Desde hace unos años, el canal Cubavisión, de la televisión cubana transmite telenovelas extranjeras en el horario de las seis de la mañana. Para muchos televidentes es demasiado temprano, así es que el canal Tele Rebelde las retransmite el mismo día, a partir de las 8:30 de la mañana.
Lo interesante es que ya todas estas telenovelas han sido transmitidas, al menos una vez, por la televisión cubana.
Lo mismo sucede en el horario de las 10:45 de la mañana, en el canal Tele Rebelde. Esta es la hora de retransmitir novelas nacionales.
¿La gente emplea tiempo en volver a ver telenovelas que ya pasaron por la televisión, en muchos casos recientemente?
Sí. He descubierto que nos encantan las segundas (terceras, cuartas, quintas…) vueltas de lo mismo. Volver a llorar o reírnos de lo mismo. Sin sorpresas.
Nos encanta recordar la parte en que a fulanito lo descubren, a mengana la liberan. Es la señal para brincar de alegría, mordernos las uñas por el miedo (de lo que ya sabemos que va o no va a suceder), o dar una patada en el piso por la frustración ante el triunfo (temporal, por supuesto) del mal. Como perros amaestrados. Sigue leyendo →
Recientemente apareció un insospechado medio para dar a conocer en Cuba lo que es el anarquismo y cuáles son sus propuestas organizativas, tema “exótico” del que acá se conoce poco (*). Hablo de una telenovela brasileña, de las que todas las semanas transmite 3 veces la televisión cubana por su canal más popular, en horarios estelares. Es interesante cómo ese medio –usualmente considerado “enajenante.” sobre todo por “intelectuales”- se ha prestado para promover algo tan polémico como el anarquismo, y para colmo en una época de cambios.
“Ciudad Paraíso”, una telenovela de la red Globo que ahora llega a su fin y a cuyo utopismo conservador ya le dediqué un post, ha mostrado a las familias cubanas las posibilidades de la autoorganización popular.
Primero, en una ciudad alejada de la “civilización.” rodeada de fincas ganaderas y con las arcas de su presupuesto municipal prácticamente en cero, se convierte en campo de experimentación social: el enérgico hijo de uno de los hacendados, quien suele compartir su vida y labores con los peones de la finca, propone la idea de una cooperativa para quitarse de arriba a los intermediarios, resolver colectivamente los problemas compartidos, y evitar la ruina de las haciendas más pequeñas. Pero entonces ocurre algo inusitado: desaparece en un accidente la candidata oficialista a la prefectura del municipio, y el prefecto –su ex-marido- renuncia al cargo a favor del candidato opositor (quien es presidente del Consejo local); pero este, al ver el estado de las cuentas de la prefectura, igualmente renuncia tanto a la presidencia del Consejo como a la candidatura electoral para prefecto. Desactivado el sistema tradicional de las “reglas de juego” gobierno-oposición de la democracia procedimental clásica, representantes de ambos partidos (el ex-prefecto y el ex-presidente del Consejo) se dirigen al joven promotor de la cooperativa.
A partir de ese momento, la cooperativa asume la gestión de los asuntos de la comunidad… Incluso, emprende grandes obras de construcción, como un puente que desde hace tiempo había quedado destruido, y un aeroclub. Todo con contribuciones voluntarias de los pobladores, iguales en monto a los viejos impuestos que se pagaban al Gobierno Central, que Ciudad Paraíso dejaba de pagar a la capital para invertirlos en sus propios intereses. El chico de la cooperativa se encargaría de publicar todas las semanas en el periódico local el balance de los gastos y los ingresos de ésta, a partir de las donaciones del pueblo.
Nadie se preocupa en reactivar el viejo sistema, hasta que un tecnólogo político “ilustrado” emprende un movimiento de reacción.
Es obvio que tal sistema sólo resulta operativo si se basa en un tejido social bien fuerte. Como el de la población conservadora de Ciudad Paraíso que ya describí.
Y lo más relevante es que –según recuerdo- las palabras “anarquismo” o “anarquía” se mencionaron en la novela sólo un par de veces (en bocas de un viejo inmigrante italiano, y de los críticos conservadores). Porque “La idea” como los socialistas-libertarios llamamos a la noción de autoorganización desde abajo, no es un derivado ideológico del funcionamiento de algunas mentes refinadas, sino un producto de la convivencia cotidiana y solidaria de las personas.
Probablemente “Ciudad Paraíso” es el mensaje sobre todo eso que a más cubanxs ha llegado. ¿Un mensaje que contiene una alternativa también para Cuba?