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Observatorio Crítico Cubano

~ ¡Lucha tu yuca, taíno!

Observatorio Crítico Cubano

Archivos de etiqueta: actualización del modelo económico

Títeres para adultos, autogestionados y transformadores

27 sábado Sep 2014

Posted by luchatuyucataino in Acciones, Arte, Convocatoria, Cuba, Economía, Solidaridad

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actualización del modelo económico, autoorganización, Bacanal del Títere para Adultos, Consejo Nacional de las Artes Escénicas, crowfunding, micromecenazgo, Ministerio de Cultura, política cultural, teatro cubano, teatro de títeres, Verkami, Yasmín S. Portales Machado


Por Yasmín S. Portales Machado

El Equipo Gestor de la Bacanal del Títere para Adultos puso en circulación una convocatoria de apoyo económico que rompe con los modelos al uso de financiamiento del arte en Cuba y pone sobre el tapete el impacto de la “actualización del modelo económico” para la política cultural del país.

El mensaje circula por vía correo electrónico entre intelectuales relacionados con las artes escénicas cubanas. Se solicita ayuda para reunir 3 200 euros antes del 25 de octubre. La suma es necesaria para financiar la II Bacanal del Títere para Adultos. Aunque se trata de un evento aprobado por el Consejo Nacional de las Artes Escénicas, el presupuesto asignado no cubre los gastos, pues el excelente resultado de la primera edición (2012) provocó que catorce grupos teatrales cubanos y siete extranjeros se inscribieran para presentarse en los escenarios de La Habana en noviembre. De acuerdo al Equipo Gestor, se trata de un crecimiento de 300%.

Cualquiera sabe lo que implica un aumento presupuestario inesperado donde la burocracia está al mando: si los recursos existieran, llegarían en seis meses.

Pero el Equipo Gestor está decido a tener la Bacanal ahora, así que aplicaron con su proyecto a la web de crowfunding Verkami y ya tienen un sitio donde recoger los aportes Sigue leyendo →

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Cuba: ¿Ser o tener? ¿cuál es la actualización?

17 viernes Ene 2014

Posted by luchatuyucataino in Arte, Cuba, Entrevista, Política

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actualización del modelo económico, Alejandro Cruz, antintelectualismo, debate, derecha, Enrique Ubieta Gómez, izquierda, reformas, Zulema Samuel del Sol


Zulema Samuel del Sol entrevista a Enrique Ubieta

Cuba se ha vuelto polémica por estos días. Las actualizaciones económicas, las prisas y las pausas, las críticas y defensas que los recientes cambios  provocan, son temas recurrentes en las calles de la isla.

Enrique Ubieta Gómez, autor de varios libros como Cuba: ¿revolución o reforma?, Venezuela Rebelde. Solidaridad Vs. Dinero, La Utopía rearmada y director de la revista mensual La calle del medio, considera necesaria la nueva política económica iniciada en Cuba, pero nos advierte sobre la importancia de profundizar en una cultura del ser como una única alternativa al capitalismo global dominante.

Para disipar posibles confusiones en la izquierda y la derecha sobre la Cuba de hoy, el también filósofo y bloguero cubano, concedió esta entrevista en exclusiva para CubaSi.

En medio del proceso de actualización económica en el que estamos inmersos, usted propone en su libro Cuba: ¿revolución o reforma? cambios desde la cultura. ¿Es ese el verdadero campo de batalla?

No se puede construir una cultura alternativa a la capitalista sin una base material que la respalde. Eso es lo que nos hace dependientes, en estos momentos, de la cultura global. En tanto el modo de producción que impere en el mundo sea el capitalista, la cultura que predominará será la del capitalismo, la cultura del tener, no la del ser, la cultura del consumismo y no la del consumo.

Cuba forma parte del mundo, por lo tanto, la cultura universal nos invade y penetra por muchas vías diferentes. Ahora, ¿cómo empezar a construir una cultura alternativa?, ello solo es posible desde la contracultura que el propio capitalismo genera y desde la cultura tradicional popular que viene acumulándose a lo largo de los siglos en cada pueblo. Ambas actúan como formas de contracultura o de cultura alternativa, pero todavía de manera incipiente. Hay que desarrollar y construir una cultura del ser, pero esta necesita a su vez de una base material en la que sustentarse. Sigue leyendo →

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El chisme sobre Marino Murillo y su alentador discurso

29 domingo Dic 2013

Posted by luchatuyucataino in Cuba, Economía, Humor, Política

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actualización del modelo económico, Código de Trabajo, economía socialista, envejecimiento poblacional, Luis Rondon Paz, Marino Murillo, natalidad


Por Luis Rondón Paz

Hace varios días se ha venido transmitiendo por la televisión cubana, de forma diferida, lo que sucede en el Palacio de Convenciones en torno al nuevo Código de Trabajo, el plan para el próximo año y otros temas de vital importancia para el desarrollo económico y social del país.

El pasado jueves, Marino Murillo (en su reaparición) habló de la futura desaparición (¿cuándo será?) de la doble moneda, el experimento parcial y la polémica creada a partir de la rápida cancelación de los Cines 3D y la compra venta de artículos textiles… Sigue leyendo →

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Tenemos código, reformas, terapias o qué

24 martes Dic 2013

Posted by luchatuyucataino in Cuba, Economía, Política

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actualización del modelo económico, Asamblea Nacional del Poder Popular, Código de Trabajo, control ciudadano, control obrero, democracia, Francisco Rodríguez Cruz, legalidad, legislación, Paquito el de Cuba, Rogelio M. Díaz Moreno, socialismo, socialista


Por Rogelio M. Díaz Moreno

Todo parece indicar que, este lunes, nos despertamos bajo la égida del nuevo Código de Trabajo y algunas que otras nuevas circunstancias para la cotidianeidad y el horizonte cercano. Al menos, eso dio a entender nuestra prensa, si bien se me tornó algo sibilina, a partir del resultado de las últimas sesiones del Parlamento Cubano.

De hecho yo mismo vi, en un momento fugaz entre dos tandas de ropa puestas en la lavadora, la votación de la Asamblea que pudiera considerarse histórica; tanto por el proyecto legislativo de calibre mayor como por algún voto en contra de la acostumbrada unanimidad. Escuché también y leí comentarios, abstractos en su mayoría, sobre el cerca de un centenar de modificaciones realizadas al Anteproyecto del Código Laboral. No obstante, parece que la ley aprobada tiene que pasar por otra comisión que le arregle el lenguaje atendiendo a los criterios de género, le incorpore algunas cláusulas anti discriminación y ese tipo de “detalles”. Todavía tendremos que esperar un poco, entonces, para conocer la letra definitiva de la Ley que nos ¿rige?, ¿regirá?

