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Por Miguel Arencibia Daupés
Ninguna de las partes se puede sacar del potaje.
El gobierno cubano mantiene una permanente denuncia sobre campañas mediáticas que en su contra han seguido especialmente la Unión Europea y los Estados Unidos. Y, entre los argumentos con que se defiende, los acusa de doble rasero para medir situaciones similares. Eso es absolutamente cierto. Mas también lo es que el denunciante actúa igual.
Por un lado, la UE y EE.UU. claman contra las tristísimas muertes de opositores prisioneros o detenidos como las de Orlando Zapata en el 2010, del villareño Soto en 2011 y recién la del joven Wilman Villar, en Cuba; en tanto, obvian las cárceles secretas aceptadas a EE.UU. en sus territorios y los secuestrados mantenidos en ellas o en la Base de Guantánamo; y no se pronuncian sobre los tres mil muertos y cinco mil heridos ocasionados en décadas pasadas por los actos terroristas de organizaciones extremistas radicadas en los EE.UU. (Claro que visto desde la ética que sea tan solo una o comparativamente menos muertes no absuelve de la criminal esencia.)
No obstante, la dirigencia cubana muy crítica de aquello, no es proclive a reconocer que los mismos países acusadores de la vieja Europa se han adherido a las 19 resoluciones de condena al boicot/bloqueo estadounidense a Cuba.
Así las cosas…
Para evitar los dobles raseros
Se debe enjuiciar moralmente las muertes que propicia en altamar la Ley de Ajuste Cubano, y debe seguirse exigiendo justicia por el sabotaje de un avión en pleno vuelo que causó la muerte de 76 personas. Igualmente debe hacerse con hechos como el del remolcador 13 de Marzo hundido por los remolcadores Polargo 2 y 5 en 1994 a 7 millas de la bahía de la Habana, donde perdieron la vida 41 personas; principalmente, mujeres y niños. Por el que –sea por dolo o culpa, presente hasta en un simple accidente de tránsito- al parecer nadie se ha enjuiciado nunca en Cuba. Así como reconocer el gobierno cubano lo alevoso de haber volatilizado con misiles lanzados por dos poderosos aviones de combate Migs 29 sendas avionetas Cessna desarmadas, que habían notificado al control aéreo cubano su rumbo. Cuando pudieron ser amarizadas fácilmente y estando en entredicho si se encontraban o no fuera de aguas territoriales. Sigue leyendo