Por:

Ramón García Guerra

Publiqué una video-denuncia de Marina Albiol Guzmán, que editó Spanish Revolution (16/11/17). Entonces un amigo me hizo una buena pregunta:

—»Ramón, el socialismo es un sistema egoísta, envidioso y discriminatorio por naturaleza. Hablo del teórico y de todos los modelos llevados a la práctica. A ver, te pregunto, ¿tú crees que el plan socialista de Cuba fue fallido en la práctica, pero crees en el plan mismo?»

Esto me obliga a dar un giro antes de ir al punto.

Confieso, ante todo, que mi visión de las sociedades y de las ideologías –que dan sentido y/o tratan de justifican a estas– es más dialéctica y fluida en el tiempo.

La revolución del 59 –por ejemplo– resulto de un movimiento de oposición política y reivindicación social, que se articuló en medio de una sociedad periférica y fue de la mano de un populismo muy singular.

Como en todas ellas, los excesos de esta revolución han sido muchos y alguno de ellos, incluso, son graves. Sin embargo, entre sus méritos está el rescate de la dignidad del pueblo llano en Cuba.

La condición colonial y la épica revolucionaria del 33 fueron la levadura de un movimiento de multitudes.

El resto lo hizo la corrupción y la arbitrariedad de la tiranía de Batista.

Evidentemente, estas fueron las limitaciones del sujeto político popular en los años 60s. La tarea de desconectarse del Capital lo supera. Debemos de entender la sovietización de la sociedad –que ocurre después– como la expresión de tal fragilidad.

Deshacerse de esa herencia en la década de 1990 fue casi imposible. Aunque algo se hizo al respecto. Particularmente, hablo de la articulación y emergencia de un nuevo sujeto político popular en nuestra sociedad.

Desde luego, este nuevo actor de la historia nacional tiene sus puntos fuertes y débiles.

Quiénes creen que «un mundo mejor es posible», apuestan por dar un salto al futuro. Esto exige una alta dosis de «inteligencia y audacia revolucionaria». Evitando así seguir los caminos trillados por el capitalismo.

Pero, a veces, los revolucionarios –como lo advertía el Che– carecen de esas virtudes.

Entonces, la crítica que hacemos se centra en las potencialidades del cambio a realizar y no es resultado de una ideología que nos sacará del Infierno y nos pondrá al Paraíso.

Ciertamente, hacer esta lectura del proceso no contesta a la pregunta que me hace mi amigo. Pero sí nos ayuda a entender lo que está por hacer. Luego, no se impaciente. Todavía me queda algo por decir en medio del debate de la Nueva Constitución al que asistimos en Cuba hoy mismo.

La política del giro comunitario radical que he propuesto ha sido adoptada a medias por el legislador en la nueva Constitución.

Coloquemos en estos puntos en la agenda de debate.

  1. La apuesta por un modelo de reproducción de la sociedad que esté basado en el Estado y el mercado, –y no centrado en la comunidad– se haya condenado de antemano al fracaso.
  2. La presencia de las alcaldías en la Asamblea Nacional y el Consejo Provincial, sin definir cuál es su patrimonio y sin precisar el alcance de la autonomía del municipio, resulta ser una argucia política que se sostiene en una ficción jurídica.
  3. El poder del Ejecutivo sólo se reduce si se rearticula el poder popular (en minúsculas) desde las bases, hasta que llegue la democracia a afectar la totalidad del tejido de la sociedad.
  4. La clave en la reforma a la Constitución se haya en el sistema de dominación política de la sociedad, cuyo estado mayor hoy es el Estado-Partido. Tomemos al toro por los cuernos y sometámoslo al control popular.
  5. Debemos de elegir al Presidente por voto popular: directo, libre y secreto. Asimismo, el plan de gobierno del Presidente y su equipo, deben de ser aprobados por la Asamblea Nacional.
  6. Desde el diseño hasta la ejecución de las políticas que afectan a toda la sociedad, o alguno de los sectores de la misma, la participación directa de la comunidad es clave en el proceso.
  7. Estamos en contra de las desigualdades artificiales, como estamos en contra de un igualitarismo empobrecedor. Consideremos el daño que producen el Estado autoritario y la forma mercancía.

Ahora sí, trato de contestar la pregunta que me hacen:

La respuesta es, sí; creo que la revolución popular de los 60s logrará una solución de continuidad sólo si se reinventa.

Las metas de la revolución de los 60s son puntuales en el primer lustro de la misma.

Incluso, las metas que resultan de la radicalización de esta en la segunda mitad de esa década, –antimperialistas y tercermundistas– como horizonte político e ideológico, resultan ser hoy insuficientes ante un proyecto de desconexión del sistema-mundo capitalista colonial-patriarcal.

Entonces, sí, sigue hoy siendo el socialismo una opción viable y deseada.

Durante 500 años el capitalismo logró sobrevivir –como sistema– superándose a sí mismo. Las formas de vida ajenas al Capital han sido integradas en lógica del mismo, reduciendo la diversidad en las culturas y la naturaleza. La civilización del Capital acabó por distorsionar el proceso de humanización del hombre y la sociedad.

Antes dije que el socialismo del siglo XX fue un intento de fuga de esa civilización, que acabó por ser reconducido al punto de partida.

Socialismo que naufragó no fue el resultado de una práctica inconsecuente en relación con una ideología, sino, fue la muestra de su incapacidad para reinventarse y seguir adelante. En tal sentido, las herejías del socialismo en las Américas: Cuba, Chile y Nicaragua, tuvieron en el bloque soviético su peor enemigo. Asimismo, las guerras en África fueron entre chinos y soviéticos; nunca entre los socialistas y la OTAN.

Debemos de discutir los resultados de esa experiencia, pero no la intención de desconectarse del sistema capitalista.

La situación de crisis sistémica y global que enfrenta hoy el planeta es obra del capitalismo.

Imagino que las luchas de la humanidad por salir adelante nos dotarán de nuevas formas de vida dignas de la condición humana del hombre.

Nacerá de ese proceso un hombre nuevo y una nueva sociedad. ¿Cuál será su nombre? No lo sé. Incluso, hoy ese hombre y esa sociedad son apenas una silueta que se mueve en la oscuridad.

Siento que, así como las buenas respuestas van a depender de las buenas preguntas, también las grandes soluciones han de ser la respuesta ante los grandes dilemas sin solución.

Queda la esperanza, y las ganas.

Porque nunca la noche fue más oscura que antes de amanecer.

Santa Fe, Playa, La Habana: 27 de julio de 2018

E-mail: ramon0260@gmail.com