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CRÓNICAS CUBANAS

Por Félix Sautié Mederos

Queridos lectores de Crónicas Cubanas, en los últimos tiempos mucho se ha hablado en los sectores de la cultura cubana en rechazo hacia las banalidades. Es mi criterio que hay banalidades y banalidades, y ninguna nunca podría ser positiva. La banalidad, de la tipología que sea, lleva consigo a la superficialidad y la indiferencia ante lo que se debería tener en cuenta para atenderlo priorizadamente. Una banalidad social importante en mi opinión cristiana y revolucionaria, es también el rechazo a cualquier manifestación de la espiritualidad como concepto de vida, que endurece nuestros sentimientos.

En consecuencia, yo coincido a plenitud como hombre de la cultura con cualquier rechazo a lo que sea banal genéricamente. Pero esos rechazos en mi criterio para ser efectivos en primera instancia, necesitarían también de un rechazo integral a las exclusiones elitistas, los esquematismos, los rencores y los odios que tan generalizadamente aparecen en los últimos tiempos. Tenemos muy cercano lo que sucede en Venezuela, con las manifestaciones de un fascismo típico de los años 30 y 40; que algunos no alcanzan a ver, dada una gran miopía de la historia y sus carencias de amor, espiritualidad y voluntad de diálogo.

Todo ello considero que es posible subsanarlo, a partir de poner en práctica cotidiana un respeto pleno a la opinión diferente y un diálogo de partes por encima de cualquier otra alternativa
confrontacional . Me refiero a criterios conceptuales que algunos no llegan a comprender a cabalidad su urgencia imprescindible.

En este orden de cosas, hay otras cuestiones del ambiente que vivimos en la actualidad cubana que no son simplemente las banalidades y que son quizás más preocupantes aún. Se presenta hastío, falta de voluntad para marchar hacia adelante y esquematismos generalizados que impiden comprender nuestra verdadera realidad, más allá de las consignas repetidas hasta el cansancio con palabras a veces grandilocuentes que son solo simples enunciados de un contenido que no aparece por ninguna parte.

Fue para mí y me hizo reflexionar sobre el presente y el futuro que tenemos por delante la humanidad en su conjunto, que en medio de estas situaciones la liturgia católica en su calendario de festividades importantes conmemoró el domingo de la Ascensión de Jesús de Nazaret a la Casa del Padre Celestial y su mandato con una promesa: “ Id pues y haced discípulos, a todas las gentes, bautizándolas en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, enseñándoles a guardar todo lo que yo les he mandado. Y he aquí que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo” (Mateo 28, 19 y 20). Expresiones bíblicas que nos dan gran seguridad a nuestra voluntad de lucha por el presente y el futuro y sobre las que algunos con desconocimiento, o
incredulidad o sorna pudieran preguntarse: ¿Qué fue en resumen lo que Jesus le mandó a sus discípulos? Esa interrogante profana la responde taxativamente Juan en su Evangelio Capítulo 13, versículos 34 y 35: “Os doy un mandamiento nuevo: que os améis los unos a los otros. Que como yo os he amado así os améis, también vosotros los unos a los otros. En esto conocerán todos que sois discípulos míos: si os tenéis amor los unos a los otros.”

Me refiero, en síntesis, a la necesidad de poner en práctica una fe inconmovible que mueva la voluntad hacia el amor, la paz y el futuro, fundamentada por un mandato del amor por sobre todas las cosas, angustias, incertidumbres y contingencias. Amor que se expresa en el diálogo por sobre las confrontaciones y las guerras. Amor que rechaza los odios y los rencores. Amor que potencia la defensa y conservación de la Casa Común. Todo expresado con una fe capaz de mover montañas de que el Dios de la justicia y del amor nos acompañará siempre hasta el fin de los tiempos.

Aunque algunos no puedan entenderme o incluso hagan mofa o burla dado su endurecimiento espiritual reitero que así lo pienso, así lo expreso en mi derecho a opinar con mis respetos para el pensamiento diferente y sin querer ofender a nadie en particular.