Por Pedro Manuel González Reinoso

Escribir y publicar algunos trabajos en Observatorio Crítico de Cuba ha sido mi gran suerte y también mi nimia condena. Encontré aquí, entre el millar de sitios y blogs contestatarios que pululan, el espacio democrático justo de una izquierda incómoda, descontenta como yo con las arbitrariedades impuestas, con esa visión desprejuiciada sobre el mismo “acontecer nacional” que la otra prensa magnifica hasta el mareo, y el que sin groseras animadversiones trata de desmenuzar públicamente los argumentos mezquinos que impiden mejorar las cosas sencillas o profundas que nos conciernen, encontrando sentido ético al proyecto de nación que soñaron el apóstol y tantos otros, cuyos sueños se han ido mutilando ante nuestros ojos. Relatar pequeñas historias de avatares, injusticias o de logros (que los hay) desde mi pueblo de pescadores/ desclasados/desempleados, u ofrecer mi opinión sobre los desastres y penurias que hoy abundan por desgracia en la vida cubana (así como denunciar a quienes se sirven de sus investiduras para hacerles la vida más miserable al que siempre la ha tenido), han sido suficientes razones como para no vacilar frente a amenazas y chantajes de los que detentan temporalmente poderes decisoriales, con los que pretenden acallar cualquier voz no comprometida con la oficialidad.

Creo que mi primer aporte al OC fue aquella entrevista a la famosa transexual que llegaba a delegada popular hace un par de años en mi zona. Luego conté de la desventura hospitalaria con mi madre, diabética maltratada. A continuación manifesté mi indignación por el doble discurso de un intelectual al servicio de la nueva boloburguesía –empleado con salario delirante por hotelera transnacional– y sus afanes por modificar por decreto la rígida apotema ideológica de otras épocas, inútil ya para las actuales políticas del estado. Ese artículo que transcribía la labia alquilada de tan ilustrado profesional, fue el detonante que aludía a las órdenes de sus empleadores. Recuerdo que omití en aquella traslación del material la frase con que comenzaba su disertar: “Raúl nos ha servido la mesa a todos los sicólogos” –decía el ponente pantagruélico. De inmediato la maquinaria represora activó sus resortes “visitando” a superiores de mi ramo y al PCC municipal, para hacer recordar que (como todos) estoy siendo vigilado desde que nací, que arrastro un largo expediente policial, aunque no clasifique aún como “opositor” abierto, y que pronto puede haber consecuencias nefastas de persistir en decir lo que a otros les estará eternamente vedado, por cobardía o por tacto que es casi lo mismo (no soy quien para juzgar las opciones de cada coterráneo en callar o apostar por los procesos futuros y las políticas que les afectarán, lo quieran o no). Es típico de cualquier totalitarismo tener asalariados despiertos que velen por “su paz proletaria” y no seré para ellos el último ni el primero en sus interminables nóminas. A lo largo de la Historia Nacional (posrevolucionaria, aclaro, porque ni hablar de otras foráneas o anteriores peores, esta es la que nos tocó vivir, padecer o manifestar, no aquellas) los ejemplos desbordan nuestra capacidad de la memoria.

No voy a hacer una cronología de datos ni nombres de fiduciarios, si no de algunos hechos concebidos recién para el silencio, pero sí daré breve introducción a mi vida descensurada, cual suerte de autoentrevista –ridículamente reveladora–, empero prescindiendo de preguntas fútiles:

