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Por Félix Sautié Mederos

Hace pocos días, después de haber estado por dos semanas de
tratamiento médico con aguas termales en el prestigioso balneario cubano de Ciego Montero en la provincia de Cienfuegos, como primera actividad pública de nuevo presente en mi Habana que suspira, asistí a un acto convocado por el Centro de Estudios Martianos para homenajear a Armando Hart; y les confieso que no pensé, antes de mi asistencia, en los profundos choques emocionales que iba a vivir en aquel encuentro.

Armando Hart, por encima de cualquier otro criterio existencial, ha sido una personalidad de la política, de la cultura, la ética e incluso la espiritualidad, determinante en mi vida, lo que por encima de cualquier concepción política cuando ya he cumplido 78 años, no puedo negar y nunca negaré en el tiempo de vida que me queda sobre la tierra. En este orden de pensamiento, debo decir que en mi criterio muy personal, la Historia se asume completa y de forma integral, o no es de utilidad alguna; y Armando Hart, para mi persona muy particular, ha tenido un incidencia profunda aunque él no lo sepa todavía, en mis sentimientos patrióticos, en mi ética, en mis concepciones sobre lo que es un periodismo honrado en favor de la verdad objetiva e incluso en mi pensamiento político, crítico y cargado de rebeldías, que algunos esquemáticos, grises y detenidos en el tiempo me recriminan.

Paso, pues, por encima de las concepciones y criterios de Tirios y Troyanos, que todo lo ven a favor o en contra de sus esquemas y concepciones dogmáticas con las que observan al mundo y a los personas. La vida es más que todos esos criterios empobrecedores de la naturaleza y de la espiritualidad. Es como una vez la describió Goethe en “Fausto”: “gris es la teoría y solo es verde el árbol de la vida”. Armando Hart lo considero personalmente parte de lo verde de mi árbol de la vida. Y que me disculpen los que piensen lo contrario, yo respeto sus criterios como les pido que respeten los míos no coincidentes.

Para comprender un poco mis sentimientos y emociones de mis 78 años de vida con más de los cincuenta y tantos, que ya van a ser incluso más de 60, cargados de concepciones y luchas cristianas y revolucionarias, debo reiterarles a quienes me lean algo que he planteado otras veces en mis Crónicas Cubanas, artículos e intervenciones; y es que, en la medida que me he ido poniendo más viejo, me ido también haciendo más místico. Para mí, pues ese acto en el Centro de Estudios Martianos en La Habana que trato de describirles a partir de mis percepciones y sentimientos del momento vivido, lo considero que resultó ser un profundo ejercicio místico con mi historia personal vivida que nunca podré negar. Lamento mucho que los de pensamiento vulgar enquistado en posiciones inamovibles y a veces detenidas en el tiempo, no puedan comprenderme y me encasillen en sus criterios de blanco o negro. La vida no es así y las cuestiones del alma pasan por encima de todo eso.

Quiero confesarles que, en la medida que avanzaba el acto de presentación de una multimedia confeccionada por los especialistas del Centro de Estudios Martianos bajo la dirección de la doctora Eloisa Carrera Varona, biógrafa y esposa de Hart, por mi mente y por lo más recóndito de mi Ser Interior en donde habita mi alma, fueron pasando, como si estuviera ante un filme, acontecimientos y muy especialmente las imágenes de personas muy vinculadas a la vida de Hart y a mi vida muy en particular.

Místicamente sentí e incluso confieso que por momento lloré en silencio procurando ocultar mis lágrimas, que allí estaban presentes la inolvidable Yeyé, Celia su hija que tanto aprecié en sus
concepciones políticas y de lucha por un mundo mejor, Raúl Ferrer educador, poeta sui géneris y genial participante de la Campaña de Alfabetización y posterior Educación de Adultos con quien tantos empeños compartí durante su vida, Melba Hernández y Jesús Montané amigos del alma dentro del círculo de vida de Armando Hart que nunca podré olvidar. Todos ellos no presentes ya en nuestro mundo tan amargo y traidor pero que es el que nos ha tocado vivir.

Lo que les describo me sucedía mientras que me acompañaba en la silla de al lado el legendario Pedrito Díaz Arcia mi compañero de mil batallas, con la presencia además, de muchos amigos y compañeros de lucha y la muy destacada visita de un nutrido grupo de mejicanos que quieren a Cuba encabezados por Alicia Figueroa Sub directora de Por Esto! y esposa del entrañable amigo y compañero de lucha de todos los tiempos que hemos vivido don Mario Menéndez, egregio maestro del periodismo. Allí estaba presente en vida también, porque no podía faltar, la incansable Chela secretaria y ayudante de Hart de muchos años, aún activa con él en la Oficina del Programa Martiano que Hart dirige.

Todos ellos junto a muchas otras personalidades que sería muy extenso citar presentes en la actividad. Pero los que he mencionado forman parte de un muy especial círculo místico de mi vida interior que me estremece y emociona en lo más profundo de mi alma de cubano, cristiano y revolucionario. Parte de una historia que para mí sería cobarde e indigna negarla, porque presenta joyas espirituales del tesoro que al decir del Evangelio he acumulado en la Casa que no se Acaba en donde nos espera a todos el Padre Celestial, seamos creyentes o no.

Así lo pienso y así lo expreso sin sonrojarme en nada, en mi derecho a opinar, con mis respetos para el pensamiento diferente y sin querer ofender a nadie en particular.