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Por Félix Sautié Mederos.

Crónicas cubanas

El paso del tiempo es implacable, no tiene marcha atrás ni tampoco freno que pueda detenerlo; entre tanto la vida se desenvuelve en su ciclo de nacimientos y muertes dentro del cual envejecemos inexorablemente, pero la naturaleza es sabia y en estos ciclos se encuentran implícitas las condiciones existenciales para la procreación que renueva la vida en una espiral existencial. En tales circunstancias los seres humanos con nuestro saber cada vez más avanzado, estamos de conjunto en capacidad de intervenir en esas condiciones, ya sea de manera positiva o negativa; y parece que por desidia o ambición, lo estamos complicando todo y podríamos llegar a un punto de no retorno, en el cual perdamos para siempre la Casa Común única en el Universo por el momento, que estamos en la obligación de conservar y legar a las nuevas generaciones.

Estas situaciones que se manifiestan en el movimiento del Medio Ambiente y por las cuales se claman en nuestro mundo plagado de guerras y agresiones a la vida, también tienen sus manifestaciones en la sociedad y en el futuro de las naciones que necesitan del relevo, del desarrollo y sobre todo de la estabilidad social. En estas coyunturas mientras que el tiempo transcurre no va esperar por nuestras soluciones porque las realidades son las realidades diría Perogrullo; y no deberíamos meter la cabeza en la tierra como los avestruces para no verlas e ignorarlas.

En este orden de cosas, la comunicación social es de una importancia básica que se expresa en el deber de los comunicadores, periodistas y especialistas, de realizar y dar a conocer públicamente los análisis objetivos que nos permitan enfrentar las realidades en que nos encontramos inmersos, sin más compromisos que la verdad que incluye entre otras cuestiones esenciales el también deber fundamental de alertar y de expresar los problemas así como los anhelos de la población aunque haya a quienes no les guste que los publiquemos. Es un deber de conciencia que no se debería acallar con paliativos temáticos que nos faciliten evadir estos problemas, angustias y anhelos del pueblo.

Precisamente una de las cuestiones que considero muy importantes en la Cuba de hoy es que mientras se potencia la espera por las soluciones sin prisa, el tiempo pasa y cada vez nos hacemos más viejos. Nuestra población decrece y ha entrado en una dinámica que algunos tratan de explicar con el desarrollo de la sociedad y las tendencias del mundo contemporáneo, principalmente de los países desarrollados que pueden ser uno de los factores de nuestro decrecimiento, pero no el único ni mucho menos el más importante porque hay realidades que nos expresan algunos de los datos oficiales que se han publicado por diversas vías y que deberían ser analizados en todas sus causas y consecuencias sin consideraciones preestablecidas de ningún tipo.

En mi criterio deberíamos tomar muy en consideración algunas cifras importantes al respecto, que plantean una población cubana envejecida de 11.2 millones de habitantes y que en 2012 de las 46,662 personas que se fueron del país el 52% eran mujeres en una tendencia mayoritaria de grupos entre 20 y 40 años, lo que evidentemente no tenemos que ser especialistas para comprender que constituyen edades fértiles para la procreación.

Estas cifras considero que son elocuentes y en mi criterio suficientes para conocer objetiva y subjetivamente una realidad que estamos viviendo, que la palpamos todos los días a nuestro alrededor incluso sin necesidad de estadísticas sofisticadas, sólo con tener en cuenta lo que le sucede a nuestros vecinos; las que no se deberían obviar, porque manifiestan una tendencia de marcharse del país que se generaliza entre los jóvenes con un decrecimiento que considero no tiene que ver esencialmente conque seamos tan desarrollados como los países del Primer Mundo sino todo lo contrario.
En mi criterio se marchan del país porque sus vidas ni su realización personal se les facilita dentro de nuestras fronteras. Eso en mi opinión, hay que tomarlo muy en consideración y no mirar hacia otro lado para ignorarlo.

La espera, dice un dicho popular, desespera; y, en nuestras circunstancias, es esencial que pongamos los oídos sobre la tierra porque la vida se nos está contrayendo y las realidades que son las realidades no van a esperar por nosotros, hay que abordarlas con prisa y sin treguas. Las llamadas nos están llegando desde diversos puntos esenciales de la sociedad y las campanas están repicando. Hay que tener oídos para oírlas.

Así lo pienso y así lo expreso con mis respetos por la opinión diferente y sin querer ofender a nadie en particular

Publicado en Por Esto!, sección de Opinión , el domingo 23 de febrero 2014.

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