5 pensamientos sobre “En materia cultural prohibir nunca es la solucin”
Pedro Manuel González Reinosodijo:
Victor, te dejo lo que hace muy poco publiqué en mi FB. Por coincidencias y no. Un abrazo desde El Cayo de Los 2 (P & RR)
La hora absurda de las clausuras
Por Pedro Manuel González Reinoso
La novedad es que ordenan en Cuba cerrar corriendo a los cines privados (en 3D y de todo tipo, que se supone proliferan) así como detener la reventa de artículos importados –nos valga sopesar si lícito o no, sea lo ofertado–, lo cual causa un nuevo malestar al presunto soberano insular, el que hasta ayer llegó a emocionarse con las pálidas “reformas” populistas del reordenamiento profesional anunciado, y amasó enseguida el talento y los dineros necesarios para darnos solvencia y placer combinados. O para el alma divertir. Y hasta el cuerpo saciar. Todo mezclado.
Conocí a un infante (un pionero, claro) hace poco en Centro Habana que estaba aguardando la fecha de su cumple próximo para que la familia le consiguiera los 4 cuquitos que le cuesta –o le costaba– la entrada a un sitio cercano, y lo llevaran a conocer el prodigio tecnológico de la sobredimensión luminosa de sus sueños. Era una promesa que demorará en cumplirse, no así sus años. La cara del pionero revisitado antier me hizo recordar a los mártires de Aracataca, cuando les propusieron ir a “desconocer” la existencia del hielo.
Estaba yo también a punto de ver un documental verdaderamente “revolucionario” sobre los temas sagrados del séptimo arte antes de morirme, y de improviso quedo lelo ante la extirpación mal explicada de los permisos otorgados a “cafeterías con proyecciones” –según aparece signado en el inventario de actividades autorizadas del listado gubernamental– cuyos propietarios, por supuesto, pagaron sus patentes en fecha, las consecuentes promociones etécsicas, extorsiones inevitables a moscones sanguinolentos y porcientos calculados con suma obediencia; incluidos el 10 extra a Don Eusebio Leal y su colgado casquete historiográfico, por casi un año de operar en regla, a manos de funcionarios incompetentes (parece), y que a pesar de los elevadísimos costos-ingresos para ambas partes y de las imparables afluencias del magnífico, se precipitó sobre “los (i)legales” al fin el pesado telón (de bagazo, se intuye, pues el acero escasea) como usualmente ocurre cuando algo desatornilla el engranaje totalitario y todo se resuelve pronto con un decreto masivo, desde lo altísimo. Los (des)órdenes ideológicos blandidos en la noticia esconden el verdadero octanaje de incompetitividad habitual que tiene el gobierno en esos terrenos tecnológicos de desventaja. Son caras las inversiones que se necesitarían para abrir uno oficial (explican) en donde se exhibirían filmes “aprobados” antes por su integridad filosófica de izquierda, correctos, constructivos, nada violentos (como sí lo es la sociedad civil) los que resultaran tampoco asequibles para aquel niño que creció añorando ver al capitán Nemo, a Hulk o Avatar (sus héroes) en resolución mejor que la que le regaló la TV nacional en su momento de tandas, visto en el Panda o el viejo Krim 218, cuando exhibirlos no constituía una debilidad fundacional ni educativa, amoldable en un punto al menos desgastado concepto del “nuevo hombre”. Si se han fabricado solamente hasta la fecha ciento y piquito de estos adelantos visuales contemporáneos –y que yo sepa ninguno porno o anticomunista existe en casa– ¿Qué habría de “peligroso”? ¿Walt Disney? ¿Cuándo veremos pues en 3D a Elpidio Valdés, a Clandestinos o a Guardafronteras?
Tal vez la solución para que los “sastres y/o modistos” oportunistas salten al estrellato fugaz tras el 31 de Diciembre –que es la fecha tope para “deshacerse” volando de la mercancía no elaborada con manos/máquinas propias–, sea la revisión y purga de los compradores de las bisuterías baratas que se ofertan en las lamentables tiendas recaudadoras de divisas, los que tan-poco hacen sombra ni en el saco ni en la chancleta mal habida a los primeros. Ni les harán.
Nos parece que no hay recursos ni argumentos sólidos del lado restrictor para esta desmesurada entrega de incertidumbre –por lo que tenga de contagioso con el resto de las permisibilidades que ahora tiemblan–; ¿Quién se atreve a asegurar que no cuestionarán mañana a los barberos porque intenten manipular con sus manos impúdicas las ideas que desde el subsuelo de la mente les inoculen sus usuarios vía peine? o ¿será que no existe voluntad real para erradicarlas cuando convenga, o pongan en peligro indemostrabilidades como estas (a tener bien claro que nada resulta más deseable para el humano mortal que lo muy prohibido) ni para compeler al pueblo a aceptar cualquier norma aunque resulte retrógrada? Siempre habrá un público mayor o menor para todo lo comercializable en este mundo desigual que pretenden en vano rasar, ¡y en este país carente de tantas cosas! máxime cuando se pierde de perspectiva nuestra azarosa y efímera estadía –de paso– bajo esta porción de cielo.
