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Observatorio Crítico Cubano

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Observatorio Crítico Cubano

Archivos de etiqueta: Alan Gross

Cuba reservó sus telecomunicaciones para EE.UU.

04 sábado Abr 2015

Posted by luchatuyucataino in Cuba, Denuncia, Economía, Investigación, Política

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17D, Alan Gross, Daniel Sepúlveda, Déborah Rivas, Estados Unidos, ETECSA, IDT, IDT Domestic Telecom INC, Isbel Díaz Torres, Josefina Vidal, Ley de la Inversión Extranjera, Roberta Jacobson, Seguridad Nacional, Zuzuneo


Por Isbel Díaz Torres

Cuando hace un año el gobierno cubano emitió la nueva Ley de la Inversión Extranjera, que beneficiaba a las entidades foráneas interesadas en invertir en Cuba, varios se preguntaron si las infotelecomunicaciones se incluirían, dada la pésima gestión de ETECSA.

Unos días después Cubadebate invitó a Déborah Rivas, Directora General de Inversión Extranjera en el Ministerio de Comercio Exterior, y Armando Cuba, Director Jurídico de dicho organismo, para que aclararan ese y otros puntos.

Recordemos que en ese momento, sin que nadie lo supiera, se estaban desarrollando las conversaciones secretas entre Raúl y Obama.

La respuesta de los funcionarios fue bien explícita: no están incluidas las comunicaciones en las políticas priorizadas para atraer la inversión extranjera en este momento. En otros comentarios también agregaron que se trataba de una cuestión de seguridad nacional.

Después de décadas de confrontación, y sabiendo las estrategias estadounidenses de utilizar esta área para desestabilizar el gobierno cubano, quedaba claro que esos problemas de seguridad nacional se referían a EE.UU. Sigue leyendo →

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Barack Obama y Raúl Castro: ¿Más que un saludo?

15 domingo Dic 2013

Posted by luchatuyucataino in Cuba, Evento, Política

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Alan Gross, Arturo López-Levy, Barack Obama, Estados Unidos, Nelson Mandela, Nelson Mandela Funeral, Raúl Castro, Voces News


Por Arturo Lopez-Levy

Aun después de muerto, Nelson Mandela continúa promoviendo la paz y la reconciliación de los pueblos y la civilidad entre los líderes. Su funeral ha traído la imagen fresca de los presidentes Raúl Castro y Barack Obama, de Cuba y EE.UU., saludándose con respeto.

La lucha contra el apartheid fue una causa común en la que participaron desde el joven universitario afroamericano Barack Obama hasta los miles de combatientes cubanos en lasguerras de Angola. Mandela los inspiró y agradeció a todos. No hay que olvidar que Obama y Raúl Castro estaban del mismo lado en el conflicto sudafricano, el lado de Mandela. Estaban con el ANC y el movimiento de solidaridad. Tenían enemigos comunes como el senador Jesse Helms, autor de la ley insignia del embargo contra Cuba y voz mayor en la resistencia reaccionaria y racista contra la denuncia del apartheid.

El encuentro entre los presidentes se produjo cuando, en el camino hacia el podio, el presidente Obama saludó a la fila de primeros mandatarios presentes. Es difícil saber las palabras que intercambiaron los presidentes pero hubo risas. Un gesto dice más que mil palabras. Sigue leyendo →

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Una solución definitiva

04 miércoles Dic 2013

Posted by luchatuyucataino in Cuba, Denuncia, Economía, Política

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Alan Gross, Arturo López-Levy, Barack Obama, Condoleeza Rice, Conflicto Cuba Estados Unidos, Estados Unidos, Joe García, John Kerry, Raúl Castro


Por Arturo Lopez-Levy

Lecturer and Doctoral Candidate, University of Denver

Huffingtonpost.com, 2 de diciembre de 2013 – El anuncio de la suspensión de las funciones consulares de la Sección de Intereses de Cuba en Washington, ante la imposibilidad de encontrar un banco estadounidense que le provea servicios financieros elementales, refleja la precariedad de las relaciones entre Cuba y EE.UU.

