Por Eugenio Rodríguez Balari

Son difíciles tiempos en que se desenvuelve la sociedad contemporánea, muchos políticos y no pocos analistas, académicos y ciudadanos comunes, toman partido y defienden sus ideas alrededor de los diferentes conceptos y maneras de valorar la democracia.

¿Pero de cual democracia se trata? A algunas personas la pasión les ciega la razón y lo cierto es que no hay porque abroquelarse y considerar que la manera de concebir la democracia es una sola, que es homogénea y debe resultar un cartabón universal porque en realidad no es así.

Tampoco la democracia se corresponde a un sistema social en específico, ni es aceptable que ningún país o sistema la quiera privatizar por sus intereses. Hay un periodista cubano que radica en Miami que con frecuencia y muy atinadamente dice, que la verdad es mezcla y tiene razón, más si consideramos que los fenómenos sociales no son absolutos y la relatividad de los hechos por lo general son dialécticos y se imponen. Un breve repaso de lo que ocurre en América Latina y el Caribe y otras partes del mundo, nos permite reflexionar algo más y salirnos fuera de los límites con que algunos quieren aprisionar el concepto de la democracia.

Porque lo cierto es que la democracia no es de derecha, centro, o izquierda; es sólo democracia y ninguna de las corrientes político/ideológicas debe pretender acreditársela u obtener los méritos de identificarse con ella. Sencillamente se debe ser consecuente con sus postulados, que como su vocablo lo indica viene de DEMO que es igual a pueblo y CRACIA a poder.

 

Por lo tanto se trata entonces de que a través de ella se ejerza el poder que dimana del pueblo y la misma debe servir a los intereses de este.

 

-Hace prácticamente dos décadas en varios países de Latinoamérica y el Caribe, se vienen alcanzando victorias contundentes representando alas fuerzas políticas de izquierda. Se conoce que esas democracias amparan hoy a gobiernos fundamentalmente de izquierda, que se inclinan a priorizar problemas sociales (considerablemente críticos en la región), consecuencias de la época de la colonización y luego de su largo y virtual situación de subdesarrollo aún no superada. Lo positivo es que en todos los países del área, los gobiernos cualquiera sea su orientación político/ideológica, han sido productos de amplios y supervisados procesos electorales, que a diferencia de décadas pasadas donde predominaban regímenes dictatoriales, ahora la democracia se ha expandido y consolidado en toda nuestra geografía.

 

Precisamente los éxitos alcanzados por las vías democráticas, determina la importancia de impedir los excesos radicales de la confrontación política, o las intencionalidades de derrocar gobiernos ilegalmente; pues ello puede revertir el proceso desarrollado y lesionar el necesario camino de afianzamiento de estas ideas en el territorio. La utilización de métodos ajenos a las del modelo democrático, atentan y violan el espíritu de la democracia y debilitan la necesidad de afianzarla; en todo caso lo correcto sería luchar a través de los causes electorales y sacar del poder a las autoridades a las que se oponen y sean los votos ciudadanos los que decidan sobre el diferendo.

 

Esa es la manera y no otra, en que las ideas políticas dentro de la democracia deben tratar de imponerse.

 

-En diversos medios intelectuales y académicos, se considera necesario y además se aprecia como ventajoso, el intercambiar criterios respecto a cómo optimizar el papel de los procesos democráticos. Por lo que sumándome a la corriente aprovecho para expresar algunas consideraciones sobre el tema, ahora con algo más de interés, después de valorar el reciente conclave de jefes de estados de las América y los significativos resultados que ocurrieron en el mismo. Pero antes y para conocimiento de los lectores (sin entrar en datos y detalles), les comento que en la región se han realizado diferentes encuestas sobre la democracia y estas señalan, que el grado de insatisfacción sobre las llamadas democracias representativas, los propios partidos políticos y los mismos políticos que actúan dentro de ellas, es considerablemente alto y esa insatisfacción ha continuado creciendo. ¿Qué se esconde ante una situación como esa?

 

Desde mi visión política de Latinoamérica y el Caribe, apunto hacia la contradicción existente, entre el espíritu y procedimientos del enunciado democrático y el hecho de no lograrse la equidad y justicia social en amplios estratos de la población del continente. Tal situación desafortunadamente no se ha podido conciliar, lo que ha desencadenado el creciente escepticismo político, que con frecuencia observamos y que se traduce en los elevados niveles de abstencionismo en los procesos electorales que se efectúan. Es una importante contradicción latente, que erosiona al ideal político democrático y ocasiona desinterés alrededor del modelo de la democracia representativa en nuestros países. No es posible levantar el paradigma de los valores de la democracia y sus acompañantes (la libertad y los derechos humanos), manteniéndose el atraso, el subdesarrollo y sus secuelas de pobreza, incultura e insalubridad que todos sabemos subsisten en la región. La democracia con hambre es difícil de digerir.

