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Por Mayté Madruga Hernández
Tomado del Boletín Altercine, de la agencia IPS
Adelantos de un documental sobre mujeres tamboreras en Cuba.
Liván Magdaleno Cruzata es un realizador definido por la música. Graduado de la especialidad de sonido en la Facultad de Medios Audiovisuales (FAMCA), este profesor, devenido director de documentales, se enfrenta actualmente al reto de reconocer los aportes de las mujeres percusionistas al folclor afrocubano.»Tamboreras es un documental donde se hablará de machismo y racialidad», comenta el entrevistado acerca de su próxima obra, en pleno rodaje, con Francisco Delgado como asistente de dirección y Kalet Polo en la dirección de fotografía y la edición. Además, se destacarán espacios donde se promueve la rumba.
Antes de llegar a este proyecto, Magdaleno Cruzata filmó Hombres de cocodrilo (2013), un documental donde ya sobresalía el interés del cineasta por reflejar la situación y perspectiva de las mujeres, en este caso, en el poblado de Cocodrilo, Matanzas.
La rumba conforma un ambiente machista que se apoya en criterios religiosos e históricos para discriminar a la mujer en varios ámbitos. El instrumento escogido por Liván fue el tambor. A través de él, pretende discursar sobre la impronta de la mujer en ese instrumento y los obstáculos que enfrenta para tocarlo. El realizador entrevistará a exponentes del género, tales como Yuliet Abreu, La papina, «quien aún siendo estudiante ganó un premio Percuba —comenta Liván—, lo que significa que las mujeres tienen un lugar en la historia del tambor y hay que dárselo».
«La idea surge no solo por su enfoque de género, sino porque me pareció interesante, pues en varios documentales que había trabajado anteriormente, siempre había aparecido el complejo de la rumba; es decir, algunos temas donde se utiliza el tambor y, sobre todo, elementos de la columbia, del guaguancó. Todas estas interpretaciones siempre han formado parte de bandas sonoras de varios documentales míos, desde mi tesis de graduación hasta otros materiales en los que trabajé con anterioridad».
En un sistema patriarcal, el mundo en el que se ha desarrollado la rumba es hostil para las mujeres, con predominio de sociedades secretas que no las admiten y en las cuales el tambor es un elemento significativo. Aprender a tocar el instrumento y sobresalir en él se hace complicado, por lo que un material sobre ellas resulta significativo en el panorama audiovisual cubano. «Me pareció importante abordar también la mujer en la percusión, en el ejercicio del tambor porque, no es menos cierto —y no quiero que se vea como un pretexto u oportunismo— que por el machismo en Latinoamérica, en otras partes del mundo y en Cuba, la mujer ha estado relegada en el ejercicio de la percusión. Se han lanzado falsos estereotipos, como que la mujer es muy ‘marimacho’ a la hora de tocar, en las poses que debe tomar. Entonces, si una mujer toca muy bien el tambor, que las hay, se le considera que toca ‘macho’, y no, pues simplemente toca bien.
«Estos son elementos que me sirvieron como acicate para poder fomentar el proyecto de Tamboreras, que busca darle la importancia a la mujer dentro del ejercicio del tambor, que en este caso entra dentro del complejo de la rumba y otras zonas de la música folclórica africana, que es donde más se ha discriminado».
Prácticas religiosas e históricas constituyen los principales pretextos para marginar a la mujer, acorde a investigaciones realizadas y testimonios registrados para el documental. «Dentro de la música religiosa, en los tambores dedicados a la deidad de Añá, que predomina en el ejercicio de las vibraciones del tambor, las mujeres no han tenido esa participación. Pero en África, según especialistas entrevistadas en el documental, como Natalia Bolívar, existen sociedades secretas formadas por mujeres, quienes han consagrado sus tambores y asumen la percusión. Estas prácticas no entraron en las etnias que llegaron a Cuba», afirma el realizador.
En el audiovisual se reconocerá la labor de intérpretes que llevan tiempo en el complejo de la rumba.
«A partir de la pasada década de los noventa, las mujeres han empezado a tomar protagonismo en el tambor, sobre todo con la creación de ObiníBatá, agrupación dirigida por Eva Despaigne, y entonces ha sucedido alguna apertura, por así decirlo, para que las mujeres incursionen en algunas agrupaciones, en la ejecución del tambor», destaca Liván.
«También se encuentran en el material ObiniIbori, Obiní Saché, Habana Compás Dance. No solo me interesa la ejecución del tambor, sino el testimonio vivo de esas mujeres, que cuenten sus experiencias a la hora de enfrentarse ante la sociedad, que puedan mostrar parte de esa realidad y las dificultades y obstáculos que encontraron para desempeñar su propia obra.
El caso de ObiníBatá es un claro ejemplo de cómo las mujeres han roto esta discriminación, pues ellas tocan con el tambor apoyado sobre atriles, cuando tradicionalmente se toca con ellos encima; pero dado que pueden causar problemas en los riñones y otras afectaciones a lo largo del tiempo, pues estas intérpretes han adaptado el instrumento para ellas».
Liván no abandona la especialidad por la que recibió su título en FAMCA, de ahí que en su obra documental la música es un elemento fundamental y distintivo. En Tamboreras, la intención del realizador no es menor. «En otros documentales yo he trabajado la banda sonora con cuidado, pues ese fue el perfil por el que me gradué: sonorización y musicalización. En este caso, el trabajo será mucho más cerrado, puesto que si ya he venido empleando la percusión en otros documentales, en este debe estar esa mirada para focalizar el trabajo que ejecutan estas mujeres de una manera mucho más directa, y que todo esto forme una polirritmia dentro de una armazón estructural, como si fuese un videoclip. El propio documental tiene la música como eje central y se escuchará la limpieza técnica del instrumento».