Incluso en un ambiente de relativa distensión, la existencia de imponderables asociados a las estructuras vigentes de hostilidad, como la presencia de Cuba en la lista de países terroristas del Departamento de Estado, o una crisis de salud del contratista Alan Gross prisionero en Cuba, podrían descarrilar los mínimos avances en las relaciones entre ambos países. Los decisores de política en Washington y la Habana deberían prever y evitar ese escenario.

Ninguno de los dos gobiernos quiere prescindir de las secciones de intereses creadas en 1977, durante la administración Carter. Cuba tiene en su primer consulado en Washington una entrada nada despreciable al mundo político de EE.UU. y la comunidad cubana en el exterior. A la vez, el gobierno norteamericano valora la utilidad de su oficina en Cuba. La ex Secretaria Condoleeza Rice afirmó en sus memorias que Estados Unidos quisiera replicar la experiencia de las secciones de intereses con Irán. Rice consideró que la oficina en La Habana permite a Washington informarse y tener un espacio de interacción positiva con la sociedad cubana, discutiendo asuntos de mutuo interés con el gobierno anfitrión.

Las oficinas de intereses son también misiones consulares donde ambos gobiernos otorgan visas. Es allí donde son relevantes las contradicciones de la política hacia Cuba expuestas por el reciente discurso del Secretario de Estado John Kerry ante la organización de Estados Americanos. Kerry enfatizó el compromiso norteamericano con los intercambios de viajes y remesas existentes entre los dos países. Casi que dijo que los viajes a Cuba deberían ampliarse pues los ciudadanos estadounidenses son "nuestros mejores embajadores".

El problema es que las visitas a Cuba de esos "embajadores de nuestros ideales, valores y creencias" – tan admiradas por Kerry- están limitadas por la ley Helms-Burton. Estados Unidos ha decidido limitar su capacidad de influir en la sociedad cubana en la esperanza de que un día, carente de divisas, el gobierno cubano colapse. Ni Kerry ni el presidente Obama han dicho cómo piensan zafar el nudo que a una estrategia estadounidense de "ideales, valores y creencias", impusieron en 1996 los reclamantes de propiedades perdidas, partidarios del acoso y el aislamiento contra Cuba.

Los defectos de esa mala política se agravan con la suspensión de servicios consulares en la oficina de Cuba en Washington. Incluso las limitadas visitas de "nuestros mejores embajadores" a Cuba podrían desaparecer debido a la negligencia de la rama ejecutiva. El departamento de Estado no acaba de sacar a Cuba de la lista de países terroristas del Departamento de Estado, a la cual no pertenece. En lugar de emplear el dinero del contribuyente en perseguir verdaderos terroristas, el departamento del Tesoro ha redoblado sanciones contra las operaciones financieras con Cuba. El resultado es la imposibilidad cubana para tener cuentas mínimas, efecto directo del pánico impuesto a los bancos por la persecución del Departamento de Tesoro, que ha llegado al absurdo de perseguir las cuentas de un congreso de iglesias evangélicas latinoamericanas en La Habana.

Con la sección de intereses de Cuba en Washington sin cuenta bancaria, el costo de oportunidad de esa política irracional hacia Cuba aumenta. Tanto el presidente Obama como el secretario Kerry han reconocido que en Cuba han ocurrido cambios importantes. Sin embargo, al limitar en la práctica los viajes a Cuba, EE.UU. perjudica al sector no estatal emergente. ¿Cómo puede Kerry pedir apoyo hemisférico para demandar cambios políticos en Cuba, cuando Washington dificulta los cambios que ya han tenido lugar?

El discurso del presidente Obama en Miami sobre la necesidad de una política "más creativa", y su reconocimiento de que en Cuba están ocurriendo cambios va en la dirección correcta, pero no es suficiente.

