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Para que el cooperativismo funcione
08 domingo Jun 2014
08 domingo Jun 2014
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01 miércoles May 2013
Posted Cuba, Declaración, Investigación, Política
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administración, anticapitalismo, autogestión, autoorganización, autoritarismo, burocracia, capitalismo, Código de Trabajo, Central de Trabajadores de Cuba, clase obrera, consumo, cooperativa, crítica, cuentapropismo, debate, democracia, derechos humanos, diálogo, esfera pública, Estatismo, investigación, libertad, libertario, movimiento obrero, movimientos sociales, participación, partido, poder, popular, Primero de mayo, propiedad privada, revolución, sindicalismo, socialismo, sociedad civil, trabajo
Por Karel Negrete
En fechas recientes el Presidente Raúl Castro anunció la discusión y debate del anteproyecto del nuevo Código del Trabajo, este se aprobará en el XX Congreso de la CTC a celebrarse en noviembre del presente año. Pocas informaciones se han ofrecido al respecto, las mismas no pasan de la habitual formalidad informativa que acostumbran los medios oficiales. ¿Cuáles son los puntos del debate, donde está publicado el anteproyecto para analizarlo y debatirlo en nuestras casas con la familia, vecinos y colegas? La información debe ser realmente pública para poder debatirla. El terreno está preparado para que una vez más el Partido y Sindicato únicos “orienten” los debates de los trabajadores en los centros de trabajos.
He aquí por lo que creo necesario en este 1ro de Mayo tocar algunos temas al respecto. No pienso hacer la historia de los derechos ganados o perdidos en estos 54 años de Revolución cubana. Aunque creo que será imprescindible hacerlo, con todos los datos disponibles. Pero más bien prefiero dialogar con el imaginario de la burocracia y sentido común de muchos, que hacen que no vayamos al fondo de los problemas de nuestra sociedad en este tema. Y creo que debe ser esta una batalla impostergable que la nueva izquierda cubana debe librar. Si se quiere defender los derechos humanos y libertades, empezar por los de los trabajadores sería un hecho concreto para no caer en abstracciones liberales.
El gobierno cubano con las reformas económicas propuso reducir el número de empleos en la función pública. Las cifras serán entre 500 000 y 1 millón de cubanos que tendrán que pasar sin opción al sector privado. Personas que han trabajado durante años por la Revolución (Estado) en el sector público, peligran de quedar sin empleo. Sigue leyendo
04 jueves Abr 2013
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Raúl Castro se resiste a ir más rápido
HAVANA TIMES – El presidente cubano Raúl Castro se mostró conforme con el ritmo de las reformas en la isla, durante una reunión del Consejo de Ministros el martes 2 de abril, donde se analizaron las directivas para el Plan de la Economía y el Presupuesto del 2014.
“Si hacemos un análisis del camino recorrido podemos darnos cuenta de que se avanza a buen ritmo”, dijo Castro. “Tenemos que resistir a las presiones de quienes insisten en que debemos ir más rápido”, agregó.
Por su parte, el titular de Economía y Planificación, Adel Yzquierdo Rodríguez, anunció que para el 2014 se pretende potenciar las exportaciones y desacelerar el crecimiento de las importaciones, a fin de favorecer la producción nacional.
Todas las nuevas directivas aprobadas en el encuentro fueron de carácter estrictamente económico, sin anunciar ninguna modificación en el sistema político de la isla.
Los cubanos pagarán más tributos en 2014
HAVANA TIMES – El gobierno cubano aplicará nuevos tributos en 2014, “de acuerdo al cronograma de implementación gradual de la Ley 113 del Sistema Tributario”, dijo este martes la ministra de Finanzas y Precios, Lina Pedraza Rodríguez, ante el Consejo de Ministros.
Según la información divulgada, la ministra prevé además un incremento en los ingresos tributarios, pues crecerá la recaudación asociada a los impuestos sobre los servicios, sobre los ingresos personales, y los aportes por la contribución a la Seguridad Social.
Por otra parte, la titular también anunció que las empresas a partir del próximo año podrán retener hasta el 50 % de sus utilidades después de pagar sus impuestos, y destinar esos fondos para el desarrollo, las inversiones y la estimulación directa a sus trabajadores.
Vicepresidente cubano Murillo propone 126 nuevas cooperativas
HAVANA TIMES – El vicepresidente cubano Marino Murillo presentó este martes, ante el Consejo de Ministros, un primer grupo de 126 cooperativas no agropecuarias que comenzarán a funcionar próximamente, reportan hoy medios de prensa en la isla.
“Estas nuevas formas de gestión se iniciarán en 111 mercados agropecuarios; cinco estarán asociadas a servicios de transporte de pasajeros; seis a servicios auxiliares del transporte; dos para el reciclaje de desechos y 12 relacionadas con actividades de la construcción”, puntualizó.
Las nuevas directivas buscan incrementar el Producto Interno Bruto del país, el cual tiene un crecimiento previsto para 2013 de 3,7 por ciento, después del 3,1 del año pasado.
Lo que no explicó fue si las cooperativas serán organizadas por el estado cubano o por los mismos socios, y el grado de autonomía que tendrán para su auto gestión relacionado a inversiones y ganancias.
07 jueves Feb 2013
Posted Cuba, Investigación, Política, Solidaridad
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Camila Piñeiro Harnecker, cooperativa, cooperativismo, crisis, Dmitri Prieto Samsónov, Pedro Campos Santos, SPD
Por Dmitri Prieto Samsónov
Eso de las nuevas cooperativas cubanas puede tener mil frenos y defectos. Quizás algún día escriba más sobre el tema, la legislación aprobada es amplia y merece un estudio detallado. Y la aplicación práctica, ha estado marcada por la lentitud acostumbrada en ese tipo de cambios acá en la Isla.
Pero pienso que debemos tomar nota de que la aprobación de las cooperativas es producto del fortalecimiento de las exigencias desde fuera de las esferas burocráticas y gubernamentales.
Quisiera en particular dar fe del trabajo de dos personas: Pedro Campos Santos (Perucho), desde el activismo ciudadano, y Camila Piñeiro Harnecker, desde la academia.
