Etiquetas
activismo, afrodescendencia, alternativo, América Latina, antirracismo, antropología, autogestión, Beatriz Silvia Santos, Brasil, capitalismo, ciudadanía, cultura, debate, democracia, derechos humanos, descolonización, desigualdad, discriminación, ecología, economía, educación, espacio público, izquierda, MST, Reforma Agraria, represión, sociedad, sociedad civil, solidaridad
El heroico y trabajador pueblo brasileño comparte con el pueblo cubano esperanzas, anhelos y penalidades semejantes. Desde el seno de los movimientos sociales progresistas de ese inmenso país, brotan las esperanzas y los activismos en pro de conseguir justicias. Dos materiales emanados de esas fuentes han llegado a nuestras manos y con gusto los reproducimos en nuestro medio.
Entrevista a Beatriz Silvia Santos, coordinadora nacional de la marcha mundial contra genocidio negro en Brasil
«La vida de los negras y negros no tiene valor social en Brasil»
Abuy Nfubea
Diagonal
Conversamos con Andrea Beatriz Silvia Santos, mujer negra, médica, militante del movimiento negro y trabajadora del sistema carcelario, coordinadora nacional de la marcha mundial contra genocidio negro en Brasil, portavoz de la Campaña Reaja ou Será Morta, y de la
organização Quilombo Xis- Ação Cultural Comunitária.
Durante el Mundial de fútbol se han visto imágenes de represión policial en movilizaciones… pero ¿cuál es la situación de la comunidad negra en términos de violencia y genocidio?
Aquí en Brasil vivimos cotidianamente lo que llamamos el genocidio del pueblo negro, no sólo de la juventud negra. En Brasil, y en el resto de América, los africanos, la comunidad negra, hemos sido blanco de la persecución institucional, primeramente a través de sus brazos armados. Los jóvenes negros han sido eliminados sistemáticamente mediante la brutalidad policial siendo asesinados por armas de fuego, también humillados con numerosas faltas de respeto, tratados como primeros sospechosos sólo por el color de la piel. La arbitrariedad de la violencia contra esos jóvenes negros, al ser sistemáticamente asesinados, ha dejado muchas secuelas de violencia. Las mujeres negras son cabeza de familia, están buscando los cuerpos muertos o enfermos en comisarías de policía militar o en los institutos de medicina legal. Ésta es parte del marco de realidad en la que vivimos… ¿Cómo surgió la campaña y cuáles son las organizaciones o entidades mayoritarias de esta campaña?
La campaña nació en 2005. Desde entonces, las cifras que se refieren a nuestras muertes sólo han aumentado, dejando consecuencias
irreparables (psicológicas y físicas en las personas, las familias y las comunidades negras). ¿Cómo hablar del proceso? Bueno, nos inspiramos en el movimiento de conciencia negra de Steve Biko en Sudáfrica. Para la Campaña Reaja, el proceso de esclavización, cuyo objetivo fue la acumulación de recursos, explotación por parte de los colonizadores, se basa en la jerarquía entre las distintas razas establecida a partir de teorías académicas racistas y eugenistas, que no nos atribuían ninguna humanidad, sólo atribuida a blancos.
Por eso, nuestras muertes y linchamientos, nuestro trabajo esclavo, nuestra imposibilidad de formar familias, todo esto fue naturalizado. Por eso, casi 100 años después, la vida de los negras y negros no tiene valor social en Brasil. Estas teorías y prácticas, utilizadas durante cuatro siglos, se mantienen muy vivas hasta el día de hoy. Nuestra humanidad negada produce que las muertes, los
desmantelamientos, los desahucios de nuestras familias negras, la falta de respeto a las mujeres negras, en fin, nuestro genocidio, no sea reconocido como tal, lo que refuerza nuestra muerte. Por esto la Campaña retoma nuestras voces: hablamos de nuestras propias muertes, de nuestra realidad de nuestro dolor. Los blancos no hablan de cómo nos sentimos.
Uhuru África TV fue el primer medio en hablar del genocidio del pueblo afro de Brasil. ¿Por qué hay dificultades para hablar del tema en los medios de izquierda?