Como dice un proverbio chino, "encender una luz es más importante que maldecir la oscuridad". A la altura de un segundo mandato presidencial, Obama debería respaldar sus denuncias sobre el anacronismo de la política hacia Cuba con acciones más profundas que unas negociaciones ligeras con la Habana sobre rescate y salvamento.

La suspensión de los servicios consulares ha sido una clarinada para Miami. Ha alertado sobre las posibles consecuencias nefastas para los viajes familiares de la inclusión politiquera de Cuba en la lista de países terroristas del departamento de Estado. La clara responsabilidad de la política estadounidense en la suspensión de las funciones consulares cubanas ha puesto en segundo plano las limitaciones y excesivos costos que el gobierno cubano impone a sus emigrados que desean visitar la isla. En lugar de abrir espacio político para que esas demandas maduren, la persecución estadounidense de las transacciones financieras cubanas las desplaza del dialogo entre el gobierno de la Habana y sus ciudadanos. A diferencia de otros tiempos, en Miami han sobrado las opiniones lamentando la suspensión de las gestiones consulares cubanas, incluyendo un llamado por el congresista Joe García (D-Fl) a actualizar las regulaciones estadounidenses que han conducido a esta crisis.

El Departamento de Estado ha dicho que busca encontrar un banco dispuesto a lidiar con el sin sentido. Eso es mejor que nada, pero los encargados de la política de Obama tienen la oportunidad política de usar la crisis para sentar pautas más profundas. El presidente debería cortar de una vez el nudo gordiano de la crisis. Estados Unidos no ha documentado el patrocinio cubano de ningún acto terrorista en más de veinte años. El departamento de Estado debe sacar a Cuba de la lista de naciones patrocinadoras del terrorismo.

Seguir a Arturo Lopez Levy en Twitter: http://www.twitter.com/turylevy

Tomado de: http://voces.huffingtonpost.com/arturo-lopez-levy/una-salida-definitiva_b_4370276.html

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Alan Gross: Por una solucion negociada

11 martes Dic 2012

Posted by luchatuyucataino in Cuba, Denuncia, Política, Solidaridad

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Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional, Alan Gross, Arturo López-Levy, Barack Obama, bloqueo, David Rivera, Estados Unidos, ETA, FARC, Juan Manuel Santos, Judy Gross, ley Helms-Burton, Obama, Partido Popular, PSOE, terrorismo, USAID, Washington Miami, Wendy Sherman


Por Arturo López-Levy, Profesor Adjunto, Josef Korbel School of International Studies, University of Denver.

En la Comisión de Asuntos Exteriores de la Cámara de Representantes de Estados Unidos el pasado año, el representante David Rivera (R-FL) exigió que Wendy Sherman, subsecretaria de Estado para asuntos políticos, revelara si Estados Unidos trató de negociar con La Habana, de alguna manera, una liberación de Alan Gross. Rivera dijo: “Es indignante que la Administración Obama podría estar negociando con un régimen terrorista para liberar a un rehén estadounidense”.

Esa política es correcta: Estados Unidos no debe ceder a las demandas de los terroristas pues solo incentivaría a los mismos a secuestrar otros rehenes. Pero nada de esto tiene que ver con Gross o con Cuba.

Si hubiese una lista de países no democráticos, Cuba debería figurar, pero las referencias de Rivera al terrorismo son una manipulación. El Departamento de Estado no ha registrado una sola acción terrorista patrocinada por Cuba en dos décadas. La semana pasada, La Habana fue sede de otra ronda de negociaciones entre la guerrilla de las FARC y el gobierno colombiano de Juan Manuel Santos, quien no solo agradeció la facilitación sino también demandó la inclusión cubana en la próxima Cumbre de las Américas. En España, el otro país supuestamente víctima de grupos protegidos por Cuba, ETA se ha desmovilizado y los sucesivos gobiernos socialistas y populares han agradecido a La Habana por recibir a comandos liberados de la organización vasca.

