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Por Rogelio Manuel Díaz Moreno
El proceso de “normalización” que experimenta nuestro país nos restriega su ímpetu en plena cara. No hay que profundizar en filosofías recónditas ni escurrirse hasta Chipre para constatar su avance. La nueva normalidad prodiga sus pendones, simbologías gráficas bien explícitas, como para no dejar dudas sobre su irreversibilidad.
Las imágenes acompañantes son mínimas muestras de esa realidad, hasta hace poco desterrada de nuestro territorio, pero hoy cotidiana. Son consecuencia del avance de la ideología mercantilista, a la vez que lo incentivan. Toda persona con un ápice de la educación que se ha desparramado en este país puede comprenderlo. Sin embargo, pocos se inmutan. Menos que nadie, los escribas del oficialismo, guardianes de una fe contradictoria hasta los extremos del ridículo.
La propaganda comercial quedó validada en el infausto documento de Conceptualización. El Zar de las reformas cubanas, Marino Murillo, indica la clave con una sinceridad digna de mejores causas. Yo lo oí, en una sesión de esas del Parlamento cubano trasmitida por el televisor, con estos oídos que se los van a comer los gusanos. La finalidad de una empresa, dijo, “consiste en producir una mercancía –o servicio–, comercializar y obtener ganancias”. El gremio local de economistas liberales aplaude, eufórico. Políticos y funcionarios de rango medio miran a las autoridades superiores, a ver qué señal desciende. Las evidencias de la calle no dejan dudas. Así, florecen estos coloridos anuncios, con las consabidas incitaciones a consumir cerveza, ron, cigarrillos.
A ver si nos entendemos aquí. El tabaco es una droga, que causa adicción y trastornos de salud que pueden llegar a la muerte. El alcohol, más allá de ciertas cantidades mínimas, también. Por razones históricas y sociales, alcohol y tabaco son drogas recreativas legales, y existen empresas que las producen y comercializan. Este es uno de los casos más flagrantes de contradicción entre el interés individual, o de un grupo de individuos, y la sociedad en general. La salud del negocio contra la de las personas. Sigue leyendo