Por Rogelio M. Díaz Moreno
En la opinión de este atrevido opinador, la política estadounidense hacia Cuba se ha caracterizado por el injerencismo. Las intenciones proclamadas de los EEUU de cambiar el régimen político cubano constituyen una violación de la soberanía de nuestro país y nuestro pueblo. Los medios empleados, desde la guerra ideológica y el chantaje económico hasta la agresión militar y terrorista, merecen el más enérgico repudio de todas las personas honradas. Algunos de ellos, incluso, han sido condenados por la Organización de Naciones Unidas, como es el caso del bloqueo o embargo económico y financiero.
En la opinión de este atrevido opinador, la política estadounidense hacia Cuba, en más de cincuenta años a partir del triunfo de la Revolución, no había tenido éxito en su principal objetivo. El gobierno cubano ha sobrevivido y convocado, con más o menos éxito, el apoyo de la ciudadanía y la solidaridad internacional ante las maniobras de Washington. En los objetivos colaterales, empero, la situación es algo diferente. Nuestro país ha tenido que sufrir unas condiciones económicas agravadas por circunstancias inéditas para ningún otro. La actitud de legítima defensa del gobierno a las agresiones exteriores se ha acompañado del enquistamiento del autoritarismo y la insuficiencia de democracia y libertades civiles. El sistema no ha sido derribado, pero tampoco puede mostrar un éxito evidente, y el torrente de emigrantes habla muy mal del resultado interno.
El principal objetivo de la política estadounidense hacia Cuba –el cambio de régimen– en opinión de este insolente opinador, pudiera estar cerca de concretarse, en un futuro cercano. No por obra del gobierno estadounidense y su política imperialista, sino gracias a la gestión del propio gobierno cubano.
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