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antiautoritarismo, Banes, censura, clase obrera, explotación, huelga, manipulación, medios, memoria histórica, movimiento obrero, Rogelio M. Díaz Moreno, sindicatos, sociedad, sociedad civil
Por Rogelio Manuel Díaz Moreno
Oficialmente, en la República de Cuba no se producen huelgas desde que, en la década de 1960, la Central sindical única estableció un compromiso con el Gobierno a este respecto. A partir de esa fecha, el término de huelga se volvió como un tabú, un concepto exótico para otras latitudes, cuya invocación local acarreaba graves consecuencias.
Sobre las huelgas, existen muchas definiciones, elaboraciones, protocolos y prosopopeyas. En un diccionario de mi barrio, es cuando unas personas trabajadoras consideran que no se les paga lo suficiente por su trabajo, o los tratan demasiado mal; se les llena la cachimba de guizasos [1], y dejan el trabajo en rebeldía. La labor que desempeñaban queda interrumpida, y las pérdidas al negocio y las molestias a los clientes presionan a la patronal correspondiente. Puede que entonces se les haga caso, o que la patronal sea más fuerte y se imponga sobre los y las huelguistas, les obligue a volver o les sustituya por esquiroles.
Ha sido mi opinión que, a pesar de lo establecido oficialmente, en nuestro país se han producido movimientos huelguísticos en las últimas décadas. No exactamente igual que los de otros países, pero sí funcionan de una manera muy parecida. En el sector de la construcción, en el de la policía, en los de educación y salud, entre otros, se produjo un éxodo de las plantillas que obligó al Estado empleador, en algunos casos y siempre de mala gana, a hacer algunas concesiones. Sigue leyendo