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Por Ovidio D´Angelo Hernández (especial para Observatorio Crítico)
Considero que lo más importante y urgente del pensamiento más reciente de Alfredo Guevara es precisamente el énfasis en: “LA DESESTATIZACIÓN Y DESBUROCRATIZACIÓN DE LA SOCIEDAD, que la creatividad de las personas se desencadene y sea tomada en cuenta seriamente”. En mi opinión esto se conecta directamente con su declaración –hace meses- de adscripción a un comunismo libertario, con el que coincido plenamente.
Los temas derivados que se despliegan en el debate recorren todo un abanico de situaciones conectadas, entre las que me interesaron más –sin un orden necesario- las siguientes:
Poder de la juventud
Rigor intelectual para el avance de la revolución vs. improvisación
Concepto de ciudadanía
Poder popular y papel de la población y de los representantes de base
Desarrollo de abajo hacia arriba. Contar con las fuerzas y recursos internos.
Trabajo asalariado y propiedad estatal
El Estado como instrumento de la sociedad (regulador, árbitro de justicia)
Estado vs. privatización
Burocracia y burocratismo
Papel de la crítica social
El Partido y las organizaciones de masas
Educación para la simulación y el sometimiento acrítico
Los valores, la educación y la práctica cotidiana
Marxismo, dogmatismo y estalinismo
Como no se trata de producir aquí un largo tratado de estudio y polémica, abordaré tangencialmente –a manera de notas breves- algunas de estas temáticas centrales para reconfirmar las tesis de Alfredo Guevara (AG), sin que ello deje de implicar espacios para las precisiones y diferencias posibles, con el propósito de que el debate continúe profundizando en estos temas cruciales.
La primera cuestión sería: ¿Qué es desestatizar la sociedad?
Como dice AG, en nuestro contexto actual no sería prescindir del Estado, sino limitar sus funciones a la regulación y arbitraje. Podría ser un Estado que responda y rinda cuentas al pueblo y se deba a él, de manera directa, elegido de manera directa en todas las instancias. El núcleo del Poder Popular, basado en los Consejos populares y municipales, podría contar con prerrogativas amplias de decisión y manejo de recursos. Las reuniones de las Asambleas municipales, provinciales y Nacional, abiertas a la participación de la población –por diferentes vías comunicativas- en todos los temas principales. Esto implica también una formación democrática de los planes y presupuestos a todos los niveles. En el Poder Popular deberían representarse también sindicatos, organizaciones sociales, asociaciones y consejos obreros, desde la localidad –los que deben crearse en las empresas y cambiar el papel actual sindical de maquinaria de convencimiento a mecanismo de participación obrera real-. Los representantes electos de la circunscripción, municipio, provincia y nacionales deberían tener sus programas que respondan a los intereses de sus electores –en concordancia con diversas propuestas de programas a nivel nacional partidario, en cuya elaboración debe participar la población-. La elección no debe ser compulsada por el Partido, ni basarse solamente en las virtudes, capacidades y trayectoria revolucionaria de los implicados, sino en las propuestas constructivas de interés local, provincial y nacional que surjan. Los delegados deben ser objeto de reconocimiento social especial y se les debe dar la cuota de poder que amerite ejercerlo realmente, para avanzar agendas y solución de problemas económicos y sociales. El Estado pasaría de administrador y poseedor de todos los bienes productivos de la sociedad, a ente coordinador de acciones económicas y políticas, etc. bajo mandato real de los trabajadores y del pueblo y sujeto a su control.
Esto es lo que Marx y Engels destacaron como lo esencial del Estado revolucionario socialista, a partir de la Comuna de París, y que Lenin también concibió, aunque unas prácticas coyunturales impusieran otro nivel de control inicial y el estalinismo posterior santificó y naturalizó como socialismo estatal, alejándolo de las premisas del marxismo. Y como es lo que se identificó con socialismo fue lo que se aplicó en todas partes. La propiedad estatal de la inmensa mayoría de los medios de producción y servicios, debería pasar a nuevas formas de apropiación y gestión, lo que está sugerido en los Lineamientos. Pero esto implicaría la conjunción de diferentes formas de propiedad socialista, mixta, privada, etc. de acuerdo a las conveniencias, pero también la transformación de las empresas estatales en formas de apropiación colectiva y autogestionaria; es decir con diversas formas de gestión desde los trabajadores y no de la burocracia.
¿Qué sería desburocratizar a la sociedad?
La vinculación de la vida productiva de las empresas a las comunidades y gobiernos del poder popular en todas las instancias, el ejercicio democrático del control y la gestión social de gobierno y económica, unido al papel de los medios de comunicación con acceso popular, entre otros recursos, serían las vías de desburocratización de la sociedad. La burocratización también se genera con el voluntarismo –que engendra seguidismo y sometimiento-, la improvisación y la rigidez ortodoxa basada en la repetición y la falta de formación y ejercicio intelectual. El conocimiento y discusión de los temas cruciales de carácter humanístico, de la historia política y social, deberían proveer de las bases nutricias de enfoques para las prácticas políticas que nos iluminen. La sociedad es un mecanismo vivo, no puede someterse a una camisa de fuerza, por más que las normas que se elaboren –consensuadamente- fijen ciertos parámetros –no inflexibles- de comportamiento, pero con amplitud para la creatividad en todos los terrenos. En este sentido, creo que habría que revisar, en profundidad, el papel del Partido en la sociedad y en sus relaciones con el Estado y gobierno, con las organizaciones sociales y de masas, confiriéndoles a éstas un papel de mayor autonomía y representatividad en las agendas populares construidas desde abajo, así como abrir el diapasón de asociatividades a grupos sociales, comunitarios, etc., con intereses específicos en la aportación social. Aprender haciendo, con una profundización en las orientaciones filosóficas y tradiciones de la humanidad y el socialismo no abordadas suficientemente –y menos conocidas en la población- como las de Gramsci, Rosa Luxemburgo, y los que menciona AG, entre otras-. La sociedad sólo es un organismo vivo y activo si puede elaborar sus propias temáticas y darles solución. Desde arriba no es posible dirigir la sociedad cubana contemporánea. La juventud que asuma el mando progresivamente tiene que basarse en otros principios de dirección de la sociedad, asimilar lo positivo de las viejas generaciones, pero dar el sello de su impronta liberadora…y eso hay que hacerlo desde ya, hace mucho tiempo.
A los 80 años –salvo excepciones como las ideas-guía de Raúl recientemente y las de Fidel en su momento, así como del extraordinario fuljo renovador de AG- no es muy dable la producción de ideas nuevas y reconstrucción de los
esquemas ya esclerosados. Un diálogo intergeneracional abierto y consensuado sigue siendo urgente, siempre sujeto a modificaciones necesarias y sin glorificaciones perjudiciales. Como dice AG, este nuevo pensamiento y acción es lo que nos llevará a la posibilidad de formación de una ciudadanía crítica y comprometida, que –digo yo-, será la actora principal del nuevo socialismo libertario de nuestra época, camino aún no transitado en las experiencias históricas y promesa –no exenta de sus complejidades, flujos y reflujos- que nos puede llevar al nuevo período histórico, tal vez el renacer anunciado por los mayas en el nuevo ciclo de la humanidad a iniciarse a fines del 2012.