Crónicas cubanas
En el ocaso de mi vida me parece que el tiempo se va acelerando y las etapas del calendario se me agolpan unas detrás de otras sin que medie el compás de espera propio del tránsito temporal lógico adecuado a nuestras perspectivas existenciales. Así me ha sucedido en este 2015 con sus anuncios sorpresivos y premonitorios de un nuevo futuro para los cubanos, aparecidos desde finales del 2014 e impregnados de una vertiginosidad que puede darme y darnos miedo, porque la vida sobre la tierra se acaba muy rápido; y esa vertiginosidad vivencial me machaca en mi conciencia lo efímera que resulta ser nuestra existencia terrenal, muy a contrapelo de los llamados a actuar sin prisa pero sin tregua que tanta ansiedad me causan, reviviendo y ahogando, aunque parezca contradictorio, mis añoranzas reverdecidas por los anuncios sorpresivos de que una nueva esperanza de futuro puede abrirse, la que realmente no se concreta más allá de lo macro político y lo macro económico que a veces se manifiestan tan alejados de las realidades existenciales en que se desenvuelve el pueblo de a pie. Sigue leyendo