Las notas optimistas del periodista Francisco Rodríguez me inclinan, mientras, a alegrarme. Tal vez toda la labor del Observatorio Crítico logró unirse a voces levantadas por todo el país, ya fuere por filósofos, educadores; trabajadores sencillos; minorías discriminadas; personas, en fin, preocupadas por los graves problemas que se percibieron en el documento inicial. De no producirse la profunda modificación del tal proyecto, los derechos de la clase obrera y la ciudadanía habrían sufrido dolorosos reveses. Sigue leyendo →

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Internet, Intranet, mis inquietudes y Cuba como Nación

05 viernes Oct 2012

Posted by luchatuyucataino in Cuba, Denuncia, Economía, Investigación, Política

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actualización del modelo económico, autogestión, autonomía, burocracia, cable de fibra óptica, censura, ciberactivismo, comercio, competencia, comunicación, debate social, democracia directa, democracia socialista, descentralización, horizontalidad, internet, intranet, Luis Rondon Paz, medios, política cultural, redes sociales, soberanía, soberanía tecnológica, software libre, tecnología, UCI, Universidad de Ciencias Informáticas, web, web 2.0, wi fi


Por Luis Rondón Paz

Así que Venezuela ya tiene dos satélites y nosotros en Cuba nada de nada. ¿No se supone nos beneficiaríamos con el acceso a la soberanía en materia de telecomunicaciones a través del primer satélite? No lo dije yo, eso fue lo que hace unos años vi en Cuba Visión, si mal no recuerdo: había varias personas firmando acuerdos que garantizaban que, paralelamente al enlace por fibra óptica, la conexión al satélite Simón Bolívar garantizaría la redundancia y el adecuado flujo de la información (datos, audio, video, telefonía).

¿Donde está la calidad de acceso a la Intranet e Internet en Cuba? ¿Por qué siguen siendo abismales los precios de la telefonía celular y el acceso a Internet? La Intranet (red de infocomunicaciones interna, dentro de Cuba), es tráfico puramente interno y no influye en nada el tráfico hacia fuera, a no ser que a estas alturas aún se esté usando un sistema de enrutamiento tipo cuello de botella, para que toda la red colapse. Algo así se arregla sencillo: tener par de fibras de alta velocidad y grupos de equipos enrutadores para que cada uno se encargue de direccionar, reconocer y gestionar de manera coherente y eficiente el tráfico interno en el país. Sigue leyendo →

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Observatorio bajo fuego – pero a nosotros nos protege Changó

25 martes Sep 2012

Posted by luchatuyucataino in Cuba, Política

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actualización del modelo económico, anticapitalismo, autonomía, burocracia, capitalismo, censura, crítica, debate, democracia, democracia socialista, derecha, derechos ciudadanos, diálogo, Enrique Ubieta, filosofía, información, Isbel Díaz Torres, izquierda, Jorge Ángel Hernández, manipulación, marxismo, periodismo, polémica, reformas, Rogelio M. Díaz Moreno


Por Rogelio M. Díaz Moreno

En estos días nos han renovado el dudoso honor de convertirnos en blanco de las diatribas feroces de algunas personas descontentas con la labor del Observatorio Crítico (OC). De la animadversión de Enrique Ubieta ya conocíamos, por intercambios anteriores parecidos, y ahora se le une la artillería epistolar de Jorge Ángel Hernández.

Jorge Ángel Hernández (JAH), usual animador de la bitácora Oggunguerrero, dispara despiadadamente contra nuestro espacio a través del texto enviado a su colega Ubieta. A este último, lo felicita por arrostrar valientemente feroces batallas ideológicas, contra enemigos inicuos (nosotr@s). De tal forma, nos toca el turno de replicar. Como, a decir verdad, la carta de JAH no contiene ningún argumento nuevo, cabe hacer poco más que refrescar nuestras acostumbradas posiciones en el actual contexto.

Lo primero que tengo que expresar es la indignación que me producen estos autotitulados Defensores de la Fe y la Verdad Revolucionarias. Esta época debería estar signada, en teoría, por la batalla contra los sujetos que constituyen, según la tajante definición del Presidente Raúl Castro, los principales enemigos del proceso revolucionario, a saber, la mentalidad burocrática, el autoritarismo, el secretismo y demás lacras que desde el Observatorio nos hemos dedicado a fustigar. Se supondría que personas que presumen de tan raigal revolucionareidad fueran nuestros estrechos aliados para el fin principal, aún cuando se divergiera en cuestiones de formas y tácticas. En lugar de esto, los adalides de la voz oficial mantienen la misma mentalidad que el Primer Secretario del Partido llamó a cambiar, celebrando cuanta disposición se efectúa desde el poder (con minúscula, como le gusta a Ubieta) gubernamental a todos sus niveles y en todos sus aspectos, como si fuera la última proclamación del Evangelio, y procurando atajar a cuanto infante descarriado procura sacar el piececito de la cuna, que es donde único podría estar a salvo bajo la mirada severa del Papá.

Antes de enfilar sus cañones contra nosotros con tanta saña, JAH debería meditar en que los Orishas detestan la mentira y la doble moral, por lo que ciertos empeños harían mejor en no invocar su protección. El texto que perpetra no es otra cosa que un muestrario de tergiversaciones, acusaciones y ofensas vacías, falto de otras ideas, que no hace sino concedernos más aún el crédito y la razón. Por lo menos, Ubieta tuvo el mérito de aportar un punto importante al reconocer que la izquierda revolucionaria todavía no acaba de superar la parálisis teórica en torno a sus errores y desvíos históricos. Nada más que por eso, ya no me cae tan mal. Aunque yo hice la salvedad de que debía referirse a la izquierda tradicional, enquistada en mecanismos autoritarios de dirección y comando, esta confesión pudiera servir de base al debate y consenso requeridos para rectificar errores y retomar empeños con ideas renovadas. Por su parte, JAH no percibe o parece muy contento de permanecer en la tal parálisis. Sigue leyendo →

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Llénense las palabras con un contenido concreto (II)

22 sábado Sep 2012

Posted by luchatuyucataino in Cuba, Política

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actualización del modelo económico, anticapitalismo, autonomía, burocracia, capitalismo, censura, crítica, debate, democracia, democracia socialista, derecha, derechos ciudadanos, diálogo, Enrique Ubieta, filosofía, iglesia católica, información, Isbel Díaz Torres, izquierda, manipulación, marxismo, Papa, periodismo, reformas, Rogelio M. Díaz Moreno, verticalidad


Por Rogelio M. Díaz Moreno

En la página web de un centro hospitalario cubano se divulgaba recientemente un material informativo, en el que se presentaba el mecanismo denominado Control Interno como un instrumento de gestión que maximiza la iniciativa de los colectivos obreros. La persona que deseaba profundizar en el tema, encontraba enseguida cuáles eran los métodos que podían seguir los obreros para maximizar su iniciativa, según el citado documento, a saber: Realizar lo correspondiente al contenido de trabajo de su contrato y mantener una conducta integral y positiva. La manera de ejercer esta responsabilidad que se le ofrece al trabajador consiste, en breve, en cumplir con el trabajo asignado y rendir cuentas fidedignamente.