Personas que en ningún momento han estado solas: a Perucho y su visión radical promotora de la autogestión social lo ha apoyado el colectivo SPD [Socialismo Participativo y Democrático], formado a partir de los debates sobre el futuro de Cuba que comenzaron en 2006 y asociado a la Red Observatorio Crítico; Camila es la investigadora más conocida de toda una comunidad especializada de economistas, sociólogos y antropólogos que profundizan los estudios cooperativos en Cuba. Sigue leyendo
15 jueves Nov 2012
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araña, cooperativa, debate, Erasmo Calzadilla, izquierda, partido, PCC, Samuel Farber
Por Erasmo Calzadilla
Este post está inspirado en un trabajo reciente donde Samuel Farber afirma que el partido único es el obstáculo principal para la democratización genuina de la sociedad cubana.
En esencia no estoy de acuerdo con la tesis central de su artículo, sin embargo es el mismo Farber quien da pie a otra manera de entender el asunto.
Veamos algunas de sus palabras:
“Para los que estamos por el establecimiento de un socialismo auto-gestionario, es necesario tener claro que el monopolio político del PCC no va a abolirse automáticamente, y que solo un movimiento democrático desde abajo puede lograr esa meta.
“La autogestión obrera requiere una motivación e involucramiento por parte de los trabajadores urbanos y rurales que no existe en una sociedad donde la grave situación económica ha realzado el espíritu de “resolver” -incluyendo la aspiración de emigrar – creando poderosos incentivos para el esfuerzo del individuo y su familia, pero no para el de la colectividad como tal.”
El problema más grave que le veo al grueso de las propuestas de cambio inspiradas desde la izquierda, es que todavía no ha nacido el sujeto social que las ponga en práctica. Siempre habrá activistas locos dispuestos a fundar una cooperativa socialista o a inmolarse contra el partido único, pero hasta hoy, esa vanguardia no hace cuerpo.
No es que las bases estén, pero inmaduras, desorganizadas, peleándose entre sí… No, es que no existen; ya lo dijo el mismísimo Farber. Sigue leyendo
15 jueves Nov 2012
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autoritarismo, cooperativa, crítica, cuentapropismo, democracia, Estado, izquierda, libertad, Marx, Ovidio D´Angelo Hernández, PYMES, socialismo, trabajom capital
Por Ovidio D´Angelo Hernández
Las nuevas realidades, sus cursos necesarios y sus lados contradictorios.-
La aplicación de una parte de los Lineamientos para la Actualización del Modelo Económico ha ido creando nuevos espacios de flexibilización y funcionamiento de los actores económicos y está creando una nueva institucionalidad al respecto.
El panorama podría parecer alentador; sin embargo, no todo es un camino de rosas. Algunas de las medidas, inspiradas en lograr un rápido incremento de la producción y la productividad, con generación de autoempleo y descarga financiera del Estado, entre otras razones, parecería que no toman en cuenta, más allá de las urgencias, situaciones que pudieran crear problemas sociales a largo plazo o, al menos, desaprovechan la oportunidad de dar pasos de avance decisivos en la construcción de relaciones sociales verdaderamente socialistas.
Analicemos algunas de las posibles dificultades:
– A) La profusión del cuentapropismo, una vía aceptable de flexibilización y gestión económica autónoma de las personas, se apostó como la vía sustitutiva de empleo estatal (asignatura no resuelta, como veremos). En sí misma no es una medida cuestionable, todo lo contrario. Sin embargo, por sus proporciones y sobre todo, por el grado de individualismo con que se concibió podría estar generando sentimientos desconectados de los intereses sociales y centrados sólo en el aquí y ahora individuales. Sigue leyendo
05 lunes Nov 2012
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Artemisa, autonomía, ciudadanía, cooperativa, crítica, debate, delegado, elecciones, Granma, Mayabeque, Ovidio D´Angelo Hernández, participación, Poder Popular, presupuesto participativo
Por Ovidio D´Angelo Hernández
El tema de la gestión del Poder Popular, a todos los niveles – a propósito de los procesos eleccionarios que se están llevando a cabo-, constituye un asunto vital del ejercicio de la vida política del país. Recientemente, han aparecido en Cartas a la Redacción del periódico Granma algunos comentarios interesantes al respecto.
Con relación a las opiniones de A. Galindo y D. Morales del 5 y 26 de octubre, y de J. Fundora, R. Pérez y D. Cárdenas, del 2 de noviembre –avalados algunos por su experiencia directa en el ejercicio de la función de delegados populares-, considero que están abordando uno de los más sensibles temas de nuestra realidad sociopolítica, del que depende, en parte, el real funcionamiento democrático, participativo y protagónico de nuestra sociedad, para poder llegar a tener nuestro pueblo un rol decisorio y controlador en la política y la gestión estatal.
Aunque muchas veces se asume, de manera oficial, que tenemos un Poder Popular suficientemente efectivo y democrático, lo cierto es que su funcionamiento y sus bases fundantes, debemos mantenerlas en revisión constante, a la luz de los nuevos tiempos y de las nuevas visiones y necesidades ciudadanas.
Como dice R. Pérez, “no podemos considerar que el sistema electoral cubano ha llegado a su plena maduración”, lo cual vale para las funciones de gobierno a todos los niveles y, como el señala, respecto a la función de los delegados, como una figura central.
Comparto todas las inquietudes y propuestas. En mi caso, hablo desde mis propias experiencias en la participación de los distintos momentos de convocatoria popular. Me voy a referir a cuestiones que considero están en la base de ellas y hacia las que deberíamos mirar de manera desprejuiciada para elevar el Poder Popular a la altura que requieren estos tiempos:
1- Hay una cuestión esencial de visibilidad que debe rescatarse. Salvo en poblaciones pequeñas, es muy probable que los ciudadanos no conozcan, realmente quienes son los miembros de la Asamblea Municipal, ni las funciones que realizan. Esto queda oscurecido en los canales institucionales y por el estilo de trabajo “interno”, de manera que se desconoce la proyección de tareas municipales y como los reclamos de la población están siendo colocados en la agenda, por lo que la población se puede sentir ajena de los actos de gobierno local. Sigue leyendo
26 domingo Ago 2012
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Alvaro Liniera, autogestión, Bolivia, Camila Piñeiro, capitalismo, comunismo, cooperativa, Cubadebate, Darío Machado, debate, Estatismo, Marx, Ovidio D'Angelo Hernández, socialismo, transición, URSS
Por Ovidio D´Angelo Hernández
En un inacostumbrado largo artículo aparecido en Cubadebate el 22 de agosto de este año, bajo el título Cuba y el Comunismo, el autor de referencia brinda lo que para él sería la perspectiva del socialismo cubano –y en general-.
