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Observatorio Crítico Cubano

~ ¡Lucha tu yuca, taíno!

Observatorio Crítico Cubano

Archivos de etiqueta: Enrique Ubieta

Por qué hay ahora esta discusión sobre la revolucionariedad

17 jueves Nov 2016

Posted by luchatuyucataino in Investigación, Política, Solidaridad

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activismo, antiautoritarismo, autoritarismo, capitalismo, control obrero, Cuba, cultura, debate, democracia, educación, Enrique Ubieta, espacio público, institucionalidad, intelectuales, internet, Iroel Sánchez, izquierda, Joven Cuba, libertad, libertad de expresión, Marino Murillo, marxismo, poder, reformas, República, represión, revolución, Rogelio M. Díaz Moreno, socialismo, sociología, solidaridad


Por Rogelio M. Diaz Moreno

Sobre nuestro tablero mediático–político se ventila periódicamente esta discusión. Versa sobre qué es ser revolucionario y contempla gran apasionamiento.

Enrique Ubieta afirma que lo principal es obedecer al gobierno cubano. Este actor, argumenta, es el revolucionario mundial por excelencia que se opone al imperialismo estadounidense. [1] Similarmente, Iroel Sánchez clama que la “alternatividad” legítima es la de los medios afines al gobierno de La Habana. [2]

Los integrantes del proyecto matancero Joven Cuba entran de lleno en esta discusión. Propugnan un discurso que pretende alguna autonomía de las fosilizadas estructuras oficiales.

Se podría intentar una disección del presente debate. Indagar por su oportunidad será fundamental. Nótese que, mientras nos concentramos en ello, el sistema socio político cubano consolida sus elementos liberales. Desde las esferas del poder se ensaya con la sociedad y las aspiraciones de las sociedades consumistas.
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Los anarco-capitalistas cubanos, Enrique Ubieta y el Taller Libertario Alfredo López

01 miércoles Abr 2015

Posted by malangamalanga in Debate, Noticia, Política

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activismo, denuncia, Enrique Ubieta, Marcelo Salinas, Taller Libertario Alfredo López


Socialismo sin libertad es privilegio e injusticia, libertad sin socialismo es tiranía y brutalidad (M . B.)

Por Marcelo “Liberato” Salinasenrique ubieta

Hace casi cuatro años el señor Enrique Ubieta, un intelectual asalariado del Estado policíaco cubano, con conexión privilegiada a Internet y otros etéreos goces, estrenó una clasificación acusatoria contra los que fundamos la Red Observatorio Crítico y el Taller Libertario Alfredo López: nos definió como “anarco-capitalistas”. Fue un calificativo que a casi todos nos tomó por sorpresa, y pensamos que era un simple juego de palabras, manufacturado por la entusiasta iniciativa difamatoria de este funcionario.

El tiempo nos fue mostrando que estábamos equivocados. Ubieta aprovechaba en serio su libre acceso a Internet. ¡Existía el anarco-capitalismo como corriente de ideas más allá de su mente! A la vuelta de varios años después de aquella imputación, ya tenemos a los anarco-capitalistas cubanos, al menos on line, y según las fuentes de información a que hemos tenido acceso, hicieron su primer acto de aparición unos días después de que el Taller Libertario Alfredo López concluyera exitosamente la I Jornada Primavera Libertaria de La Habana. Sigue leyendo →

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Un mal año y la persistencia de la esperanza

31 lunes Dic 2012

Posted by luchatuyucataino in Cuba, Denuncia, Política

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activismo, anticapitalismo, antirracismo, autogestión, autoritarismo, BloggersCuba, burocracia, capitalismo, democracia socialista, derechos humanos, discriminación, Elaine Díaz, Enrique Ubieta, La Joven Cuba, protesta, Rogelio M. Díaz Moreno, Sandra Álvarez, socialismo


Por Rogelio M. Díaz Moreno

El año que concluye este lunes 31 de diciembre, según el calendario occidental, no fue muy feliz para la inteligencia, el debate o la libre expresión de las diferencias inevitablemente existentes entre las visiones y aspiraciones de cada cubano. Específicamente, varios blogs de mucho valor vieron su fin este año por efecto de la censura.

Pido perdón si no puedo abundar en las malvadas muestras de represión en otras latitudes. No vivo ni conozco demasiado de otros países, así que escasamente puedo abordar ni intentar mejorar desde aquí lo que ocurra por allá, y menos me serviría de consuelo pensar que están peor que nosotros. Me duele lo que conozco que azota mi propia cabeza, y para ensayarle remedios es que tomo la palabra.

Debo hacer una salvedad; voy a exceptuar de este análisis la cuestión de los grupos cubanos que presentan lazos relevantes con las agencias del gobierno estadounidense. Me interesa aquello que hacemos aquí por nuestra propia voluntad, guiados por nuestros auténticos ideales de nación, típicamente de izquierda y anticapitalistas; por lo tanto, generalmente en contradicción antagónica con aquella potencia, que reitera periódicamente sus intervenciones para socavar nuestra independencia. Esto no le impedirá a nadie hacer su propio resumen con los aspectos que más le ocupen.

La primavera del 2012 abrió con un encuentro entre blogueros de todo el país, iniciativa interesante pero ensombrecida por la poca claridad del criterio empleado para seleccionar los invitados. Los organizadores del BlogazoxCuba, el colectivo matancero La Joven Cuba, otorgaron la etiqueta de revolucionarios a discreción; se aseguraron de marcar solo las direcciones políticamente correctas e integradas, en fin, las conocidas como oficialistas y dejaron fuera visiones que hubieran podido aportar riqueza conceptual y de contenidos desde otras sendas del socialismo democrático y la participación popular. Los roces no se hicieron esperar y se cruzó un volumen de fuego, reflejado en las bitácoras de uno y otro espacio.

Los agrupados bajo la sombrilla oficialista, de acuerdo con la tradición, siguieron empleando las armas de acusar al resto de adoptar posturas diversionistas y manipulables por un enemigo a cuyos fines se estarían prestando. El único pensamiento pertinente, según este partido, parece ser aquel que siga los canales establecidos, el momento y el lugar adecuados, cuidadosamente cribado de todo cuestionamiento de los líderes históricos, y que preferiblemente solo reproche a los malos del otro lado del estrecho de la Florida mientras se ensalze todo lo posible la política interna. Por el lado alternativo, se fustigó esta visión maniquea de bien y mal, la doblez de defender incondicionalmente la política que fuere que estuviera en boga, por contradictoria que fuera con ideales sociales sostenidos antaño o incluso, opuesta a políticas defendidas con el mismo acrítico entusiasmo en años anteriores.

Un punto tragicómico en esta historia es lo cuestionable de su trascendencia. El insignificante alcance de la Internet en nuestro país excluye a la aplastante mayoría de la población de estos debates, así que su mayor impacto lo producen a través de su divulgación entre élites de intelectuales, su seguimiento por las autoridades gubernamentales y el eco en los círculos internacionales interesados por nuestra tierra, ya sean cubanos emigrados, colectivos solidarios con Cuba y también las atentas miradas de consorcios turbios poco proclives a desearnos el bien.

Los meses del verano trajeron las mayores zozobras. El mismísimo colectivo de La Joven Cuba se tornó excesivamente molesto para el sistema, y sufrieron una flagelación brutal. Nunca han tenido el valor de denunciar claramente los detalles del defenestramiento, pero ha trascendido lo suficiente para permitir hacerse una idea bastante precisa: reuniones con altas autoridades, puñetazos sobre la mesa, cuestionamientos de su condición de revolucionarios, acusaciones de hacerle el juego al enemigo, las obvias amenazas de despedirles del trabajo como profesores de la Universidad de Matanzas, etc.

Hay que introducir aquí un par de detalles importantes. El blog La Joven Cuba no surge, a diferenta de otras columnas asalariadas del pensamiento oficial, por una orientación de los niveles superiores, con facilidades otorgadas para el propósito de conexión y navegación, estímulos por metas a cumplir y demás. Estos jóvenes admiradores de Antonio Guiteras se tiraron al agua del Morrillo por su propia cuenta y sin salvavidas, y emplearon para ello las limitadas posibilidades de conectividad con que contaban en su centro. De hecho, el emprendimiento navegó por aguas prohibidas desde un principio, si bien por un tiempo las autoridades, medianamente satisfechas, eligieron hacerse de la vista gorda. Ayudaba el detalle de que LJC manifestara intensamente y con frecuencia toda la afinidad posible por la conducción estatal, pero también parece ser un hecho que partieron de una motivación legítima, auténtica, de preocupación social y nacional. De ahí que produjeran materiales y despertaran debates de mucho interés, de contenido crítico y con exigencias combativas contra lacras burocráticas y autoritarias existentes. Estos dos (o tres) elementos, el proyectarse espontáneamente (con los recursos de la Universidad) y el emitir algunas críticas con seriedad, decretaron el fin de su romance con las autoridades. De nada les ha servido reivindicar sistemáticamente sus simpatías por el sistema; igualmente frustrante debe haberles resultado el virón de espaldas de la mayoría de los invitados a su reunión de blogueros revolucionarios.

Antes de sacar las conclusiones pertinentes, se deben contemplar otros hechos. Elaine Díaz, una de las voces más reconocidas de la blogosfera cubana, anunció de manera igualmente súbita el fin de su actividad para, según una argumentación que no convenció a nadie, concentrarse en su desarrollo profesional. Los que conocemos a esta valiente persona, apenas podemos imaginar la intensidad de la presión a la que debió ser sometida, las amenazas y reuniones con que la exprimieron, por su voluntad de proteger a su sufrida comunidad contra desmanes burocráticos, de convocar a acciones de defensa de la voluntad y el interés popular, las denuncias contra los acaparadores de las telecomunicaciones en Cuba y demás pecados de similar gravedad. También debe considerarse que Diaz siempre repudió todo intento de manipulación contrarrevolucionaria, y su bitácora intentaba mantener abiertos los canales establecidos por el gobierno.