Gross fue detenido en Cuba, no secuestrado. Trabajaba bajo los auspicios de la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID) bajo la sección 109 de la ley Helms-Burton, una ley que ha sido condenada por las Naciones Unidas por violar la soberanía cubana. No es un rehén; Gross es una víctima de cinco décadas de conflicto, atrapado debido a nuestra política de cambio de régimen. Si Washington accediera a negociar con Cuba la libertad de Alan Gross, tal acción no crearía ningún riesgo de secuestro de otros estadounidenses. Cuba no secuestra a turistas norteamericanos, como Hamas y Hezbolá hacen con ciudadanos israelíes con el fin de provocar nuevas negociaciones.

La administración de Obama, repitiendo públicamente que la única opción para resolver el caso Gross es que Cuba le otorgue la libertad “incondicionalmente”, ha rendido la iniciativa política a la derecha cubana. Esas fuerzas, a las que el presidente Obama no les debe nada, pues trataron de evitar su reelección al presentarlo como asociado con Hugo Chávez y Mariela Castro, siguen sin reconocer su propia responsabilidad en el calvario de Gross. La detención de Gross fue una tragedia anunciada en la larga historia de conflictos de Washington con la soberanía cubana, provocada en gran medida por la insistencia de algunos grupos exiliados en mantener la política estadounidense de embargo contra Cuba e imposición de cambio de régimen desde el exterior.

Después de su reelección, el presidente tiene la flexibilidad de la que carecía antes de noviembre. Es tiempo de exigir una negociación que traiga a Alan Gross de vuelta. La acusación de Judy y Alan Gross contra el gobierno estadounidense es una interpelación contra los programas mal diseñados de USAID en Cuba. Si Gross fue desinformado sobre los riesgos que corrió y no se le preparó para enfrentarlos, ¿qué podría decirse de la irresponsabilidad de USAID al imponer riesgos a ciudadanos cubanos, que son usados en esos programas sin dar su consentimiento informado? Es importante pensar con creatividad posibles alternativas, como la transferencia de esos fondos millonarios de la USAID hacia iniciativas menos provocadoras e intrusivas. ¿No sería mejor brindar becas universitarias, o programas orientados al desarrollo económico y la ayuda humanitaria, fuera de toda conexión con la ley Helms-Burton?

Toda solución negociada tiene sus costos pero lo lógico es compararla con las alternativas. En Washington y Miami, el debate es incompleto si los intransigentes no asumen el costo de proponer que el gobierno estadounidense abdique de sus responsabilidades morales y legales con alguien que trabajaba para sus programas de la USAID bajo la ley Helms-Burton. Los sectores opuestos a una negociación han prevalecido sin siquiera explicar los beneficios, costos e incertidumbres del curso de acción que proponen. Es tiempo que expliquen a Judy Gross que su propuesta equivale a dejar a su marido tras las rejas por cuatro años y más.

El día que exista voluntad política en Washington y La Habana para resolver los problemas estructurales de la relación bilateral entre los dos países, resolverán con creatividad el caso Gross. Por eso el peor escenario es la ausencia de conversaciones sobre temas de interés mutuo. En La Habana también deben pensar. Nada sería peor que perder cuatro años de un segundo mandato de Obama, sin promover una relación menos conflictiva de Cuba con EEUU. No ayudaría al interés nacional cubano ni a la situación de los agentes que queden sin expirar sus condenas en 2016.

Tomado de El Nuevo Herald

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Respuesta contaminada a Ubieta, desde abajo y a la izquierda

15 sábado Sep 2012

Posted by luchatuyucataino in Cuba, Política

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Alan Gross, burocracia, crítica, debate, democracia, derecha, disidencia, Enrique Ubieta, Estado de SATS, Estatismo, Isbel Díaz Torres, izquierda, Jens Aron Modig, José Martí, Oswaldo Payá, PCC, Primero de mayo, socialismo



Por Isbel Díaz Torres

Enrique Ubieta Gómez publicó recientemente en su blog La Isla Desconocida, un nuevo artículo de descalificación contra la izquierda crítica en Cuba. Después de su última incursión en estos ejercicios (donde salió bastante mal parado), el periodista decidió retornar las armas con un candoroso texto, escrito “desde la buena fe”, según él mismo considera.

