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Armando Chaguaceda, Cuba, democracia, izquierda, marxismo, socialismo
“Tenemos que dar vida, con nuestra propia realidad, en nuestro propio lenguaje, al socialismo (…) He aquí una misión digna de una generación nueva.
J.C. Mariátegui, Amauta, septiembre de 1928
“…yo creo que tienen razón, el socialismo es bueno…lo malo que es muy seguido”
Parroquiano de “El Carmelo”, la Habana, cierto día de 2004
Por Armando Chaguaceda
Este texto inicia una pequeña serie de trabajos, motivada por la necesidad de (re)pensar y debatir, desde las coordenadas del socialismo democrático –que recupera el legado histórico de luchas sociales, las conquistas ciudadanas de la democracia y el Estado de Bienestar así como los aportes de los nuevos movimientos sociales– los fundamentos, desafíos y oportunidades de una agenda renovada de izquierda(s) en las condiciones de la Cuba actual. Y toma como foco de su mirada las posturas de una “nueva izquierda”, que reúne tanto a colectivos autonomistas que luchan a favor de los derechos, luchas e identidades alrededor del género, la diversidad sexual, los antirracistas, los ecologistas y los socialistas participativos, como un grupo de jóvenes de posturas (neo)leninistas, surgidos al amparo de foros e instituciones educativas cubanas.
Al explorar ciertos posicionamientos públicos –en blogs y redes sociales– de estos jóvenes, saltan a la vista referentes centrales de su ideario. Entre estos destaca la mirada de los integrantes de la revista cubana Pensamiento Crítico; marxistas enfrentados con la ortodoxia del estalinismo soviético y largamente comprometidos con luchas, movimientos e intelectuales progresistas latinoamericanos en los años de 1960. También el pensamiento de Antonio Gramsci, intelectual marxista, dirigente comunista y luchador antifascista italiano; en particular sus nociones de hegemonía, bloque histórico y sociedad civil. Sobre la potencialidad de esos referentes para la comprensión y cambio progresistas de la Cuba actual van estas líneas.
Comienzo por casa: mentores de buena parte de “mi generación” intelectual y política. Los miembros de ese grupo[1] han sido un ejemplo de los intentos (y limitaciones) para producir un pensamiento progresista, socialista, de izquierdas, orgánico al proceso de cambios iniciado en 1959. Pero también de cómo las nociones de lealtad y consecuencia pierden sentido cuando la primera, pensada con relación a un proyecto, se confunde con la disciplina político-partidista dentro de un orden leninista; mientras que la segunda se transmuta en dogma, al enajenarse de los cambios y demandas diversos, reales y complejos de la sociedad a la que espera emancipar.
Este marxismo sesentero basa su propuesta política en tres ideas centrales y conectadas: a) La Revolución Cubana, como un proceso vivo y continuado hasta la actualidad; b) la dirección del país como liderazgo socialista coherente con las metas de aquella; c) la conexión y respaldo mayoritarios de la población cubana para con ambos factores (Revolución y liderazgo) y con una ideología socialista[2]. En los tres casos, se trata de planteos que en el presente, articulados dentro de un cuerpo de ideas, revela más los rasgos de un idealismo metafísico (doctrinal y especulativo) que las potencialidades de una mirada dialéctica; capaz de extraer del análisis de las cambiantes estructuras –económicas, políticas, clasistas– la información para la crítica y análisis sociales.
El primer supuesto –la Revolución continuada– es perceptiblemente endeble. Si entendemos como revolución un proceso de cambios radicales, materializado por la movilización social y la lucha política, que desestructura clases, relaciones e instituciones socioeconómicas y políticas, queda claro que la Revolución Cubana se agotó histórica y sociológicamente en la década y media posterior al quiebre del viejo orden. La nueva estructura de clases, el estado socialista, la economía estatizada, la cultura e ideología revolucionarias…, todos estos factores estaban, fundamentalmente, definidos para la primera mitad de los años 70. Quedaría entonces entender lo revolucionario como una apelación ideológica, moral o simbólica a ciertas metas e ideas forjadas en la etapa ascendente del proceso…; pero eso no basta para equipararla al movimiento general de la sociedad cubana actual, extendiendo su nombre hasta el presente.