El ocaso de Bloggers Cuba se consumó también en el 2012. Los últimos y aislados escritos, subidos al otrora pujante sitio, no hacían sino confirmar su desgracia. Este era otro colectivo que marcó durante varios años un espacio alegre, dinámico, informativo y variado, sin cesiones al oficialismo maniqueo ni escarceos con una disidencia de poco prestigio. Después de permitirle un período de esta suerte de navegación entre dos aguas, las autoridades le asestaron sucesivos golpes, por separado, a varios de sus miembros, y el colectivo no resistió la presión, hasta el punto que se perdió hasta el dominio del blog.

Elaine Díaz, justamente, era una de las voces destacadas de BloggersCuba. Sandra Álvarez también, y su bitácora personal porta el provocativo título Negra Cubana tenía que ser. En este espacio, la autora fustiga las lacras de discriminación contra la mujer, el racismo y la homofobia actuantes en la sociedad y las instituciones cubanas. No es un secreto que Álvarez también ha sufrido presiones y cuestionamientos agudos de agentes del estado, que hasta ahora no han podido acallar esta poderosa y valiente voz.

Dejo para último el blog del Observatorio Crítico, del cual me honra formar parte, y que también ha tenido duro bregar bajo las andanadas oficialistas de quienes nos acusan de toda una serie de pecados inicuos. Las consecuencias las han pagado varios integrantes con sus puestos laborales, ya perdidos o en peligro inminente.

Terminada esta relación, caben un par de preguntas. ¿Por qué a la juventud, llamada a desempeñar roles protagónicos en todo proceso revolucionario y enaltecida con el llamado guevariano al Hombre Nuevo, le decapitan todo intento de desbordar el rol asignado de obediencia? ¿Qué mensajes clarísimos emiten estos sucesos? Evidentemente, que el horno no está para galleticas; que toda voz fresca, espontánea, que se atreva a poner en juicio las políticas de la burocracia imperante, está en peligro de ser suprimida en el momento en que así se estime conveniente. No habrá tolerancia al debate abierto, al análisis sincero de ideas diversas, ni siquiera dentro del campo de las corrientes que respeten ideales socialistas desde distintos matices. La unidad monolítica y la obediencia a la clase burocrática imperante seguirá siendo el único estandarte aceptable. El vocerío de Lagarde, de Ubieta, de quien sea que se esconde tras el seudónimo Yohandry, de Jorge Ángel Hernández, Noel Manzanares Blanco y resto de la comparsa se vuelca en primer lugar contra cualquier nota discordante y luego, si el aludido persiste, caerán las represalias en el centro de trabajo, de estudios, el hostigamiento, los cortes de conexión o el despido llano y simple en un país donde el Estado sigue siendo la única opción laboral para ejercer una labor profesional de calificación universitaria.

Con este panorama, mal puede prosperar el propósito del General en Jefe, Raúl Castro, de respeto a las discrepancias y diferencias honestas dentro del mismo fin e ideales sociales. A pesar de todo, siempre existiremos aquellos, quienes creemos que la juventud generará eternamente nuevas voces y proyectos, colectivos y espacios de ideas y debate, con elevadas convicciones sociales y valores revolucionarios y democráticos de la mejor estirpe que, aún cuando sean aplastados una y otra vez, alimentarán continuamente el renacer de la esperanza.

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Observatorio bajo fuego – pero a nosotros nos protege Changó

25 martes Sep 2012

Posted by luchatuyucataino in Cuba, Política

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Por Rogelio M. Díaz Moreno

En estos días nos han renovado el dudoso honor de convertirnos en blanco de las diatribas feroces de algunas personas descontentas con la labor del Observatorio Crítico (OC). De la animadversión de Enrique Ubieta ya conocíamos, por intercambios anteriores parecidos, y ahora se le une la artillería epistolar de Jorge Ángel Hernández.

Jorge Ángel Hernández (JAH), usual animador de la bitácora Oggunguerrero, dispara despiadadamente contra nuestro espacio a través del texto enviado a su colega Ubieta. A este último, lo felicita por arrostrar valientemente feroces batallas ideológicas, contra enemigos inicuos (nosotr@s). De tal forma, nos toca el turno de replicar. Como, a decir verdad, la carta de JAH no contiene ningún argumento nuevo, cabe hacer poco más que refrescar nuestras acostumbradas posiciones en el actual contexto.

Lo primero que tengo que expresar es la indignación que me producen estos autotitulados Defensores de la Fe y la Verdad Revolucionarias. Esta época debería estar signada, en teoría, por la batalla contra los sujetos que constituyen, según la tajante definición del Presidente Raúl Castro, los principales enemigos del proceso revolucionario, a saber, la mentalidad burocrática, el autoritarismo, el secretismo y demás lacras que desde el Observatorio nos hemos dedicado a fustigar. Se supondría que personas que presumen de tan raigal revolucionareidad fueran nuestros estrechos aliados para el fin principal, aún cuando se divergiera en cuestiones de formas y tácticas. En lugar de esto, los adalides de la voz oficial mantienen la misma mentalidad que el Primer Secretario del Partido llamó a cambiar, celebrando cuanta disposición se efectúa desde el poder (con minúscula, como le gusta a Ubieta) gubernamental a todos sus niveles y en todos sus aspectos, como si fuera la última proclamación del Evangelio, y procurando atajar a cuanto infante descarriado procura sacar el piececito de la cuna, que es donde único podría estar a salvo bajo la mirada severa del Papá.

Antes de enfilar sus cañones contra nosotros con tanta saña, JAH debería meditar en que los Orishas detestan la mentira y la doble moral, por lo que ciertos empeños harían mejor en no invocar su protección. El texto que perpetra no es otra cosa que un muestrario de tergiversaciones, acusaciones y ofensas vacías, falto de otras ideas, que no hace sino concedernos más aún el crédito y la razón. Por lo menos, Ubieta tuvo el mérito de aportar un punto importante al reconocer que la izquierda revolucionaria todavía no acaba de superar la parálisis teórica en torno a sus errores y desvíos históricos. Nada más que por eso, ya no me cae tan mal. Aunque yo hice la salvedad de que debía referirse a la izquierda tradicional, enquistada en mecanismos autoritarios de dirección y comando, esta confesión pudiera servir de base al debate y consenso requeridos para rectificar errores y retomar empeños con ideas renovadas. Por su parte, JAH no percibe o parece muy contento de permanecer en la tal parálisis. Sigue leyendo →

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Llénense las palabras con un contenido concreto (II)

22 sábado Sep 2012

Posted by luchatuyucataino in Cuba, Política

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actualización del modelo económico, anticapitalismo, autonomía, burocracia, capitalismo, censura, crítica, debate, democracia, democracia socialista, derecha, derechos ciudadanos, diálogo, Enrique Ubieta, filosofía, iglesia católica, información, Isbel Díaz Torres, izquierda, manipulación, marxismo, Papa, periodismo, reformas, Rogelio M. Díaz Moreno, verticalidad


Por Rogelio M. Díaz Moreno

En la página web de un centro hospitalario cubano se divulgaba recientemente un material informativo, en el que se presentaba el mecanismo denominado Control Interno como un instrumento de gestión que maximiza la iniciativa de los colectivos obreros. La persona que deseaba profundizar en el tema, encontraba enseguida cuáles eran los métodos que podían seguir los obreros para maximizar su iniciativa, según el citado documento, a saber: Realizar lo correspondiente al contenido de trabajo de su contrato y mantener una conducta integral y positiva. La manera de ejercer esta responsabilidad que se le ofrece al trabajador consiste, en breve, en cumplir con el trabajo asignado y rendir cuentas fidedignamente.

Leyendo el tal texto, me vinieron a la mente las muchas ocasiones en que numerosos dirigentes juveniles han proclamado que la Revolución le ha dado a los jóvenes cubanos los derechos y privilegios más apetecibles, díganse, los de sacrificarse toda la vida, trabajar y luchar abnegadamente en pos de ciertos ideales que estos dirigentes conocen muy bien.

Obviamente, deben existir criterios divergentes en cuanto a cómo podrían mejor los obreros ejercer la iniciativa, y cómo preferirían los jóvenes balancear aquellos derechos con otros, digamos, más pedestres.

A raíz del nuevo dardo que nos ha disparado el compañero Enrique Ubieta, yo me volvía a convencer de que, para extraer algo útil de un debate, es necesario que protagonistas y espectadores aprecien significados establecidos y compartidos en los conceptos que se usan por cada parte. Que de poco vale que cada cual se desgaste afirmando que tiene la democracia, la libertad, la vida, el camino y la luz, si no se parte de una tradición y una cultura que llene semánticamente cada vocablo, y además se indica claramente por los adversarios que se está abrazando una u otra alternativa.

En esta entrega voy a argumentar la importancia que considero que se le debe prestar a este aspecto.

De entre los mantras que repite Ubieta, obsesivamente, voy a empezar por los de la soberanía y la independencia. Aquel asume que como el gobierno actual garantiza, para Cuba, estas cualidades, ya se ofrecen las máximas garantías alcanzables para un sistema de justicia y felicidad para sus habitantes, por lo que oponerse al tal gobierno sería una actitud muy fea.

La soberanía, sin dudas, es un don invaluable. Le permite a las poblaciones de cada nación resolver sus asuntos internos sin interferencias de vecinos codiciosos, y aceptar el acercamiento de estos últimos solo bajo condiciones de mutuo acuerdo y beneficio que no comprometen sino, por el contrario, refuerzan las soberanías mutuas. Ahora vamos a contemplar que, de todas maneras, aparecerán debilidades si se mantiene el supuesto de Ubieta en una formulación demasiado simple.