Leyendo el tal texto, me vinieron a la mente las muchas ocasiones en que numerosos dirigentes juveniles han proclamado que la Revolución le ha dado a los jóvenes cubanos los derechos y privilegios más apetecibles, díganse, los de sacrificarse toda la vida, trabajar y luchar abnegadamente en pos de ciertos ideales que estos dirigentes conocen muy bien.

Obviamente, deben existir criterios divergentes en cuanto a cómo podrían mejor los obreros ejercer la iniciativa, y cómo preferirían los jóvenes balancear aquellos derechos con otros, digamos, más pedestres.

A raíz del nuevo dardo que nos ha disparado el compañero Enrique Ubieta, yo me volvía a convencer de que, para extraer algo útil de un debate, es necesario que protagonistas y espectadores aprecien significados establecidos y compartidos en los conceptos que se usan por cada parte. Que de poco vale que cada cual se desgaste afirmando que tiene la democracia, la libertad, la vida, el camino y la luz, si no se parte de una tradición y una cultura que llene semánticamente cada vocablo, y además se indica claramente por los adversarios que se está abrazando una u otra alternativa.

En esta entrega voy a argumentar la importancia que considero que se le debe prestar a este aspecto.

De entre los mantras que repite Ubieta, obsesivamente, voy a empezar por los de la soberanía y la independencia. Aquel asume que como el gobierno actual garantiza, para Cuba, estas cualidades, ya se ofrecen las máximas garantías alcanzables para un sistema de justicia y felicidad para sus habitantes, por lo que oponerse al tal gobierno sería una actitud muy fea.

La soberanía, sin dudas, es un don invaluable. Le permite a las poblaciones de cada nación resolver sus asuntos internos sin interferencias de vecinos codiciosos, y aceptar el acercamiento de estos últimos solo bajo condiciones de mutuo acuerdo y beneficio que no comprometen sino, por el contrario, refuerzan las soberanías mutuas. Ahora vamos a contemplar que, de todas maneras, aparecerán debilidades si se mantiene el supuesto de Ubieta en una formulación demasiado simple.

¿Alguien se acuerda del gobierno de los Khmer Rojo, en Cambodia? Un gobierno bastante soberano, hasta donde conocemos. Sin ninguna interferencia externa, cometió en los años ’70 un genocidio espantoso contra todo aquello que oliera a civilización occidental, masacrando millones de personas. A tal extremo llegó, que cuando el ejército de la República socialista de Vietnam entró en el país y ocupó la capital, derrocando al tal gobierno, desde ninguno de los bandos de la entonces Guerra Fría se escucharon demasiados lamentos. En Europa, el dictador español Franco, luego de la derrota de sus aliados fascistas, sobrevivió varias décadas por sí solo, sin que la autonomía le sirviera de consuelo a las víctimas de su régimen. Se pueden encontrar otros ejemplos de gobiernos que han cometido, soberanamente, grandes monstruosidades. Vemos entonces, en primer lugar, que la soberanía es un requisito necesario, pero no suficiente.

En segundo lugar, cabe cuestionarse en qué se basan la soberanía y la independencia de que pregona Ubieta. Cuando se derrumba la Unión Soviética, se apreciaron en nuestro terruño de la peor manera posible, las consecuencias de ser dependientes de sujetos externos, de una manera tan conocida que no vale la pena ahondar en ello. En estos momentos, dado que de los convenios con un país Venezuela dependen la mayor parte de los ingresos económicos de nuestro país y la entrada segura y estable de combustible en condiciones tolerables para nuestra maltratada economía, cabe preguntarse dónde está la independencia. Podrían añadirse a estas preocupaciones, hechos como el peso de las remesas entre las fuentes de divisas de Cuba; que los capitalistas industriales de Brasil están manejando el establecimiento de nuestro próximo mayor puerto comercial y zona franca económica en el municipio del Mariel, y sus monopolios agrícolas cubren las tierras que fueron cañaverales nuestros, con sus haciendas para el monocultivo de soya (¡malvada transgénica!, añadiría mi hermano Isbel); que, una vez más, los Estados Unidos son el mayor abastecedor de alimentos para el mercado cubano, y eso con bloqueo y todo; y otros matices que ensombrecen un poco los supuestos rampantes de Ubieta de soberanía e independencia.

Ubieta repite tantas veces que debe creérselo, que el gobierno que defiende es genuinamente socialista y, en él, hay democracia y hay libertad, y que esto solo se puede lograr gracias al severo veto sobre toda otra posibilidad de manifestación de posturas diferentes. De acuerdo con esa idea, todas esas posturas no son sino desvíos malignos para perdernos y que se deben combatir severamente. Sin embargo, cuando desde posiciones con origen en el Vaticano se deja entrever que estamos caducos y perdidos en el llano, Ubieta mira hacia otro lado. Cuando se manda a despedir más de un millón de trabajadores, no lo vemos buscando soluciones para los despedidos. Cuando se promueve la contratación privada de trabajo asalariado, no propone medidas a favor de los que se convertirán en la nueva clase explotada. Cuando se le pasa la mocha a los presupuestos sociales, no promueve alternativas para compartir y suavizar el trancazo. El problema que me atosiga se destaca así con mayor intensidad: cómo definir con claridad qué son entonces la libertad y el socialismo, qué cree Ubieta que es la democracia, qué papel juega la ciudadanía, cuál es el rol de la política, de la soberanía, de la independencia, de la libertad y la igualdad de las que tanto se afana.

A Ubieta le sorprende encontrar en el espacio del Observatorio Crítico posiciones que asigna a la derecha contrarrevolucionaria, alrededor de estos conceptos de libertad y democracia. Sería conveniente recordar que el gobierno cubano firmó un pacto mundial bastante famoso allá afuera el Pacto Internacional de los Derechos Civiles y Políticos. En el 2008, se aceptó por parte de nuestras autoridades que los ciudadanos poseen determinados derechos, inalienables, que integran y refuerzan los conceptos de libertad y democracia. Hay quien diría que se demoraron bastante pues ya Fidel Castro, desde antes de ser enjuiciado en 1953 y pronunciar el alegato La Historia me absolverá, había reivindicado el derecho de los patriotas a recuperar las libertades arrebatadas al pueblo cubano por el dictador Fulgencio Batista con su golpe de Estado, el año anterior. Sin embargo, a estas alturas aún no se ha ratificado internamente, aquello que se proclamó en ocasión de refrendar en Ginebra el dichoso pacto: que había sido la Revolución la que permitió al pueblo cubano disfrutar los derechos de libre expresión, asociación, movimiento y otros recogidos en sus artículos; que en la Constitución del país están recogidos estos principios y que las políticas y programas del Estado son los garantes de su ejercicio y protección.

