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CRÓNICAS CUBANAS.
Por Félix Sautié Mederos
El profundo impacto emocional y físico que ha creado entre los cubanos el paso del temible Huracán Mattew, por el Oriente de nuestro país insular caribeño, todavía sin reponernos de los efectos reales de ese siniestro, considero que no ha sido objetivamente expresado en los medios masivos locales, inmersos en su habitual triunfalismo que todo lo ve a través del prisma de una Cuba distinta al resto del mundo, ejemplo y guía para los países que luchan por su emancipación y desarrollo; de la que tampoco se podrán negar sus efectivas medidas de prevención de desastres puestas en práctica por la Defensa Civil, capaces de salvar vidas en grado máximo; pero que, en realidad, no pueden evitar las destrucciones masivas. Incluso, considero
preocupante, en estas coyunturas aciagas, el aumento de la intensidad de las campañas que se enfrentan a la expresión del pensamiento diferente. Pienso que eso constituye un error garrafal de
considerables proporciones, en medio de una situación espiritual que aumenta el hastío, las angustias y las preocupaciones de un pueblo de a pie que se siente no escuchado en sus grandes incertidumbres del momento.
Nací hace 78 años en La Habana en el muy viejo y tradicional barrio de “El Cerro”, nombre que alude a la elevación geográfica en que está enclavado y que, como decimos los habaneros tradicionales: “El Cerro tiene la llave” para exaltar sus valores y tradiciones con la referencia histórica a que en su territorio estaba una de las llaves del antiguo acueducto habanero, que podía dar o cerrar el agua a los demás vecinos de barrios abajo. Soy, pues, un habanero de pura cepa; hijo además de padre y madre también nacidos en La Habana; y vivo en la actualidad con pública definición revolucionaria que nadie me podría negar en Centro Habana, en lo que denomino en mis crónicas como “Mi rincón de Centro Habana”; específicamente ubicado en el
tradicional barrio de Colón en donde los edificios sostenidos por lo que se ha dado en denominar como “la estática milagrosa” dado sus ruinas y su abandono, junto con las roturas de calles y aceras así como las basuras que mal se recogen, constituyen una bomba de tiempo con la que un huracán como el Mattew pudiera haber creado una tragedia de proporciones incalculables. La pregunta pues de mis vecinos y la mía propia es “¿Qué hubiera sucedido si ese inmenso huracán pasa por La Habana?”.
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