Por Samuel Farber*
La liberalización cultural y, hasta cierto grado, política, que ha ocurrido en Cuba, especialmente después de que Raúl Castro asumió el poder en el 2006, se ha registrado mayormente en medios muy limitados, como en el ámbito cultural y político de la Iglesia Católica y, en menor grado, en los medios académicos y artísticos.
Publicaciones tales como Espacio Laical, destinado a los feligreses católicos de la isla y a los intelectuales laicos, tienen una circulación e influencia limitada. Esto es aún más cierto, por ejemplo, en el caso de la revista Temas, mucho menos crítica que Espacio Laical, que circula casi exclusivamente entre intelectuales, artistas y académicos.
Mientras tanto, los medios masivos de comunicación siguen controlados por el Departamento Ideológico del Comité Central del Partido Comunista Cubano encabezado por Rolando Alfonso Borges. Dada la escasa penetración del Internet en la isla, la inmensa mayoría de la población depende de la prensa y televisión oficial para enterarse de lo que sucede en Cuba y en el resto del mundo.
La pequeña concesión del gobierno que permite a los cubanos acceso a Telesur, la estación patrocinada por el gobierno venezolano, no altera significativamente la muy pobre y distorsionada información que recibe la gente diariamente.
Está claro que en Cuba no existe el equivalente de publicaciones verdaderamente críticas tales como Argumenty I Fakti y Ogonyok, que en la época de Gorbachov circularon ampliamente en la población soviética. Los cubanos de “a pie” ni están expuestos a la crítica cultural y política ni se enteran de mucho de lo que está sucediendo en su propio país y en el resto del mundo. Sigue leyendo