Si esta es la posición genuina del gobierno cubano, sería en verdad un hito de progreso y ejemplo de todo lo que el socialismo puede lograr, y que el capitalismo solo puede fingir. Pero resulta que levantar esas banderas termina por convertirse, merced a los malabares verbales de la burocracia autoritarista tan cara a Ubieta, un acto contrarrevolucionario y anticubano. ¡Contrarrevolucionario, reclamar aquello por lo que se condujo la lucha revolucionaria! ¡Anticubano, defender que en la patria cristalicen los ideales de Martí y de los mártires del Moncada que lo recogieron como autor intelectual! En verdad es como para confundir a cualquiera. ¿Cómo y cuándo permitió el gobierno cubano que estos ideales se convirtieran, según sus exegetas, en el discurso de los otros, de los malos, de la derecha contrarrevolucionaria?

Pues nada, todavía hay que, antes de seguir con la discusión, definir qué entendemos por libertad, por igualdad, a ver si encontramos en esta discusión con Ubieta algún otro sentido aparte del berrinche agresivo de un ser irracional y verborreico.

A mí me complace sobremanera el concepto martiano de que la libertad es el derecho que todos tenemos a ser honrados, y a pensar y hablar sin hipocresía. Mientras más contemplo esa definición, más completa y hermosa la encuentro. Para tener la persona el derecho a ser honrada, es preciso que ninguna fuerza externa amenace sus capacidades de construirse una vida decorosa con su esfuerzo legítimo. La libertad le permite vivir, trabajar, expresarse según su conciencia, sin temor a censores ni a disgustos con dirigentes afectos a las mieles del poder, que le serrucharán el piso si lo perciben como amenaza. La libertad le permite alabar aquello que encuentra digno sin que se sospeche adulación interesada, así como trabajar para rectificar aquello defectuoso con la crítica como un instrumento más de rectificación sin que se le recriminen dobleces. ¿Cómo, entonces, es la mejor manera de medir, de saber si hay libertad? Una manera insuperable fue lanzada por una revolucionaria y comunista que dio su vida por el socialismo, Rosa Luxemburgo: hay libertad cuando hay libertad para el que piensa diferente, para el que disiente, para el adversario. Esto lo podríamos fundir: hay libertad, cuando el que disiente de la posición que tiene el poder grande o chiquito tiene los mismos derechos que el oficialista, es respetado en la misma medida, se le trata con igual justicia, lo que le permite ser igualmente honrado.

Ubieta dice encontrar, en el espacio del Observatorio Crítico, posiciones que asigna a la derecha contrarrevolucionaria alrededor de estos conceptos de libertad y democracia. Estos pasajes demuestran, según él, que el Observatorio es un nido del oportunismo y de la reacción derechista camuflageada de falsa izquierda. Le parece comparable nuestra posición con las que debilitaron y precipitaron invasiones militares estadounidenses en otras partes del mundo, como fuera Granada. Para nosotros, la posición de Ubieta es simplemente idéntica a la de los incondicionales estalinistas que infligieron al socialismo las dos peores traiciones de la historia cuando, por una parte, lo sentenciaron a una lenta pero inevitable derrota por la alienación entre el pueblo y el gobierno en la Unión Soviética y, por otra, provocaron en el resto del mundo la asociación ideológica tan grata al imperialismo de los proyectos socialistas con sus deformaciones del llamado socialismo real. Pues otra persona podría irritarse si encuentra que el gobierno revolucionario no ha satisfecho y luego sobrepasado estos aspectos de libertad y democracia que llaman tanto la atención, de una manera tan absoluta que haya dejado atrás por varios años luz a los más adelantados delirios de las corrientes liberales o socialdemócratas, las que habrían perdido entonces todo sentido y posibilidad de hacerse notar.

Si en nuestras páginas aparecen ciertos nombres y eventos que Ubieta quisiera sepultar, se debe a la vergonzosa circunstancia de que no fueron rebasados, como hubiera debido ser. Sin que esto quiera decir que compartimos programas u otros objetivos, puede que reconozcamos en ciertos contextos particulares que no es éticamente correcto tergiversar que existen, por la razón anterior y por la no menos irrebatible razón de que forman parte de este país, al igual que cualquier otra.

Del siguiente concepto estaremos tratando, sin habernos despegado del anterior. La igualdad de todos los ciudadanos, el valor idéntico de cada uno ante la ley, establecen la imposibilidad de discriminaciones sin causa legal por medio. Si no existe quebrantamiento de la legalidad, ¿cómo puede justificarse que ciertos discursos puedan campear y otros deban ser reprimidos? Cuando la situación sea distinta, cuando haya ruptura de la legalidad, ya la cosa cambia; pero para ello existen los mecanismos del sistema de justicia que no se deben pretender remedar o rectificar con maniobras para-estatales. Reconocer la igualdad de todas las personas y sus ideas, mientras no hayan sido demostradas culpables de otras cuestiones, implica el respeto a su libertad. El respeto a su libertad, implica reconocer su igualdad y, por tanto, la pertinencia de sus criterios en el espacio público.

Y la libertad e igualdad, qué duda cabe, son condicionantes imprescindibles de la democracia socialista. No puede haber igualdad entre el 1% que es dueño de las finanzas del mundo, y las poblaciones que sufren los peores azotes de las crisis económicas y, dado que la libertad de estas últimas es muy cuestionable, no es difícil contemplar la imposibilidad de la democracia en las sociedades donde prima el sistema capitalista de explotación. De tales circunstancias evidentes extraemos la necesidad de nuestra posición de izquierda anticapitalista. Ahora, para construir una alternativa mejor, la que anhelamos y por la que trabajamos, nos parece igualmente disparatado asignarle a los trabajadores, como derechos últimos, las iniciativas de autodisciplinarse y autoreportarse para que los regañen cuando se portan mal; o pretender convertir a ciudadanos en soldados incondicionales porque una República, como también dijo Martí, no se dirige como un campamento. De ahí que la libertad para participar en la construcción de un proyecto común que haga florecer otros derechos y libertades; la igualdad de todas las voces en el ágora, y democracia socialista a la hora de administrar todo el jelengue, consten entre nuestros más caros principios como movimiento de izquierda.

Con estas boberías mías que escribo como parte del debate, espero haber plantado una semilla de inquietud en cualquiera que tropiece, en lo adelante, con escritos donde se invoquen estos conceptos tan importantes, y que no deben ser tratados a la ligera.