Hay que decir que la aparición de este tipo de elaboraciones, en los medios de comunicación –si bien Cubadebate se limita a los portadores de acceso a intranet e internet y sería deseable que aparecieran en otros medios públicos, tanto estas como las elaboraciones contendientes- constituye una iniciativa que despierta la posibilidad del debate profundo que necesitamos para construir la teoría-práctica del socialismo en las condiciones presentes de este siglo.
Tarea que, por demás, interesaría a amplias capas de la población por cuanto su concepción afecta las condiciones de vida de millones de personas en cuba y otros países.
En comentarios que realicé a dicho artículo, de manera sintética y rápida (y que Cubadebate publicó en los dos días siguientes, en el blog de dicho artículo, lo cual me parece una intención excelente), expresé:
“Darío Machado nos brinda una narración histórica ya conocida. Con intentos de retoques, justificaciones y algunos “encajes” que parecerían alegorías más que realidades posibles en ese marco interpretativo. Merecería retomarse muchos aspectos que requieren mayor profundidad en encuentros con partidarios de otros enfoques socialistas que sí creen en la realización plena del ser humano en los tiempos presentes y en formas de organización autogestionaria de la sociedad –lo que no implica eliminar el papel del Estado, por cierto, sino su reconversión, tanto en la esfera productiva como social y política, como instrumento de las bases populares y trabajadoras, para llegar a una real Economía Social –que no puede identificarse con una economía estatal- , dentro del marco multiactoral que se presentará inevitablemente en nuestra sociedad.
Como se menciona a Alvaro Liniera, sería bueno complementar con esta reflexión suya:
Palabras finales de la Conferencia de Prensa de Álvaro García linera en Maracaibo, 28 de noviembre 2011
Gobernar obedeciendo es afirmar cada día que el soberano no es el Estado, que el soberano es el pueblo, que no se manifiesta cada cinco años con el voto, sino que se manifiesta, habla, propone, cada día necesidades, expectativas y requerimientos colectivos. Lo que se le pide al gobernante es sintetizar y unir, porque pueden haber voces discordantes dentro del pueblo”. El pueblo es una cosa homogénea, no señores, hay clases sociales, hay identidades, hay regiones. El pueblo es muy diverso. El trabajo del gobernante no es sustituir al pueblo, es armonizar las voces del pueblo, sintetizar en un sólo sentido sus inquietudes. Pero eso no significa que el gobernante sustituya al pueblo. Gobernar obedeciendo es eso: el soberano es el pueblo y el gobernante es simplemente un unificador de ideas, un articulador de necesidades, y nada más. Ese es el principio comunitario, pero también socialista y comunista en el sentido fuerte del término de común-unidad, esa palabra me gusta, no es muy reconocida pero a los viejos marxistas como Marta y yo nos encanta esa palabra comunismo, que se ha atribuido al diablo. No, comunismo es comunidad, esta es una comunidad, comunismo viene de comunidad, de riqueza común, de decisiones comunes, de vida compartida, de bienestar compartido, eso es comunismo, de poder compartido, gobernar-obedeciendo: poder compartido, no poder concentrado. Es una frase hermosísima que atraviesa como flecha la sociedad contemporánea, apunta al socialismo, pero tiene más horizonte común, vida común, riqueza común, felicidad común, democracia compartida, decisiones compartidas, tristezas compartidas, alegrías compartidas, comunismo, eso es”.
Al día siguiente envié el siguiente comentario:
“Muy agradecido por la publicación de mi comentario. Yo creo que el artículo de Machado abre la posibilidad a la importante polémica teórica que debemos tener, públicamente, entre los que profesamos diversas interpretaciones del socialismo (los estatistas, los pragmáticos y los autogestionarios; como muy bien clasifica de manera general Camila Piñeiro en el reciente número de la Revista Temas mencionado antes por otro comentarista de este blog), e inclusive con los que desde posiciones patrióticas más centristas, defienden ideales de democracia y justicia social que deben ser tenidos en cuenta.
Creo que desde todas las posiciones debemos reaccionar de manera constructiva, pero crítica y aportadora a los planteamientos de Machado -en este espacio y en otros posibles y de manera seria y rigurosa-,, porque me parece importantísimo que reenfoquemos la teoría del socialismo y el comunismo, desde las diversas experiencias, pero también desde una relectura novedosa que ponga el acento en sus esencias: Economía social cooperada y democracia participativa y protagónica, de base popular y con el concierto de todos los actores sociales de buena voluntad; es decir, una vez más: con todos y para el bien de todos.
PD: trataré de aportar, por mi parte, en cuanto tenga tiempo, pero el llamado debe ser a todos los sensibles por el futuro del país.”
De manera que me voy a referir a los puntos importantes de la presentación de D. Machado.
El articulo combina el mejor estilo manualístico de verdades absolutas e “irrebatibles” -por “históricas”, según la interpretación clásica de los exponentes de la versión de la historia “real” (que, en su realidad, siempre es realmente multiinterpretativa, diversa, de tonos claro-oscuros, de zonas no esclarecidas, etc., aparte de hechos incuestionables consensuados y documentados), con alusiones “atrevidas” que, sin embargo, dichas en el marco interpretativo del socialismo estatista dogmático, se hacen poco creíbles –porque son contradictorias en sí mismas, inviables, como históricamente se ha demostrado-.
