Santa Fe: 3 de marzo de 2016
“Año 58 de la Revolución”
Gral. Carlos Fernández Gondin
Ministro
Ministerio del Interior
Estimado ministro,
En fecha 2 de marzo de 2016 la Logia de los Caballeros de la Luz: Capitán Dionisio San Roman, en esta ciudad, me pidió que ofreciera en su sede una conferencia a sus miembros. Discutiríamos el tema: “Las ciudades en Cuba”.
Importante esta cuestión.
Precisamente los días 1 y 2 de marzo el IPF, junto a otras instituciones del país, realizó un evento nacional en donde se discutió el tema de marras. Las reformas en curso han apostado por la creación de nuevas sociedades locales y está en proyecto una ley de municipios, que hace 40 años debió ser adoptada. Ciertamente es este un agujero negro en los Lineamientos. Ahora es la Logia de los Caballeros de la Luz en el barrio la que se interesa por tal asunto.
Entonces fui convidado.
Siendo la entrada libre, me dicen que traiga mis invitados.
Entre los que pedí que asistieran a la charla se hayan personalidades de la cultura y la política del país, cuadros del Partido y del Poder Popular, etcétera. Tratamos así de hacer una contribución en el análisis que debíamos de realizar.
Buscando dejar en manos del organizador el control del evento: 1) Entregué la agenda a tratar con antelación, y 2) Sugerí hacer de la conferencia una charla abierta.
Desde luego, poner sobre la mesa los problemas de la ciudad es algo incómodo para aquéllos que pasan la vida fabulando desde sus cargos. Detonante este que trajo a escena al oficial de la CI que se ocupa de esta comunidad. Empleando los métodos más burdos y groseros, –chantaje mediante– logró este señor abortar la realización del evento y al final, frustrar la “acción del enemigo”.
Hace tres años visité en su oficina al jefe de la CI en Playa. En esa ocasión pedí al compañero que si algo tenía que tratar conmigo, que no dudará en hacerme la visita o en invitarme a sus oficinas.
“Discutamos entre revolucionarios las diferencias” –dije entonces.
Pero no, hizo otra cosa. Incumplió el pacto que hicimos. No hay ética en ello.
Cuando en 2015 hice una propuesta a mi delegado del Poder Popular, –mucho antes de hacer su primera rendición de cuentas– el jefe de la CI lanzó en mi contra un operativo. Participaron en este: tres patrullas, doce policías, cuatro agentes de la CI, ocho delegados y un montón de militantes del Partido. Debían de realizar un acto de “reafirmación revolucionaria” en caso de ser necesario. Acabaron por hacer el ridículo. Después de hablar en la reunión los vecinos aplaudieron hasta hacer estallar las manos.
Nuevamente se empleó esa manera sucia e infame de tratar a los compañeros.
Considero que el actuar de tal modo es un acto cobarde y tal actitud resta mérito a la labor que realiza un oficial del MININT. Acaben de entender la cuestión, les digo: no soy la enfermedad, sino la cura de esta última. Calificarme de incendiario no resolverá el problema. Porque no soy yo el problema, sino el que ofrece la solución.
Entonces creo que deben ser imbéciles los que no se den cuenta.
¿Quién les va a creer que se deben a la ley en lo que hacen?
Preguntaba en una carta a los hermanos: “(…) ¿qué tipo de autoridad le asiste a un oficial del MININT para negar la libertad de culto que refrenda la Constitución? ¿Cuál es el costo político que sigue a estas actitudes, cuando la masa ve al MININT violar tal derecho con total impunidad? ¿Para quién trabaja esta gente?”
Trabajan para el enemigo.
Sucede que desde un cargo público acusan de algo a un infeliz. Estos señores, sin dudar, hacen del victimario un héroe y de la víctima un villano. Este es un delito muy común en Cuba: se llama, “abuso de autoridad”. Y la gente, indefensa, no sabe qué hacer. Viajando por los intersticios de la sociedad, un hilo de pólvora llega al barril de la corrupción y lo hace estallar. Después de esto, –para peor– nada será igual que antes. Porque la gente ha aprendido a pagar… para “resolver”.
Así de absurdo es todo.
Desearía no distraer su atención. Usted se haya sentado sobre un volcán.
Detrás de las rejas se haya hoy un montón de altos oficiales. ¡Y crece el expediente de casos! Más del 80% de los presos hoy son por delitos de cuello blanco. Toda esa gente era cuadro del Estado y al más alto nivel, dirigía el país hace seis meses. En fin… Encerrar en una celda al delincuente no es acabar con la delincuencia.
La furia del mar le golpea por todas partes. Desde el que vende la gasolina en el taller del MININT, hasta el hijo del ministro que robó 17 millones de dólares.
Compañero, tiene en las manos una bomba de tiempo.
Entienda que la solución no es administrativa o policial sino política. Empoderar a la comunidad. La política del Partido hace la apuesta por nuevas sociedades locales: centradas en la comunidad y basadas en la autogestión.
Hagámonos algunas preguntas: ¿Cuáles serán las misiones de la policía en ese contexto? ¿Defender el orden público (burgués) o asistir al proceso de cambio (revolucionario) de la sociedad? Insisto, ¿qué tipo de organización va a adoptar? ¿Cómo va a interactuar ésta con la comunidad? ¿Practicamos el concepto de autodefensa?
Hablamos de otra sociedad: sin Estado, sin dinero, sin mercado. Desde luego, otra cosa es que algo así Usted no la crea posible.
Roque Dalton nos advertía que ser comunista da dolores de cabeza.
Personalmente creo que estoy en deuda con la definición de mí que hacen los órganos de control que Usted dirige. Consideran que soy un incendiario. Prometo que haré de ahora en adelante todo lo posible por honrar tal definición.
Fraternalmente,
Ramón García Guerra
Postdata: Tengo un mapa del estado de sus tropas. Créame, su rating es bajísimo. ¿Cuál es la política que sigue? Meter a los corruptos en la cárcel. Defender a la Revolución en su integridad. Correcto. Pero… Extirpar el mal de raíz es aún mejor. Ahora le pido que anote en mi expediente lo que creo de mí mismo: No soy un Cruzado ni estoy haciendo la Gran Cosa. Eso sí, hago todo lo que puedo o me dejan hacer. Creen que estoy loco. No se equivocan en eso. (Recuerden que soy el hijo de una revolución.) Luego, trato de ser mejor persona y en eso, hago una vida. Aprender, crear, disfrutar… Confieso que estos son los motivos que me llevan por el mundo. ¿Arruino la fiesta a alguien? Sinceramente me disculpo. Porque no es personal.
Estimado Ramón,
Ya sabes con cuanto interés sigo tu combate en Cuba para que el pueblo sea el protagonista directo del presente y de su porvenir, por lo que no te sorprenderá que, en esta ocasión, vuelva sentirme solidario de tus esfuerzos para debatir públicamente con las autoriades las violaciones a los derechos humanos fudamentales en la isla.
Se halle donde se halle, para todo revolucionario es un deber luchar contra todas las formas de la dominación y la explotacíón, y eso es lo que tú, hermano Ramón, haces en Cuba. Por eso es incomprensible que un Gobierno que se pretende revolucionario intente impedirte hacer una labor tan loable.
Fraternalmente
Octavio Alberola