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Llénense las palabras con un contenido concreto (I)

16 domingo Sep 2012

Posted by luchatuyucataino in Cuba, Política

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actualización del modelo económico, anticapitalismo, autonomía, burocracia, capitalismo, censura, crítica, debate, democracia, democracia socialista, derecha, derechos ciudadanos, diálogo, Enrique Ubieta, filosofía, iglesia católica, información, izquierda, manipulación, marxismo, Papa, periodismo, reformas, Rogelio M. Díaz Moreno, verticalidad


Por Rogelio M. Diaz Moreno

Yo tengo la democracia, háganme caso. No, aquel es un farsante, yo tengo la democracia, síganme a mí. Mientras el estéril peloteo prosigue, la mayoría de las personas encuentran que lo más ‘útil que pueden hacer es concentrarse en sus propios asuntos y enajenarse del intercambio retórico.

El periodista y bloguero Enrique Ubieta nos ha regalado con otra de sus filípicas, con las que pretende establecer que ciertas libertades, derechos y criterios solo se defienden felizmente desde el punto de vista que estamos acostumbrados a verlo defender. Según él, puede demostrarse que todas las otras voces que entran a la discusión y portan una posición que disiente de la suya, no son sino componentes de la alevosa conspiración del imperialismo mundial para derrocar el proyecto revolucionario que habría sido construido en Cuba por las fuerzas victoriosas el 1ro de enero de 1959.

La lectura del material La añorada contaminación de la crítica revolucionaria. Algunas reflexiones me despierta agudas discrepancias, un par de coincidencias muy curiosas, podrá apreciarse y me confirma una personal preocupación. Cuando uno las conversaciones callejeras en las que participo o escucho, con el diluvio de escritos, manifiestos, declaraciones, que cruzan los espacios mediáticos físicos o virtuales de nuestro entorno, llego a la conclusión de que se ha producido un proceso de dilución y vaciamiento de contenidos de un buen número de conceptos o términos generalmente asociados a la vida política de las sociedades modernas, llámense democracia, izquierda, liberalismo, etcétera. Esta opinión se me refuerza con el texto de Ubieta. Me he sentido impelido, entonces, a divagar alrededor de algunos puntos del susodicho material, tanto en defensa de algunas voces de las que él critica, como para resaltar la importancia de revertir este último proceso al que hago referencia.

Yo no voy a discutir el hecho recalco, es sencillo comprobar que es un hecho de que las administraciones gubernamentales estadounidenses han trabajado eventualmente para establecer, reforzar o recuperar la preponderancia sobre los asuntos propios de nuestro país. Esto ha sido así históricamente, en primer lugar por los beneficios económicos que la explotación de sus recursos le ofrecen a sus inversionistas y, en segundo lugar, para mostrar al resto del mundo cómo se castiga a las ovejitas que se escapan del redil. Esta es una de las pocas ideas claras que se pueden extraer del texto que se pueden argumentar con facilidad, como tampoco se puede negar que los métodos actuales de intervención del gobierno estadounidense apuntan más hacia la infiltración ideológica blanda que hacia las acciones de fuerza directa de antaño. En los documentos públicos que reflejan las directrices de aquel gobierno hacia nuestra isla, constan las sumas asignadas para apoyar voces que propaguen mensajes debilitadores de este otro gobierno del lado de acá. A partir de este punto, casi todo lo que me queda por elucubrar parte del asombro y la repulsa hacia la manipulación que efectúa nuestro reflexionador actual, respecto al movimiento de pensamiento y debate que está intentando abrirse paso y ofrecer algún aporte para los importantes momentos actuales de nuestro país.

Ubieta regresa, una vez más, sobre su característica posición de negar toda posibilidad de posicionamiento revolucionario y crítico sincero, fuera de los estrechos márgenes del apoyo incondicional al gobierno. La única postura crítica revolucionaria admisible para él, es aquella que se levante dentro del campamento dirigido por la dirección histórica. Quien pretenda enarbolar convicciones revolucionarias y socialistas desde cualquier otro espacio, sería un pelele, alguien que se alió con la derecha y le hace el juego al imperialismo.

Cualquiera puede afirmar lo que desee sobre las libertades de criterio y expresión social y cultural dentro del campo oficial por llamarlo de alguna manera que no tiene que considerarse ofensiva a priori, puede haber muchas circunstancias en que el oficialismo sea una postura honesta. No obstante, los que hemos permanecido al tanto del debate público en estos lares hemos podido apreciar realidades muy diferentes. Pregúntele, quien no esté está seguro, a Fernando Martínez Heredia, Aurelio Alonso y al resto del colectivo de la desaparecida revista Pensamiento Crítico; al colectivo del igualmente disuelto Centro de Estudios de América, y a tantos y tantos profesionales y revolucionarios que expresaran sus preocupaciones por los errores practicados en las políticas educacionales, económicas, de la agricultura y la industria azucarera, que fueran obligados a callar so pena de sanciones laborales y sociales.

Recientemente, un intelectual del calibre de Esteban Morales tuvo que dar una intensa batalla para reivindicar sus derechos intelectuales más básicos. Otros compañeros, menos célebres y con menor impacto que el elocuente orador de numerosas Mesas Redondas, no han tenido tanta suerte y han sufrido las consecuencias de sacar la patica del armario. Estos han recibido presiones, amenazas, ocasionalmente concretadas, de expulsión de centros universitarios o de trabajo; atemperamiento forzado o cierre fulminante de las bitácoras personales o blogs en Internet; y la difamación de sus personas en público por declaraciones festinadas de exagentes de la seguridad. En este ultimo caso se volvió a demostrar ciertas ventajas para un grupo de personas famosas con un prestigio muy bien ganado, ciertamente que recibieron un desagravio, insuficiente pero al menos expresado; a diferencia de lo dedicado a otras personas menos conocidas e igualmente insultadas. Con estos antecedentes, no sé cómo pueda sostenerse la pretensión de la libertad de expresión y crítica dentro del campo oficialista.

La penalización de cada intento de ponderación objetiva desde dentro del sistema no es mías que otra arista del fenómeno que Ubieta describe cuando plantea, literalmente, que la izquierda revolucionaria todavía no acaba de superar la parálisis teórica en torno a sus errores y desvíos históricos. Nuestra última coincidencia con el autor parte de esta tesis, si bien especifico en mi criterio que la que está paralizada, en teoría y práctica, no es toda la izquierda revolucionaria, sino son apenas aquellos sectores plegados al yugo de la incondicionalidad y obediencia servil con las estructuras monopólicas con las que el aparato estatal sofoca toda la vitalidad de la sociedad. En condiciones de asalariados del pensamiento oficial, sometidos a su estricto control de premios y castigos según se elogie o cuestione a un patrón nada sutil, poco podrán hacer estos sectores para trascender sus limitaciones. De aquí que, de acuerdo con otras opiniones con la que hemos comprometido nuestras vidas, los espacios más prometedores para los ideales revolucionarios, de izquierda, socialistas, los reinventan aquellos que comparten empeños con las mayores dosis de autonomía, los que piensan y actúan con la mayor independencia respecto del aparato burocrático estatal.