En cuanto al carácter revolucionario –léase socialista y empoderador de masas– de la dirección del país, insistir en ello parece una burla. Por haber construido un partido y sistema políticos con escasa capacidad para procesar y promover la participación, la diferencia y el debate; por aferrarse por seis décadas al poder sin permitir una verdadera renovación de cuadros y métodos; por haber violentado las propias normas y derechos consagrados en la Legislación socialista (incluida la Constitución); los dirigentes cubanos no pueden ser confundidos ni con mandatarios de origen republicano ni con militantes comunistas. A estas alturas, su permanencia en el poder depende más del modelo de control social prototípicamente soviético perfeccionado por más de medio siglo, que de una legitimidad y apoyo populares logrados en condiciones de libre elección y expresión de preferencias ciudadanas.
Con independencia de los matices que diferencian los modos de ejercer el poder de Fidel y Raúl (voluntarismo frente a pragmatismo, personalismo versus institucionalización burocrática) en ambos casos se trata de dirigentes que consideran a la sociedad como una menor de edad, a la que pueden administrar los derechos, demandas y expectativas. Y cuyos aliados –de la vieja dirigencia guerrillera, cuadros partidistas y jefes militares– ni viven como la mayoría de la población ni pagan sus errores con igual rigor[3]. No son parte de una solución revolucionaria a la crisis actual, sino de la esencia misma del problema que representan estructuras socioeconómicas, políticas y morales arcaicas y agotadas, históricamente antagónicas con las promesas emancipadoras del socialismo.
Por último –y no menos importante–, la idea de una identificación coherente y masiva de la cansada población cubana para con su dirigencia y discurso oficiales (o incluso con algún proyecto de contenidos más o menos socializantes) es, cuando menos, falaz. Porque en ausencia de libertad de organización, expresión, manifestación y elección no es posible medir ni exponer públicamente las preferencias individuales o colectivas, siempre diversas. Porque la experiencia histórica de regímenes similares (de la URSS a Mongolia) nos dice que los altísimos porcentajes de apoyo en elecciones sin candidatos alternativos, o las multitudinarias marchas de obreros que apoyan a un gobierno que los expolia, no son otra cosa que performances organizados desde el poder y replicados –en ausencia de alternativas y bajo el riesgo de sanción– por una ciudadanía desarmada.
Ciertamente, la sociedad cubana cobija a muchas personas identificadas –por beneficios, historia o ideología– con el discurso y gobierno imperantes; pero cabe al menos la duda (si no la certeza) de que aquellos no sean la abrumadora y consciente mayoría que exhibe el gobierno en cada discurso. Ni tampoco la ciudadanía conscientemente opositora que aluden algunos. Al final, tanto las pocas encuestas disponibles en los últimos años (http://huelladigital.univisionnoticias.com/encuesta-cuba/) cómo la creciente enajenación y emigración de jóvenes, profesionales, obreros y hasta ancianos señalan a una población cansada que, mayormente, expresa encono con problemas no resueltos, culpa individualmente a sus máximos responsables y busca sobrevivir al margen de viejas y nuevas utopías.
Las ideas antes expuestas no demeritan el legado de esos intelectuales a la historia y sociedad cubanas. Se trata de personas que, fieles a sus ideas, resistieron presiones burocráticas y hasta policiales; que mantuvieron en alto banderas como la de la justicia social, la soberanía nacional y la búsqueda de modelos diferentes (a los del estalinismo soviético y el neocolonialismo criollo) de ordenar la convivencia y política domésticas. Su rechazo al imperialismo norteamericano, a los efectos enajenantes de la cultura de masas y a la burocratización del pensamiento social, es atendible y actual. Pero, hijos de un tiempo distinto y épico, el carácter metafísico de algunas de sus nociones sobre el cambio y la militancia sociales no sirven como arcilla para (re)construir las agendas y estrategias de una izquierda, cada vez más indispensable en la Cuba de hoy.
