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Por Laura Fitzgerald
La industria del sexo, incluida la prostitución, es una de las industrias más grandes del mundo. Este artículo explora esta cuestión sobre la base de la opresión basada en el género y la clase, así como de las desigualdades inherentes al capitalismo.
Este artículo es una versión abreviada de un trabajo de nuestra compañera irlandesa Laura Fitzgerald (Partido Socialista, CIT en la República de Irlanda).
Una Desigualdad Profundamente Arraigada.
Son sobre todo las mujeres las que venden sexo y en su mayoría son hombres los que utilizan los servicios. En este contexto de crisis capitalista mundial, la disparidad entre ricos y pobres sigue aumentando, así como entre hombres y mujeres. Un ejemplo de esto fue proporcionado por el Banco Mundial, según el cual una contracción económica del 1% lleva a un aumento en la tasa de mortalidad infantil de 7,4 muertes por cada 1.000 niñas en comparación con 1,5 por 1.000 niños. La crisis también ha provocado un descenso del 29% en el número de niñas que completa la escuela primaria en todo el mundo, en comparación con una reducción del 22% para los niños.
La opresión de la mujer ha existido durante miles de años. La sexualidad de las mujeres fue reprimida por el matrimonio, con el objetivo de trasmitir la propiedad privada a través de descendientes masculinos, lo que ofrecía muchas ventajas a la élite gobernante. El capitalismo ha significado que la desigualdad profundamente arraigada ha sido reforzada por la ideología de la familia patriarcal con el marido como cabeza de familia y su cónyuge como cuidador de la familia, un trabajo no remunerado para las mujeres.
La lucha de las mujeres y, en general, la lucha del movimiento obrero se ha asegurado que la idea de la subordinación de las mujeres bajo los hombres se considere inaceptable, por lo menos en el mundo capitalista desarrollado. Sin embargo, esto no significó la desaparición de la desigualdad. Las mujeres todavía ganan menos que los hombres por un trabajo similar y la violencia doméstica continúa siendo un problema enorme, reforzado por la crisis social. Sigue leyendo