La independencia de estos últimos grupos es la que les permite observar y denunciar sin tapujos el avance de los elementos liberales y capitalistas que se introducen, en los mecanismos de la sociedad cubana contemporánea, de manos de los adalides de las reformas que adelanta el gobierno. No hace falta siquiera hurgar en secretos escondidos para encontrar motivos de preocupación en este sentido, puesto que se divulgan y defienden abiertamente por los periodistas y voceros oficiales a medida que se instauran las sucesivas actualizaciones en las distintas esferas de la economía y la sociedad. De tal forma, por una parte se exhiben a la vista publica el favorecimiento a la pequeña y mediana empresa capitalista, explotadora de mano de obra asalariada con derechos poco definidos e irrisoriamente camuflageada bajo el eufemismo de trabajo por cuenta propia; por otra parte, se despliegan todas las medidas concebibles para atraer capitalistas extranjeros brasileños, canadienses, chinos, rusos para que inviertan en marinas, zonas francas, consorcios de maquilas industriales o agrícolas y otros.

Se puede argumentar plausiblemente la necesidad desesperada que tiene la nación de aplicar medidas como estas, para reactivar la economía y de crear fuentes masivas de empleo. En todo caso, no se pueden ignorar festinadamente las contrapartidas porque, dicho de una manera obviamente elemental, las personas piensan, mayormente, como viven. También se puede argumentar la necesidad de utilizar más racionalmente los presupuestos destinados a fines sociales como salud, educación, subsidios y prestaciones sociales, etc., pero para ello se usan de nuevo, a plena luz del día el mismo lenguaje y dinámicas idénticas a las que se le reprochan al español Mariano Rajoy, los neocon estadounidenses y otros de su género. De tal suerte, se acumula una presión brutal sobre las personas que las empuja inexorablemente hacia la dirección de concentrarse en resolver sus problemas y vidas en proyectos individualistas, al son característico de las sociedades donde predominan los modos más desfachatados de la explotación del hombre por el hombre. Y para coronar todo esto, el aparato estatal ejecuta el acercamiento más carnal de que es capaz con las instituciones de la Iglesia Católica, pero no hacia aquellas ramas progresistas de la teoría de la liberación o de educación y organización popular, sino con aquellas estructuras del más rancio conservadurismo vaticano. A estas últimas fuerzas se les permite proclamar abiertamente la supuesta caducidad del marxismo y defender, a través de sus publicaciones y su discurso, la necesidad de implementación de los mecanismos liberales tradicionales; para no hablar de la ofensiva contra los derechos sexuales y reproductivos de las personas, entre otros que habían ganado terreno hasta hace poco. Esto no constituye, por mi parte, un llamado a que se bloqueen ahora determinados canales de expresión espiritual o de pensamiento. Lo que sí quiero es manifestar mi rechazo a la doble moral del aparato farisaico que, por mucho menos que lo anterior, condena a otras personas con cualesquiera epítetos consideren lo bastante peyorativos. Con defensores como estos, la revolución y el socialismo no van a necesitar enterradores.

Las medidas que impliquen retrocesos en ideales sociales, y cuya necesidad puede surgir de una necesidad perentoria, pueden encararse sin embargo de una manera más constructiva y genuinamente socialista. Para ello se requeriría entonces dejar de lado el júbilo carnavalesco y el carácter vertical y totalitarista de gobierno, e involucrar a la clase trabajadora en su formulación, gestión y el manejo de las consecuencias socioeconómicas e ideológicas que inevitablemente traen. ¿Quiere Ubieta que la izquierda oficialista supere el marasmo y estancamiento en que la sitúa? Que se aplique creativamente a trabajar sobre estos apremiantes conflictos.

Ubieta machaca y remachaca que todo aquel pensamiento que se desvíe del caucecito estrecho de su entendimiento no podrá enarbolar con legitimidad ciertos estandartes sobre los que pretende el monopolio. No obstante, ala hora de definir cuál es la izquierda verdaderamente revolucionaria, cuál es el ideal de sociedad al que se aspira, qué papel se le da a la democracia en ella, no bastará con empinar símbolos heráldicos pintados en un paño o invocados en un discurso. Se requerirá, eso sí, despejar todas las dudas acerca de cómo se conciben cada uno de esos conceptos; demostrar con transparencia cuál es la clase social con la que uno se funde, se integra y a la que se pretende empoderar, en la igualdad más auténtica de las posibilidades de todos sus integrantes, para trabajar en pos de ideales colectivos. Creo que hasta aquí tenemos bastante muela para la primera parte de este post, así que voy a continuar en la próxima aventura.

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Al paso, la Constitución

26 jueves Jul 2012

Posted by luchatuyucataino in Cuba, Denuncia, Investigación

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actualización del modelo económico, Asamblea Nacional del Poder Popular, autoritarismo, cambios, Código de la Familia, Conferencia Nacional del PCC, consenso, Constitución, cooperativismo, cuentapropismo, debate, debate social, delegado, democracia, economía privada, explotación del hombre por el hombre, gobernabilidad, Implementación de los Lineamientos del VI Congreso, Ley Tributaria, Marino Murillo, marxismo, modificación constitucional, Poder Popular, política, Raúl Castro, reforma migratoria, revolución, Rogelio M. Díaz Moreno, Sexto Congreso del Partido, socialismo, sociedad civil, trabajo por cuenta propia


Por Rogelio M. Díaz Moreno

Ahora que ya pasó el acto del 26 de julio, resulta que yo todavía no me he terminado de desconectar de la pasada sesión del Parlamento cubano, celebrada hasta el 23 del presente mes. Y es que yo no quería pasar por alto un último punto del discurso del compañero general en jefe, Raúl Castro, allí al finalizar prácticamente su discurso de la clausura, cuando hace la apología del compañero Jaime Crombet.

Dijo Raúl, según la versión que descargué del sitio oficial Cubadebate, En consideración a sus relevantes méritos, […], el compañero Jaime trabajará conmigo en la atención a la comisión que elaborará el proyecto de modificaciones a introducir en la Constitución de la República, en cumplimiento de los acuerdos del Sexto Congreso del Partido

Así que, de pronto, nos enteramos de un par de cosas importantes: Se ha conformado o conformará una comisión para proponer modificaciones a la Constitución.

Era algo que muchos veíamos venir, si bien no todos estaban convencidos de que fuera lo más conveniente. Algunos amigos versados en cuestiones de Derecho, por ejemplo, me han explicado que la Constitución actualmente vigente no ha sido nunca aprovechada por completo pues, para empezar, le faltaron algunos complementos jurídicos que se suponía se elaboraran para definir detalles en temas como ciudadanía, el ejercicio de derechos de asociación, etc.; lagunas que resultaban en que las autoridades actuaban a discreción en esas cuestiones para disgusto digamos que de aquellos a los que no les gustaba su actuación. Eso, cuando no se cometía un burdo y abierto desacato como con la prohibición, derogada no hace tanto, de entrada de los cubanos a establecimientos hoteleros.