Hemos tenido y vamos a tener este mismo tipo de presión aquí. La campaña Reaja también defiende que la izquierda blanca –no sólo en Brasil sino en toda América Latina– no nos reconoce en cuanto pueblo con una historia, tradiciones, derechos y epistemología específica. Estamos haciendo hincapié en que, de acuerdo con los principios de la marcha, nuestra lucha es contra el genocidio de los negros. Lo que ha sucedido a nivel federal en esta administración es apoyar a los Estados de la oposición o no, lo que refuerza las prácticas de la opresión y la violencia policial. En el proceso de genocidio en Brasil, la policía es un brazo que nos degrada, vilipendia y mata. Pero la ausencia de medidas para garantizar el acceso público a otros bienes comprendidos en la Constitución también se destaca como una práctica genocida. Lo más importante es mantener nuestras acciones permanentemente, al margen de la coyuntura partidaria, pero sin olvidar que son acciones de naturaleza política. De hecho, la campaña Reaja nació en una coyuntura política en el Estado de Bahía, con un gobierno de derecha. Nuestra reivindicación era entonces que cesaran las muertes violentas y la enorme brutalidad policial, los actos de resistencia seguidos de muerte, ocupación militar de comunidades, el encarcelamiento en masa.
En el último año, se han producido más de 2.200 asesinatos de negros por parte de la policía. ¿Cuál es la posición del gobierno, Segib, OEA, Aecide, Unesco, UA ante tantas muertes?
Brasil posee la segunda mayor población africana. Las instituciones actúan como cualquier gobierno de América latina y del mundo. En Brasil, todos los gobiernos defienden el mito de la democracia racial, pero sin tomar ninguna medida para proteger nuestras vidas. Ahora, en Brasil los blancos son minoría, los afrodescendientes somos casi el 70%. Cuando argumentan que el genocidio negro es sólo un problema de crisis económico aislado, lo que hacen es no reconocer la violencia institucional histórica que constituye para nosotros no un caso aislado sino una plaga durante cuatro siglos.
Carta del MST a los candidatos y candidatas a la Presidencia de la República de Brasil y a los gobiernos estaduales
tomado de Rebelión
Los períodos electorales deben ser momentos de debate sobre las grandes cuestiones estructurales de la sociedad brasileña, apuntando a la naturaleza de nuestros problemas y las soluciones necesarias. Desafortunadamente, cada vez más, el poder del capital secuestra la política y las instituciones públicas, impidiendo así las
transformaciones políticas y económicas que interesan al pueblo brasileño.
Durante 30 años, el MST ha contribuido a la democratización de la tierra a través de la lucha por la Reforma Agraria. En febrero de 2014 celebramos el VI Congreso del movimiento, con la aprobación de nuestro Programa Agrícola en defensa de la Reforma Agraria Popular. Luchamos por cambios en la relación con los bienes de la naturaleza, en la producción de alimentos y las relaciones sociales en el campo. Queremos contribuir permanentemente en la construcción de una sociedad justa, igualitaria y democrática.
La tierra debe ser democratizada y cumplir con su función social. El campo debe ser un espacio bueno para vivir, donde los derechos de las personas sean respetados, con la garantía de condiciones de vida dignas. Luchamos y exigimos una política efectiva, estructurante y masiva de Reforma Agraria Popular, indispensable para la permanencia de las familias en el campo, con producción y distribución de riquezas.
Exigimos la actualización inmediata de los índices de productividad, prevista en la legislación brasileña, que permita el acceso a la tierra a miles de familias. Necesitamos de la elaboración y ejecución de un nuevo Plan Nacional de Reforma Agraria – PNRA, con metas de asentamientos de familias y el establecimiento de prioridades por regiones. Es necesaria la recaudación de las tierras usurpadas de la Unión y la expropiación de latifundios en todos los estados. Además, las tierras ociosas invadidas principalmente por el capital bancario y por las empresas transnacionales del agronegocio, deben ser
expropiadas para los fines de la Reforma Agraria. Lo mismo debe ocurrir con las haciendas endeudadas con los bancos públicos, agencias gubernamentales, las áreas donde se haya identificado la explotación por trabajo esclavo y las que no cumplen con la función social.
Reclamamos el asentamiento inmediato de más de 120 mil familias que están viviendo en condiciones precarias en centenares de campamentos por todo el país. Es necesario destinar para la Reforma Agraria las tierras de los proyectos de riego y las del entorno de los canales de transposición de las aguas. Para eso es necesario el fortalecimiento, la reorganización y la calificación del INCRA, como órgano responsable por la Reforma Agraria y que garantiza las condiciones para su implementación.
Nos sumamos a las luchas y demandas, junto a las otras fuerzas sociales del campo, para la inmediata demarcación y legalización de todas las áreas indígenas y quilombolas y en posesión de los pueblos ribereños, pescadores y comunidades tradicionales, como establece la Constitución Federal de 1988.
La no realización de la reforma agraria agrava los conflictos sociales en el campo. Demandamos justicia y castigo a los autores intelectuales y a los asesinos de trabajadores y trabajadoras en el campo.