 

-Las diferencias sociales que se manifiestan en el seno de las democracias representativas (consecuencia de los desequilibrios económicos y clases sociales), provoca en muchos ciudadanos insatisfacción, lo que les impide percibir o compartir los mismos sentimientos de la manera en que sus defensores en los países ricos o desarrollados lo hacen. Lo que se aprecia es que mientras algunos se manifiestan sobre ella con gran interés y entusiasmo; otros tantos no lo hacen así aunque la apoyen, porque consideran que el proceso democrático adolece de la integralidad y la coherencia imprescindible y sobre todo, manifiesta un considerable nivel de transformación y desgaste en la región. Con frecuencia algunos analistas críticos de la democracia, argumentan sobre la ausencia de participación ciudadana en los procesos electorales, la exclusión de las masas en las decisiones que guardan interés social o económico, o el desinterés creciente en los procesos electorales y sus elevados niveles de abstencionismo.

Se argumenta la falta de compromiso y honestidad en los partidos y los políticos, se habla en algunos países de las relaciones del poder con el crimen organizado, se hacen públicos los escándalos de corrupción y crece la creciente inseguridad pública; no faltan los que consideran, que el dinero se ha convertido en el factor determinante en los procesos electorales y los candidatos electos son los que dispusieron de mayores cantidades, donde detrás de esos financiamientos se encuentran los sectores más enriquecidos.

 

Si se quiere comprender porque los partidos o movimientos de izquierda han arribado al poder a través de vías democráticas; focalícese la dramática situación de la inequidad existente en la región, amén de los otros factores que erosionan .Tampoco han faltado las instituciones internacionales, que según sus ideas neoliberales han responsabilizado a los gobiernos de la región; señalándoles que les ha faltado experiencia, valentía o coraje para evitar las consecuencias económicas/sociales y encarar políticamente los impactos que se derivaban de los procesos privatizadores o de ajustes ocurridos en América Latina y el Caribe. Sin embargo la evaluación del período neoliberal arrojó resultados poco alentadores y socialmente muy críticos, estos han sido suficientemente reconocidos a través de los propios países y los análisis de la CEPAL .La prestigiosa dependencia de las Naciones Unidas, no concluyó sus informes sobre tal período de una manera satisfactoria y en varios países la política neoliberal contribuyó a que se establecieran regímenes dictatoriales.

 

Luego y como consecuencia de tales circunstancias, retornaron otros procesos democráticos, pero ahora de corte más progresistas o de búsqueda de mayor justicia social.

Aparte las diferencias políticas existentes entre unos u otros países de la región, el conclave de La VII Cumbre de las Américas, nos mostró un amplio panorama de perfil democrático. Las sociedades menos desarrolladas (donde se acentúan los desequilibrios económicos y sociales), ha hecho ostensible la ausencia de un modelo incluyente socialmente y la democracia (sea representativa o participativa), para que así se comporte como debe, lo requiere indefectiblemente.

 

La miseria y pobreza con sus impactos de hambre, analfabetismo, incultura e insalubridad; excluye automáticamente a estos ciudadanos y claro está no puede o logra captar el interés en su involucramiento sistémico democrático. Las democracias tienen que ser modelos sociopolíticos incluyentes, de beneficios sociales para todos; porque aquellos individuos que no logran vivir con decoro en la sociedad (no por sus intenciones o deseos), sino por no tener empleos y afrontar condiciones de vida, miserables o paupérrimas, que se les puede señalar o exigir a esos individuos. Es necesario consolidar la democracia, cerrando la brecha y las enormes diferencias entre los procesos políticos, el sistema y las condiciones de vida de amplios sectores de la población, a los que se les hace imposible acceder a la educación básica o a una economía familiar solvente y decorosa.

 

No es de extrañar que se muestre un significativo abismo entre los postulados de libertades y los derechos que enarbola la democracia y las condiciones reales e in equitativas de vida que se aprecian en diversos estratos sociales a través de la vigencia del modelo. Las desigualdades económicas y sociales presentes en América Latina y el Caribe, son identificadas como las más desproporcionadas del orbe y son las causas de los resultados desalentadores y el desinterés en los procesos democráticos de la región, tal y como señalan las encuestas realizadas .Existe un pensamiento en el área que supone, que la democracia sólo se consolidará y obtendrá la motivación de los ciudadanos, cuando los desequilibrios económicos y sociales desaparezcan del medio y con ellos la pobreza.