Por otra parte, las conocidas reformas realizadas al modelo cubano o actualizaciones, como prefiere llamarles el discurso oficial ya dieron al traste, según mi humilde opinión, con un par de preceptos constitucionales como aquel de proscripción de la explotación de unas personas por otras, insostenible frente a la existencia de la contratación de fuerza asalariada por parte de algunos de los pequeños empresarios autorizados a ello con el auge, legalmente promovido, del llamado trabajo por cuenta propia. En todo caso, con tanta actualización o reforma o renuncia del Estado a garantizar trabajo, planes vacacionales y el resto de la filosofía de eliminar subsidios y subvenciones a la población, las sacudidas experimentadas por la Carta Magna cubana han sido tantas que lo más práctico, para poder hablar de un documento que todos consideren digno de alguna atención, es reformarla.

Lo que quiero subrayar es, de nuevo, que ya se decidió crear una comisión para redactar el proyecto de modificaciones de la Constitución. ¿En qué momento, tengan la bondad de decirnos? ¿Quiénes tomaron la decisión? ¿Cómo se va a elegir a los integrantes de la misma? ¡Fíjense que no es una comisión cualquiera, para elegir el color de un estadio de pelota, es para cambiar la Constitución! Una cosa se sabe, que Raúl y Crombet la van a atender. ¿De la manera en que un anfitrión atiende a unos huéspedes? ¿Cómo un archivador atiende a personas que requieren información? ¿O de otra manera?

Además, me parece que hay otras contradicciones. Dice Raúl, en cumplimiento de los acuerdos del Sexto Congreso del Partido. Pero en la versión que yo descargué, también de Cubadebate, de la versión final de los Lineamientos aprobados en el VI Congreso, no aparece la propuesta de reformar (o actualizar) la Constitución. Lo que es más, el PCC no tiene la potestad para cambiar la Constitución de Cuba, derecho que solo posee la Asamblea Nacional del Poder Popular, según el artículo 137 de la misma Constitución. Tampoco se encuentra el PCC entre las personas naturales o jurídicas con Iniciativa Legislativa, o sea, que puedan proponer leyes en la Asamblea, según el artículo 88 del documento en cuestión. Si alguien tiene una información mejor que la mía, por favor compártala.

Ante esta situación, me vienen a la mente ciertas palabras de José Martí, en una carta a Máximo Gómez. En esa misiva Martí, sin ocultar el cariño y admiración que siente por el Generalísimo, le expresa su opinión de que

entiendo que usted procede de buena fe en todo lo que emprende, y cree de veras, que lo que hace, como que se siente inspirado de un motivo puro, es el único modo bueno de hacer que hay en sus empresas. Pero con la mayor sinceridad, se pueden cometer los más grandes errores; y es preciso que, a despecho de toda consideración de orden secundario, la verdad adusta, que no debe conocer amigos, salga al paso de todo lo que considere un peligro, y ponga en su puesto las cosas graves, antes de que lleven ya un camino tan adelantado que no tengan remedio.

La escribió Martí, a raíz de un desacuerdo con la manera, de Gómez y Maceo, de planificar la próxima y definitiva contienda para liberar a Cuba del colonialismo español. Martí que contaba con la independencia de Cuba para revertir la expansión del imperialismo yanqui sobre Latinoamérica le expresó al Generalísimo que, no obstante su amor ciego a una idea en la que me está yendo la vida; a pesar de desbordar por él esta fatal abundancia de corazón que me dañaría tanto en mi vida, si necesitase yo de andar ocultando mis propósitos para satisfacer ambicioncillas; que, no obstante dudar que se hubieran acercado a aquel alguien más con un afecto más caluroso que aquel con que lo apreté en mis brazos desde el primer día en que le vi; en fin, que con todo ello, no iba a contribuir con los planes esbozados en la discusión que provocó esta misiva, pues hay algo que está por encima de toda la simpatía personal que usted pueda inspirarme, y hasta de toda razón de oportunidad aparente.

Yo espero que a nadie le moleste que un humilde servidor sienta tanta admiración por las ideas de Martí que trate de hacerlas suyas, derecho que, por demás, nos asiste a todos los cubanos. Pienso que hay que tratar de meditar en lo que estaría pensando Martí al escribirle a Gómez en este mismo mensaje, que

un pueblo no se funda […] como se manda un campamento; y cuando en los trabajos preparativos de una revolución más delicada y compleja que otra alguna, no se muestra el deseo sincero de conocer y conciliar todas las labores, voluntades y elementos que han de hacer posible la lucha armada, mera forma del espíritu de independencia […] ¿qué garantías puede haber de que las libertades públicas, único objeto digno de lanzar un país a la lucha, sean mejor respetadas mañana? […] Si la guerra es posible, y los nobles y legítimos prestigios que vienen de ella, es porque antes existe, trabajado con mucho dolor, el espíritu que la reclama y la hace necesaria: y a ese espíritu hay que atender, y a ese espíritu hay que mostrar, en todo acto público y privado, el más profundo respeto.

Lo que me parece muy a tono con el propósito de redactar una nueva Constitución para el país o para modificar la vieja. Sobre todo, teniendo en cuenta que Martí la tenía mucho más difícil que nosotros hoy, pues el país que los mambises todavía tenían por liberar de una potencia colonial, hoy ya cuenta con la soberanía necesaria para desarrollarse y mejorar las condiciones para que su pueblo trabaje por una felicidad posible, sin olvidar hacer frente a los apetitos imperiales de otra potencia que conocemos bien.

Resulta totalmente improcedente que las propuestas de modificaciones a la Ley de Leyes provengan, como ya ocurrió en el caso de los documentos del Congreso y la Conferencia del PCC, del trabajo de una comisión desconocida, trabajando en secreto. Me resulta inconcebible. Este pueblo, llamado a construir en el umbral mismo del imperialismo yanqui el proyecto liberador, emancipador, antiimperialista, del socialismo; que efectuó una Revolución inédita que ha conmocionado al mundo más de una vez, y lo seguirá conmocionando, no puede sino efectuar en la más abierta y democrática asamblea las discusiones que deriven en una nueva Constitución. La única manera de rechazar indefectiblemente las embestidas del enemigo y derrotar para siempre sus esperanzas de fragmentarnos para borrar nuestro ejemplo de la faz de la tierra, consiste en la unidad basada en la igualdad y el respeto a cada compatriota, la participación universal y plena de los talentos de todos los cubanos y cubanas, militantes o no, con sinceridad y transparencia, con libertad y compromiso, en los hitos de la sociedad que forjamos.