En cuanto a la apropiación de Gramsci por parte de nuevos izquierdistas cubanos –algunos de los cuales han accedido a las ideas del sardo a partir de las interpretaciones del filósofo cubano Jorge Luis Acanda– los problemas se replican. La noción gramsciana de sociedad civil, de raigambre filosófico-política, está a años luz del desarrollo ulterior que la sociología, la ciencia política y la propia evolución de las sociedades complejas del siglo XX han deparado al término. Si no se comprende que, tanto la obra de pensadores como J. Kuron, A. Michnik, N. Fraser, A. Olvera, A. Arato o C.Vilas como el accionar de movimientos sociales contemporáneos (desde Solidaridad, pasando por los Verdes hasta Occupy Wall Street) superan lo previsto por un pensador encerrado en las mazmorras de Mussolini, los gramscianos criollos quedarán presos del mito y la cita pero nunca aprovecharán el método. Lo mismo sucede cuando, al invocar la idea de hegemonía, se otorga un rol pasivo al “pueblo” –al que se reprocha sucumbir a la vulgaridad y el consumismo– y un papel renovador a un Partido que actúa, más que como un nuevo Príncipe educador e ilustrado, como un viejo capataz represor, antiintelectual y desciudadanizante.
No podemos confundir el afecto o el respeto hacia algunas figuras con la clonación política de arquetipos o ideas; máxime si estos han sido superados por la historia y por la realidad que buscan comprender y transformar. Obvio que las dificultades para la comunicación, la información y la socialización políticas lastran el progreso intelectual (y programático) de la izquierda cubana. El joven soñador del Pedagógico de Camaguey, descubriendo los escritos del POUM y la Oposición de Izquierdas en la Rusia bolchevique, sentirá que un mundo se abre allende los salmos del Departamento Ideológico del Comité Central. A muchos nos pasó, una década atrás, algo similar; por lo que vale la pena no olvidarlo ahora. Y es que, frente a la carreta tirada por caballos, el tren a vapor es un portento del progreso humano.
Pero, en tiempos de lenta (pero creciente) conectividad física y virtual de la sociedad cubana, podemos ayudar a que los jóvenes socialistas cubanos se ahorren el redescubrir del agua tibia. No como conocimiento general –para eso son los clásicos- sino como receta para el presente. Frente a los graves problemas de racismo, desigualdad, represión, despolitización y déficits de debate y derechos que aquejan a la nación y sociedad cubanas, los desafíos (y sus respuestas) de una izquierda del y para el siglo XXI, deben ser radical, sustentables y cualitativamente nuevos. Deben combinar la apuesta por la participación con el respeto al pluralismo y la representación; poner la defensa de la justicia social en igual rasero que el respeto y ejercicio de los derechos civiles y políticos, individuales y colectivos. Promover modelos mixtos, complejos y sostenibles de producción, distribución y consumo, antes de insistir en la estatización o el comunitarismo extremos como sinónimos de socialismo. Hablar del país real y de agendas concretas para enderezarlo. Asuntos sobre los que volveremos, próximamente, en este mismo espacio.
[1] Entre los que destaca el filósofo y ensayista Fernando Martínez Heredia, quién representa la expresión más fiel y coherente de las ideas arriba expuestas. Los sociólogos Aurelio Alonso y Juan Valdés Paz, miembros destacados de esa generación y colectivo, muestran un pensamiento políticamente más diverso, históricamente más evolucionado y sociológicamente más complejo.
[2] Para una exposición sintética y reciente de estas ideas ver http://www.cubadebate.cu/opinion/2016/04/30/problemas-del-socialismo-cubano/#.VzNCPaMeSko
[3] Pensemos en la leve y tardía “sanción” –salida del Buró Político– recibida por José Ramón Balaguer, máximo responsable (por la línea de mando del Ministerio de Salud cubano) del drama que significó la muerte por frío y negligencia de un grupo de ancianos en el Hospital Psiquiátrico de la Habana, años atrás. Viejo cuadro ideológico, diplomático y ministerial de la élite cubana, la ausencia de mecanismos adecuados de rendición de cuenta y sanción con basamento democrático consagró la impunidad. En similar dirección, las demoras, fracasos o decisiones económicos de la dirección cubana (de los Diez Millones a la Batalla de Ideas) se han sustentado siempre en una privatización de los logros (“la genialidad del comandante”) y una socialización de los costos (“nos equivocamos, así que debemos apoyar a la Revolución con nuestro sacrificio”)
Ya saben de la precariedad de la conexión y susu costes como para dejar un comentario ipsofacto aquí. Hay que llevar el texto a casa, leerlo con calma y escribir luego.