–Tengo 55 años, vivo donde nací: en Caibarién, soy hijo de revolucionarios entusiastas que hoy tienen + de 80 años y ni recuerdan porqué pelearon, por lo que me tocó “disfrutar” también de sus rigores; estudié el nivel medio en una escuela militar por embullo familiar (todos creían que era bueno posar de verde redentor) hasta que me botaron de ella por burlas e indisciplinas. También me eximieron del registro militar en 1977 por Maricón –término acuñado en Granma por Eusebio Leal– y en el 80 me “invitaron” –a cambio de 4 años de prisión–, a usar salvoconducto de plumas por el mismo Mariel que ahora importa pollos yuma (argumentando múltiples desvíos; el sexual, el ideológico y… el osteomuscular, incorporado más tarde como enfermedad genética). Tenía 20 años. Hoy me repiten quienes me lanzaron fuera del país, que no son ellos los mismos que aún nos gobiernan. (¿?) La irreverencia me arrastró a estudiar; Idiomas y Economía, mas no terminé la carrera. He crecido mucho mejor entre insuficientes autodidactismos. Trabajé en oficinas durante 5 lustros y soy promotor de literatura (mi pasión: lector empedernido) desde hace casi dos para el Instituto del Libro (2005). Me fajo cuando puedo desde el 97 por algún dinero extra para subsistir como peluquero (propista en solitario, sin súbditos-explotados tan en moda de vuelta a esta tierra que expolió la pseudorepública y más tarde el batistato). A finales de los 80s me acerqué a un grupo de derechos humanos por simpatías con los postulados de la revista soviética “El siglo XX y la Paz” hasta que descubrí la superficialidad de algunos presupuestos y el origen incierto de los financiamientos. Me llamaron “a con(s)tar” varias veces las autoridades en esa época terrible. En 2006 me invitaron, en marco académico, a una universidad en USA para presentarme a un proyecto artístico-teatral multicultural en el Instituto Cervantes: CUBA-URSS y la experiencia postsoviética. Antes había participado en un docudrama intitulado “Sin Embargo/Nevertheless” (2003) para testimoniar como sobreviviente furibundo acerca del período especial y de la habilidad de los cubanos para resistir las miserias reciclándolo todo. La administración de Bush me eximió, junto a otros mejores conocidos en esos ámbitos de letras, colgándome el sambenito de “terrorista”, por haber procesado mi pasaporte la UNEAC[1], institución progubernamental a la que jamás pertenecí. Fue una triquiñuela acomodaticia del MINCULT encargado en hacerlo. Luego del 2009, gracias a un librito editado en Latinoamérica sin permiso de los comisarios trasnochados de acá, viajé a otros países, entre ellos, al enemigo histórico, quien no obstante esa cláusula que quedará para siempre; la 212(f) que explicita sobre “la peligrosidad individual en detrimento de los intereses del los EE.UU.”, se me otorgó una visa pro en el 2011 y se me trató inmejorablemente, como a cualquier persona ordinaria que sin mediar el no haber contribuido para nada en la construcción cultural de aquel país, se le depara el más espléndido recibimiento. Curioso que estando allí, algunos extremistas del sur me tildaran de “comunista” por mis actividades “revolucionarias” dentro del régimen y que mis fotos publicitadas en los medios junto a Mariela Castro fueran causa de abucheo. Me llamaron entre otras lindezas “la rusa roja del partido”. Ninguna fue retirada por mí del espacio público, a pesar de los comentarios que las calzan en mi página en Facebook u otros lugares revisitables. Soy una representación real del ser que debe enfrentar apoyos y detracciones idénticamente con dignidad, amén de asumir a los que quieran sumarse en pro o en contra. No sufro de escisiones ni diferendos propios. Hace mucho deshice esas batallas intestinas e intolerancias de las cuales no suelen zafarse las dictaduras. En España, que es también mi otra patria, supe por fin lo que se siente al salir en plena la calle a gritar ¡abajo el gobierno! durante el M-15 del 2012 y que la policía te cuide, aunque le disguste. Son elementales derechos ciudadanos que experimenté y los que deberíamos aprender a expansionar, aún a sabiendas de que poco o nada al cabo resolverán, aquí ni allá. Sólo por ejercer el goce libertario vale la apuesta. Durante años atendí el programa infantil de la Feria del Libro en Villa Clara, el que me fue suspendido cuando –presentado mi libro de Vidas y leído el texto– tuvieron certeza de mis críticas al sistema y a su gradual empeoramiento, igual que ante cualquier injusticia cometida dentro o fuera, y de mi incondicionalidad absoluta a nada. La parte laboral para esa fecha ya me había retirado el apoyo que me brindó antes: ni pasaporte cultural ni permiso para viajar. (A recordar las multas migratorias vigentes para esos preceptos irracionales). Tuve que hacerlo luego como extranjero, porque siéndolo también he violentado la hipócrita e irreformada constitución vigente que nos exime de esa dualidad en su Art.18/Cap.2. Desempeñarme además como travesti desde 1994 en un sitio inclusivo llamado “El Mejunje de Silverio” en Sta Clara, e itinerar a veces con él, me ha premiado al conocer buena parte de la isla y lo artístico e intelectual que la habita. Nuestro proyecto se ha forjado en la lucha por el fin de las zafias exclusiones de toda naturaleza, y nuestras batallas contra la homofobia datan de fecha muy anterior a las propaladas hoy desde el CENESEX. En varios libros reeditados, doy testimonio de estos hechos. Intuyo, que de haber tenido edad en los 60s, también clasificaría para marchar en las UMAP, émulas de los soviets gulags, pues todavía no sabemos bien quien las copió ni si en verdad se arrepintió de abrirlas. Tendría pues, currículo extra. Fui quizá al cabo un tipo afortunado que ni estuvo preso, ni se marchó de su hogar.