¿Alguien se acuerda del gobierno de los Khmer Rojo, en Cambodia? Un gobierno bastante soberano, hasta donde conocemos. Sin ninguna interferencia externa, cometió en los años ’70 un genocidio espantoso contra todo aquello que oliera a civilización occidental, masacrando millones de personas. A tal extremo llegó, que cuando el ejército de la República socialista de Vietnam entró en el país y ocupó la capital, derrocando al tal gobierno, desde ninguno de los bandos de la entonces Guerra Fría se escucharon demasiados lamentos. En Europa, el dictador español Franco, luego de la derrota de sus aliados fascistas, sobrevivió varias décadas por sí solo, sin que la autonomía le sirviera de consuelo a las víctimas de su régimen. Se pueden encontrar otros ejemplos de gobiernos que han cometido, soberanamente, grandes monstruosidades. Vemos entonces, en primer lugar, que la soberanía es un requisito necesario, pero no suficiente.

En segundo lugar, cabe cuestionarse en qué se basan la soberanía y la independencia de que pregona Ubieta. Cuando se derrumba la Unión Soviética, se apreciaron en nuestro terruño de la peor manera posible, las consecuencias de ser dependientes de sujetos externos, de una manera tan conocida que no vale la pena ahondar en ello. En estos momentos, dado que de los convenios con un país Venezuela dependen la mayor parte de los ingresos económicos de nuestro país y la entrada segura y estable de combustible en condiciones tolerables para nuestra maltratada economía, cabe preguntarse dónde está la independencia. Podrían añadirse a estas preocupaciones, hechos como el peso de las remesas entre las fuentes de divisas de Cuba; que los capitalistas industriales de Brasil están manejando el establecimiento de nuestro próximo mayor puerto comercial y zona franca económica en el municipio del Mariel, y sus monopolios agrícolas cubren las tierras que fueron cañaverales nuestros, con sus haciendas para el monocultivo de soya (¡malvada transgénica!, añadiría mi hermano Isbel); que, una vez más, los Estados Unidos son el mayor abastecedor de alimentos para el mercado cubano, y eso con bloqueo y todo; y otros matices que ensombrecen un poco los supuestos rampantes de Ubieta de soberanía e independencia.

Ubieta repite tantas veces que debe creérselo, que el gobierno que defiende es genuinamente socialista y, en él, hay democracia y hay libertad, y que esto solo se puede lograr gracias al severo veto sobre toda otra posibilidad de manifestación de posturas diferentes. De acuerdo con esa idea, todas esas posturas no son sino desvíos malignos para perdernos y que se deben combatir severamente. Sin embargo, cuando desde posiciones con origen en el Vaticano se deja entrever que estamos caducos y perdidos en el llano, Ubieta mira hacia otro lado. Cuando se manda a despedir más de un millón de trabajadores, no lo vemos buscando soluciones para los despedidos. Cuando se promueve la contratación privada de trabajo asalariado, no propone medidas a favor de los que se convertirán en la nueva clase explotada. Cuando se le pasa la mocha a los presupuestos sociales, no promueve alternativas para compartir y suavizar el trancazo. El problema que me atosiga se destaca así con mayor intensidad: cómo definir con claridad qué son entonces la libertad y el socialismo, qué cree Ubieta que es la democracia, qué papel juega la ciudadanía, cuál es el rol de la política, de la soberanía, de la independencia, de la libertad y la igualdad de las que tanto se afana.

A Ubieta le sorprende encontrar en el espacio del Observatorio Crítico posiciones que asigna a la derecha contrarrevolucionaria, alrededor de estos conceptos de libertad y democracia. Sería conveniente recordar que el gobierno cubano firmó un pacto mundial bastante famoso allá afuera el Pacto Internacional de los Derechos Civiles y Políticos. En el 2008, se aceptó por parte de nuestras autoridades que los ciudadanos poseen determinados derechos, inalienables, que integran y refuerzan los conceptos de libertad y democracia. Hay quien diría que se demoraron bastante pues ya Fidel Castro, desde antes de ser enjuiciado en 1953 y pronunciar el alegato La Historia me absolverá, había reivindicado el derecho de los patriotas a recuperar las libertades arrebatadas al pueblo cubano por el dictador Fulgencio Batista con su golpe de Estado, el año anterior. Sin embargo, a estas alturas aún no se ha ratificado internamente, aquello que se proclamó en ocasión de refrendar en Ginebra el dichoso pacto: que había sido la Revolución la que permitió al pueblo cubano disfrutar los derechos de libre expresión, asociación, movimiento y otros recogidos en sus artículos; que en la Constitución del país están recogidos estos principios y que las políticas y programas del Estado son los garantes de su ejercicio y protección.

Si esta es la posición genuina del gobierno cubano, sería en verdad un hito de progreso y ejemplo de todo lo que el socialismo puede lograr, y que el capitalismo solo puede fingir. Pero resulta que levantar esas banderas termina por convertirse, merced a los malabares verbales de la burocracia autoritarista tan cara a Ubieta, un acto contrarrevolucionario y anticubano. ¡Contrarrevolucionario, reclamar aquello por lo que se condujo la lucha revolucionaria! ¡Anticubano, defender que en la patria cristalicen los ideales de Martí y de los mártires del Moncada que lo recogieron como autor intelectual! En verdad es como para confundir a cualquiera. ¿Cómo y cuándo permitió el gobierno cubano que estos ideales se convirtieran, según sus exegetas, en el discurso de los otros, de los malos, de la derecha contrarrevolucionaria?

Pues nada, todavía hay que, antes de seguir con la discusión, definir qué entendemos por libertad, por igualdad, a ver si encontramos en esta discusión con Ubieta algún otro sentido aparte del berrinche agresivo de un ser irracional y verborreico.

A mí me complace sobremanera el concepto martiano de que la libertad es el derecho que todos tenemos a ser honrados, y a pensar y hablar sin hipocresía. Mientras más contemplo esa definición, más completa y hermosa la encuentro. Para tener la persona el derecho a ser honrada, es preciso que ninguna fuerza externa amenace sus capacidades de construirse una vida decorosa con su esfuerzo legítimo. La libertad le permite vivir, trabajar, expresarse según su conciencia, sin temor a censores ni a disgustos con dirigentes afectos a las mieles del poder, que le serrucharán el piso si lo perciben como amenaza. La libertad le permite alabar aquello que encuentra digno sin que se sospeche adulación interesada, así como trabajar para rectificar aquello defectuoso con la crítica como un instrumento más de rectificación sin que se le recriminen dobleces. ¿Cómo, entonces, es la mejor manera de medir, de saber si hay libertad? Una manera insuperable fue lanzada por una revolucionaria y comunista que dio su vida por el socialismo, Rosa Luxemburgo: hay libertad cuando hay libertad para el que piensa diferente, para el que disiente, para el adversario. Esto lo podríamos fundir: hay libertad, cuando el que disiente de la posición que tiene el poder grande o chiquito tiene los mismos derechos que el oficialista, es respetado en la misma medida, se le trata con igual justicia, lo que le permite ser igualmente honrado.

Ubieta dice encontrar, en el espacio del Observatorio Crítico, posiciones que asigna a la derecha contrarrevolucionaria alrededor de estos conceptos de libertad y democracia. Estos pasajes demuestran, según él, que el Observatorio es un nido del oportunismo y de la reacción derechista camuflageada de falsa izquierda. Le parece comparable nuestra posición con las que debilitaron y precipitaron invasiones militares estadounidenses en otras partes del mundo, como fuera Granada. Para nosotros, la posición de Ubieta es simplemente idéntica a la de los incondicionales estalinistas que infligieron al socialismo las dos peores traiciones de la historia cuando, por una parte, lo sentenciaron a una lenta pero inevitable derrota por la alienación entre el pueblo y el gobierno en la Unión Soviética y, por otra, provocaron en el resto del mundo la asociación ideológica tan grata al imperialismo de los proyectos socialistas con sus deformaciones del llamado socialismo real. Pues otra persona podría irritarse si encuentra que el gobierno revolucionario no ha satisfecho y luego sobrepasado estos aspectos de libertad y democracia que llaman tanto la atención, de una manera tan absoluta que haya dejado atrás por varios años luz a los más adelantados delirios de las corrientes liberales o socialdemócratas, las que habrían perdido entonces todo sentido y posibilidad de hacerse notar.

Si en nuestras páginas aparecen ciertos nombres y eventos que Ubieta quisiera sepultar, se debe a la vergonzosa circunstancia de que no fueron rebasados, como hubiera debido ser. Sin que esto quiera decir que compartimos programas u otros objetivos, puede que reconozcamos en ciertos contextos particulares que no es éticamente correcto tergiversar que existen, por la razón anterior y por la no menos irrebatible razón de que forman parte de este país, al igual que cualquier otra.

Del siguiente concepto estaremos tratando, sin habernos despegado del anterior. La igualdad de todos los ciudadanos, el valor idéntico de cada uno ante la ley, establecen la imposibilidad de discriminaciones sin causa legal por medio. Si no existe quebrantamiento de la legalidad, ¿cómo puede justificarse que ciertos discursos puedan campear y otros deban ser reprimidos? Cuando la situación sea distinta, cuando haya ruptura de la legalidad, ya la cosa cambia; pero para ello existen los mecanismos del sistema de justicia que no se deben pretender remedar o rectificar con maniobras para-estatales. Reconocer la igualdad de todas las personas y sus ideas, mientras no hayan sido demostradas culpables de otras cuestiones, implica el respeto a su libertad. El respeto a su libertad, implica reconocer su igualdad y, por tanto, la pertinencia de sus criterios en el espacio público.