Unas preguntas bullen corriendo barranca abajo como si ¿en verdad existió en Cuba un «socialismo» pensado desde la autonomía y la idoneidad ideológica entre 1959 y 1975?, fecha tope que cita el redactor para delimitar períodos. Intuyo que fue tras el primer Congreso ensovietado, donde todo transcurrió al calco del discurso del salvador eslavo y que a partir de aquel informe aterrador, comenzó el deslave de la utopía. Un incierto porvenir, y esa sí es una certeza, quedó expuesto bajo aquella promesa de sumisión de larga data disfrazada de hermandad de clase. ¿O fue otra cosa y nos contaron cuentos los enemigos? Descubro, leyendo a Armando, que los proveedores ulteriores del ausente petróleo (macuto meridiano y matriz del control absoluto) por sus frágiles manipulabilidades, no merecen considerarse en ningún estadio del estudio sobre esas (inter)dependencias, eternas por vergonzantes. No las dice así el escrito, son una derivación de su lectura, porque no hubo una venezuelización aquí, sino al revés. Como quizá haya en el futuro nueva americanización de la isla.
Uno se llega a aburrir con las estrategias que emplean hoy nuestros desfondados analistas ¿habrá otro término más feo que el de «thinktanks? cubiches cuando de responder al «enemigo agresor en la redes» se trata, porque enfrentando asuntos tan escabrosos como estos suelen reabsorberse apenas. Chupando el caldo. Imaginen si por meta/encargo tuvieran que explicar el «glorioso» pasado del castriosocialismo antillano. Tienen nuestros verbicombatientes, además del propósito en el nuevo terreno de su lucha, un chip alojado en la pituitaria que les impide controlarse y ser coherentes.
Porque en este espacio libertario de expresión cada vez hay menos comentaristas, nótese, no obstante, porque se sabe vigilado y han cooptado finas estrategias: hacen como si no existieran. Ni el espacio, ni ellos. Pero tengan fe de que lo leen absolutamente todo, hasta las insípidas descargas procristianas del correctísimo Sautié Mederos, mientras despliegan un cojonal de segurosos que necesitan de un salario y que no abonan un centavo de aquel simbolismo suyo por el sondeo a esta infestada internet multipolar. Así evitan amoscar a jeques, cansados/timoratos por igual, entablando polémica con algo que nos corroe a todos, pero ¿qué puede resultar dañino en temas de estabilidades, sanidades y sandeces, futuras o presentes? Usualmente callan, porque carecen de permisos -¿o será de argumentos?- para ripostar. Miran primero a ambos lados (inc. izq-&-der, trátese de comunistas honestos o hiperoportunistas enhiestos) buscando la aprobación suprema, pero ni osan mirar al techo que se les caerá encima.
Los ejemplos más elocuentes de ciberguerrilleros-amanuenses radican en los blogs presuntamente independientes que hospeda la oficialista plataforma «cubava.cu» y que es único acceso de mayor conglomerado a la intranet pobre. La censura hace estallar una opinión libre que cualquiera con alicates considere fuera de contexto en las actuales «permisibilidades» del alambrado insular. Nuestro blog Arcoíris, por (mal)ejemplo, ha sido «sancionado» con par de nalgaditas/suspensiones, y a otros ha llegado el cierre total por «indebidos». Este mismo OC perdió su hospedaje y ahora vaga por la red como altamente desconfiable (y no duden que catalogado a golpes de pecho como reaccionario). Ninguno ha sido víctima -dicen tranquilos- de la censura «involucionaría» que les corresponde, sino de todo lo contrario: son soberanos e independientes. Nadie les bloquea, porque ignorándolos les dan invisibilidad. Esas vulgares prevaricaciones no provienen de individuos altruistas, pesimistas ni quejumbrosos-. No. Esas son especulaciones nuestras.