Pasemos directamente a los argumentos brindados (en cursiva los de D. M.):
Inicia con una impecable reflexión de Alvaro García Liniera, que compartimos totalmente:
“Alvaro García Linera, vicepresidente de Bolivia, en la presentación en La Paz del libro “Revoluciones desde Abajo”, reivindicó el sustantivo “Comunismo” y lo hizo en estos términos: “¿Qué decía Marx? ¿Qué es el socialismo? ¿Qué es el comunismo?. No es un ideal que conciben cuatro amigos en un café, en un Manifiesto, no es el programa de Pulacayo, ni es el programa del 70, ni es el Programa de Gotha; es el movimiento real de la sociedad que se desenvuelve ante nuestros ojos y que supera lo existente.”
La historia “verídica” del socialismo y sus perspectivas?¿?¿?.-
Ese punto fuerte, de referencia inicial, le sirve de base, supuestamente, para desembarcar una narración peculiar de parte de la historia del socialismo.
Sobre estos aspectos se aportan, desde visiones tradicionales ya descartadas junto a otros hechos constatados y consensuados, hasta increíbles planteamientos que colocan la realización del socialismo “completo” para las postrimerías de varios siglos venideros…!gran esperanza para la humanidad nos ofrece!, además de que justifica como tenemos que contentarnos con lo que tenemos, no importa cuán imperfecto sea y cuanta cuota de injusticia aún se presente en los “socialismos” actuales o remanentes.
Veamos:
Después de narrar varios episodios históricos en diversos países, nos dice, respecto a los primeros años de la Revolución cubana: “La trasformación de la mentalidad del cubano fue de tal rapidez y envergadura, que en apenas dos años, las palabras socialismo y comunismo pasaron de ser abominadas a resumir el ideal de emancipación y dignificación del ciudadano común”, lo que al menos fue una realidad para la mayoría del pueblo, más allá de excesos, apresuramientos y voluntarismos que, por supuesto DM no refiere, porque la historia narrada es bastante lineal y sin contradicciones.
De aquí pasa, en salto mortal –mediado por las consecuencias de la 2da. Guerra mundial y la guerra fría- a la debacle del campo socialista, cuestión debida, a su parecer, por la propaganda imperialista, ya que “entre las acusaciones repetidas a lo largo de décadas de propaganda contra el comunismo, está la de denunciarlo como un sistema que somete a los individuos a su despersonalización, que los iguala sustrayéndoles su voluntad, los uniforma en el actuar y hasta en el vestir y en los gustos, les quita la libertad y la creatividad”. Males todos que él atribuye sólo al capitalismo y no a la versión del socialismo real estalinista y estatista donde fue evidente que también –bajo otras formas, se produjeron de manera intensa, aunque el atribuye cualquier desviación de las fundamentaciones de Marx y Lenin a los errores inevitables, la ignorancia y otros factores aunque tuvieron los logros –destacados por DM- de la electrificación y otros desarrollos científico-técnicos.
Así, esto último fue posible, según la peregrina interpretación de DM, porque: “La revolución rusa, la toma del poder político no eliminaba ni podía hacerlo la relación contradictoria entre el desarrollo de las fuerzas productivas y las relaciones sociales de producción, pero la colocó en otra perspectiva por la acción consciente del sujeto social.
Al imponer desde el poder político relaciones de producción exentas de la explotación del trabajo asalariado por el capital anuló el fundamento de la contradicción trabajo-capital liberando así colosales magnitudes de energías creadoras de los trabajadores para avanzar en el desarrollo de las fuerzas productivas, pero ahora junto con un necesario proceso de transformación cultural cuyo final previsible era la satisfacción de las necesidades de los trabajadores, la justicia social, el colectivismo, la solidaridad, la cooperación” . (subrayados nuestros que muestran las incongruencias interpretativas, porque fueron las metas que, precisamente, se desviaron para convertir al “socialismo real” en una sociedad totalitaria de explotación semejante a la relación trabajo-capital, sin participación ciudadana real.
Pero queda claro que DM no puede tapar el sol con un dedo, de manera que afirma que, efectivamente se cometieron algunos errores, debido a la falta de una teoría eficiente de la transición socialista: “ese experimento socialista, en la URSS arraigó el verticalismo, no se desarrolló la democracia socialista, se cometieron abusos de poder, no lograron una teoría eficiente de su transición socialista, algo que tampoco alcanzaron otros países socialistas de Europa del Este, donde no necesariamente funcionaría lo que se estaba haciendo en la Unión Soviética…. El ejercicio del poder político, el edificio jurídico, la organización y la economía no podían anclar en la sociedad con el esquema impuesto, cuando la ciudadanía misma necesitaba otro medio social para desarrollarse satisfactoriamente. Las posibles soluciones experimentales a través de una amplia, activa y consciente participación social que nutrirían el desarrollo de una teoría eficiente de la construcción socialista estaban impedidas por la separación entre la ciudadanía y el poder político, que a la postre resultó letal.
La conquista del poder político, si bien permite una gestión consciente para adelantar el desarrollo y hacerlo con criterios racionales compatibles no solo con los seres humanos, sino también, con la naturaleza, con el medio ambiente, no puede, so pena de un enorme desgaste, desafiar realidades que son inherentes a la sociedad en transición socialista, en el intento de avanzar más de lo posible y de un modo más arbitrario que científico. Y es precisamente ahí donde ha habido improvisación en más de una experiencia de orientación socialista”.
La larga cita ilustra la idea fundamental: todo fue debido a que no se contaba con una “eficiente” teoría socialista, no a que todo el proceso estaba mediado por complejas situaciones de diverso orden interno (además de los hechos internacionales y los atrasos históricos del régimen pre-revolucionario ruso); es decir, los abusos de poder –y los crímenes cometidos bajo su manto-, la concepción del Estado soviético, la personalidad del líder supremo, la idea de control desde arriba de toda la sociedad, etc., no fueron factores que jugaron un papel en la debacle final del socialismo estatal, según DM; la cuestión estaba en la elaboración no eficiente de la teoría….