Y la libertad e igualdad, qué duda cabe, son condicionantes imprescindibles de la democracia socialista. No puede haber igualdad entre el 1% que es dueño de las finanzas del mundo, y las poblaciones que sufren los peores azotes de las crisis económicas y, dado que la libertad de estas últimas es muy cuestionable, no es difícil contemplar la imposibilidad de la democracia en las sociedades donde prima el sistema capitalista de explotación. De tales circunstancias evidentes extraemos la necesidad de nuestra posición de izquierda anticapitalista. Ahora, para construir una alternativa mejor, la que anhelamos y por la que trabajamos, nos parece igualmente disparatado asignarle a los trabajadores, como derechos últimos, las iniciativas de autodisciplinarse y autoreportarse para que los regañen cuando se portan mal; o pretender convertir a ciudadanos en soldados incondicionales porque una República, como también dijo Martí, no se dirige como un campamento. De ahí que la libertad para participar en la construcción de un proyecto común que haga florecer otros derechos y libertades; la igualdad de todas las voces en el ágora, y democracia socialista a la hora de administrar todo el jelengue, consten entre nuestros más caros principios como movimiento de izquierda.

Con estas boberías mías que escribo como parte del debate, espero haber plantado una semilla de inquietud en cualquiera que tropiece, en lo adelante, con escritos donde se invoquen estos conceptos tan importantes, y que no deben ser tratados a la ligera.

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Llénense las palabras con un contenido concreto (I)

16 domingo Sep 2012

Posted by luchatuyucataino in Cuba, Política

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actualización del modelo económico, anticapitalismo, autonomía, burocracia, capitalismo, censura, crítica, debate, democracia, democracia socialista, derecha, derechos ciudadanos, diálogo, Enrique Ubieta, filosofía, iglesia católica, información, izquierda, manipulación, marxismo, Papa, periodismo, reformas, Rogelio M. Díaz Moreno, verticalidad


Por Rogelio M. Diaz Moreno

Yo tengo la democracia, háganme caso. No, aquel es un farsante, yo tengo la democracia, síganme a mí. Mientras el estéril peloteo prosigue, la mayoría de las personas encuentran que lo más ‘útil que pueden hacer es concentrarse en sus propios asuntos y enajenarse del intercambio retórico.

El periodista y bloguero Enrique Ubieta nos ha regalado con otra de sus filípicas, con las que pretende establecer que ciertas libertades, derechos y criterios solo se defienden felizmente desde el punto de vista que estamos acostumbrados a verlo defender. Según él, puede demostrarse que todas las otras voces que entran a la discusión y portan una posición que disiente de la suya, no son sino componentes de la alevosa conspiración del imperialismo mundial para derrocar el proyecto revolucionario que habría sido construido en Cuba por las fuerzas victoriosas el 1ro de enero de 1959.

La lectura del material La añorada contaminación de la crítica revolucionaria. Algunas reflexiones me despierta agudas discrepancias, un par de coincidencias muy curiosas, podrá apreciarse y me confirma una personal preocupación. Cuando uno las conversaciones callejeras en las que participo o escucho, con el diluvio de escritos, manifiestos, declaraciones, que cruzan los espacios mediáticos físicos o virtuales de nuestro entorno, llego a la conclusión de que se ha producido un proceso de dilución y vaciamiento de contenidos de un buen número de conceptos o términos generalmente asociados a la vida política de las sociedades modernas, llámense democracia, izquierda, liberalismo, etcétera. Esta opinión se me refuerza con el texto de Ubieta. Me he sentido impelido, entonces, a divagar alrededor de algunos puntos del susodicho material, tanto en defensa de algunas voces de las que él critica, como para resaltar la importancia de revertir este último proceso al que hago referencia.

Yo no voy a discutir el hecho recalco, es sencillo comprobar que es un hecho de que las administraciones gubernamentales estadounidenses han trabajado eventualmente para establecer, reforzar o recuperar la preponderancia sobre los asuntos propios de nuestro país. Esto ha sido así históricamente, en primer lugar por los beneficios económicos que la explotación de sus recursos le ofrecen a sus inversionistas y, en segundo lugar, para mostrar al resto del mundo cómo se castiga a las ovejitas que se escapan del redil. Esta es una de las pocas ideas claras que se pueden extraer del texto que se pueden argumentar con facilidad, como tampoco se puede negar que los métodos actuales de intervención del gobierno estadounidense apuntan más hacia la infiltración ideológica blanda que hacia las acciones de fuerza directa de antaño. En los documentos públicos que reflejan las directrices de aquel gobierno hacia nuestra isla, constan las sumas asignadas para apoyar voces que propaguen mensajes debilitadores de este otro gobierno del lado de acá. A partir de este punto, casi todo lo que me queda por elucubrar parte del asombro y la repulsa hacia la manipulación que efectúa nuestro reflexionador actual, respecto al movimiento de pensamiento y debate que está intentando abrirse paso y ofrecer algún aporte para los importantes momentos actuales de nuestro país.

Ubieta regresa, una vez más, sobre su característica posición de negar toda posibilidad de posicionamiento revolucionario y crítico sincero, fuera de los estrechos márgenes del apoyo incondicional al gobierno. La única postura crítica revolucionaria admisible para él, es aquella que se levante dentro del campamento dirigido por la dirección histórica. Quien pretenda enarbolar convicciones revolucionarias y socialistas desde cualquier otro espacio, sería un pelele, alguien que se alió con la derecha y le hace el juego al imperialismo.

Cualquiera puede afirmar lo que desee sobre las libertades de criterio y expresión social y cultural dentro del campo oficial por llamarlo de alguna manera que no tiene que considerarse ofensiva a priori, puede haber muchas circunstancias en que el oficialismo sea una postura honesta. No obstante, los que hemos permanecido al tanto del debate público en estos lares hemos podido apreciar realidades muy diferentes. Pregúntele, quien no esté está seguro, a Fernando Martínez Heredia, Aurelio Alonso y al resto del colectivo de la desaparecida revista Pensamiento Crítico; al colectivo del igualmente disuelto Centro de Estudios de América, y a tantos y tantos profesionales y revolucionarios que expresaran sus preocupaciones por los errores practicados en las políticas educacionales, económicas, de la agricultura y la industria azucarera, que fueran obligados a callar so pena de sanciones laborales y sociales.

Recientemente, un intelectual del calibre de Esteban Morales tuvo que dar una intensa batalla para reivindicar sus derechos intelectuales más básicos. Otros compañeros, menos célebres y con menor impacto que el elocuente orador de numerosas Mesas Redondas, no han tenido tanta suerte y han sufrido las consecuencias de sacar la patica del armario. Estos han recibido presiones, amenazas, ocasionalmente concretadas, de expulsión de centros universitarios o de trabajo; atemperamiento forzado o cierre fulminante de las bitácoras personales o blogs en Internet; y la difamación de sus personas en público por declaraciones festinadas de exagentes de la seguridad. En este ultimo caso se volvió a demostrar ciertas ventajas para un grupo de personas famosas con un prestigio muy bien ganado, ciertamente que recibieron un desagravio, insuficiente pero al menos expresado; a diferencia de lo dedicado a otras personas menos conocidas e igualmente insultadas. Con estos antecedentes, no sé cómo pueda sostenerse la pretensión de la libertad de expresión y crítica dentro del campo oficialista.

La penalización de cada intento de ponderación objetiva desde dentro del sistema no es mías que otra arista del fenómeno que Ubieta describe cuando plantea, literalmente, que la izquierda revolucionaria todavía no acaba de superar la parálisis teórica en torno a sus errores y desvíos históricos. Nuestra última coincidencia con el autor parte de esta tesis, si bien especifico en mi criterio que la que está paralizada, en teoría y práctica, no es toda la izquierda revolucionaria, sino son apenas aquellos sectores plegados al yugo de la incondicionalidad y obediencia servil con las estructuras monopólicas con las que el aparato estatal sofoca toda la vitalidad de la sociedad. En condiciones de asalariados del pensamiento oficial, sometidos a su estricto control de premios y castigos según se elogie o cuestione a un patrón nada sutil, poco podrán hacer estos sectores para trascender sus limitaciones. De aquí que, de acuerdo con otras opiniones con la que hemos comprometido nuestras vidas, los espacios más prometedores para los ideales revolucionarios, de izquierda, socialistas, los reinventan aquellos que comparten empeños con las mayores dosis de autonomía, los que piensan y actúan con la mayor independencia respecto del aparato burocrático estatal.

La independencia de estos últimos grupos es la que les permite observar y denunciar sin tapujos el avance de los elementos liberales y capitalistas que se introducen, en los mecanismos de la sociedad cubana contemporánea, de manos de los adalides de las reformas que adelanta el gobierno. No hace falta siquiera hurgar en secretos escondidos para encontrar motivos de preocupación en este sentido, puesto que se divulgan y defienden abiertamente por los periodistas y voceros oficiales a medida que se instauran las sucesivas actualizaciones en las distintas esferas de la economía y la sociedad. De tal forma, por una parte se exhiben a la vista publica el favorecimiento a la pequeña y mediana empresa capitalista, explotadora de mano de obra asalariada con derechos poco definidos e irrisoriamente camuflageada bajo el eufemismo de trabajo por cuenta propia; por otra parte, se despliegan todas las medidas concebibles para atraer capitalistas extranjeros brasileños, canadienses, chinos, rusos para que inviertan en marinas, zonas francas, consorcios de maquilas industriales o agrícolas y otros.