Harold Cárdenas es un joven cubano como su sitio, que promulga de cuando en vez lo que piensa y ya tiene historial de zarandeo por esa libertad mínima que le ha sido concedida gracias a su demostrada postura «de izquierda», no plural, en singular. Para destacarse, algún personajillo lo ha usado/reivindicándole en plena caída, pero regalándose ante la gubernatura cual salvador de una imagen que es justamente la que se desea ofrecer en son de «tolerancia» estata(lista) ¿no sabe acaso a rancio este tolete? Es curioso que alguna gente «curiosa» lo lea y se entere de sus presupuestos solo cuando lo replica Fernando Ravsberg en sus Cartas desde Cuba porque a su blog visitan siempre los mismos. Y traigo por los pelos a este muchacho que ni conozco porque su discurso de «estudiante-profe-monitor» puede ser más asequible al lector común que un texto del académico Chaguaceda o ese otro camagüeyano indagador. Aunque ambos coinciden en soñar un socialismo democrático de rostro humano, usan distintas vías para hacerse entender. Y nada debe haber de malo en ello, si no fuera porque sus apreciaciones carecen de seguidores y de muchos menos discutidores contables. Puede que eso sea un (otro) mal de conexión. O del interés ciudadano que debía abundar.
Los añejos/degastados replicantes oficiales en cambio se multiplican hasta el hastío, y no merecen mentarse, campean en el irrespeto y despotrican a sus anchas del oponente más infantil con la música habitual: loas infinitas a los intocables y el fin de las armonías. Entonces ¿qué esperar que sepa el pueblo bruto, destinatario de todas nuestras esperanzas/frustraciones, certezas/dudas, monismos/matices y vislumbramientos/ocultaciones, de su muy disfuncional status-vitae/modus-vivendi luego de enterarse (nunca por experiencia propia) que hay par de tipos brillantes en el firmamento virtual tratando de mejorarles el seso frente a un discurso paralítico, entronizado, retrógrado y cobarde? ¿Quién es quién en estas redes que amerite nuestro tiempo? ¿Alguien sigue de corazón los derrames resbalosos de Ubieta, Barata, Iroel S, & Cía? ¿Quiere un cubano leer a la ajena Yoanny S, la homofóba Yadira E, o al agente Yohandry? ¿Lo necesita?
Si pusieran internet hoy por la libreta, redistribuyendo el cable del que se han apropiado un montoncito o la indicaran como tarea priorizada del partido en los cuasinexistentes CDR ¿sería la cosa diferente de poder acceder a ver sitios como este donde el protagonismo no es de uno ni el de una claque arribista sino causa común de/por los desclasados históricamente mudos? Muy poco podrían llegar a entender hombres normales acerca de leyes protectoras no incriminantes, preceptos ineludibles, estudios, citas, historiografías útiles y discursos elitistas, si hundidos en la mera supervivencia como andan, esa que les impone el horrendo día a día, carecen del entusiasmo para aprender otra cosa que artimañas. O como hacen los que ya pueden: se evaden en pos de la manera de escapar de todas las miserias inducidas e intentar hacerse a la boga pronto.
Aquellos, los ciberrancheadores, no tienen que correr tras el pan, por tanto, pueden darse el lujo de desvariar, insultar y equivocarse…a cambio de e$o mismo que combaten. E$o, que es lo que quieren para sí -como el gobierno autotitulado también quiere y resulta contagioso verlo enmarañarse, sin intermediarios bichos que lo despelucen- apreciarlo como valor ¿de cambio? en manos de otros. A unos (los malos) les paga la CIA, el NEFD, a otros el grupo Prisas, el canal 41 etc. Y a ellos, inmaculados y buenos, les «da lo que les toca» el generalato, porque antes se jamaron el millón diario de óleorublos sin conmiseración entre sus proselitismos foráneos y francachelas del patio, al precio de un camuflado satelitazgo, en el que quedaron -por edad y méritos muy bajos- eximidos de pena. Fueron, son y serán procedencias financieras de indistintas fuentes que comulgan en el oprobio. Pero no conozco un solo país del orbe que sobreviva sin el dinero (sea limpio, lavado o sucísimo) desde los tiempos modernos hasta hoy. Decía Marx que no hay nada tan ideo-lógico sobre la tierra. Cartagineses y fenicios desaparecieron del buró de la OIC con sus ristras de especias hace ya mucho. Así tal suerte de corolario de la evolución, como en cualquier sistema que haya perdido rumbo sin proponérselo- hasta la vis humanitarista-, servirá para satisfacer con papelitos nuestra grosera animalidad, nos guste o no.