No obstante, en este punto plantea algo con lo que podríamos sintonizar (aunque no constituya la única “causa” de los desastres socialistas –además de la gran vigencia actual para nuestra propia sociedad-: “Desde la política y la orientación ideológica se puede mucho, pero no se puede todo. Lo posible define los límites de lo necesario y la determinación de lo posible no es una apreciación arbitraria, individual o grupal, se requiere de un enfoque científico, de una teoría general de la transición socialista que fundamente los programas de acción”. En otras palabras, podríamos decir que una concepción general de la teoría y la práctica social del socialismo se ha requerido (debió ser elaborada, discutida por toda la sociedad en sus fundamentos, ideales y metas), más allá de una pragmática ideológica predominante en nuestra propia historia y que llega hasta los Lineamientos del Modelo de actualización Económica actual.
Ahora bien, el propio DM tiene que conservar un ápice de cordura y, entonces, expresa –a contrapelo de sus afirmaciones anteriores donde expone la difamadora propaganda imperialista sobre el socialismo soviético- que: “el desconocimiento de las necesidades más íntimas de su propia gente, el alejamiento y extrañamiento del poder, la excesiva centralización y verticalismo que apagaron el entusiasmo y la creatividad, la presencia de privilegios para los dirigentes y funcionarios y la enajenación no superada, además de errores en la política de las nacionalidades que proclamaba a destiempo que ya existía un “nuevo pueblo soviético”, minaron por dentro el socialismo que terminó con su implosión bajo la enorme y múltiple presión del capitalismo internacional”.
¿En qué quedamos? Si pero no o no pero sí: una elemental congruencia debería ser imprescindible para no marear al lector. Al final no sabemos bien en que cree DM al respecto. ¿O es una salida salomónica para quedar bien con dios y con el diablo?. O lo que es lo mismo, ¿una expresión de la doble moral y su manifestación en la distancia entre el decir, el justificar, el pensar, el hacer, al quedar bien, el no buscarse problemas?.
De aquí en adelante el tema parece centrarse en el fatalismo geográfico. La pregunta clave para DM sería: ¿Socialismo en un solo país?.
En un giro a dimensión estratosférica, DM nos dice que: “si consideramos la respuesta a la pregunta del título bajo la premisa de un ideal de socialismo pleno, de algo acabado e irreversible, entonces es obvio que en la actualidad no es posible a corto o mediano plazo. De hecho cabe pensar que mientras a escala planetaria no se produzcan transformaciones sociales que inclinen la balanza a favor de la superación del régimen capitalista, un socialismo así no es posible, tampoco en Cuba, y su proclamación entusiasta no es políticamente viable, ya que solo generará críticas porque no es alcanzable.” (subrayados nuestros).
¿A dónde nos lleva esto?, ¿qué quiere decir DM con ideal de socialismo pleno?, ¿se trataría de contentarnos con las estructuras y mecanismos actuales, a lo más algo reformados o “actualizados”?.
Pero, para que no nos quede duda alguna, él se encarga, más debajo de explicar su idea: “Puede formularse de otro modo más explícito si se aprecia el problema como el dilema entre retroceder al capitalismo dependiente o continuar buscando las fórmulas eficientes para organizar el metabolismo socioeconómico de la sociedad en su conjunto sobre la base de los principios socialistas (me refiero básicamente al predominio de la propiedad social sobre los medios de producción de bienes y servicios, infraestructura y recursos naturales, al papel del Estado en la organización de la actividad económica, organizativa, política y cultural del país, al papel de la ideología socialista, de la planificación, del antiimperialismo, de la política exterior de principios, de la democracia socialista y participativa)”. (subrayados nuestros).
O sea, para DM se trata de buscar fórmulas eficientes, de acuerdo a los principios socialistas, donde no queda claro si la propiedad social seguirá siendo la propiedad estatal alejada de la gestión y control obrero y popular (como planteaba Lenin), ni si el papel del Estado seguirá siendo el de ejercer la actual función omnipotente sobre la economía y toda la sociedad y sus ejercicio del poder seguiría siendo inalcanzable para el común de los mortales del país. Tal vez, el paliativo propuesto se encuentre al final de la frase con la declaración de una “democracia socialista y participativa” que todos los exponentes del socialismo estatal consideran que tiene su paradigma logrado en el nivel de participación popular que ya alcanzamos ¿¿?¿?. Y, en el mismo tono, contrapone lo que tenemos, al regreso a un capitalismo dependiente –que está claro que no muchos queremos-, pero en esa ecuación lineal de esto o lo otro, con todo el rosario de males que el se encarga de relacionar y que no repito aquí para no aburrir, sin medias tintas ni alternativas diversas y creativas, realizadas a la luz de una “nueva interpretación de las esencias del marxismo” que él mismo reclamara antes.
“Una lógica elemental indica que para Cuba, donde el poder político responde a los intereses de las grandes mayorías?¿?¿?, y las instituciones políticas, ciertamente requeridas de modernización, están vigentes y mantienen sus potencialidades?¿?¿?¿?, y donde están vigentes las políticas sociales fundamentales, el dilema verdadero no es si retroceder al capitalismo o continuar el rumbo socialista, sino…. cómo atemperar los ideales a las posibilidades, cómo reorganizar el metabolismo socioeconómico para que estimule la reproducción de la iniciativa y la creatividad en todos los órdenes de la vida social, como profundizar la democratización de la sociedad, o sea, cómo asegurar el derecho de las grandes mayorías ciudadanas a participar y decidir, cómo movilizar las potencialidades productivas del país y aprovecharlas en favor de las grandes mayorías ciudadanas.”(interrogantes y subrayados nuestros).
De manera que DM da por sentado que hay una coincidencia entre poder político e intereses de las mayorías y que las instituciones políticas mantienen sus potencialidades (sólo hay que actualizarlas): Los mismos argumentos de los defensores a ultranza del status quo, del socialismo estatista autoritario.
En cuanto a la última parte, por tanto, queda como declaración incierta de propósitos que no se sabe cómo se garantizarían, o si realmente se quiere que se garanticen. ¿Es que no se han adelantado ideas, desde Marx al presente, acerca de cómo lograr eso?. Podría remitirse a las ideas de un socialismo autogestionario y popular que ha sido ampliamente divulgado por las redes, ya que de otra forma no se permite.