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Para ayudar a cambiar la Constitución (III)

23 lunes Abr 2012

Posted by luchatuyucataino in Convocatoria, Cuba, Economía, Investigación, Política, Solidaridad

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actualización del modelo económico, anticapitalismo, capitalismo, comunismo, Constitución, economía privada, Rogelio M. Díaz Moreno


Por Rogelio M. Díaz Moreno

Quiero empezar esta entrega agradeciendo a varios conocidos y comentaristas con los que no puedo, desgraciadamente, interactuar a través de comentarios por mi escasa conectividad. Estos amigos se toman sumo interés y alguno me ha rectificado una inexactitud en una cita producto de mis lagunas en formación filosófica, otro me manifiesta acuerdos y desacuerdos; otro ejemplo es el de una lectora que me propone considerar que, después que se apruebe una versión de Carta Magna, se instaure además una especie de Tribunal Constitucional que vele porque no se cometan violaciones como las conocidas en el acceso de los nacionales a los hoteles, los temas de la nacionalidad del emigrante, etc. Tengo que decir que esta idea me pareció muy buena.

Ahora, continúo con las ideas de la entrega anterior. Hay varios artículos de la Constitución que habría que considerar modificar para definir un buen sistema de propiedad socialista de los trabajadores sobre sus medios de producción, de manera que se logre superar el estancamiento que implica esa propiedad estatal que es de todos y de nadie y al final termina al servicio de un puñado de burócratas y funcionarios y administradores corruptos y ladrones de cuello blanco. En sintonía con lo que defendemos muchos, los
centrales azucareros, las tierras de las empresas agrícolas, las fábricas, terminales de ómnibus y así por el estilo serán socialistas porque pertenecerán a las personas que en ellos trabajan, y a más nadie; y esto será beneficioso para ellos y para el país.

Naturalmente, estos trabajadores serán libres de organizarse a su manera, elegir líderes que administren y negocien y lleven el día a día, y que tendrán la inexorable obligación de rendirles cuentas en reuniones periódicas donde el colectivo tendrá la potestad de aprobarles la gestión y estimularlos, o llamarles la atención por mal desempeño y hasta sancionarles y removerles del cargo. El gobierno protegerá legalmente la propiedad de las empresas socialistas de sus trabajadores y ellos sabrán sin duda alguna cómo protegerla de los ladronzuelos menores.

Este proyecto requerirá de un funcionamiento novedoso de las estructuras sindicales respecto al que tienen hoy, pues parecería que son la herramienta obvia de los trabajadores de cada centro para organizarse a su manera, pero de eso que se encarguen los propios trabajadores que se organicen en cada lugar. Las estructuras sindicales también servirían de puente de los trabajadores hacia el resto de la comunidad, hacia el ágora donde las asociaciones de vecinos, jubilados, de estudiantes, etc., consensuarán
democrática y abiertamente en las bases -que son los lugares donde se decidiría todo lo importante- los temas de interés nacional, de corte ecológico, de planificación socioeconómica del futuro, de la solidaridad con los pueblos hermanos, de cómo regular el comercio exterior y la inversión extranjera, de la defensa de la nación contra las agresiones extranjeras, etc. Por ahí debe andar el tema del papel de las organizaciones sociales y de masas, reunidos sus representantes en Asamblea Nacional; sujetos al escrutinio y aprobación popular por los mecanismos de voto universal y estricta rendición de cuentas a los miembros electores de las bases; pero ahí hay trabajo para un gran equipo de gente calificada que un simple articulillo no puede pretender abarcar.

La Asamblea Nacional seguiría siendo el marco ideal para evaluar la gestión del gobierno. O sea, cuán bien cumple este gobierno con las políticas emanadas de aquellas bases que mencionamos. El gobierno velará por el cumplimiento de las leyes, y pondrá los impuestos recaudados al servicio de los fines de la nación. El gobierno recibe también la responsabilidad por administrar correctamente las entidades presupuestadas imprescindibles para asegurar la salud, la educación, mantener y mejorar las infraestructuras viales, de comunicaciones y ese tipo de cosas; rendiría en este marco cuentas detalladas de su trabajo y se someterá a la aprobación de los diputados; éstos evaluarían a aquel de acuerdo a los criterios simples de efectividad en su trabajo. Todos los funcionarios importantes serían electos de manera democrática, directa y transparente por los ciudadanos votantes,
que dispondrán de la información relativa a sus calificaciones y resultados obtenidos en su trabajo.

Este cuento, me di cuenta hace un tiempo, se puede volver interminable y no merece que una sola persona se le suban las ínfulas como para creer que tiene todas las opiniones que hacen falta -ni que hacen falta todas las que tiene-, y tampoco hace falta escribir una nueva Utopía. Simplemente añadiré que el lenguaje de la Constitución de mis sueños proscribirá explícitamente todas las discriminaciones; que deberá asimilar las conquistas en términos del discurso de género; que no se permitirá la intromisión artificial de ningún obstáculo ficticio en el disfrute de los derechos -que son inalienables- de las personas, por los que se han inmolado tantos revolucionarios en todo el mundo, a lo largo de la historia; que actualizará periódicamente su letra, teniendo en cuenta las repercusiones de los avances tecnológicos y científicos en los principios que recoge su espíritu; que se consideraría como la mayor riqueza del país la vitalidad, la pujanza y las iniciativas libres de las personas auto organizadas; que se considerará a la naturaleza y los recursos naturales como Patrimonio de la Humanidad, invaluable pero frágil, necesitados del amor de las personas y de protección contra la codicia de estas.

Como todos los sistemas del mundo que se pretenden organizar inteligentemente, el modelo esbozado en estos preceptos tendrá defectos y aspectos mejorables. El texto constitucional atenderá la necesidad de que las personas preocupadas tengan todas las facultades necesarias para proponer el mejoramiento de la misma de una manera sencilla y ágil, y proveerá las garantías necesarias para que esta libertad no pueda ser coartada; mejor aún, promoverá estas revisiones. De paso, se reafirmará el papel del Tribunal Constitucional del que hablamos al principio porque, hasta tanto no se modifique, desacatar sus cánones es una violación que
atenta contra la nación. También definiría yo, como otra de las funciones principales de este Tribunal, la de fiscalizar el completamiento legislativo de algunas de las cuestiones que en el texto mayor solo se esbozan de forma general y cuyos detalles se dejan pendientes.

Creo que el propósito que me tracé al empezar esta saga está cumplido. Cualquier renovación constitucional requiere del esfuerzo de muchas personas y, al final, por supuesto, de la aprobación de la nación. Yo meramente he lanzado algunas de las piedras, no sé si de las primeras; y espero con ello haber motivado a otras personas a «darle taller» al asunto, cultivar sus propias ideas y sacarlas al ruedo. Para tratar de los asuntos de la nación de todos, entre todos.

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