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Por Ariel Montenegro
“Mira, espera que voy a nacer de nuevo,
voy a elegir la tela de mi cuna
en la nueva latitud del universo,
en los fósiles y el fuego primitivo
para desde entonces ser lo que no he sido”
Silvio Rodríguez
Después del IX Congreso de la UPEC, preñado de encendidos discursos, incluido el del primer vicepresidente, Miguel Díaz-Canel; las asambleas de base agotadoras por extensas (en las que cada cual habló lo que le pareció) y la retórica inspiradora de algunos colegas, nada ha cambiado en la prensa cubana.
Incluso después de los discursos de Raúl Castro, que pierde la voz llamando a decir la verdad en los huesos y a enunciar culpables, nada ha cambiado en la prensa cubana.
El público, que observa la televisión, lee los períodicos, escucha la radio y les cree, puede pensar que los periodistas nos pusimos las cadenas los unos a los otros, y de paso, nos tragamos la llave para que a ningún dirigente, digno y aburrido de la mojigatería de los medios en Cuba, se le ocurriera liberarnos.
“Los periodistas temen buscarse problemas”, me dijo un vecino aludiendo no me acuerdo a qué reportaje supuestamente crítico, pero definitivamente baladí, que vio en el noticiero de las ocho de la noche.
Pero buscarnos problemas no es algo que nos preocupe a los profesionales de la prensa en Cuba. Siempre hay un jefe información que nos quiere y nos cuida, que sabe que nos buscaremos problemas y nos ahorra el disgusto felicitándonos por el buen reportaje, pero engavetándolo por no ser el momento idóneo. Ahora sí, siempre enviando copia a las autoridades correspondientes para que se solucione el entuerto que dio origen al peliagudo trabajo. Sigue leyendo