Todo esto concluye en un lamentable reconocimiento –desconocimiento- de nuestras realidades: “La política de la revolución es socialista, el poder es del pueblo, el ideal es socialista y hay importantes características socialistas en el país, Cuba es socialista, pero en Cuba no hay un socialismo pleno.”
O sea, si todo es así como dice, no debemos cambiar nada, con lo que sus propuestas abstractas hacia la “plenitud” quedan totalmente vacuas. No hay nada que hacer.
Pero para seguir en el tembleque de los pa´tras y pa´lante, DM nos dice que:
“El cambio es de tal envergadura que toca prácticamente toda la vida de la sociedad, lo que hace imposible describir la infinitud de su alcance y manifestaciones.”
Pero no nos hagamos ilusiones, el problema es que: “los nuevos dueños colectivos nunca aprendieron antes a organizar la producción, manejar la economía, el control, la contabilidad, tomar decisiones, que surgen ahora nuevas realidades como lo tocante a las motivaciones para producir, el desafío que plantea un nuevo modo de distribución del producto social,…”. Todo lo cual raya en el ridículo, porque ni hay nuevos dueños colectivos (es uno de los problemas centrales a resolver con una economía realmente social), ni mucho menos nos apeamos hoy con que no sabemos organizar la producción, ni manejar la economía y la contabilidad, ni tomar decisiones, … Realmente ya estos resultan argumentos, cuando menos penosos, si no agresivos y demeritadores en extremo de las cualidades profesionales de los cubanos comunes (los supuestos dueños colectivos).
Después de referir que existirán diversas formas de propiedad y que ellas influirán en la subjetividad del cubano y que –claro está- la planificación y el estado deberán jugar un papel diferente en esas condiciones, considera eufemísticamente, que ello “donde no tendrá influencia alguna es en lo tocante al poder político, ese que ha sido conquistado y defendido por el pueblo trabajador y que es garantía de la transición socialista,”, dando por sentado verdades absolutas –si tenemos en cuenta los fenómenos de corrupción en nuestro país, en China, etc.- y de que es el pueblo y no una capa dirigente y representantes de la burocracia, quienes ejercen el poder real. De donde, por arte de birlibirloque, para DM no es la práctica real ni las relaciones sociales de producción quienes establecen el modo de vida de las personas, sino que descarga toda la garantía del triunfo inexorable en el papel de la educación, la formación cívica y ética, los valores ideológicos, etc…, como fenómenos extrapolados de la conciencia social que serían los que encaucen, de por sí, las nuevas realidades del “metabolismo socioeconómico” propuesto (no dejo pasar por alto la novedad metafórica del término).
En definitiva los “efectos” del modo de producción de nuestra sociedad –más cercano al socialismo real soviético de lo que se reconoce- son trocados en “causas”, adjudicando a los malos comportamientos de los ciudadanos los males que posee la sociedad: “Cuando afirmamos arriba que la sociedad cubana no tiene aún las condiciones materiales y espirituales para un socialismo pleno, nos estamos refiriendo en lo material al desarrollo económico-productivo, tecnológico, científico, a la infraestructura del país; cuando hablamos de las condiciones espirituales, subjetivas, nos referimos principalmente a la persistencia de la psicología de intercambio de equivalentes y al menoscabo del trabajo como valor por la pérdida de sentido del valor del trabajo que se ha producido como resultado de no haber tenido en cuenta esa psicología, algo ahora agravado por el hábito perverso de “resolver” las necesidades individuales a costa de los recursos que pertenecen a todos los ciudadanos, pero también unos individuos a costa de otros”.(subrayado nuestro).
Ello parece ser consistente con la política actual de exigencia de disciplina, responsabilidad y sacrificio, que es producto de las condiciones socioeconómicas y sociopolíticas vigentes, en vez de ser causa, y que cambiarían sólo en cuanto cambien las condiciones socioeconómicas que les dieron origen; la estatalización y alienación del trabajador del proceso y fruto del trabajo, la carencia de influencia real en los procesos decisorios de la sociedad, etc. Se suscribe, por tanto, el principio de la sociedad autoritaria estado-céntrica vigente, en desmedro de las víctimas del proceso.
Para evitar equívocos, toda nuestra argumentación para nada disminuye el papel de la formación cívica e ideológica, ni el papel del estado como regulador, pero sobre otras bases, como señalaba Alvaro Liniera en el fragmento que inserté antes.
Finalmente, DM trastoca ideal por realidad y declara: “La transición socialista vista como actividad humana, como práctica, es un proceso consciente en el que los ciudadanos, los grupos, organizaciones, instituciones de la sociedad que de conjunto articulan el sujeto del cambio, adoptan -en diferentes grados y formas- una actitud correspondiente en general con los objetivos consensuados. La acción coherente, cohesionada del sujeto social múltiple, articulado y naturalmente diverso es funcional al cambio porque la base de la sociedad reproduce intereses compartidos, las estructuras políticas y jurídicas los amparan y el sistema de ideales, objetivos, conceptos, valores socialistas y comunistas articulan al sujeto múltiple en su diversidad y diferencias y es el fundamento del programa de acción en lo económico, lo organizativo, lo jurídico, lo político, lo social, lo cultural.”
Por eso, nos dice, es tan importante el papel de la ideología socialista. SI, ¿PERO CUAL?. ¿La que construyen las masas en debate con los ideólogos que se acercan más a sus intereses y necesidades?, o ¿la que elaboran las élites, a nombre de ellas, situadas más allá del alcance del control y la decisión popular?.
El cierre del artículo no puede ser más “impecable”: “Ahora bien, no se habla aquí del comunismo como de un esquema de algo que tiene que producirse de un modo dado, inevitablemente, o como la doctrina política de una organización, de un partido….”
