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Armando Chaguaceda, crítica, Dayrom Francisco Gil Pradas, democracia, izquierda, liberal, PCC, socialismo, UJC, universidad
Por Armando Chaguaceda
Entrevista a Dayrom Gil: “No hay que pedir reformas, sino la socialización del poder”
Con frecuencia los medios hegemónicos —de la Isla y el exilio— presentan de un modo sesgado la real diversidad cultural e ideológica que caracteriza, cada vez más, a la diáspora intelectual y política cubana. En esta serie de entrevistas pretendemos dar un espacio a voces pertenecientes, por obra y filiación personal, a las disímiles posturas que conforman el panorama de las izquierdas dentro de esta comunidad global. A través de sus experiencias personales y análisis políticos, los entrevistados compartirán con los lectores de CUBAENCUENTRO sus perspectivas, permitiéndonos conocer estos otros rostros cuyos aportes enriquecen el presente y los futuros de la nación y emigración cubanas.
En esta segunda entrega nuestro entrevistado es Dayrom Francisco Gil Pradas, un joven bioquímico y traductor, que insiste en declararse reglano (y no simplemente habanero), “socialista hiperdemócratico” y enamorado del futuro del gobierno electrónico. Alguien que define su testimonio como la historia de una persona normal, bajo las situaciones vividas en la Isla por su generación.
¿Podrías contarnos cuales fueron los “caminos” que te llevaron —de forma separada o simultánea— a la diáspora y la izquierda? ¿De qué forma ese cambio en tu situación personal te ha relacionado todos estos años con los problemas de tu nuevo terruño?
Dayrom Gil (DG): Habría que empezar por decir que, en cuestiones de diáspora, soy una especie de privilegiado: tengo un permiso de residencia en el exterior que me permitiría regresar y salir de Cuba sin el degradante trámite de pedir permiso para entrar a tu país. Dicho esto, hay que recordar que este permiso solo es dado a los que están casados con ciudadanos extranjeros. Yo vine a vivir a Brasil por varias razones, económicas, pero también sociopolíticas, pues mi esposa es periodista, especializada en asesoría de prensa, que es un área prácticamente inexistente en Cuba, muy restringida, y periodistas extranjeros no acreditados es muy difícil que ejerzan allá.
Ahora bien, el factor Cuba es más complejo. En el momento que decidimos salir, ya había accedido a una categoría docente en la Universidad de la Habana y mi salario estaba en el último cuartil de los salarios cubanos (o sea, en el 25 % de los salarios más altos), pero aun así no podía sostenernos: no tenía casa, los alquileres para cubanos —que se habían liberado recientemente— eran astronómicos, la casa de mi abuela estaba sin techo y habíamos logrado entrar en el plan, pero los materiales nunca llegaban (en aquel momento no estaban liberados), vivía ilegalmente en casa de un amigo… Y encima de todo, había tenido ya varias desilusiones con la realpolitik cubana. Sigue leyendo