Cuando se ha cerrado a las mayorías el acápite participativo, todo está cuasi perdido. Y aquel empecinado será el único sabio perseverante sobre el podio: siempre con el mazo dando.
Pero claro, las revoluciones también las hacen unos poquísimos, los indignados de la calle, los descontentos felices, los de nada que perder, más los elegidos para la mandancia en estirpe e ilustración, y luego se les suma una conga tumultuaria que calentaba tambores… pero bajito y en el fondo. Hasta que oyeron la bulla afuera.
No viviremos mucho para reciclarnos los conceptos primordiales al cabo de años trascurridos ni tampoco habrá suficiente fuel para contarlo. Nuestras estancia/fragilidad terrenas resultan al cabo breves/encomiables.
Meta(mos)física para sacar(nos)química. Todo sea con/por la maldita caña. Y apologicemos con urgencia.
Si este artículo del profesor es el primero de una saga, veremos que nos trae segunda parte.
Ojalá que alcance a muchos.
Reenvío mi opinión, porque creemos que el sitio merece un comentario entre tanto silencio de lectores. Si la censura nos alcanza, estamos fritos.
Unas preguntas bullen corriendo barranca abajo como si ¿en verdad existió en Cuba un «socialismo» pensado desde la autonomía y la idoneidad ideológica entre 1959 y 1975?, fecha tope que cita el redactor para delimitar períodos. Intuyo que fue tras el primer Congreso ensovietado, donde todo transcurrió al calco del discurso del salvador eslavo y que a partir de aquel informe aterrador, comenzó el deslave de la utopía. Un incierto porvenir, y esa sí es una certeza, quedó expuesto bajo aquella promesa de sumisión de larga data disfrazada de hermandad de clase. ¿O fue otra cosa y nos contaron cuentos los enemigos? Descubro, leyendo a Armando, que los proveedores ulteriores del ausente petróleo (macuto meridiano y matriz del control absoluto) por sus frágiles manipulabilidades, no merecen considerarse en ningún estadio del estudio sobre esas (inter)dependencias, eternas por vergonzantes. No las dice así el escrito, son una derivación de su lectura, porque no hubo una venezuelización aquí, sino al revés. Como quizá haya en el futuro nueva americanización de la isla.
Uno se llega a aburrir con las estrategias que emplean hoy nuestros desfondados analistas ¿habrá otro término más feo que el de «thinktanks? cubiches cuando de responder al «enemigo agresor en la redes» se trata, porque enfrentando asuntos tan escabrosos como estos suelen reabsorberse apenas. Chupando el caldo. Imaginen si por meta/encargo tuvieran que explicar el «glorioso» pasado del castriosocialismo antillano. Tienen nuestros verbicombatientes, además del propósito en el nuevo terreno de su lucha, un chip alojado en la pituitaria que les impide controlarse y ser coherentes.
Porque en este espacio libertario de expresión cada vez hay menos comentaristas, nótese, no obstante, porque se sabe vigilado y han cooptado finas estrategias: hacen como si no existieran. Ni el espacio, ni ellos. Pero tengan fe de que lo leen absolutamente todo, hasta las insípidas descargas procristianas del correctísimo Sautié Mederos, mientras despliegan un cojonal de segurosos que necesitan de un salario y que no abonan un centavo de aquel simbolismo suyo por el sondeo a esta infestada internet multipolar. Así evitan amoscar a jeques, cansados/timoratos por igual, entablando polémica con algo que nos corroe a todos, pero ¿qué puede resultar dañino en temas de estabilidades, sanidades y sandeces, futuras o presentes? Usualmente callan, porque carecen de permisos -¿o será de argumentos?- para ripostar. Miran primero a ambos lados (inc. izq-&-der, trátese de comunistas honestos o hiperoportunistas enhiestos) buscando la aprobación suprema, pero ni osan mirar al techo que se les caerá encima.