“La añorada contaminación de la crítica revolucionaria” es un material bastante poco explícito, comenzando por el título, que no deja claro quién es el sujeto que añora, ni define cuál es el “espacio crítico revolucionario” contaminado. Tales definiciones son importantes para que los implicados puedan sentirse aludidos.

En cualquier caso, mi intuición me dice que la izquierda en la que creo habita nichos un tanto distantes de los de Ubieta, por lo que en principio me doy por aludido. Sobre todo sabiendo que las lógicas del autor en cuestión comúnmente convierten en oponente al otro diferente.

Adentrándonos en el texto, Ubieta nos presenta su sagaz descubrimiento: la contrarrevolución intentará “anular la diferenciación entre la derecha (…) y la izquierda”.

A partir de ahí, articula su discurso asumiendo una serie de posturas bien cuestionables. Por ejemplo, se preocupa porque el enemigo intente “quebrar la identidad histórica entre Gobierno y Revolución”. Yo, que me siento revolucionario porque entiendo esa identidad entre PUEBLO y revolución, descubro ahí una de las diferencias entre la izquierda crítica cubana y la izquierda… como le podríamos llamar… de protocolo. Izquierda de protocolo.

Para Ubieta, “la izquierda revolucionaria todavía no acaba de superar la parálisis teórica en torno a sus errores y desvíos históricos” aspecto en el que ciertamente debo coincidir. Pero ¿qué hace él para superar esa parálisis? ¿Cómo intenta él corregir esos desvíos? ¿No será él uno de los precursores? En realidad no me molesta que la izquierda de protocolo invierta su tiempo en denunciar a Posada Carriles y defender la causa de Los Cinco, pues ambas son causas nobles y justas; no obstante, me preocupa cuando esa izquierda dogmática nos exige a todos que le sigamos los pasos, y cuestiona cualquier posicionamiento si antes no se aclara que se está en contra de Posada, a favor del regreso de los cinco, o de Elián, o en contra de la deuda externa… según sea el siglo de que estemos hablando. En mi criterio, una parte de la parálisis que refiere el articulista está muy relacionada con esa insoportable costumbre de convertir las agendas gubernamentales de política internacional en agendas políticas personales, cuestión que diluye al actor social, al hombre/mujer mirando su realidad y transformándola.

Ubieta no cree en la crítica al gobierno cubano que “presuntamente construye hoy en secreto un nuevo capitalismo”. La realidad es que ese capitalismo ni es nuevo, ni se construye en secreto, pero el autor no puede verlo. ¿Habrá que recordarle que aunque la prensa oficial no da parte de ello, no significa que no esté ocurriendo? Ah, claro, él es parte de la prensa oficial… la parte inmovilista.

Más adelante, Ubieta refiere una “alianza de una supuesta izquierda —que declara estar más a la izquierda que los gobernantes cubanos— y una muy clara derecha en la subversión del Estado revolucionario, para construir un Estado… ¿democrático burgués?, con el aplauso y los fondos de todos los imperialismos, resulta una evidencia esclarecedora.”

Pero Ubieta olvida mencionar a los actores de esa alianza ¿Dónde se verifica exactamente? ¿Pretende Ubieta que toda la izquierda es homogénea, incluso dentro de la llamada izquierda crítica? Al menos yo no busco construir un estado “democrático burgués”, ni de ninguna otra denominación. Busco autotransformarnos en colectivo, gestando relaciones (que pudieran y debieran convertirse en instituciones) sin ningún patrón preestablecido. Ahora, en mis intenciones no puedo ignorar que existe un espacio público donde las personas, cualesquiera sean sus posturas políticas, pueden encontrar demandas, gustos, voluntades comunes. No habría que escandalizarse por ello: ¿acaso no fue eso lo que pasó en la reciente visita del Papa, o todos los asistentes a las misas eran fervientes católicos? Aquello no fue una alianza, sino que las personas coincidieron en un espacio, muy posiblemente con móviles diferentes: fervor católico, curiosidad, miedo a represalias en el trabajo, aburrimiento, disciplina, acompañar a la abuela, etc.

