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Por Rogelio Manuel Díaz Moreno

Las fuerzas e ideas revolucionarias están sistemáticamente expuestas a difamaciones y ataques que buscan neutralizar su poder subversivo para el poder hegemónico dominante. Así continuará por mucho tiempo, y no se debe perder demasiado la cabeza por ello. Se contesta cuando sea necesario, se mantiene el estandarte levantado y las convicciones y los mensajes claros.

Los epítetos relacionados con la caducidad son frecuentes en boca de la derecha, para referirse a las fuerzas de izquierda que no se acomodan a sus moldes. Por supuesto, de la izquierda hacia la derecha se lanzan con similar asiduidad. La descalificación y la adjetivación, después de todo, son un recurso barato y al alcance del entendimiento de personas sin demasiada cantidad de luces.

El hecho de que Armando Chaguaceda emita el título de Izquierda Jurásica, hacia un grupo específico, no contiene por lo tanto nada de novedoso, nada en que valga la pena detenerse un minuto. Ahora bien, este sitio del Observatorio Crítico no puede darse el lujo de prestarse a identificaciones con sectores particulares, cuya presencia y acción constituirían un mal rato hasta para un buen y honesto dinosaurio.

El revuelo armado con los bretes de las supuestas sociedades civiles cubanas en Panamá, cuando la pasada VII Cumbre de las Américas, le dio el pie a Chaguaceda para montar sus ataques. Para dejar bien claras las cosas, no estoy particularmente interesado en defender a los blancos atacados. Estos tienen suficientes recursos materiales y de aduladores que le hacen los coros. Sin embargo, el acalorado texto se basa sobre tesis y posturas incompatibles e indefendibles bajo los principios del Observatorio Crítico, que paso a rebatir.

Se podrían considerar unos simples deslices, los de insinuar que Lenin era partidiario de algún tipo de luchas guerrilleras, cuando su corriente política era la de actuar en un partido que dirigiera la acción de las masas; o lo de cerrar con una apelación a Rosa Luxemburgo que casi la convierte en una adalid de la ahimsa, cuando aquella revolucionaria tenía unos pantalones muy bien puestos y tenía muy claro un camino de acciones bien radicales, con la inevitabilidad de encarar y vencer al enemigo capitalista por el camino. Aunque un académico de la talla de Chaguaceda no debía cometerlos, por cierto, si hasta alguien tan poco preparado como yo lo puede poner en evidencia. Al fin y al cabo, lo más grave no está ahí.

El principal problema en el texto de Chaguaceda, es que se coloca del lado de la derecha reaccionaria, de la supuesta sociedad civil alternativa que llevara a Panamá la disidencia cubana. El analista se molesta y previene a algunos grupos de personas, solidarios con el gobierno cubano, por haberse comunicado con las autoridades panameñas para advertirles contra la presencia de aquellos individuos. En resumidas cuentas, que Armando Chaguaceda escoge decididamente, el bando de dicha disidencia, y de paso apoya a los similares de Venezuela.

Disentir y oponerse a un gobierno o sistema político son derechos básicos de cualquier ciudadano. En eso estamos de acuerdo. También estamos de acuerdo en que los gobiernos de Cuba y Venezuela no son nada amables frente al ejercicio de este derecho. Sin embargo, eso no justifica cualquier acción que se haga. La mayoría de las personas que rechazan las políticas imperialistas de los Estados Unidos, por poner un ejemplo, no justificarán el criminal y trágico atentado a las Torres Gemelas.

El terrorismo y el crimen son armas que descalifican cualquier accionar político, sea de quien sea. Y la libertad de expresión, en la mayoría de los países, tiene claras excepciones establecidas para no promoverlos, justificarlos o glorificarlos. Infringir esos códigos es un delito en casi cualquier lugar civilizado.

La mayoría de la llamada sociedad civil que llevó el gobierno cubano a Panamá tenía bastantes problemas. Por acá se los señalamos. Pero ninguno llegaba a esta altura, a la que sí se alzó una buena parte de la alternativa. Algunos fueron a la cita en compañía de personajes de historial absolutamente siniestro, como el tal Félix Rodríguez. Otros llegaban después de mucho haber pregonado a los cuatro vientos que (el presidente de los Estados Unidos) Obama, hace mal en negociar, en suavizar el bloqueo o sacar a Cuba de la lista de países terroristas.

Admitidamente, es posible que no toda la sociedad civil cubana alternativa respondiera a estos moldes. Pero Chaguaceda no hace estos distingos sutiles. Para él, todos eran inocentes corderitos, perseguidos en su país por maquinaciones y difamaciones de un malvado aparato policial. La realidad, empero, lo contradice. Se requiere mucha ecuanimidad para sostener que todas las acusaciones contra ellos son inventos de los órganos de la Seguridad del Estado cubano. Hombre, si está en sus mismas declaraciones, recogidas por los medios internacionales y en los sitios de Internet de esos mismos sujetos.