Los ejemplos más elocuentes de ciberguerrilleros-amanuenses radican en los blogs presuntamente independientes que hospeda la oficialista plataforma «cubava.cu» y que es único acceso de mayor conglomerado a la intranet pobre. La censura hace estallar una opinión libre que cualquiera con alicates considere fuera de contexto en las actuales «permisibilidades» del alambrado insular. Nuestro blog Arcoíris, por (mal)ejemplo, ha sido «sancionado» con par de nalgaditas/suspensiones, y a otros ha llegado el cierre total por «indebidos». Este mismo OC perdió su hospedaje y ahora vaga por la red como altamente desconfiable (y no duden que catalogado a golpes de pecho como reaccionario). Ninguno ha sido víctima -dicen tranquilos- de la censura «involucionaría» que les corresponde, sino de todo lo contrario: son soberanos e independientes. Nadie les bloquea, porque ignorándolos les dan invisibilidad. Esas vulgares prevaricaciones no provienen de individuos altruistas, pesimistas ni quejumbrosos-. No. Esas son especulaciones nuestras.
Harold Cárdenas es un joven cubano como su sitio, que promulga de cuando en vez lo que piensa y ya tiene historial de zarandeo por esa libertad mínima que le ha sido concedida gracias a su demostrada postura «de izquierda», no plural, en singular. Para destacarse, algún personajillo lo ha usado/reivindicándole en plena caída, pero regalándose ante la gubernatura cual salvador de una imagen que es justamente la que se desea ofrecer en son de «tolerancia» estata(lista) ¿no sabe acaso a rancio este tolete? Es curioso que alguna gente «curiosa» lo lea y se entere de sus presupuestos solo cuando lo replica Fernando Ravsberg en sus Cartas desde Cuba porque a su blog visitan siempre los mismos. Y traigo por los pelos a este muchacho que ni conozco porque su discurso de «estudiante-profe-monitor» puede ser más asequible al lector común que un texto del académico Chaguaceda o ese otro camagüeyano indagador. Aunque ambos coinciden en soñar un socialismo democrático de rostro humano, usan distintas vías para hacerse entender. Y nada debe haber de malo en ello, si no fuera porque sus apreciaciones carecen de seguidores y de muchos menos discutidores contables. Puede que eso sea un (otro) mal de conexión. O del interés ciudadano que debía abundar.
Los añejos/degastados replicantes oficiales en cambio se multiplican hasta el hastío, y no merecen mentarse, campean en el irrespeto y despotrican a sus anchas del oponente más infantil con la música habitual: loas infinitas a los intocables y el fin de las armonías. Entonces ¿qué esperar que sepa el pueblo bruto, destinatario de todas nuestras esperanzas/frustraciones, certezas/dudas, monismos/matices y vislumbramientos/ocultaciones, de su muy disfuncional status-vitae/modus-vivendi luego de enterarse (nunca por experiencia propia) que hay par de tipos brillantes en el firmamento virtual tratando de mejorarles el seso frente a un discurso paralítico, entronizado, retrógrado y cobarde? ¿Quién es quién en estas redes que amerite nuestro tiempo? ¿Alguien sigue de corazón los derrames resbalosos de Ubieta, Barata, Iroel S, & Cía? ¿Quiere un cubano leer a la ajena Yoanny S, la homofóba Yadira E, o al agente Yohandry? ¿Lo necesita?
Si pusieran internet hoy por la libreta, redistribuyendo el cable del que se han apropiado un montoncito o la indicaran como tarea priorizada del partido en los cuasinexistentes CDR ¿sería la cosa diferente de poder acceder a ver sitios como este donde el protagonismo no es de uno ni el de una claque arribista sino causa común de/por los desclasados históricamente mudos? Muy poco podrían llegar a entender hombres normales acerca de leyes protectoras no incriminantes, preceptos ineludibles, estudios, citas, historiografías útiles y discursos elitistas, si hundidos en la mera supervivencia como andan, esa que les impone el horrendo día a día, carecen del entusiasmo para aprender otra cosa que artimañas. O como hacen los que ya pueden: se evaden en pos de la manera de escapar de todas las miserias inducidas e intentar hacerse a la boga pronto.
