bailando es, en código cursi pero efectivo, “un canto a la vida”.
Por momentos entrecerraba los ojos y me imaginaba a los niños de mi barrio como si fueran los de La Colmenita, a mi adolescente hermano que está en el Plan de Educación Especial por problemas de aprendizaje, pero que hace meses no tiene maestro. Me imaginaba a mi ahijado espiritual Diorge, que le encanta leer y estudiar, pero tiene un maestro que no soporta sus preguntas y le recalca constantemente que nada importa más que la disciplina; o a Leandro, un niño súper barrial, reggetonero y buen amigo, que dibuja como los dioses, pero no hay en nuestro entorno donde sistematizarle esa habilidad.
Con el corazón, les digo emocionado, rememoraba los trabajos que había pasado para hacer un pequeño documentalito sobre la historia del barrio contada por los niños y luego ponerlo en las cuadras donde viven los que participaron. O la negativa de la directora de turno del Taller de Desarrollo Integral del Barrio a ayudar con el audio para esa actividad porque se “dañan los equipos”. Pero recordé también la capacidad de organización de los niños y los vecinos cuando hemos armado alguna acción en la cuadra y su olfato para detectar cuando vienen a traerles pan y circo y asomarse, de lejos, al show para masas que les monta esporádicamente la Dirección Municipal de Cultura.
Un poco de todo eso rememoré cuando vi el documental de Roberto Chile sobre La Colmenita. Un audiovisual que nos muestra de las bonitas dinámicas de grupo que ha logrado Carlos Alberto Cremata y el nivel de entrega y compromiso de los niños, un empeño que debe haber sido un compendio de esfuerzos y persistencias de años y, por supuesto, de recursos y posibilidades que los que estamos en el fondo del caldero revolucionario no tendremos y tal vez sea mejor así… Sigue leyendo →
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