La agricultura brasileña debe priorizar la producción de alimentos sanos, como un derecho humano y como principio de la soberanía alimentaria. Los alimentos no pueden ser mercancía, fuente de explotación, de lucro y de especulación. Para eso, exigimos políticas públicas que garanticen condiciones para la producción agroecológica, sin agrotóxicos, con calidad, diversidad y precios bajos para toda la población brasileña. Los gobiernos, tanto el federal como los estaduales, necesitan incentivar y garantizar la producción, selección y almacenamiento de semillas por los propios campesinos, combatiendo así las semillas transgénicas y la dependencia política y económica de las empresas transnacionales que monopolizan su producción y comercialización. Estamos en contra de las leyes de patentes y la privatización de nuestras semillas.
Es indispensable, para el desarrollo social y económico del campo, retomar, ampliar y garantizar los instrumentos de compra de todos los alimentos producidos por la agricultura campesina, para atender escuelas, sistema de salud, de seguridad y universidades, al instar del Programa de Adquisición de Alimentos –PAA- y Programa Nacional de Escolar –PNAE-.
La educación es un derecho fundamental de todas las personas y debe ser atendido en el propio lugar donde ellas viven, respetando el conjunto de sus necesidades humanas, culturales y sociales.
Necesitamos que todas las áreas de asentamientos y campamentos tengan su propia escuela, con las condiciones necesarias para su
funcionamiento. No aceptamos el cierre de ninguna escuela del campo y exigimos la implementación de un programa masivo para erradicar el analfabetismo. Luchamos por la defensa, universalización, ampliación de recursos y el acceso efectivo al Programa Nacional de Educación en la Reforma Agraria –PRONERA-, asegurando que los jóvenes y adultos que viven en el campo puedan avanzar en la escolarización.
El asentamiento es nuestro territorio de lucha, producción,
reproducción y garantía de nuestra vida, lugar de defensa y
construcción de un modelo de agricultura, con la producción de alimentos y acceso a los bienes sociales y culturales. Para ello, es necesario garantizar condiciones dignas de vida a las poblaciones campesinas y urbanas, para producir una nueva sociabilidad.
Exigimos políticas de protección de los bienes de la naturaleza, de aguas y fuentes, asegurando que todas las familias campesinas tengan acceso al agua potable y de calidad, con saneamiento básico. Rechazamos el proceso de privatización del agua.
Luchamos por la implementación de un programa de vivienda popular en el campo, que garantice el acceso rápido y sin burocracia, para eliminar el déficit actual de más de un millón de casas para la población campesina.
Reivindicamosla ampliación y ejecución de un programa de
agroindustrialización en las áreas de Reforma Agraria, a partir de las cooperativas de los trabajadores y trabajadoras, en forma
desburocratizada. Es preciso asegurar la implementación de tecnologías apropiadas a la realidad de las comunidades campesinas, con el desarrollo de programas de maquinarias y equipamientos agrícolas.
Es urgente la reorganización y fortalecimiento del sistema público de Asistencia Técnica y Extensión Rural, para orientarlo y subordinarlo a las necesidades y objetivos de los campesinos y campesinas. A éste, debe sumarse un programa de crédito rural que contribuya a la estructuración del conjunto de todas las unidades y sistemas productivos y sus diferentes sistemas de producción, estimulando y fortaleciendo el cooperativismo, la comercialización y la
industrialización de la producción. Reclamamos la garantía y ampliación de los derechos laborales y la seguridad social para los trabajadores y trabajadoras asalariados del campo.
Es necesario el compromiso de todos y todas para la realización de una amplia reforma política, que democratice las instituciones y le brinde al pueblo la posibilidad de elegir a sus representantes.
Éstos son algunos de los cambios urgentes y necesarios, para mejorar las condiciones de vida y de ingresos en el campo, que todos los gobernantes electos deben implementar. Reafirmamos nuestra voluntad de luchar de manera permanente por la defensa y construcción de la Reforma Agraria Popular y de una sociedad socialista.
Coordinación Nacional del MST
Si bien no estoy interiorizado plenamente con la política del MST,a partir de lo que aquí se lee, desde una posición clasista y comunista hay mucho que cuestionar.