Y ahora que lo leo ¿dónde están, por cierto, esos fondos que recibe la izquierda… y que además son evidencia esclarecedora? La difamación es un delito en este país, aunque ya sabemos que el código penal es aplicado de manera arbitraria y discrecional por las autoridades. Y si existieran tales fondos, y se conocieran, entonces el periodista debería hacerse la más elemental pregunta. ¿Si son ilegales, por qué quienes los reciben no son puestos tras las rejas? Si la legislación cubana condena el mercenarismo ¿por qué no es fiel a su letra? ¿Cómo interpretará el autor la legitimidad de quienes – dentro de organizaciones de la oficialmente reconocida “sociedad civil socialista”- reciben fondos provenientes de entidades foráneas, estatales o no, previa bendición del estado/partido?

Por ejemplo, si nos apartamos del debate en torno a la muerte de Payá -que no es el tema de debate aquí, ¿cómo se entiende que el estado cubano libere sin la más mínima sanción al político sueco Jens Aron Modig, quien declaró a la prensa que entregó dinero para financiar al opositor Movimiento Cristiano Liberación (MCL)? ¿El caso no es similar al de Alan Gross? ¿Y qué pasó con quienes recibieron ese dinero? Mi análisis no se enfoca en el MCL o sus mecanismos de financiamiento, sino en la discrecionalidad con que el gobierno cubano aplica sus políticas, esas mismas que Ubieta parece defender a capa y espada. Si verdaderamente considerara que se trata de cuestiones de fondo, ¿por qué no emplaza al gobierno, como un “verdadero hombre de izquierda”? (espero que no pretenda ofrecer aquí argumentos de real-politik). Por otra parte, el mismo análisis puede aplicarse en los casos del resto de la estigmatizada disidencia cubana, que parece ser tan plural y contradictoria en objetivos y métodos como la izquierda de la isla.

“Mi enemigo es todo aquel que intente restaurar el capitalismo en Cuba, reciba dinero o no de una potencia extranjera”, dice Ubieta, pero no lo he visto manifestarse en contra la presencia de monopolios brasileños y chinos – y sus millonarias inversiones contaminantes y megaexplotadoras del trabajo asalariado- en la economía cubana, ni en contra de medidas antipopulares y neoliberales, como el despido de miles de trabajadores, apoyado cínicamente por la CTC Nacional, o la reducción de prestaciones sociales, otrora presentadas como “conquistas de la Revolución” y hoy denunciadas como “gastos excesivos”. ¿Si el Estado o alguna fracción de su élite dirigente intentan restaurar el capitalismo, también estaría Ubieta contra ese Estado y élite?

No soy un analista político, y queda fuera de mi alcance el fin último de las maniobras estatales. Existe una real falta de información real y pública sobre los planes, la forma atomizada en que se presentan los proyectos de desarrollo: transgénicos brasileños en Sancti Spíritus, campos de golf con usufructo por 99 años para extranjeros en Matanzas, Puerto del Mariel con maquilas incluidas en el occidente, créditos increíbles desde China, médicos haciendo dinero para el Estado en Venezuela…. Todo ello va “salpicado” con un finquita agroecológica en Bauta, un médico que salva gratis una vida en Buey Arriba, una revista ecologista para proteger la Bahía de la Habana…, así, con la ayuda de los medios de prensa que magnifican las salpicaduras y minimizan las inversiones millonarias, es difícil saber la realidad del terreno que se pisa. Pero lo cierto es que hay más elementos para temer una restauración capitalista, que los que pudiera tener Ubieta para decir que la izquierda crítica busca construir un Estado democrático-burgués.

