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homofobia, Isbel Díaz Torres, Jimmy Roque Martínez, KingBar, Norge Espinosa Mendoza, Proyecto Arcoíris, Yasmín S. Portales Machado
Por Norge Espinosa Mendoza
Me había sucedido ya antes, en una noche en la cual dos amigos chilenos (un actor y un compositor) quisieron visitar el lugar de moda en La Habana. Promocionado como un sitio gay friendly desde su apertura reciente, y que contó con Mariela Castro entre las invitadas de su noche inaugural, era y sigue siendo parte de esa otra ciudad, que va poblándose de bares y cafeterías en número creciente, y que parece alistarse para un futuro cada vez más inmediato. Fuimos, y no nos dejaron entrar, con la misma excusa que anoche, al regresar al KingBar, nos regalaron en la puerta: necesitan reservación y el lugar está completamente lleno.
Excusa débil como el papel, que en verdad confirmaba lo que me habían dicho. Los propios dueños del lugar, ambos homosexuales, no se sentían a gusto con demasiados gays o lesbianas dentro de sus predios, aplicando una política de portero excluyente, de la que también varios amigos me fueron trayendo los ecos, porque les pasó lo mismo, o vieron cómo se aplicaba tal cosa a otros que conocían.
En la noche del 27 de junio, los miembros del grupo Arcoiris y otros activistas, decidimos llegar al lugar para corroborar in situ tales comentarios. Era, en cierto modo, una manera de rendir tributo al acto radical que en el Bar Stonewall Inn, de Nueva York, echó a rodar todo lo que ahora vino a confirmarse cuando la Corte Suprema de los Estados Unidos acabó reconociendo el matrimonio igualitario en toda esa nación, amén de otras conquistas relacionadas con la legalidad, derechos civiles, garantías de tratamiento médico, etc., que forman parte de una tradición de lucha que no puede quedar oculta tras el oropel de los gay pride parades. Sigue leyendo