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Por Rogelio M. Díaz Moreno
Todo parece indicar que, este lunes, nos despertamos bajo la égida del nuevo Código de Trabajo y algunas que otras nuevas circunstancias para la cotidianeidad y el horizonte cercano. Al menos, eso dio a entender nuestra prensa, si bien se me tornó algo sibilina, a partir del resultado de las últimas sesiones del Parlamento Cubano.
De hecho yo mismo vi, en un momento fugaz entre dos tandas de ropa puestas en la lavadora, la votación de la Asamblea que pudiera considerarse histórica; tanto por el proyecto legislativo de calibre mayor como por algún voto en contra de la acostumbrada unanimidad. Escuché también y leí comentarios, abstractos en su mayoría, sobre el cerca de un centenar de modificaciones realizadas al Anteproyecto del Código Laboral. No obstante, parece que la ley aprobada tiene que pasar por otra comisión que le arregle el lenguaje atendiendo a los criterios de género, le incorpore algunas cláusulas anti discriminación y ese tipo de “detalles”. Todavía tendremos que esperar un poco, entonces, para conocer la letra definitiva de la Ley que nos ¿rige?, ¿regirá?
Las notas optimistas del periodista Francisco Rodríguez me inclinan, mientras, a alegrarme. Tal vez toda la labor del Observatorio Crítico logró unirse a voces levantadas por todo el país, ya fuere por filósofos, educadores; trabajadores sencillos; minorías discriminadas; personas, en fin, preocupadas por los graves problemas que se percibieron en el documento inicial. De no producirse la profunda modificación del tal proyecto, los derechos de la clase obrera y la ciudadanía habrían sufrido dolorosos reveses. Sigue leyendo