En su gratuito y contaminado discurso, Ubieta lanza otra frase descalificatoria, cuando refiere los “presupuestos de una izquierda no revolucionaria” Sin embargo, no dice cuáles son esos presupuestos. La única izquierda no revolucionaria que reconozco en Cuba es ese sector burocrático estatalista y autoritario, articulado con las estructuras del PCC, que se autotitula de izquierda, pero que tiene como único afán el cabal sostenimiento del sistema, y muy poco se relaciona con causas altermundistas, emancipadoras, y desenajenantes. De hecho, explorar el patrón de consumo cultural y material de los intelectuales orgánicos de estas élites pudiera ser muy instructivo: la imagen aún en mi cerebro de Ubieta tomando café en la cafetería del muy caro hotel Habana Libre, en lugar de consumirlo a una cuadra de distancia, en la cafetería de 23 frente al Coppelia, donde el café “popular” vale solo 1 peso cubano; pudiera ser bastante ilustrativo de lo que intento decir. A partir de aquí pudiera seguir una retahíla de expresiones descalificatorias, pero me halo las orejas y corrijo el rumbo. Aunque sea una manera hegemónica, no es posible crecernos si reproducimos tales prácticas antiéticas.

La realidad es que la izquierda que conozco sí profundiza en el dilema “socialismo-capitalismo” que menciona Ubieta, pero a la vez, reconoce la necesidad de un ámbito de respeto, de legitimidad para acceder al espacio público de todas las tendencias y propuestas de sociedad, incluidas las ajenas a su proyecto ideológico. El tradicional silenciamiento de las otras propuestas es uno de los elementos que ha llevado a los empoderados dirigentes cubanos a quedarse muchas veces sin propuestas propias. Como dijo una vez el Ché: «Opinión que haya que destruirla a palos, es opinión que nos lleva ventaja a nosotros» ¿Tendrá el Guerrillero Heroico, según los raseros y cánones de Ubieta, problemas ideológicos?

Coincido con el autor en que “la democracia real es anticapitalista, y que el capitalismo es por naturaleza totalitario”. Es por eso que nuestro cartel (que la Seguridad del Estado presionó para que bajáramos en la marcha del 1º de mayo de 2010) decía “SOCIALISMO ES DEMOCRACIA, PA’L LATÓN LA BURROCRACIA”. Es una pena que tan pocas personas comprendan esa visión que compartimos, y se empeñen en imponer esquemas antidemocráticos, arguyendo que con ello salvaguardan alguna Revolución. Por supuesto, en realidad salvaguardan sus propias prebendas y privilegios.

Seguidamente, el articulista menciona el tercer objetivo de la contrarrevolución: “romper el nexo histórico entre rebeldía juvenil y Revolución”. Ubieta, ese objetivo no es necesario perseguirlo, dado que ya que el sistema cubano se ha encargado de ello. Si este fuera un nuevo objetivo ¿cómo se explica la emigración de millones de jóvenes desde hace décadas? ¿Cómo es que la burocracia se devana los sesos tratando de inventar fórmulas (siempre infelices) que atraigan a la juventud? ¿Cómo es que las juventudes “comunistas” parecen cualquier cosa menos comunistas, y sus líderes, cualquier cosa menos jóvenes? No han comprendido que ya no se trata de defender la Revolución sino de desarrollarla, ampliarla, radicalizarla. Eso sí sería estimulante para los jóvenes. “Ahora le toca al padre la manzana en la cabeza”, pero la élite está demasiado apegada a sus raciones, por eso no se atreve a ceder el arco a sus hijos.