Ahora resumo los hechos recientes que me hacen sospechar el desespero de los operarios de esta nueva campaña anti “subversión” –(sufragada por la USAID o la SINA o dios sabrá quienes) y desatada por los agentes del MININT por encargo gubernamental luego del apagado el zunzuneo del ignoto colibrí que casi nadie percibió–, en la que parecen querer incluirme:

–Rodaba en casa en el 2013 un documental con realizador foráneo –acreditado ante el CIP con visa del ICAIC más supervisión autorizada del MINCULT–, cuando se personó la autoridad migratoria municipal excusando papeles legales. (Resulta conveniente mencionar que este documental no es el primero, y para saber lo que declaro en ellos, basta con buscarlos). Ante la falta de evidencias por trasgresión a la Ley, se retiró satisfecha, pero dejó –el que atiende a la cultura en el municipio por el DSE que aprovechaba para colarse–, una citación a Inmigración. Este abogado del G2, como cualquier gendarme frustrado en la detección temprana de espías e infiltrados, es conocido por el contrito modo cortés de citar a su oficina a los artistas locales –residan o no en la Isla– cuando entran o salen del país, para cuestionarles visitas y contactos. No se pudo entrevistar conmigo entonces, porque no mediaba lo adecuado: ni la razón expedita ni el papel oficial. Habérselo dicho de esa manera fue suficiente para volver a molestarme en este 2014, cuando se enteró de que viajaría a España. Mandaron el documento con tardo edecán la noche misma antes del vuelo, con el fin de personarme en la unidad habilitada para los “delitos contra la seguridad del estado” en la capital. A las 9 a.m. estuve, me hicieron esperar. Lo primero abordado fue: –Te conocemos, sabemos cómo piensas y nos preocupas más que un premio Sajárov ¿quieres colaborar con nosotros? estamos al tanto de tu utilidad (¿vanidad?)…creemos no obstante por esa foto colgada, que ya te reclutó el enemigo. Estás en ella (v. file: http//: Pedro Manuel González Reinoso & Roxana Rojo/El Actor, el transformista y la de un escritor en su primera novela apócrifa/Exilio Unido Ya/.html) junto a algunos de los secuaces de la FNCA…Mencionaron un nombre de mujer (La desacreditación moral del oponente sigue siendo prioridad estratégica descrita minuciosamente en los manuales de sus consortes: la STASI y la NKVD). Me dijeron de comprometimientos desatinados que olvidé. Sucedió que me cambié de bando, dicen, cuando presenté mi libro en Cuba 8, la galería de arte de Miami parecida al Mejunje de Silverio, por la mixtura cultural y la inclusión abierta. Sólo recuerdo el nombre de mi representante allí: Josán Caballero, escritor cubano. (Estuve en esa ciudad apenas 12 días en 3 meses. 