 

Es imprescindible alcanzar democracia con equidad social. Por ello se impone manejarla tolerancia y prudencia en los enjuiciamientos políticos respecto a ella; evitar en las diferencias los calificativos peyorativos que pueden con facilidad replicarse e incurrir en polémicas estériles. No es conveniente desgastarse con posiciones extremas, utilizando descalificaciones entre unos u otros, cuando los modelos democráticos no son perfectos y lo que se debe es luchar consecuentemente por perfeccionarlos. Parece predominar la idea que se necesita alcanzar la integralidad plena en las soluciones políticas, económicas y sociales; de manera que las virtudes de la democracia se conjuguen con estos factores y esta sea abrazada y estimada por todos los ciudadanos. Si en innumerables países del primer mundo, en los mismos EEUU, se manifiestan dentro del modelo de democracia representativa los intereses de los poderosos, se hace frecuente la corrupción, los engaños políticos, la politiquería, la compra de votos y los candidatos triunfadores son los que más dinero recaudan para sus campañas y no los programas políticos que representan o se requieren impulsar; que se deja o puede esperar en los países más atrasados y pobres; algunos de los cuales se han visto forzados en buscar nuevos caminos para intentar mayores niveles de equidad y justicia social .No quiero pasar por alto como algo más de la importancia del tema democrático para nuestras sociedades; el aleccionador ejemplo ocurrido a fines del siglo pasado, cuando se produce el fracaso de la llamada democracia socialista soviética y la de sus aliados.

 

Un intento fallido por instaurar una democracia en el marco de nuevas relaciones de producción y propiedad (dentro de un sistema social de aspiraciones más justas o equitativas), pero que se deformó por otro de corte antidemocrático y totalitario. La intencionalidad teórica de la democracia socialista, se basaba en las tesis leninistas de la dictadura del proletariado; teoría que considera la imposición de los intereses de las mayorías(los trabajadores junto a los campesinos) sobre los de las minorías, y al estado como vehículo para conducir la sociedad hacia un sistema social que promoviera fundamentalmente justicia social; todo ello garantizado a través de un Partido, el Partido Comunista de la Unión Soviética. Sin embargo el concepto de dictadura, de por sí no resultaba atractivo ante la sociedad, porque el término es el reverso de lo democrático. La llamada dictadura del proletariado, unida a la existencia de un solo Partido y un Estado centralizador y vertical, limitó inconmensurablemente las libertades de los individuos, e impidió el ejercicio político de importantes sectores de la sociedad, afectando los derechos ciudadanos; por lo que finalmente se hizo incompatible a los intereses y necesidades del pueblo que proclamaba su gobierno .La experiencia nos dice que no es posible desarrollar un sistema social avanzado(socialista si se quiere), sin posibilitar las más amplias libertades ciudadanas, los procesos democráticos más amplios o efectivos y con el mayor apego al respeto por los derechos humanos.

 

-Finalmente hay quienes consideran que fundamentalmente se distinguen dos modelos democráticos; uno que se distingue por las democracias liberales o representativas, caracterizadas por la elección de los individuos según lo establecido por las leyes y que supuestamente representan con sus programas políticos los intereses de los que los han electos.

Para garantizar esos procesos existen elecciones cada cierto tiempo, participan diversos partidos políticos con sus candidatos específicos y los electores votan.

 

Sin embargo y por lo general a ello se reduce la participación ciudadana, porque una vez electos los candidatos como representantes de sus electores, estos toman decisiones en sus instancias correspondientes sin necesidad de otras consultas convenientes a la ciudadanía; originándose en no pocas ocasiones, distanciamiento y además desinformación entre los ciudadanos, lo que también conspira contra la efectividad del modelo democrático representativo.

 

-Con la democracia participativa o directa pasa otro tanto, porque aunque se identifica como un modelo en el que los individuos como ciudadanos, se enrolan o participan directamente en los más significativos aspectos de interés social o públicos; no son pocas las ocasiones en que su participación se ve reducida o manipulada por las características del propio proceso participativo, donde también muchas veces es formal su participación y se subestima los convenientes aspectos de la representatividad democrática.

También hay que considerar que alrededor de ambos sistemas democráticos, existen variantes en su implementación práctica, una se manifiestan de formas más amplias u otras más reducidas; sobre todo en cuanto a la participación o representatividad en tales procesos. Por ello algunos analistas consideran, que probablemente lo mejor para la democracia fuera que se complementaran hasta donde fuera posible, ambos modelos de gestión de la manera más coherente y eficaz posible. Y finalmente me pregunto.

 

¿Qué impediría ensayar la complementación de ambos sistemas en nuestra América, cuando predominan mayoritariamente gobiernos democráticos y ha surgido una amplia sociedad civil interesada, consciente y pujante?

No estaría de más su valoración y producir acuerdos para sus analices y posibles ensayos, porque la intención no sería otra que optimizar la democracia.