En Cuba existe, no lo dudo, una oposición que puede estar compuesta por personas honestas, patrióticas, que aspiren a cambiar al gobierno y a la política. De muchas formas, a distintos niveles, con muchas dificultades. Pero esta no es la que generó el escándalo en Panamá de conjunto con la oficialista, okey. La que hizo tal fue la otra, la que sí haría sonrojarse a un simple tiranosaurio carroñero.

¿Aterrizó Chaguaceda en un platillo volador, procedente de Marte, y no sabe lo que ha pasado por el Caribe en los últimos 15-20 años? Tal vez sea bueno refrescar la memoria, empezar por los bombazos en los hoteles y discotecas de los años 1997-1998. Se puede recordar también el plan de atentado del año 2000, contra Fidel Castro, en el Paraninfo de la Universidad ¡de Panamá, justamente! Fabio di Celmo murió en los primeros, infeliz, que ni cubano era y estaba acá solo de turista. La justicia panameña tuvo preso a Posada Carriles por lo segundo. ¿Fueron, esos, resultados de alguna perversa manipulación de los segurosos cubanos?

La ultraderecha cubana de Miami, la misma que promovió a la sociedad civil alternativa tiene hoy un ídolo en Posada Carriles, artífice de los bombazos mencionados y del derribo del avión de pasajeros de Cubana de Aviación en Barbados. Lo mima, lo presenta en actos públicos, se tiran fotos con él. ¿Más manipulaciones?

Yo trabajo en el sector de la salud, y me constan los dos bloqueos. Ambos cuestan vidas, ambos son criminales. Defender ninguno de ellos, oponerse a su levantamiento, no va a hacer de mí un amigo. Tomemos el de la discusión del momento, el que depende de la potencia imperialista extranjera. Afirma Chaguaceda que los alternativos también están ya en contra de ese bloqueo. ¿De veras? ¿Entonces, para quiénes abogan, a quiénes defienden, Marco Rubio, Ileana Ross, Bob Menéndez? ¿Se puede compartir amistosamente, recibir el apoyo, de pejes como aquellos, sin validar actitudes bien definidas en el peor de los sentidos? ¿O es que estos congresistas cambiaron de idea y fui yo el que no me enteré?

En fin, que escoger la compañía es también una manera de definirse. Si algunos miembros legítimos de la sociedad civil cubana lograron ir a Panamá, seguro que no fueron los del gobierno, pero mucho menos los que se arrimaron a la oposición. Habrán sido, en todo caso, aquel grupo aislado para el que no hubo cámaras; los que perdieron la oportunidad de relacionarse normalmente con el resto de sus hermanos y hermanas continentales; los que fueron afectados, una vez más, por un diferendo al que, por suerte, ya no le quedan otros cincuenta años.

La verdadera izquierda revolucionaria no puede temer a escuchar descalificaciones, no debe intimidarse y entonces plegarse a los cánones de la hegemonía para encajar. Para sentirse, gozar y sufrir con las clases de los explotados, hay que encarar las muchas formas del látigo de los explotadores. Los que van a hablar de la represión del gobierno de Maduro que no deja de ser condenable pero solo porque éste es un enemigo, porque ahí estuvo la de Uribe, ahi está la de Peña Nieto y no se dan por enterados. Los que van a recordar Tlatelolco, porque les conviene olvidar Atenco y Ayotzinapa que están tan fresquitos. Los que no quieren recordar los ataques a la legalidad que la derecha, democráticamente derrotada, le propinó mediante golpes de estado a Zelaya en Honduras; la intentona castrense contra Chávez del 2002 y el efímero reinado de Pedro Carmona «el Breve», que luego «salió echando»… «pa´ la yuma», por no remontarnos tanto como hasta Allende y Arbenz. Los que pretenden des-ideologizar la historia, siguiendo la astuta ideología del capitalismo.

Yo sé que quien en Cuba, por ideales patrióticos y honestos, practique la oposición política, ha de sufrir sinsabores y acciones represivas. Parte no pequeña de su desgracia, será ver la tergiversación de sus ideales a manos de elementos inescrupulosos, delictivos y oportunistas, con motivaciones elementales de servilismo a un amo poderoso. Por los primeros, puedo identificarme, experimentar y manifestar solidaridad. Los últimos, no son más que agentes de imperialismos, dominaciones y sistemas de explotación propios de las clases más conservadoras, tradicionalmente y a nivel mundial, que tocará enfrentar y rechazar, como enfrentamos y rechazamos otros totalitarismos de diferentes colores.