Se puede argumentar plausiblemente la necesidad desesperada que tiene la nación de aplicar medidas como estas, para reactivar la economía y de crear fuentes masivas de empleo. En todo caso, no se pueden ignorar festinadamente las contrapartidas porque, dicho de una manera obviamente elemental, las personas piensan, mayormente, como viven. También se puede argumentar la necesidad de utilizar más racionalmente los presupuestos destinados a fines sociales como salud, educación, subsidios y prestaciones sociales, etc., pero para ello se usan de nuevo, a plena luz del día el mismo lenguaje y dinámicas idénticas a las que se le reprochan al español Mariano Rajoy, los neocon estadounidenses y otros de su género. De tal suerte, se acumula una presión brutal sobre las personas que las empuja inexorablemente hacia la dirección de concentrarse en resolver sus problemas y vidas en proyectos individualistas, al son característico de las sociedades donde predominan los modos más desfachatados de la explotación del hombre por el hombre. Y para coronar todo esto, el aparato estatal ejecuta el acercamiento más carnal de que es capaz con las instituciones de la Iglesia Católica, pero no hacia aquellas ramas progresistas de la teoría de la liberación o de educación y organización popular, sino con aquellas estructuras del más rancio conservadurismo vaticano. A estas últimas fuerzas se les permite proclamar abiertamente la supuesta caducidad del marxismo y defender, a través de sus publicaciones y su discurso, la necesidad de implementación de los mecanismos liberales tradicionales; para no hablar de la ofensiva contra los derechos sexuales y reproductivos de las personas, entre otros que habían ganado terreno hasta hace poco. Esto no constituye, por mi parte, un llamado a que se bloqueen ahora determinados canales de expresión espiritual o de pensamiento. Lo que sí quiero es manifestar mi rechazo a la doble moral del aparato farisaico que, por mucho menos que lo anterior, condena a otras personas con cualesquiera epítetos consideren lo bastante peyorativos. Con defensores como estos, la revolución y el socialismo no van a necesitar enterradores.

Las medidas que impliquen retrocesos en ideales sociales, y cuya necesidad puede surgir de una necesidad perentoria, pueden encararse sin embargo de una manera más constructiva y genuinamente socialista. Para ello se requeriría entonces dejar de lado el júbilo carnavalesco y el carácter vertical y totalitarista de gobierno, e involucrar a la clase trabajadora en su formulación, gestión y el manejo de las consecuencias socioeconómicas e ideológicas que inevitablemente traen. ¿Quiere Ubieta que la izquierda oficialista supere el marasmo y estancamiento en que la sitúa? Que se aplique creativamente a trabajar sobre estos apremiantes conflictos.

Ubieta machaca y remachaca que todo aquel pensamiento que se desvíe del caucecito estrecho de su entendimiento no podrá enarbolar con legitimidad ciertos estandartes sobre los que pretende el monopolio. No obstante, ala hora de definir cuál es la izquierda verdaderamente revolucionaria, cuál es el ideal de sociedad al que se aspira, qué papel se le da a la democracia en ella, no bastará con empinar símbolos heráldicos pintados en un paño o invocados en un discurso. Se requerirá, eso sí, despejar todas las dudas acerca de cómo se conciben cada uno de esos conceptos; demostrar con transparencia cuál es la clase social con la que uno se funde, se integra y a la que se pretende empoderar, en la igualdad más auténtica de las posibilidades de todos sus integrantes, para trabajar en pos de ideales colectivos. Creo que hasta aquí tenemos bastante muela para la primera parte de este post, así que voy a continuar en la próxima aventura.

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Respuesta contaminada a Ubieta, desde abajo y a la izquierda

15 sábado Sep 2012

Posted by luchatuyucataino in Cuba, Política

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Alan Gross, burocracia, crítica, debate, democracia, derecha, disidencia, Enrique Ubieta, Estado de SATS, Estatismo, Isbel Díaz Torres, izquierda, Jens Aron Modig, José Martí, Oswaldo Payá, PCC, Primero de mayo, socialismo



Por Isbel Díaz Torres

Enrique Ubieta Gómez publicó recientemente en su blog La Isla Desconocida, un nuevo artículo de descalificación contra la izquierda crítica en Cuba. Después de su última incursión en estos ejercicios (donde salió bastante mal parado), el periodista decidió retornar las armas con un candoroso texto, escrito “desde la buena fe”, según él mismo considera.

“La añorada contaminación de la crítica revolucionaria” es un material bastante poco explícito, comenzando por el título, que no deja claro quién es el sujeto que añora, ni define cuál es el “espacio crítico revolucionario” contaminado. Tales definiciones son importantes para que los implicados puedan sentirse aludidos.

En cualquier caso, mi intuición me dice que la izquierda en la que creo habita nichos un tanto distantes de los de Ubieta, por lo que en principio me doy por aludido. Sobre todo sabiendo que las lógicas del autor en cuestión comúnmente convierten en oponente al otro diferente.

Adentrándonos en el texto, Ubieta nos presenta su sagaz descubrimiento: la contrarrevolución intentará “anular la diferenciación entre la derecha (…) y la izquierda”.

A partir de ahí, articula su discurso asumiendo una serie de posturas bien cuestionables. Por ejemplo, se preocupa porque el enemigo intente “quebrar la identidad histórica entre Gobierno y Revolución”. Yo, que me siento revolucionario porque entiendo esa identidad entre PUEBLO y revolución, descubro ahí una de las diferencias entre la izquierda crítica cubana y la izquierda… como le podríamos llamar… de protocolo. Izquierda de protocolo.

Para Ubieta, “la izquierda revolucionaria todavía no acaba de superar la parálisis teórica en torno a sus errores y desvíos históricos” aspecto en el que ciertamente debo coincidir. Pero ¿qué hace él para superar esa parálisis? ¿Cómo intenta él corregir esos desvíos? ¿No será él uno de los precursores? En realidad no me molesta que la izquierda de protocolo invierta su tiempo en denunciar a Posada Carriles y defender la causa de Los Cinco, pues ambas son causas nobles y justas; no obstante, me preocupa cuando esa izquierda dogmática nos exige a todos que le sigamos los pasos, y cuestiona cualquier posicionamiento si antes no se aclara que se está en contra de Posada, a favor del regreso de los cinco, o de Elián, o en contra de la deuda externa… según sea el siglo de que estemos hablando. En mi criterio, una parte de la parálisis que refiere el articulista está muy relacionada con esa insoportable costumbre de convertir las agendas gubernamentales de política internacional en agendas políticas personales, cuestión que diluye al actor social, al hombre/mujer mirando su realidad y transformándola.

Ubieta no cree en la crítica al gobierno cubano que “presuntamente construye hoy en secreto un nuevo capitalismo”. La realidad es que ese capitalismo ni es nuevo, ni se construye en secreto, pero el autor no puede verlo. ¿Habrá que recordarle que aunque la prensa oficial no da parte de ello, no significa que no esté ocurriendo? Ah, claro, él es parte de la prensa oficial… la parte inmovilista.

Más adelante, Ubieta refiere una “alianza de una supuesta izquierda —que declara estar más a la izquierda que los gobernantes cubanos— y una muy clara derecha en la subversión del Estado revolucionario, para construir un Estado… ¿democrático burgués?, con el aplauso y los fondos de todos los imperialismos, resulta una evidencia esclarecedora.”

Pero Ubieta olvida mencionar a los actores de esa alianza ¿Dónde se verifica exactamente? ¿Pretende Ubieta que toda la izquierda es homogénea, incluso dentro de la llamada izquierda crítica? Al menos yo no busco construir un estado “democrático burgués”, ni de ninguna otra denominación. Busco autotransformarnos en colectivo, gestando relaciones (que pudieran y debieran convertirse en instituciones) sin ningún patrón preestablecido. Ahora, en mis intenciones no puedo ignorar que existe un espacio público donde las personas, cualesquiera sean sus posturas políticas, pueden encontrar demandas, gustos, voluntades comunes. No habría que escandalizarse por ello: ¿acaso no fue eso lo que pasó en la reciente visita del Papa, o todos los asistentes a las misas eran fervientes católicos? Aquello no fue una alianza, sino que las personas coincidieron en un espacio, muy posiblemente con móviles diferentes: fervor católico, curiosidad, miedo a represalias en el trabajo, aburrimiento, disciplina, acompañar a la abuela, etc.

Y ahora que lo leo ¿dónde están, por cierto, esos fondos que recibe la izquierda… y que además son evidencia esclarecedora? La difamación es un delito en este país, aunque ya sabemos que el código penal es aplicado de manera arbitraria y discrecional por las autoridades. Y si existieran tales fondos, y se conocieran, entonces el periodista debería hacerse la más elemental pregunta. ¿Si son ilegales, por qué quienes los reciben no son puestos tras las rejas? Si la legislación cubana condena el mercenarismo ¿por qué no es fiel a su letra? ¿Cómo interpretará el autor la legitimidad de quienes – dentro de organizaciones de la oficialmente reconocida “sociedad civil socialista”- reciben fondos provenientes de entidades foráneas, estatales o no, previa bendición del estado/partido?

Por ejemplo, si nos apartamos del debate en torno a la muerte de Payá -que no es el tema de debate aquí, ¿cómo se entiende que el estado cubano libere sin la más mínima sanción al político sueco Jens Aron Modig, quien declaró a la prensa que entregó dinero para financiar al opositor Movimiento Cristiano Liberación (MCL)? ¿El caso no es similar al de Alan Gross? ¿Y qué pasó con quienes recibieron ese dinero? Mi análisis no se enfoca en el MCL o sus mecanismos de financiamiento, sino en la discrecionalidad con que el gobierno cubano aplica sus políticas, esas mismas que Ubieta parece defender a capa y espada. Si verdaderamente considerara que se trata de cuestiones de fondo, ¿por qué no emplaza al gobierno, como un “verdadero hombre de izquierda”? (espero que no pretenda ofrecer aquí argumentos de real-politik). Por otra parte, el mismo análisis puede aplicarse en los casos del resto de la estigmatizada disidencia cubana, que parece ser tan plural y contradictoria en objetivos y métodos como la izquierda de la isla.

