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Por Félix Guerra

ELOCUENCIA DE LA MUERTE

En los escenarios de comienzos del siglo XXI, la muerte encuentra contextos originales. Y exhibe además algunos saldos inéditos.

Son mensajes trascendentes anotados en las paredes del tiempo.

Por ejemplo: La Muerte de Nelson Mandela nos obliga espiritual, ideológica y éticamente a algunas reflexiones.

Es una muerte sin precedentes. Un fallecimiento ya esperado, en un reparto igual para todos los seres vivos, pero que igual conmocionó la opinión pública mundial. Eso sin dudas y como nunca antes visto.

Desaparecía el primer ser humano de este siglo de comienzos de III Milenio que permitía coincidir en sus funerales a las diversas latitudes extremas del planeta y todas las pieles humanas. Cualquier ser humano de cualquier preferencia sexual o género, obrero, profesional, campesino, artístico, intelectual, científico o político que acompañó al difunto, lo hizo con sincero pesar. Cualquier credo religioso, sin tapujos, pudo acompañar aquellos restos mortales hasta su última habitación.

¿Es un caso de imparcialidad o neutralidad, la ejecutoria de Mandela, que por no tocar a nadie, permitió a todos derramar en público sin molestia o hipocresía sus lágrimas o palabras de dolor?

¿Fue apolítica su mesura y respeto, su actitud risueña o su talante ideológico desprejuiciado y abierto?

Mandela fue líder de una lucha estigmatizada, aguerrida, sangrienta, dolorosa y muy prolongada, a veces hasta silenciosa. Y el líder soportó sin quejas aparentes, contra infames intolerancias y discriminaciones raciales, políticas, culturales y sociales. Y hasta humanas.

Su prisión fue monumento permanente de la resistencia, donde odio o rencor no eclipsó el sentimiento liberador de amar a todos.

Sus razonamientos fueron mezcla de sabiduría y comprensión, así como de estremecimientos ideológicos, pocas veces vistos antes en la Historia de la Humanidad.

Entonces, me pregunto y pregunto a cualquiera persona en cualquier recodo remoto o no del planeta Tierra:

-¿Es posible pasar por alto la idea de que, con este acontecimiento funeral, fin de la vida de un hombre grande, sería ya suficiente para que discriminación o segregación de cualquier apariencia entre seres humanos reciba su última estocada mortal?

-¿A partir del suceso, definitivamente, cualquier prejuicio de esa pinta maligna no resultará ya un acto irresponsable, irracional y tremendamente inhumano, que denigrará mil veces al victimario?

POEMAS DE LA SANGRE COTIDIANA

HABANA. ENERO DE 2015.