Entonces, compañero Darío Machado, de lo que se trata es de un cambio profundo de TEORÍA y de PRÁCTICA, un cambio estructural profundo que retome las esencias del socialismo marxista-leninista en los énfasis de priorización de las relaciones cooperadas de trabajo, de autogestión social y económica, de democracia participativa y protagónica real, que pasa por el control y decisión de los trabajadores y del pueblo organizado desde sus diversos intereses, de creación de una Economía social multiactoral basada, principalmente en la autogestión obrera, la cooperativización o arriendo de los medios de producción a los trabajadores, la asociatividad pequeño y mediano-empresarial con interés privado-comunitario, la contratación de sectores público-privados con cogestión de los trabajadores, en fin, en constituirnos, gradual, progresiva y aceleradamente, en una sociedad de trabajadores empoderados, en las que el Estado, al decir de García Liniera, tenga el papel de “gobernar obedeciendo…: el soberano es el pueblo y el gobernante es simplemente un unificador de ideas, un articulador de necesidades, y nada más”.
Esa es la propuesta del socialismo autogestionario multiactoral y popular.
24 viernes Ago 2012
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Por Rogelio M. Díaz Moreno
En estos días, el sistema nacional de propaganda cubano incluye entre sus contenidos prioritarios la preparación de las condiciones para elegir a los nuevos integrantes del Parlamento nacional, una vez que los actuales diputados concluyan su período de servicio, a fines de este año. Yo, que tanto interés he manifestado en estos líos de asambleas y legislaciones y la administración del poder en nombre del pueblo, me he puesto a meditar sobre qué tipo de candidato me gustaría ver en mi boleta; cuál me convencería de votar para contar con un legítimo representante que defienda mis intereses.
Tengo que confesar que los que culminan ahora sus funciones no me dejaron para nada satisfecho. Como en el refrán del borracho y el bodeguero, yo quería una cosa y ellos me ofrecieron otra. Bien, para eso vienen ahora nuevas elecciones. Espero que nadie me cuestione mi derecho de buscar algún candidato que me represente mejor. El nuevo pretendiente que espere recibir mi voto no tiene que hacer ningún milagro, y voy a volver a asentar aquí los dos o tres temas que, si me promete promover, garantizarán mi sufragio a su favor.
Yo miraré con grandes simpatías al candidato que me manifieste su coincidencia con mi criterio acerca de la importancia de aprobar rápidamente la ley que autorice la formación y funcionamiento de cooperativas en todas las ramas de la economía, conformadas libremente por trabajadores que se agrupen sin más restricciones que las de respetar normas básicas de respeto a la comunidad, el medio ambiente y pagar unos impuestos razonables. Se reforzará mi empatía con el postulante que abogue por acabar de aprobar un código de familia que extienda importantes derechos a una parte preterida de la población, hoy discriminada. Y cuando me digan, finalmente, que no van a dejar pasar ninguna oportunidad de defender una reforma migratoria a tono con los derechos de los seres humanos, ya ese pretendiente puede contar con mi voto en su bolsillo. No quiero más protectores paternalistas, plañendo acerca de lo desgraciado que es el mundo allá afuera y la suerte de tener acá adentro un estado que me proteja: es el puñetero derecho de cada ciudadano decidir dónde prueba fuerzas para vencer o estrellarse en el propósito de ganarse una vida decorosa, y no tener restricciones inicuas que obstaculicen el contacto con sus familiares que no han violado ninguna ley.
Si no cumple con esas promesas después de elegido, obviamente me sentiré decepcionado, pero creo que el acto de tomar en cuenta los anhelos de los electores para hacer campaña ya constituiría un paso de avance significativo. Hasta ahora simplemente me presentan a los candidatos y las biografías de lo que hicieron en el pasado. Esto no brinda suficiente información sobre lo que estas personas desean hacer en el futuro que es lo que me interesa a mí, por lo que prefiero el compromiso establecido en el contacto pre electoral. La fragilidad de las promesas de los funcionarios electivos es un defecto que conocemos de los mecanismos de democracia representativa, pero ese problema y las vías para su superación las podemos tratar en otro momento.
Nos viene a la mente, por cierto, que la aprobación de la Reforma Migratoria nos acercaría más al cumplimiento de importantes compromisos del gobierno cubano, en primera instancia con su propio pueblo, pero también con la comunidad internacional, desde que el pasado 28 de febrero del 2008 se adhirió al Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos. Este documento reafirma el derecho de los ciudadanos a las libertades de movimiento, expresión, asociación, entre otras. La delegación cubana los suscribió en un favorable escenario internacional, suscitado tras la derrota del intento de los Estados Unidos de condenar a este gobierno por presuntas violaciones de los derechos humanos.
En la declaración que presentó Cuba ante la ONU para manifestar su acuerdo con el Pacto, se destacó que los derechos mencionados constituyen una parte esencial de las conquistas de la Revolución. Como tal, se encuentran protegidos por la Constitución, y las políticas y programas del Estado garantizan su libre ejercicio. En vista de ello, sería de suponer que electores y elegidos debieran propiciar que el gobierno cubano honrase sus obligaciones, y que se condenara como anticubana y contrarrevolucionaria cualquier actitud que desaliente tal propósito.
Finalmente, deseo también que el candidato por el que yo vaya a votar sea capaz de desarrollar planes sagaces para enfrentar el bloqueo o embargo que el gobierno estadounidense aplica a nuestro país con el objetivo de perjudicar nuestra economía, en vez de quejarse lastimosamente cada vez que los perros de la OFAC le llevan una nueva presa a su presidente; que, a la hora de distribuir el presupuesto nacional, opte por desviar los recursos destinados a deportes de poca popularidad y caros insumos, para mejorar en todo lo que se pueda el salario de los trabajadores de salud y educación; que defienda vigorosamente los principios de autogestión y autoorganización de los obreros en las empresas e industrias públicas; que siga el llamado del presidente Raúl Castro a combatir el secretismo en los organismos del Estado y que defienda la posibilidad, para cada ciudadano, de acceder a Internet sin tantas restricciones y sin tener que erogar una semana de salario por navegar una o dos horas en alguno de los contados sitios que brindan el servicio.
El candidato a diputado a la Asamblea Nacional que me presente un programa con los elementos que he esbozado en este escrito, puede tener la certeza de que no le daré la espalda.
24 domingo Jun 2012
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Por Rogelio M. Díaz Moreno
Chapoleteando en las páginas a las que da acceso nuestra humilde Intranet, me tropecé con una nota de lo más interesante.