(i) El mismo uso del concepto «campesinado». Desde Lenin (y e incluso con Marx) sabemos que éste es un mero término (no un concepto) que encubre la realidad de la existencia de clases antagónicas en su seno. Al hablar de «campesinado» de manera enfática no sólo confundimos sino que le hacemos el juego a los patrones: si unificamos en una realidad discursiva al trabajo con el capital, no estamos sino planteando demandas de los patrones («campesinos» que explotan trabajo asalariado, por sobre los campesinos obreros y pequeños productores)
(ii) La idea de consignar como fundamental el principio de la «función social de la tierra», se acerca peligrosamente a una política que legitima y consagra los derechos de propiedad privada sobre los medios de producción (en este caso, la tierra). Así sucedió bajo Eduardo frei montalva en el chile de 1960s; así sucede en Bolivia desde 2006 bajo el masismo
(iii) El énfasis en la justicia (por muy social que sea), el énfasis en los derechos (por muy sociales que sean), supone adoptar una posición que perenniza la explotación capitalista del trabajo ajeno:
http://marxsimoanticapitalista.blogspot.com/2013/06/marx-y-la-justicia.html
http://marxsimoanticapitalista.blogspot.com/2013/06/sobre-el-discurso-de-los-derechos.html
http://marxsimoanticapitalista.blogspot.com/2014/01/comentario-miembro-del-fel-sobre-el.html
http://marxsimoanticapitalista.blogspot.com/2014/03/critica-boric-y-la-demandahorizonte-de.html
(iii.1) Justicia social
Reto a que se me cite una frase (sólo una) en la que Marx hable de “justicia social”. Como marxista, le diré que encontrará cero frases. Y esto no es gratuito. El discurso de la “justicia” se encuentra imposibilitado de adoptar una postura clasista genuina, como muy bien sabe implícitamente todo obrero en su práctica cotidiana al enfrentar al patrón. La lucha relevante para los explotados es una que involucra “intereses”, no “derechos” ni “justicia”. Partamos por el hecho de que nadie sabe muy bien qué es la “justicia social”:
a) ¿Será dar a cada uno según se merece?
b) ¿Dar a cada uno por igual?
c) ¿Dar a cada uno según se necesidad?
d) ¿Redistribuir la riqueza?
e) ¿Regular?
f) ¿Hacer cumplir la ley o lo razonable?
g) etc, etc, etc
Y en todos estos aspectos estamos adoptando una postura ficticia: la del rey (el tercero imparcial) que actúa por sobre las clases y su lucha. Y en todos estos casos estamos actuando post-facto, después de que el acto productivo (esencial y determinante de la dinámica propia de toda totalidad social) haya ocurrido (ergo, actuamos en el campo de la circulación).
Y a todo esto tenemos que sumar el eticisimo moralista neo-kantiano (una forma más de idealismo), que supone abordar los problemas sociales en el campo de la justicia (los valores, la moral- bien/mal-, lo superestructural).
(iii.2) Derechos
d) Plantear la temática de los derechos fundamentales, es, por decir lo menos, «ambiguo». No por nada ni Marx ni los marxistas sostuvieron nunca una lucha fundada en la recuperación de «derechos». Marx se burla así de estas banderas de lucha:
“En lugar del pomposo catálogo de los “derechos inalienables del hombre” se alza la modesta Magna Carta de la jornada laboral legalmente limitada, que al menos deja claro “cuando el tiempo que el trabajador vende se termina, y cuando el suyo propio comienza” (Marx, El Capital I)
Más todavía, en las Glosas Marginales a la «crítica al programa de Gotha», Marx deja claro que todo derecho supone un privilegio y reafirma la desigualdad. Y el sentido de este texto es precisamente criticar la idea central del programa de Gotha, aquello de que el obrero debía tenía derecho al producto de su trabajo (por muchas razones: a) se pierde el sentido social del trabajo -ni aún después del capitalismo es posible determinar fielmente la contribución individual de cada trabajador, porque de hecho ésta no existe «individualmente»-; b) porque trata las relaciones de producción y el proceso de trabajo como una cuestión técnica; c) porque olvida que no todos los miembros de la sociedad son capaces de trabajar; d) porque genera desigualdad basándose en capacidades antecedentes; e) porque olvida la necesaria acumulación,etc, etc
Más allá de todo esto, debería hacerle a usted alguna luz el hecho de que el «discurso de los derechos» sea generalmente hegemonizado por burgueses y pequeñoburgueses. Claude (en el Chile de 2013) proponía una «sociedad de derechos», un Claude apoyado programáticamente por Pablo Varas, para quien, como ya le mencioné, esté demodé hablar de clase obrera. El discurso de los derechos entra muy poco al campo de la producción y es muy difícil que logre cuestionar la explotación (los mismos patrones siempre reclaman el «derecho a la libre empresa», y, como dice Marx en El capital, así no reivindican más que el derecho a explotar trabajo ajeno). Y hoy Allamand precisamente reivindica una derecha que considera a la educación como un derecho…