“Mi enemigo es todo aquel que intente restaurar el capitalismo en Cuba, reciba dinero o no de una potencia extranjera”, dice Ubieta, pero no lo he visto manifestarse en contra la presencia de monopolios brasileños y chinos – y sus millonarias inversiones contaminantes y megaexplotadoras del trabajo asalariado- en la economía cubana, ni en contra de medidas antipopulares y neoliberales, como el despido de miles de trabajadores, apoyado cínicamente por la CTC Nacional, o la reducción de prestaciones sociales, otrora presentadas como “conquistas de la Revolución” y hoy denunciadas como “gastos excesivos”. ¿Si el Estado o alguna fracción de su élite dirigente intentan restaurar el capitalismo, también estaría Ubieta contra ese Estado y élite?

No soy un analista político, y queda fuera de mi alcance el fin último de las maniobras estatales. Existe una real falta de información real y pública sobre los planes, la forma atomizada en que se presentan los proyectos de desarrollo: transgénicos brasileños en Sancti Spíritus, campos de golf con usufructo por 99 años para extranjeros en Matanzas, Puerto del Mariel con maquilas incluidas en el occidente, créditos increíbles desde China, médicos haciendo dinero para el Estado en Venezuela…. Todo ello va “salpicado” con un finquita agroecológica en Bauta, un médico que salva gratis una vida en Buey Arriba, una revista ecologista para proteger la Bahía de la Habana…, así, con la ayuda de los medios de prensa que magnifican las salpicaduras y minimizan las inversiones millonarias, es difícil saber la realidad del terreno que se pisa. Pero lo cierto es que hay más elementos para temer una restauración capitalista, que los que pudiera tener Ubieta para decir que la izquierda crítica busca construir un Estado democrático-burgués.

En su gratuito y contaminado discurso, Ubieta lanza otra frase descalificatoria, cuando refiere los “presupuestos de una izquierda no revolucionaria” Sin embargo, no dice cuáles son esos presupuestos. La única izquierda no revolucionaria que reconozco en Cuba es ese sector burocrático estatalista y autoritario, articulado con las estructuras del PCC, que se autotitula de izquierda, pero que tiene como único afán el cabal sostenimiento del sistema, y muy poco se relaciona con causas altermundistas, emancipadoras, y desenajenantes. De hecho, explorar el patrón de consumo cultural y material de los intelectuales orgánicos de estas élites pudiera ser muy instructivo: la imagen aún en mi cerebro de Ubieta tomando café en la cafetería del muy caro hotel Habana Libre, en lugar de consumirlo a una cuadra de distancia, en la cafetería de 23 frente al Coppelia, donde el café “popular” vale solo 1 peso cubano; pudiera ser bastante ilustrativo de lo que intento decir. A partir de aquí pudiera seguir una retahíla de expresiones descalificatorias, pero me halo las orejas y corrijo el rumbo. Aunque sea una manera hegemónica, no es posible crecernos si reproducimos tales prácticas antiéticas.

La realidad es que la izquierda que conozco sí profundiza en el dilema “socialismo-capitalismo” que menciona Ubieta, pero a la vez, reconoce la necesidad de un ámbito de respeto, de legitimidad para acceder al espacio público de todas las tendencias y propuestas de sociedad, incluidas las ajenas a su proyecto ideológico. El tradicional silenciamiento de las otras propuestas es uno de los elementos que ha llevado a los empoderados dirigentes cubanos a quedarse muchas veces sin propuestas propias. Como dijo una vez el Ché: «Opinión que haya que destruirla a palos, es opinión que nos lleva ventaja a nosotros» ¿Tendrá el Guerrillero Heroico, según los raseros y cánones de Ubieta, problemas ideológicos?

Coincido con el autor en que “la democracia real es anticapitalista, y que el capitalismo es por naturaleza totalitario”. Es por eso que nuestro cartel (que la Seguridad del Estado presionó para que bajáramos en la marcha del 1º de mayo de 2010) decía “SOCIALISMO ES DEMOCRACIA, PA’L LATÓN LA BURROCRACIA”. Es una pena que tan pocas personas comprendan esa visión que compartimos, y se empeñen en imponer esquemas antidemocráticos, arguyendo que con ello salvaguardan alguna Revolución. Por supuesto, en realidad salvaguardan sus propias prebendas y privilegios.

Seguidamente, el articulista menciona el tercer objetivo de la contrarrevolución: “romper el nexo histórico entre rebeldía juvenil y Revolución”. Ubieta, ese objetivo no es necesario perseguirlo, dado que ya que el sistema cubano se ha encargado de ello. Si este fuera un nuevo objetivo ¿cómo se explica la emigración de millones de jóvenes desde hace décadas? ¿Cómo es que la burocracia se devana los sesos tratando de inventar fórmulas (siempre infelices) que atraigan a la juventud? ¿Cómo es que las juventudes “comunistas” parecen cualquier cosa menos comunistas, y sus líderes, cualquier cosa menos jóvenes? No han comprendido que ya no se trata de defender la Revolución sino de desarrollarla, ampliarla, radicalizarla. Eso sí sería estimulante para los jóvenes. “Ahora le toca al padre la manzana en la cabeza”, pero la élite está demasiado apegada a sus raciones, por eso no se atreve a ceder el arco a sus hijos.

La historia de los adjetivos puede ser bastante confusa y manipuladora. Ubieta debería explicitar lo que él entiende por “crítica revolucionaria” y “crítica contrarrevolucionaria”. Espero que no sean los fines. Por ejemplo, decir por qué los servicios de salud para el pueblo son de baja calidad sería revolucionario si:

– persigue castigar a los profesionales y administrativos de salud que hacen un mal trabajo en detrimento del pueblo y de las planillas de los nobles burócratas que se atienden en el CIMEQ, además de reconocer los esfuerzos de la Revolución, la “gratuidad”, y los médicos “internacionalistas”;

– y sería contrarrevolucionario si lo que se busca con ello es desprestigiar y deslegitimar al gobierno tirano que se complace en ver a la gente humilde en colas durante horas para acudir a un especialista.

¿Es eso? Si fuera así, se estaría olvidando que hay muchos más pensamientos detrás de esa crítica, pero la realidad seguiría siendo la misma: el servicio es de mala calidad.

Por otra parte, el autor no se da cuenta que lo que él llama “el cansancio, la renuncia a ser diferentes, la aceptación acrítica del consumismo, el individualismo burgués” no es otra cosa que la propuesta cultural del Estado cubano a la población de la isla. Nada más cansón que los actividades político-culturales de la izquierda de protocolo, los matutinos, las galas, los homenajes forzados a los Cinco Héroes, que como una plaga carcomen el más elemental sentido de la estética, el arte, la alegría, la belleza en Cuba. Por su parte, la izquierda crítica privilegia el arte alternativo, la ruptura, la búsqueda de nuevas formas y estilos, es iconoclasta, queer (en el sentido más amplio del término).

El periodista venía hablando de la izquierda, y de pronto, como por arte de magia, se enfoca en el proyecto Estado de Sats, sobre el que vierte sus criterios, siguiendo “un razonamiento lógico” muy particular, totalmente desprovisto de argumentos probatorios, pero que al parecer a él le satisface. En realidad, con tales procedimientos, no sé para qué hace falta la Seguridad del Estado, si con el entusiasmo “revolucionario” de Ubieta ya todo queda probado. ¿Pero, y el análisis que venía haciendo sobre la izquierda dónde queda?

Cuando Ubieta declara quiénes son sus enemigos, no aclara qué métodos utilizará para vencerlos. Al parecer, los mecanismos extrajudiciales, ilegales, difamatorios, antidemocráticos, estalinistas, violentos, podrían servirle igual que cualquier otro. Aquí veo una profunda diferencia entre nosotros. Para mí, el enemigo ideológico es respetable, y la batalla debe ser limpia, de frente, y en igualdad de condiciones. No es posible que una parte tenga todos los medios a su alcance, mientras la otra deba recibir los palos justos e injustos que provengan de semejante poder.

A Ubieta no le tiembla el puño para escribir “la democracia revolucionaria que defendemos, no contempla a los capitalistas en el poder”, con lo cual hecha por tierra el sueño de la república martiana “con todos y para el bien de todos”. Pero si vamos un poco más allá, solo podemos sonreírnos ante la “ingenuidad” del autor, cuando miramos y vemos que los capitalistas hace rato están en el poder, protegidos bajo las casacas empresariales, militaristas, etc.

Ubieta finaliza su texto con una parrafada tan esquizo, que no resiste el más elemental análisis. Acepta lo diverso, pero no lo acepta; no desea la homogeneidad del pensamiento, pero excluye a los procapitalistas; habla de unidad nacional, pero no en “la orilla capitalista”. No entiendo cómo la lucha contra el capitalismo puede pasar por ignorar su real existencia en las estructuras y lógicas nacionales, y su avance evidente en las políticas económicas del país. Es demasiado ingenuo (u oportunista) ese intento por silenciar las voces disidentes, como si ello fuera a detener las finas telarañas de la Nestlé o Monsanto en la isla. Las neoliberales estrategias del “perfeccionamiento empresarial”, ensayadas décadas atrás, tienen ahora un caldo de cultivo fértil para recomenzar su expansión, y para colmo, profesionales de la palabra con acceso gratis a Internet pretenden descalificar a quienes luchamos por nosotrxs mismxs, y por quienes tenemos al lado, desde abajo y a la izquierda.