La historia de los adjetivos puede ser bastante confusa y manipuladora. Ubieta debería explicitar lo que él entiende por “crítica revolucionaria” y “crítica contrarrevolucionaria”. Espero que no sean los fines. Por ejemplo, decir por qué los servicios de salud para el pueblo son de baja calidad sería revolucionario si:

– persigue castigar a los profesionales y administrativos de salud que hacen un mal trabajo en detrimento del pueblo y de las planillas de los nobles burócratas que se atienden en el CIMEQ, además de reconocer los esfuerzos de la Revolución, la “gratuidad”, y los médicos “internacionalistas”;

– y sería contrarrevolucionario si lo que se busca con ello es desprestigiar y deslegitimar al gobierno tirano que se complace en ver a la gente humilde en colas durante horas para acudir a un especialista.

¿Es eso? Si fuera así, se estaría olvidando que hay muchos más pensamientos detrás de esa crítica, pero la realidad seguiría siendo la misma: el servicio es de mala calidad.

Por otra parte, el autor no se da cuenta que lo que él llama “el cansancio, la renuncia a ser diferentes, la aceptación acrítica del consumismo, el individualismo burgués” no es otra cosa que la propuesta cultural del Estado cubano a la población de la isla. Nada más cansón que los actividades político-culturales de la izquierda de protocolo, los matutinos, las galas, los homenajes forzados a los Cinco Héroes, que como una plaga carcomen el más elemental sentido de la estética, el arte, la alegría, la belleza en Cuba. Por su parte, la izquierda crítica privilegia el arte alternativo, la ruptura, la búsqueda de nuevas formas y estilos, es iconoclasta, queer (en el sentido más amplio del término).

El periodista venía hablando de la izquierda, y de pronto, como por arte de magia, se enfoca en el proyecto Estado de Sats, sobre el que vierte sus criterios, siguiendo “un razonamiento lógico” muy particular, totalmente desprovisto de argumentos probatorios, pero que al parecer a él le satisface. En realidad, con tales procedimientos, no sé para qué hace falta la Seguridad del Estado, si con el entusiasmo “revolucionario” de Ubieta ya todo queda probado. ¿Pero, y el análisis que venía haciendo sobre la izquierda dónde queda?

Cuando Ubieta declara quiénes son sus enemigos, no aclara qué métodos utilizará para vencerlos. Al parecer, los mecanismos extrajudiciales, ilegales, difamatorios, antidemocráticos, estalinistas, violentos, podrían servirle igual que cualquier otro. Aquí veo una profunda diferencia entre nosotros. Para mí, el enemigo ideológico es respetable, y la batalla debe ser limpia, de frente, y en igualdad de condiciones. No es posible que una parte tenga todos los medios a su alcance, mientras la otra deba recibir los palos justos e injustos que provengan de semejante poder.

A Ubieta no le tiembla el puño para escribir “la democracia revolucionaria que defendemos, no contempla a los capitalistas en el poder”, con lo cual hecha por tierra el sueño de la república martiana “con todos y para el bien de todos”. Pero si vamos un poco más allá, solo podemos sonreírnos ante la “ingenuidad” del autor, cuando miramos y vemos que los capitalistas hace rato están en el poder, protegidos bajo las casacas empresariales, militaristas, etc.

Ubieta finaliza su texto con una parrafada tan esquizo, que no resiste el más elemental análisis. Acepta lo diverso, pero no lo acepta; no desea la homogeneidad del pensamiento, pero excluye a los procapitalistas; habla de unidad nacional, pero no en “la orilla capitalista”. No entiendo cómo la lucha contra el capitalismo puede pasar por ignorar su real existencia en las estructuras y lógicas nacionales, y su avance evidente en las políticas económicas del país. Es demasiado ingenuo (u oportunista) ese intento por silenciar las voces disidentes, como si ello fuera a detener las finas telarañas de la Nestlé o Monsanto en la isla. Las neoliberales estrategias del “perfeccionamiento empresarial”, ensayadas décadas atrás, tienen ahora un caldo de cultivo fértil para recomenzar su expansión, y para colmo, profesionales de la palabra con acceso gratis a Internet pretenden descalificar a quienes luchamos por nosotrxs mismxs, y por quienes tenemos al lado, desde abajo y a la izquierda.

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