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Por Félix Sautié Mederos.

Crónicas cubanas

La Basílica menor de la Virgen de la Caridad del Cobre en Centro Habana, santuario diocesano de la Patrona y Reina de Cuba, es, posiblemente, uno de los templos más concurridos y populares de la capital de todos los cubanos, donde los sentimientos de creyentes y no creyentes confluyen con una muy singular manera de expresarse, en medio de un barrio que es de los más empobrecidos de La Habana, en el que por demás coexisten una fuerte presencia de los cultos sincréticos propios de la religiosidad popular cubana con el cristianismo, ya que a unas pocas cuadras, también se encuentra la Primera Iglesia Presbiteriana Reformada de La Habana, una hermosa edificación de típico estilo protestante, lo que da un sentido de diversidad religiosa al lugar. En tanto que los cultos sincréticos manifiestan en su espiritualidad ritual una alta consideración por la Patrona de Cuba, la virgencita morena que nos acompaña desde 1612 y que en el tiempo ha sido y es consuelo y socorro de todos los cubanos sin distingo alguno. Me refiero a un símbolo esencial de la identidad nacional porque, incluso, cuando no teníamos escudo del país, la Virgen de la Caridad del Cobre hizo las veces de escudo y símbolo de la naciente identidad nacional. Es, pues, su Santuario en La Habana un lugar sagrado del pueblo habanero.

El templo, hoy basílica menor por decisión del Papa Benedicto XVI, tiene sus orígenes en la segunda década del siglo XVIII inicialmente como Iglesia dedicada a la Virgen de Guadalupe con varios traslados de ubicación, hasta que el Papa Pío X decidió en 1913 que se consagre a Nuestra Señora de La Caridad del Cobre, a petición de un patronato presidido por la insigne compatriota Doña América Arias, significando desde entonces un lugar de peregrinación frecuente de los habaneros y de muchas personas de las provincias occidentales del país a las que el Santuario Nacional de la Patrona de Cuba en el poblado del Cobre, en Santiago de Cuba, donde se encuentra la imagen original hallada en 1612, les resulta muy lejano para viajar. En nuestra basílica habanera coinciden en sus altares la imagen de la Virgen de Guadalupe, justamente en la capilla donde está la pila bautismal con una bandera de México a un costado; y al centro en el altar principal, una muy antigua imagen de la Virgen de la Caridad del Cobre, escoltada por las banderas de Cuba y del Vaticano, con los atributos pontificios que señalan su condición de Basílica Menor (el conopeo y el tintinábulo). En el otro altar lateral se encuentra el Sagrario, con el Santo Cristo de la Salud, y a un costado cuelga una muy antigua estampa en seda del siglo XIX que expresa una versión pictórica de la Virgen María legada por la comunidad china de aquel lugar, donde está enclavado el legendario barrio chino de La Habana.

Arquitectónicamente constituye un hermoso edificio ecléctico, construido y reconstruido con los años. Su interior sobrecoge espiritualmente a quienes lo visitan. El retablo del altar mayor de cedro recubierto del pan de oro (1), es una hermosa obra de arte, con el escudo de la República al centro superior; y más abajo, los escudos de las antiguas 6 provincias del país. Al centro superior está la imagen de la Virgen de la Caridad presidiéndolo con el crucifijo símbolo del Dios Hijo. En resumen, la Basílica constituye un tesoro de cubanía, de arte y de espiritualidad, respetado, amado y venerado especialmente por los habaneros, así como por los cubanos en general que viven adentro y afuera de nuestras fronteras y que lo visitan con frecuencia. Es un templo de cientos de bautizos que muchas veces no da abasto a las familias de toda La Habana que desean bautizar a sus hijos en la legendaria pila bautismal de la basílica. Debo decir, además, que actualmente es la Comunidad donde participo como católico ante mis dificultades físicas que me impiden ir a pie hasta la Parroquia de San Judas también en Centro Habana, donde durante muchos años realicé mis devociones católicas que he narrado en múltiples artículos y crónicas. Soy, por tanto, feligrés y vecino del mismo municipio donde se encuentra la actual Basílica Menor de la Caridad del Cobre; y lo que voy a relatar, me incumbe y lo he vivido personalmente. El padre Roberto Betancourt, el actual Rector del Santuario, es mi párroco a quien admiro y aprecio muy especialmente por sus virtudes como sacerdote, su cubanía y su patriotismo a toda prueba. Un oriental de San Luis de nacimiento y habanero de vocación y ejercicio pastoral, sin pelos en la lengua para expresar verdades y sentimientos.

Una vez explicadas las ubicaciones históricas, espirituales y geográficas del lugar, del templo y las características de su párroco, me referiré a las circunstancias, razones y contenido del muy efectivo Aviso del padre Roberto, en el que planteó al final de sus misas dominicales hace algunos días, que por causa de la basura acumulada sin recoger durante casi un mes, ya no se podría abrir las puertas de la Oficina Parroquial en donde, además, el mal olor imperaba con intensidad. Avisarlo en público es lo que pudo hacer, cansado de los oídos sordos en las instancias oficiales a las que había acudido infructuosamente para expresar que las acumulaciones de basura sin recoger en los costados y el fondo del templo inundaban los exteriores del área de la Sacristía y de la Oficina Parroquial, a la que cientos de habaneros tienen que acudir para los trámites de certificaciones de bautismos y matrimonios. Este no es un hecho nuevo ni único, durante años ha sido recurrente y pone en peligro la salud de vecinos, de feligreses, peregrinos y visitantes de un templo tan venerado, que es un patrimonio histórico y sagrado de La Habana y de la Nación en general.

En definitiva, el aviso público del padre Roberto dio resultado y al otro día se sacaron varios camiones de basura y se higienizó el lugar. Será necesario que esto se tome en serio y que no se vuelva a llegar a tales extremos. Esta situación a la que me he referido, es consecuencia de la desidia y del abandono en que se encuentran calles y ámbitos públicos habaneros por causa de irregularidades burocráticas constantes en la higienización y recogidas de basuras. El Aviso del padre Roberto hay que tomarlo muy en cuenta porque, en mi opinión, debería ser un alerta de lo que pudiera suceder ante las epidemias que recorren al mundo. Silenciarlo y no publicarlo por causa del concepto de Plaza Sitiada es justificar las indolencias burocráticas y que tanto dañan a la población. Así lo pienso y así lo expreso con mis respetos por la opinión diferente y sin querer ofender a nadie en particular. fsmederos@gmail.com

(1) Filamentos adhesivos con una solución metálica con alta concentración de oro.

Publicado en Por Esto! el lunes 29 de septiembre del 2014.

http://www.poresto.net/ver_nota.php?zona=yucatan&idSeccion=22&idTitulo=353711