18 total en Florida. Tiempo suficiente para secuestrarme los agentes de la fundación, lavarme el cráneo y encima, retribuirme). Luego me amenazaron con jugarretas judiciales usando testigos localizables a los que presuntamente proveí de videos “contra”, de usar escritos antigubernamentales míos en su poder, obtenidos a través de amigos intervenidos en sus casas o vía terceros, no publicados siquiera. Resumiendo: me chantajearon a firmar un acta por Propaganda Enemiga. De nada habría valido rechazarla: no saldría más del país. No extienden copia del documento firmado, cuidado con eso. Además, resulta igual de válido que lo firmes o no ante procesos amañados, existe el registro electrónico a su haber (manipulable) y con los que convencerán a magistrados ‘revolucionarios’ de tu pertenencia inexorable al bando contrario. Creo que si hubiesen tenido certeza de que alguien me paga un centavo por lo que digo, ya estaría a buen recaudo. Como me dijo el oficial: “Estás alertado: en ese saco del delito descrito por nosotros te cabe todo lo que le echemos. En cualquier momento vamos a tu casa; te quitamos la máquina en donde escribes, te guardamos y se acabó”. Añadí: “Así rematan a mis viejos, quienes dependen de mí, en suma profilaxis humanitaria y socialista”. En resumen: no tenían suficiente caos para detenerme, el objetivo era intimidarme. Regresé de afuera, como otras veces, y me puse a trabajar de inmediato: en la Feria del Libro y en casa. Publiqué otro post en OC en el intermedio, sobre los venenos agropecuarios que ingerimos ante la mirada cómplice de los que debían actuar, firmé una carta en contra del maíz transgénico que el estado importa (sin importarle un pepino su obligada misión sanitaria a favor del capitalismo sucio) y hace una semana salió otro comentario sobre los desmanes conjuntos de la ONAT y el Órgano Laboral que exprimen con sus leyes a los entes nacionales, junto a opiniones sobre el Congreso de los Trabajadores con su famosa Ley aprobada también por una asamblea acéfala. Ni hablar de la inversión extranjera. Acaban de quitarme el espacio en internet de 4 horas semanales (a la sideralidad de menos de 7 kbs de velocidad) que como creador me regalaron en 2005 cuando ardía la luego finiquitada batalla de ideas. Para castigarme por usarlo “indebidamente” en protestar, por no abdicar del contento incivil que esperan, me han prohibido su empleo para siempre. (¿Debí emplear acaso “los canales correspondientes, el momento perfecto”?). No voy a reclamar nada. No lo necesito. Le doy las gracias póstumas al Director Provincial de la Cultura en Villa Clara por esa decisión suya, tan independiente, personal y salvadora: para la nación enardecida que se preserva así de críticas desmedidas de sus adversarios de clase, y para el opositor creciente que creen ver en mí. El próximo paso de los represores irritados –esos sagaces compatriotas que tuvieron a bien esperar por una agencia norteamericana de prensa para que les desenmarañaran la extinta red de mensajes contrarrevolucionarios que nadie leyó–, será fácil crearme una causa falsa y meterme preso. Cuando les plazca.