Aquellos, los ciberrancheadores, no tienen que correr tras el pan, por tanto, pueden darse el lujo de desvariar, insultar y equivocarse…a cambio de e$o mismo que combaten. E$o, que es lo que quieren para sí -como el gobierno autotitulado también quiere y resulta contagioso verlo enmarañarse, sin intermediarios bichos que lo despelucen- apreciarlo como valor ¿de cambio? en manos de otros. A unos (los malos) les paga la CIA, el NEFD, a otros el grupo Prisas, el canal 41 etc. Y a ellos, inmaculados y buenos, les «da lo que les toca» el generalato, porque antes se jamaron el millón diario de óleorublos sin conmiseración entre sus proselitismos foráneos y francachelas del patio, al precio de un camuflado satelitazgo, en el que quedaron -por edad y méritos muy bajos- eximidos de pena. Fueron, son y serán procedencias financieras de indistintas fuentes que comulgan en el oprobio. Pero no conozco un solo país del orbe que sobreviva sin el dinero (sea limpio, lavado o sucísimo) desde los tiempos modernos hasta hoy. Decía Marx que no hay nada tan ideo-lógico sobre la tierra. Cartagineses y fenicios desaparecieron del buró de la OIC con sus ristras de especias hace ya mucho. Así tal suerte de corolario de la evolución, como en cualquier sistema que haya perdido rumbo sin proponérselo- hasta la vis humanitarista-, servirá para satisfacer con papelitos nuestra grosera animalidad, nos guste o no.
Cuando se ha cerrado a las mayorías el acápite participativo, todo está cuasi perdido. Y aquel empecinado será el único sabio perseverante sobre el podio: siempre con el mazo dando.
Pero claro, las revoluciones también las hacen unos poquísimos, los indignados de la calle, los descontentos felices, los de nada que perder, más los elegidos para la mandancia en estirpe e ilustración, y luego se les suma una conga tumultuaria que calentaba tambores… pero bajito y en el fondo. Hasta que oyeron la bulla afuera.
No viviremos mucho para reciclarnos los conceptos primordiales al cabo de años trascurridos ni tampoco habrá suficiente fuel para contarlo. Nuestras estancia/fragilidad terrenas resultan al cabo breves/encomiables.
Meta(mos)física para sacar(nos)química. Todo sea con/por la maldita caña. Y apologicemos con urgencia.
Si este artículo del profesor es el primero de una saga, veremos que nos trae segunda parte.
Ojalá que alcance a muchos.
“Deben combinar la apuesta por la participación con el respeto al pluralismo y la representación; poner la defensa de la justicia social en igual rasero que el respeto y ejercicio de los derechos civiles y políticos, individuales y colectivos. Promover modelos mixtos, complejos y sostenibles de producción, distribución y consumo, antes de insistir en la estatización o el comunitarismo extremos como sinónimos de socialismo. Hablar del país real y de agendas concretas para enderezarlo. Asuntos sobre los que volveremos, próximamente, en este mismo espacio.”
Esa ultima cita no es muy clara pero no me parece un llamado al socialismo libertario dirigido por la clase trabajadora y demás sectores subalternos. Si bien entiendo y promuevo la crítica a la estatización de los medios de producción no considero que la misma se pueda superar por medio de “modelos mixtos, complejos y sostenibles de producción» promovidos por los ideólogos del neoliberalismo. En las sociedades capitalistas en donde se le da prominencia al capitalismo de libre empresa esto de las economias mixtas es algo que ha existido hace mucho tiempo. La alianza entre el sector público y privado es algo que es parte incluso de los países más neoliberales.
Este articulo si bien disputa el regimén dictatorial del los castros y compañía. ¿Qué Propone como alternativa revolucionaria? ¿el socialismo o el neoliberalismo? Puede ser muy lamentable para la intelligentsia igualmente oportunista como los burocrátas del Partido Comunista Cubano el actual ejemplo de la China Neoliberal dirigida por la estructura dictatorial legada por el período maoísta. Es decir, el casamiento entre dictadura tecnocrática de un partido único y el capitalismo neoliberal globalizado. La destrucción del capitalismo de estado no tiene por qué destruir el actual regimen político dictatorial.
Por otro lado, es un error hablar de lo anticuado de la obra de gramsci cuando son cada vez más los revolucionarios en el mundo que estamos tratando de pensar la realidad actual a través de gramsci, El pensamiento de Gramsci y de Marx es actual precisamente porque ambos aportan instrumentos para pensar el presente y no ningún dogma fuera de la historia.