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CRÓNICAS CUBANAS,
Por Félix Sautié Mederos.
En mis últimas Crónicas Cubanas no he podido eludir el tema recurrente de las conmemoraciones navideñas y las de fin y principio de año, porque constituye una etapa anual de recuentos y celebraciones muy intensa y significativa. Así las percibo como consecuencia de mis sentimientos cristianos de educación, fe y cultura. Quizás también haya influido mucho en mi actuación periodística al respecto, el hecho de las características muy sui géneris con que en Cuba oficialmente se asumen estas actividades en los últimos años y los problemas muy complejos que actualmente afrontamos los cubanos de adentro y afuera del país, especialmente los que se encuentran en determinados procesos de una emigración y un éxodo que por días crece y se acelera. Todo ello en contraste con el impacto con que en sí mismas
internacionalmente se celebran las navidades y el fin de año.
Quiero especificar además, que para Cuba uso preferentemente el término “conmemoraciones”, porque en la realidad cubana del momento me resulta muy difícil referirme a festividades, más allá de lo que se plantea hacer y se hizo en los espacios oficiales e incluso radiales y televisivos principalmente del día 31 de diciembre junto con algunos fuegos artificiales y salvas de cañonazos en La Habana contando con la actuación de algunas orquestas populares en escogidos puntos en conmemoración de un nuevo Aniversario del Triunfo de la Revolución, que coincide con el primero de enero de enero cada año. Claro, quiero especificar que no me refiero a las actividades y fiestas que se organizan en hoteles y espacios dedicados a los turistas, junto con determinadas ofertas de cenas en paladares y centros de gastronomía, en especial dirigidas a quienes emergentemente pueden pagarlas y no a la gran mayoría de la población. Este es en resumen el cuadro vivido en mi percepción, con que hemos recibido al 2016 los cubanos especialmente los habaneros, en el que quizás me falten algunos matices muy específicos de espacios y determinados ambientes locales porque es muy difícil de abarcarlo todo en el conjunto de la geografía del país; máximo además, con tantos cubanos desperdigados por el mundo e inmersos en otras realidades muy distintas a las que vivimos adentro del Archipiélago cubano.
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