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La añorada contaminación de la crítica revolucionaria. Algunas reflexiones

11 martes Sep 2012

Posted by luchatuyucataino in Cuba, Humor

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anticapitalismo, derecha, desinformación, diálogo, EE.UU., Eliécer Ávila, Enrique Ubieta, guerra fría, inmovilismo, izquierda, medios, Seguridad del Estado


Por Enrique Ubieta

En mi artículo “El falso mapa de Ted Henken”, publicado en este blog el 9 de junio de 2011, advertía que existe una manifiesta intención de establecer puentes de acceso público o de visibilidad para la contrarrevolución cubana, que esta no puede conseguir por sí misma, al carecer de liderazgos auténticos en la sociedad. Uno de los medios es la contaminación del espacio crítico revolucionario. Anular la diferenciación entre la derecha, asociada a diferentes formas de implementación del capitalismo (en nuestros días, las diferencias de políticas económicas entre los Blair y los Cameron en Gran Bretaña, o entre los Zapatero y los Rajoy en España, son invisibles para los propios electores de esos países, que castigan a unos y a otros en las elecciones, sin otra opción posible, según estén estos en el gobierno, cuando comprueban que se repiten los resultados) y la izquierda. Términos ambiguos, ya lo he dicho, sobre todo porque la derecha ha construido su propia izquierda, que se nos vende como democrática, pero que es funcional al sistema, a veces más funcional que la presunta derecha; y porque la izquierda revolucionaria todavía no acaba de superar la parálisis teórica en torno a sus errores y desvíos históricos.

La contaminación del espacio crítico parte de la aceptación de que el imaginario social cubano es de izquierda revolucionaria. Por eso:

–El primer objetivo y el de más alcance, es quebrar la identidad histórica entre Gobierno y Revolución (presuntamente, el Gobierno cubano construye hoy en secreto un nuevo capitalismo). Se aprovecha, de forma oportunista, la ausencia pública del máximo inspirador del proyecto revolucionario histórico, el compañero Fidel. Y se construye el “estigma” artificial de “oficialista”, en oposición al de “independiente”, para calificar a quienes defienden el proyecto revolucionario. La alianza de una supuesta izquierda —que declara estar más a la izquierda que los gobernantes cubanos— y una muy clara derecha en la subversión del Estado revolucionario, para construir un Estado… ¿democrático burgués?, con el aplauso y los fondos de todos los imperialismos, resulta una evidencia esclarecedora.

–El segundo objetivo es la contaminación de ese imaginario con presupuestos de una izquierda no revolucionaria, restauradora del capitalismo, que utilice a conveniencia la terminología revolucionaria y eluda las definiciones para pasar inadvertida; que aliente el combate contra el Gobierno cubano “por no ser suficientemente revolucionario”, y que simultáneamente teja una urdimbre conceptual que “supere” la visión revolucionaria. Ese “nuevo” pensamiento pretende abolir el dilema “socialismo-capitalismo” y sustituirlo por uno falso: “democracia-totalitarismo”. ¿Habrá que explicar, a estas alturas, que la democracia real es anticapitalista, y que el capitalismo es por naturaleza totalitario? En el mundo caótico en el que vivimos no puede concebirse una izquierda que no sea anticapitalista.

–El tercer objetivo sería entonces romper el nexo histórico entre rebeldía juvenil y Revolución. Contaminar el espacio de la crítica revolucionaria, es decir, incorporar en él a la crítica contrarrevolucionaria. Hacer que la Crítica pierda sus apellidos, para legitimar a los actores invisibles de la contrarrevolución. Se estimula un concepto antiheroico de la rebeldía sustentado en el cansancio, en la renuncia a ser diferentes, en la aceptación acrítica del consumismo, en el individualismo burgués. La rebeldía asociada al cuerpo, a la moda, a la irreverencia, que intenta oponer a jóvenes y viejos. Que lo rebelde se convierta en la negación de lo rebelde: la crítica despiadada a la Revolución desde el hastío y la exigencia individual(ista) de “una vida mejor”. Se manifiesta como negación, no como superación.

Frente a este juego, a veces perdemos tiempo señalando el sentido mercenario de los actores. ¿Perdemos tiempo? No puede obviarse ese “detalle” —que en todos los países del mundo conlleva largas penas de cárcel—, pero el enemigo intenta convertirlo en una discusión bizantina, retórica, que solo tiene demostración en casos aislados. Algunos involucrados en la recepción del dinero sostienen con cinismo que es lícito recibir “esa ayuda”. Eliécer Ávila, por ejemplo, que es presentado como “un joven cubano”, lo dice: “La única manera que usted logra [hacer política] es obteniendo algún tipo de financiamiento. Y es cierto que a veces, en la búsqueda de uno estar vivo políticamente, es cierto que hay personas que pueden aceptar algún tipo de ayuda que en un futuro pueda comprometerlos”. Hay diversos frentes de batalla, pero el más importante es el de las ideas. Mi enemigo es todo aquel que intente restaurar el capitalismo en Cuba, reciba dinero o no de una potencia extranjera. Porque aún si lo hace desde la honestidad de sus creencias, lo sepa o no, con ello sirve al imperialismo; y el triunfo de sus intereses en Cuba es, quiéranlo o no esos defensores de la fe del Capital, la derrota de la soberanía nacional y del proyecto martiano de República, que se sustenta en la justicia social.

El agente revolucionario Raúl Antonio Capote, infiltrado en la CIA, fue instruido por esta para crear un proyecto cultural similar al de Estado de SATS. Proyectos análogos fueron utilizados con anterioridad —lo que está documentado en informes desclasificados de la CIA—, en países de Europa el Este. Capote fue “quemado” como agente revolucionario, y apareció Rodiles. Probablemente Rodiles, que invita a sus actividades a funcionarios de la Oficina de Intereses de los EE.UU. en Cuba (como se conoce, estos funcionarios son en su mayoría agentes de inteligencia de ese país), sea agente o colaborador de la CIA. Digo probablemente, no puedo probarlo porque no es mi trabajo, sigo un razonamiento lógico; pero si no lo fuera, les hace su trabajo. “Su” centro no es un espacio de estudio o de debates académicos abiertamente identificado con el liberalismo, es decir, con el capitalismo, no busca la verdad científica sino el poder político, su misión es subversiva. La pregunta es: ¿es legítima la existencia en Cuba de un centro político que alienta la subversión desde criterios francamente liberales, con el apoyo abierto del imperialismo estadounidense?

En el libro Cuba, ¿revolución o reforma? preguntaba: “¿Aceptamos que existe una guerra política que pretende el cambio de sistema en Cuba, es decir, la restauración del capitalismo? ¿Aceptamos que esa guerra es alentada, promovida, incluso financiada desde el exterior, por intereses no cubanos, con independencia de que existan cubanos que la respalden?, ¿que más allá de la posible existencia de “asaltantes de fe” (personas convencidas del ideal capitalista), lo que prima en el asalto y determina el sentido de esa guerra de reconquista, son los intereses de poderosas esferas de poder (expropietarios nacionales, trasnacionales y gobiernos imperialistas)?” Más adelante reproducía una esclarecedora reflexión del archireaccionario activista español Juan Carlos Castillón, publicada en Penúltimos días: “Pocos luchan mejor por sus países de adopción que los inmigrantes […] Posada Carriles ha sido soldado estadounidense en tiempo de guerra y eso le da derecho a estar en EE.UU.. (…) Porque aunque nos hayamos olvidado de ella y la hayamos relegado a ese cajón en que se guardan los recuerdos molestos, la Guerra Fría fue una guerra real. Una guerra en la que participaron numerosos exiliados en contra de los estados que dirigían sus naciones.”

¿Terminó la “guerra fría”? La actual puede enarbolar los más disímiles nombres, pero pretende lo mismo: imponer relaciones mercantiles que se subordinen al gran capital financiero y descarriar o derrocar cualquier intento por encontrar caminos alternativos. Es una guerra no declarada, y sin embargo pública: el Congreso estadounidense aprueba todos los años millonarias sumas para la subversión en Cuba y mueve otras de manera menos visible, disfrazadas de premios, proyectos y becas, para apoyar a activistas “independientes” y para comprar a intelectuales y periodistas, como sucedió durante el juicio a los Cinco antiterroristas en Miami. La batalla de ideas, la guerra cultural, se hace más intensa y más sutil. La contaminación de los espacios es uno de ellos.

Hablemos claro: la “democracia” capitalista que se nos vende no contempla a los comunistas en el poder; la democracia revolucionaria que defendemos, no contempla a los capitalistas en el poder. Así de sencillo. Por eso resulta incomprensible desde la buena fe, que algunas personas que se definen en la super izquierda defiendan —desde categorías francamente burguesas—, el “derecho” político de los propugnadores, pagados o no, del capitalismo neocolonial. El abrazo nacional no puede producirse en la orilla capitalista. La aceptación de lo diverso parte de reconocer que el socialismo (no socialdemócrata, hablo del anticapitalista) es la plataforma nacional. La necesaria unidad de la nación no presupone la homogeneidad del pensamiento, ni la unanimidad de criterios, debe estimular el debate y la crítica revolucionarias, siempre en oposición a las de la contrarrevolución; pero la unidad de la nación la proporciona el proyecto colectivo de justicia social, anticapitalista, que garantiza y es garantizado por la soberanía nacional.

Publicado en La Isla Desconocida

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Estoy suspensa

29 domingo Abr 2012

Posted by luchatuyucataino in Cuba, Denuncia, Política

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Por Yasmín S. Portales Machado

El 12 de junio de 2011 yo lancé está pregunta: Oye, Enrique, ¿y quién hace el examen de «revolucionario» para poder acceder a internet desde Cuba?

