Por Félix Sautié Mederos.
Crónicas cubanas
Contra todos los pronósticos, el equipo de béisbol Isla de la Juventud, que se identifica como Los Piratas de La Isla, en el actual play off de la 54 Serie Nacional de Béisbol 2015, derrotó en una final crucial de su serie particular al poderoso equipo de Matanzas, que se identifica con Los Cocodrilos y que ha sido la novena de béisbol que más juegos y mejores resultados ha alcanzado durante toda la actual 54 Serie Nacional y, por tanto, el favorito de los especialistas para ser el Campeón de Cuba 2015, en la gran final programada contra el equipo de Ciego de Ávila, ganador en la parte oriental del play off. Estos resultados, que podrían ser tan sólo algo muy interesante para una crónica deportiva del momento actual en Cuba, en mi criterio muy personal de testigo de excepción e incluso de participante activo, encierra aún algo mucho más importante, que no puedo pasar por alto en mi pretendido ejercicio de ser un cronista de mi época que me ha tocado vivir: El triunfo de una voluntad erguida y ejercida por encima de cualquier obstáculo.
Me explico y cumplo con un deber de conciencia con la Isla de la Juventud, adonde fui dos veces en mi vida cuando los jóvenes cubanos en la década de los 60 marchamos en masa para recuperar los daños de un devastador ciclón y avanzar mucho más y posteriormente, en la década de los finales del 70 del siglo pasado, marché con mi familia de entonces para trabajar activamente en el desarrollo de la Isla, de forma permanente y me ejercí como Director de Cultura y posteriormente como Vicepresidente del Gobierno local, con la responsabilidad de atender la educación, la cultura, el deporte y la recreación en aquel Municipio Especial, entonces desbordado de jóvenes estudiantes de Cuba y de varios países del mundo que vinieron a estudiar y trabajar en nuestro país, así como de jóvenes movilizados de todo el país para sembrar y desarrollar las entonces tierras vírgenes de aquella hermosa Isla segunda del archipiélago cubano que una época fuera disputada por los norteamericanos a nuestra entonces incipiente república.
En esa época Kcho, el actual destacado artista plástico cubano que hoy colma los espacios de la prensa cultural local y que prestigia la cultura pinera y cubana, era apenas un niño pequeño, inquieto, que yo veía jugar en la casa de sus padres, junto a la inolvidable Marta Machado, su mamá, quien ha pasado a formar parte de la más pura tradición cultural pinera, con quien además me he honrado en haber creído en ella y haber trabajado en su forja cultural. Son cosas de la historia que ya nadie me podrá negar y que la vida me ha concedido una larga edad para poder testimoniarlas con la autoridad de haberlas vivido intensamente como testigo de excepción y participante activo, muy a pesar de quienes hoy se esfuerzan por borrarme de la historia por causa de mi pensamiento y mis ideas a favor de un socialismo verdaderamente participativo y democrático. ¡Así es la vida!
Mientras veía por televisión el extraordinario partido de béisbol que da motivo a mi presente crónica y que eliminó al favorito equipo de Matanzas clasificando a La Isla para el gran final de la 54 Serie Nacional contra el equilibrado equipo de la parte oriental, Ciego de Ávila, en los próximos días, les confieso que experimenté una emoción desbordada por encima de mis posibilidades de salud en mi ya viejo corazón; y algunas veces, con lágrimas incontenibles, recordé al desaparecido y legendario Arturo Lince, quien fue un verdadero líder epónimo de aquella etapa en la Isla de Pinos primero y, posteriormente, en lo que se ha dado en denominar Isla de la Juventud, quien por demás fue el autor de la idea inicial de formar un equipo de béisbol de la Isla de la Juventud para participar en las series nacionales, lo que algunos especialistas, muy reconocidos de entonces, consideraron como una descabellada idea romántica que no tenía verdaderos fundamentos poblacionales para sostenerla en el tiempo. Reitero que hablo de los años finales de la década de los 70 del siglo pasado, época para mí de grandes tareas, sueños y emocionales vivenciales, sobre lo que ya he escrito en mis memorias que publico por entregas en el semanario dominical Unicornio del POR ESTO!, con el título de La Espiritualidad Prohibida y el exergo De lo que he visto, de lo que he vivido, de lo que Pienso y Creo.
El hecho fue que como ya he planteado en aquella época, tenía la responsabilidad de Vicepresidente del Poder Popular local con la tarea de atender a la Educación, la Cultura, el Deporte y la Recreación en la Isla. Además de ser un cercano colaborador del equipo de trabajo de Arturo Lince que, entonces, se desempeñaba como Delegado del Buró Político del PCC en aquel territorio insular del archipiélago cubano, que entonces se identificaba radialmente como La Isla de la Juventud desde el Archipiélago Cubano reivindicando el planteamiento al respecto de que Cuba no era una simple isla sino un archipiélago caribeño planteado por el inolvidable geógrafo cubano Antonio Núñez Jiménez, quien amó intensamente a Isla de Pinos, Isla de la Juventud, durante toda su gran obra científica y su vida de explorador incansable.
De acuerdo con aquella idea tan romántica y descabellada para algunos especialistas, incluso secundados por algunos burócratas de siempre, se tomó la decisión de hacer el equipo que hoy, muchos años después, ha protagonizado una hazaña entonces impensable de modo racional; y de acuerdo con mi cargo, tuve la responsabilidad de viajar a La Habana para reclamar que los peloteros de la isla, quienes al no tener un equipo local, jugaban en las novenas habaneras, para que en la próxima Serie Nacional de entonces jugaran con la camiseta de la Isla de la Juventud. Fue una discusión aguda que nunca olvidaré, de la que algunos protagonistas aún estamos vivos.
Yo no era un especialista en béisbol, sólo un simple aficionado de los Industriales como habanero de nacimiento que soy; sobre todo, un hombre muy consciente de mi responsabilidad política y gubernamental de entonces, a partir de la cual había echado parte de mi vida por el desarrollo de la Isla de Pinos y por su transformación en La isla de la Juventud, de lo cual vivo y viviré orgullosamente todo lo que me queda de vida terrenal. En consecuencia, la lección de la Historia que quiero testimoniar es que cuando la Voluntad embarga a las personas, se podrá pasar por encima de cualquier obstáculo por poderoso que sea, y los peloteros pineros con profesionalismo y dignidad, lo han ratificado plenamente en esta 54 Serie Nacional de Béisbol. Vaya, pues, mi reconocimiento y felicitación para todos los pineros, a veces tan olvidados. Son hechos de la historia que no se pueden negar. Así lo pienso y así lo afirmo con mis respetos para el pensamiento diferente y sin querer ofender a nadie en particular. fsmederos@gmail.com
Publicado en la Sección Deportes de Por Esto!, el jueves 2 de abril 2015.
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