Aparece en la página web de Prensa Latina y en la de la estación Radio Rebelde, y en la del periódico La Demajagua, y relata cómo los empresarios españoles están de lo más contentos con la evolución de la economía de nuestro verde caimán.
Literalmente se enuncia: «Empresarios españoles alaban actualización de economía cubana». En el contenido, se cuenta someramente que Alberto Betancourt, asesor de la Asociación Nacional de Economistas de Cuba (ANEC), dio una charla en Madrid sobre el proceso de actualización iniciado por Cuba en 2011, tras la aprobación por el Partido Comunista de los lineamientos de la política económica y social. El economista cubano, al parecer, disertó respecto al programa de reformas sustanciosas, no cosméticas que se llevan a cabo por acá, para miembros del Consejo Superior de Cámaras de Comercio del país ibérico. El ponente se aseguró, eso sí, de repetir aquel mantra de que estas son reformas puramente económicas, no políticas, que buscan una actualización del modelo económico de la isla para garantizar la continuidad del socialismo y elevar el nivel de vida de su población.
El reportero que cubrió la ocasión parece haber encontrado muy halagüeña la respuesta de los empresarios españoles. Comienza su artículo nada más y nada menos que destacando cómo aquellos encomiaron el proceso de acá. Los capitalistas españoles, podemos apreciar, parecen estar muy felices con este proceso y las autoridades nuestras, muy felices de que ellos estén felices. Como se lo cuento a ustedes.
Betancourt no se quedó ahí, sino que repitió la invitación a estos hombres de negocio a dirigir sus esfuerzos para estar presentes y desarrollar más las relaciones económicas y comerciales con Cuba.
A mí, insoportable que soy, me pasan por la cabeza un par de cuestionamientos. El primero, medio que ingenuo, es que no creo que los empresarios españoles sean los mejores consejeros justamente por estos días. Quiero decir, España está inmersa en una de esas crisis económicas, sonada entre las sonadas, a causa del afán de lucro desmedido e irresponsable de que hicieron gala los rectores de su economía. El desempleo allá pasó del veinte por ciento, necesitaron al fin de un rescate megamillonario con los dineros de la Unión Europea y su deuda se disparó y pasaron muchas otras cosas desastrosas que han salido en nuestro noticiero y que los economistas también los cubanos pueden explicar mucho mejor que yo.
Las siguientes interrogantes son un poco menos pueriles. Todo el mundo sabe que nuestra propia economía estaba muy enferma y necesitaba transformaciones radicales para salir del hueco, pero las direcciones de salida pueden conducir a destinos muy distintos. Yo y muchos compañeros quisiéramos que fuera en una dirección hacia mayores productividad y eficiencia, con democracia, ecología, empoderamiento de los trabajadores, participación de la comunidad, o sea, más socialista, pero estamos conscientes de que también existen direcciones hacia mayores productividad y eficiencia con menos democracia, menos empoderamiento de los trabajadores, más exclusión de la comunidad, o sea, más capitalismo, y por eso me preocupa la felicidad de los empresarios españoles. Estos capitalistas gallegos je je, como se le dice a todos los españoles por acá pueden haber equivocado unos tiros y haber metido a su país en un callejón accidentado por cuestiones técnicas, errores de cálculo; pero nunca fallan, como capitalistas al fin, en cuestiones de principio. Estos no son los españoles solidarios con el Tercer Mundo, ni las personas conscientes, críticas de la globalización neoliberal, o miembros de grupos sindicalistas o ecologistas, ni los indignados que flagelan la filosofía del despojo y la explotación; estos, que elogiaron el contenido de la charla de Betancourt, son los explotadores.
¿Se imaginan que ellos pudieran estar alabando nuestras reformas, si nos estuvieran conduciendo efectivamente en la dirección de mayor socialismo? ¿Alguien cree que los hombres de negocio españoles son menos imperialistas, menos inescrupulosos, más solidarios, etc., que sus pares norteamericanos por el hecho de ser menos poderosos? ¿Está este periodista bien informado sobre todos los conflictos que han vivido recientemente los países de América Latina que han tratado de recuperar los patrimonios económicos que las trasnacionales españolas han enajenado en nuestro continente?
Me pregunto cuáles serán los aspectos más favorables que verán los capitalistas españoles en las reformas de por acá. Si serán los despidos masivos con la cooperación de la central sindical; si será el fin de los subsidios a los productos básicos a las familias de trabajadores sin subirles el sueldo; o si serán los recortes presupuestarios a los ministerios de educación, salud y cultura los que son vistos más favorablemente. Tal vez pudieran ser las mayores facilidades que ahora disfrutan las empresas extranjeras para instalar sus maquilas en esta latitud y explotar una mano de obra altamente preparada y baratísima; si estarán contentos de que en Cuba se prefiera cerrar una fábrica ineficiente antes que cederla en autogestión a sus trabajadores; si esos elogios del Consejo Superior de Cámaras de Comercio de España se deben a que por aquí se promueva hoy más al empresario privado, que a la cooperativa socialista o tal vez estén alabando, sobre todo, la manera en que todas esas medidas logran ser presentadas por el gobierno como éxitos, gracias a su gran dominio sobre los medios masivos de comunicación, con la complicidad voluntaria o no de los profesionales de la prensa oficialista.
Esta alegría de los capitalistas españoles, y su eco en los medios de prensa del gobierno cubano, confirma las preocupaciones que muchos compañeros hemos intentado compartir por los medios a nuestro alcance, esto es, la posibilidad de que, como alertó Fidel Castro, se reviertan los logros y alcances obtenidos por la Revolución o, mejor dicho, por el sacrificio y el trabajo abnegado del pueblo revolucionario. Para evitar esta funesta posibilidad, se debe trabajar mucho, y muy duro, divulgar las realidades y verdades que atraviesa nuestra sociedad sin temores ni ocultamientos cobardes o interesados. Encima de esto, resulta aconsejable tener mucho, pero mucho cuidado, con los elogios de aquellos que pueden tener interés en hacer negocios con nosotros, pero nunca, jamás, les interesará que construyamos un socialismo como el que soñamos.