Me he cruzado más de una vez desde entonces con Enrique Ubieta (blogger y el director de la revista La Calle del Medio, cubano tan normal que le alcanza la gasolina para llevar de paseo a sus amigos de La Habana a Pinar del Río), pero él nunca me respondió.

Ingenua yo, no comprendí que la paciencia es una virtud, incluso en el trópico. En marzo de 2012 (despacito y buena letra) salieron a la luz las caras del tribunal: Harold Cárdenas Lema, Yirmara Torres, Roberto González Peralo, Alejandro y Osmany Sánchez Roque excluyo de esta lista a Francisco Rodríguez porque en su propio blog ya explicó que no ha hecho nada más que figurar en la lista y no ir a la reunión presencial del jurado por compromisos familiares impostergables.

Lo tarde que supimos de la convocatoria para estos exámenes de «revolucionario» nos enteramos el 27 de marzo y el cierre de aplicaciones era el 28, contradecía la cordial relación epistolar que había mantenido con Harold, pero me entusiasmé enseguida. Luego hubo un cambio de fechas por el repentino feriado del Viernes Santo (Jesucristo 2, Orishas 0) y silencio. Me quedé en La Habana, esperando la invitación para la fiesta que anunciaban por Juventud Rebelde.

Ahora, que los tercos hechos salen a la luz, comprendo que yo nunca estuve invitada: el tribunal se reunió, leyó la evidencia y dictó sentencia sin espacio para apelaciones. Yo no estoy calificada para saber qué pasó con el cable de fibra óptica, cantar con Tony Ávila, o debatir sobre el uso de la web 2.0 en defensa de la patria de todxs.

Ahora comprendo que PARA LA JOVEN CUBA YO NO SOY REVOLUCIONARIA.

¿Cómo debo interpretar entonces esta oferta entra al #blogazoxcuba en Twitter y propón los temas que te gustaría se discutieran mañana? ¿Una provocación o una burla?

Acaso solo buscan si me pescan en esa plataforma tan resbalosa demostrar que no tenía que pasar el examen de «revolucionaria» porque en realidad ya tengo Internet, porque soy de la liga de quienes como independientes se presentan pero estamos del lado equivocado. Ya que la blogosfera cubana presenta dos polos opuestos, irreconciliables y homogéneos: disidentes frente oficialistas y lo dice Jorge Ángel Pérez, que muchísimo sabe de eso. Eso es todo, no vale la pena gastar recursos en dejarme ir a Matanzas para una vista oral.

Total, ya que se sabe porque yo lo he dicho que no soy oficialista. Así que, con innegable brillo literario, Jorge Ángel Pérez me pone en evidencia y conmigo, a toda la blogosfera anticapitalista, libertaria, antidiscriminatoria y, además, independiente, de Cuba. Sabe este gran paladín de las bitácoras revolucionariamente correctas que, aunque disfracemos nuestras intenciones tras perspectivas que se predican de izquierdas, llevamos una aviesa agenda oculta de tres objetivos a toda costa irrenunciables: 1º. Derrocar el socialismo, 2º. Domeñar la soberanía nacional y 3º. Reimplantar el capitalismo dependiente.

¿Y yo por qué me quejo? ¿Qué me importan en realidad quienes organizaron este pomposo Encuentro de Blogueros Cubanos en Revolución ahora metamorfoseado en I Encuentro Nacional de Blogueros Cubanos? (Nota malintencionada: La página que enlaza ese vínculo ya no está disponible en el índice de la sección Cuba del JR. Lo que encontrarán en el índice de noticias nacionales es esta noticia «El desafío de ser Cuba desde Cuba» que se refiere las conclusiones del encuentro y le da un nuevo nombre -ya es el tercero). Tanto lío… ¿Acaso no se han hecho encuentros nacionales de muchas cosas con números peores que estos 60 invitados de 13 provincias? ¿Acaso no es siempre parcial y sesgada la manera en que se decide quiénes son los protagonistas de la blogosfera del país, no importa si lo dice El País o alguien más?

Aunque me ofende y decepciona que Harold, Yirmara, Roberto, Alejandro y Osmany no tuvieran suficientes hormonas en sangre para negarme la plaza, eso no lo hace un asunto político. Sería solo un evento de tantos eventos políticos y académicos al año en el que no fui aceptada; la simple excusa de no hay cupo me habría desarmado.

Lo hace un asunto político la evidente vocación de 60 personas por apropiarse el derecho al veto sobre la participación y el debate en la blogosfera cubana en su expresión más general como subconjunto específico del espacio público, en beneficio de quienes este Tribunal Supremo de la Web 2.0 consideren coherentes con su posición de orgullosos oficialistas y ahí las coincidencias con cierto Congreso de Educación y Cultura, saltan a la vista.

Creo firmemente que El espacio público es patrimonio de la nación: de toda la nación, en toda su extensión y diversidad, no de un sector de la misma, y por tanto me parecen peligrosas por las posibilidades que abre y los ecos del pasado que levanta las intensiones expresas de que menos de 100 de personas cuya pretendida representatividad es imposible creer se autoerijan norma moral, política e ideológica de toda la blogosfera cubana, un espacio público virtual ya bastante cuestionable en tanto solo el 14 % de la población cubana accede a la intranet y un número mucho menor dentro de ese mismo grupo cuántos es asunto de seguridad nacional pasea la red de redes sin restricciones. ¿Para quién hablan mientras publican sus post-nencias en la plataforma WordPress y salen en vivo por Justin.tv?

¿Qué representatividad pueden tener los blogs, no ya los oficialistas, sino todos los escritos desde Cuba en todos los colores de la política, que dudo sumen más de 500?

¿Cuál es el límite para la arrogancia de quienes desde estos medios exponemos nuestras Cubas imaginadas, algunas basadas en la perversa negación del otro, en la caricatura de la diversidad?

¿Cuál es el límite de lo que alguna gente está dispuesta a hacer por mantenerse dentro del 14% de los privilegiados de Cuba en informática y telecomunicaciones?

¿Cuántas personas deben suspender el examen para que se demuestre la inutilidad de este nuevo tribunal?

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Ante acosos y ocasos – ¡que hable la SOLIDARIDAD!

11 miércoles Abr 2012

Posted by luchatuyucataino in Acciones, Cuba, Declaración, Denuncia, Evento, Política, Solidaridad

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Una vez más, nos llegan amenazantes “criterios” sobre el supuesto carácter “contrarrevolucionario” (¡!) de OC. Como sucedió con lo que narra el Evangelio a propósito de la condena de Jesús, quienes propagan tales “criterios” prefieren lamentablemente andarse “en lo oscuro” de aliases y seudónimos (incluidos varixs “Elpidios Valdés”), mientras lo que OC hace, dice y piensa es público y perfectamente visible a los ojos, audible a los oídos de quienes conviven en nuestras comunidades, de nuestrxs compañerxs de trabajo, de quienes nos leen. No hay nada que ocultar: OC no es una sociedad secreta ni una conspiración. Reproducimos otra vez esta ya “clásica” declaración (con la nota que le pusimos cuando la publicamos por primera vez, que -estimamos- contiene señales importantes, a pesar de su relativa “antigüedad”). ¡Hay mucha luz que compartir en aras de una Cuba y un mundo mejores, y que – convencidos estamos- son posibles!

“Sociedad libre…”; “…sociedad represiva”: ¿Dejamos de empujar?

Quienes conformamos la Red Observatorio Crítico no hacemos ostentación de nuestras relaciones con amigxs fuera del país. Pero ya que se ha osado dudar respecto a la orientación política de tales amigxs (Ubieta responde: Quienes son los amigos de los anarquistas cubanos (y cómo defienden al pueblo)), haciendo además caso omiso de nuestra propia postura explícita en torno a la política de EE.UU. hacia Cuba y sus intentos de manipularnos (Nota informativa y DECLARACIÓN DEL OC), hemos decidido publicar el texto que aparece a continuación. Circulada ampliamente después de la exitosa culminación de nuestro V Foro, en medio de -“¡Oh, Patria!…”- una serie de intentos diversos de distorsionar y obstruir nuestro activismo, es una declaración de colectivos de diversos países que expresa la solidaridad con nuestros esfuerzos en la lucha “contra las dominaciones y potestades” de este mundo, por una Cuba distinta y mejor, por un planeta también mejor. Quien la lea se dará cuenta de que no trata solo de OC, sino también de otros colectivos fraternos; hecha meses antes de que Ubieta iniciara la actual polémica, la declaración es por ello una prueba más que aporta elementos sobre unos anarquistas de los que se habla mal o dónde está el verdadero enemigo. Seguimos y seguiremos insistiendo todxs juntxs: un futuro de justicia social y poder popular merece algo más que la “gobernabilidad” disciplinar de burocracias centralizadas; Cuba no necesita un futuro de “más” capitalismo ni de alianzas burocrático-burguesas, sino de mayor socialización de todo recurso y de plenas libertades personales. Ahora damos la palabra no a ciertos intelectuales acomodados a quienes -según prueban sus propias y lamentables palabras- la Revolución que proponemos y hacemos les ha quedado grande, sino a lxs que en sus países luchan, crean, construyen, y desde ese activismo se solidarizan con nuestros aún tan incipientes y efímeros intentos. Lean los nombres de los colectivos; véanlos bien: no son “anarco”-capitalistas… Hay mucha gente en el planeta para quienes Observatorio Crítico también es sinónimo de esperanza; nuestro sostén moral no está hecho de muros de exclusión, sino de puentes de cariño y empatía. En este esfuerzo unitivo de empeño y dignidad, de compartir alegrías y dolores, esperamos no defraudarles. Sigue leyendo →

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