Me ha parecido imprescindible entonces, antes que los apremiados reciban sus espaldarazos y condecoraciones, hacer la siguiente:

Declaración pública de principios éticos y estéticos del Pedry y su doble, la rusa Roxana Rojo;

Hacemos Constar

A QUIEN PUEDA INTERESAR;

Que:

Somos entes soberanos, plurisexuales y amantes de los placeres mundanos, (RR)llen@s de ambiciones por el aprendizaje y la búsqueda cansina de la felicidad (aunque ambas resulten breves o precoces). Poseemos hace mucho un solo carné: El de identidad, el que lamentablemente no es dable a bipolaridades. Las filiaciones rígidas nos huelgan, sin-embargo andamos hurtando equidades por doquier, a la par que sembrando amigos que a veces se malogran como cualquier cosecha por causa de la lluvia y el viento, naturalmente. Sentimos en cambio un respeto oportuno por los escasos adversarios dignos que quedan. Nos conmueven también los que, por su fe ciega, se vuelven incapaces de juzgar con claridad (siquiera tanteando en braille) el objeto adorado de su fe. Pensamos a menudo en los seres que queremos, y fustigamos con verbo a quienes intenten coartar tales quereres. Nos cae requete bien la izquierda, pues los derechos resultan arduos en todas partes, y demasiado duros de centrar. Deploramos las armas, por prolongación onto(i)lógica de aquellos que aman (y arman) sus infinitas guerras contra cualquier cosa y con cualquier pretexto que les permitan cobrar. Las únicas conquistas plausibles nos son las obras, más, si imperfectas. Creemos serenamente en el mejoramiento humano –mal que nos sepa a lugar común– y soñamos con una nación lúcida, que quepa exacta a la prole entera, un hogar donde junto al culto pleno quede borrado el odiar. Nuestro anhelo cesará –de facto– el día en que el ex enemigo guiña al ex amigo (o viceversa, como prójimos), y se inviten a yantar y a emborracharse, como hizo Madiba con sus ex carceleros allá por África un día de sol. (Por lo que apreciamos, “ex” será en lo adelante clave divina, de manera que la albergamos). Confiamos en el poder desenmascarador de la verdad, única que no se escurre cobarde bajo los gritos del teatro Villanueva puesto en pie. José Martí, Julián del Casal, Virgilio Piñera, Reinaldo Arenas, Delfin Prats, el bodeguero de la esquina, el preso ya suelto, el que aún no, el que esté por entrar, el asesino inconfeso, el traidor arrepentido, el enfermo alcohólico y psicodependiente, el potencial suicida, la jinetera y el pinguero que salvan con sus egoísmos corporales a familias pendientes de la inanición, y tantos otros cubanos como nosotr@s 2, para esa fecha tremenda, estaremos content@s y sonreiremos. Quizá hasta podamos añadir que, por decirlo ya, también somos libres. Ojalá que pronto tod@s lo sean.

En Caibarién, Y Abril 13 del 2014.

PS: Preferimos ingerir dosis descabelladas de pescado, mucho fósforo+fitina, para que no se nos apaguen nunca las imágenes distorsionadas de los empoderados.

[1] El actual lema rescatado para el congreso que corre dicta que “lo primero que hay que salvar es a la cultura”. No sé si se refieren a la parte buena de nuestra corriente ilustrada que defiende sin cuestionamientos los recios dictados y se desmarca oportunamente de la responsabilidad ciudadana, o a la entera de la nación. Yo agregaría que mejor salvamos primero al recipiente y creador de aquella, para que no se nos vuelva impersonal, incontenible. Se me olvidaba que los presidentes de esa asamblea de artistas (ONG), históricamente, han sido parte/usuarios del aparato estatal/partidista. Y anexo un exergo que no hago mío, para decantar ambiciones que pueda imputarnos el represor de turno previa absolución del adeudo pendiente, más por el colaboracionismo implícito en cada uno, me parece válido asumir al fin que:

‘We had all become used to the totalitarian system and accepted it as an unchangeable fact and thus helped to perpetuate it. [. . .] None of us is just its victim. We are all also its co-creators».

Vaclav Havel; poeta, disidente y luego primer ministro.