Las peliculitas y peliculonas norteamericanas o europeas de amplio rango sensorial y de mucha aceptación entre los visionarios afines en pleno siglo de las imágenes brutales, saturan el mercado futuro dentro y fuera. Entonces; ¿Clasifican hoy los tiernos videos nacionales de promos de humoristas pe$ados de la mercadotecnia, de artistas salseros y reguetoneros erotizados, todos dentro de la ultrajante “banalidad” dual de imagen y texto que se dice combatir a muerte desde el MINCULT? ¿Mirarán acaso sus comisarios los muestrarios rentabilísimos que se convidan en 23 y M, Lucas o Piso 6? ¿Qué dicen de los marchantes de mercancías y del pacotilleo salvador cuando se disparan ante las tiendas estatales que no tienen ni en calidad ni en cantidades artículos semejantes? Mas; ¿qué alternativa decorosa habrá para el entretenimiento sano en un país prácticamente sin cines ni abastecimientos estables de casi nada? La cruzada “purista” del laico estado nuestro para terminar con lo que se descentre de la ideología controlada del “bien demostrable” –como la idoneidad laboral en el (in)discutible código–, tendría que afrentar las concepciones dialécticas propias, como las de una Hannah Arendt descreída y sin medias verdades palpables.
Resumiendo: El gran perdedor en este (re)juego ético, estético y comercial va a ser, entonces, el cubano simple – “el de a pie”, como consideró el laureado novelista Leonardo Padura en un texto divulgado en Internet. También el estado desapercibirá brillantemente sus cuotas fiscales de antaño y los cubanos encontrarán luego el modo de burlar los cercos y abastecerse como puedan de todo lo faltante. No importarán a las autoridades las pérdidas irreparables que se sucedan en sus arcas o en nuestras vidas espirituales en el entretiempo, cuando olvidemos las otras, las precedentes por igual de breves, las que no se circunscriben –aunque lo quieran– a meros decretos políticos, culturales o comerciales de ocasión, sean al cabo rectificables o no, porque ostentan un rigor lógico paralizante que nos otorga la pertinencia en este ma(l)r de adversidades y de neurosis rutinarias. Las hay peores, y todos las conocemos. Entonces no nos desesperemos. Vamos a ver florecer en lo adelante –bajo pe$os insufribles– a la ilegalidad socialista y al clandestinaje, ese que ha sido tara honrosa en nuestra historia de dudosas consecuciones. Jamás aprenderán a ser sensatos los de siempre, con más de lo mismo.
Lo dijo José Martí, el visionario mayor: “Algo de lo que produce con eficiencia el socialismo, es a la burocracia”.
Si los «compañeros» lo que querían era vencer en la guerra cultural en vez de cerrar lo que tenía que hacer es montar en cada cuadra un Cine en 3D (como hicieron con el Comité) mas barato y de mejor calidad intelectual. Eso para el estado empresario habría sido una bicoca, pero se fueron por la mas fácil aunque le rompieran el sueño a más de un pionero.
Victor, te dejo lo que hace muy poco publiqué en mi FB. Por coincidencias y no. Un abrazo desde El Cayo de Los 2 (P & RR)
La hora absurda de las clausuras
Por Pedro Manuel González Reinoso
La novedad es que ordenan en Cuba cerrar corriendo a los cines privados (en 3D y de todo tipo, que se supone proliferan) así como detener la reventa de artículos importados –nos valga sopesar si lícito o no, sea lo ofertado–, lo cual causa un nuevo malestar al presunto soberano insular, el que hasta ayer llegó a emocionarse con las pálidas “reformas” populistas del reordenamiento profesional anunciado, y amasó enseguida el talento y los dineros necesarios para darnos solvencia y placer combinados. O para el alma divertir. Y hasta el cuerpo saciar. Todo mezclado.
Conocí a un infante (un pionero, claro) hace poco en Centro Habana que estaba aguardando la fecha de su cumple próximo para que la familia le consiguiera los 4 cuquitos que le cuesta –o le costaba– la entrada a un sitio cercano, y lo llevaran a conocer el prodigio tecnológico de la sobredimensión luminosa de sus sueños. Era una promesa que demorará en cumplirse, no así sus años. La cara del pionero revisitado antier me hizo recordar a los mártires de Aracataca, cuando les propusieron ir a “desconocer” la existencia del hielo.
Estaba yo también a punto de ver un documental verdaderamente “revolucionario” sobre los temas sagrados del séptimo arte antes de morirme, y de improviso quedo lelo ante la extirpación mal explicada de los permisos otorgados a “cafeterías con proyecciones” –según aparece signado en el inventario de actividades autorizadas del listado gubernamental– cuyos propietarios, por supuesto, pagaron sus patentes en fecha, las consecuentes promociones etécsicas, extorsiones inevitables a moscones sanguinolentos y porcientos calculados con suma obediencia; incluidos el 10 extra a Don Eusebio Leal y su colgado casquete historiográfico, por casi un año de operar en regla, a manos de funcionarios incompetentes (parece), y que a pesar de los elevadísimos costos-ingresos para ambas partes y de las imparables afluencias del magnífico, se precipitó sobre “los (i)legales” al fin el pesado telón (de bagazo, se intuye, pues el acero escasea) como usualmente ocurre cuando algo desatornilla el engranaje totalitario y todo se resuelve pronto con un decreto masivo, desde lo altísimo. Los (des)órdenes ideológicos blandidos en la noticia esconden el verdadero octanaje de incompetitividad habitual que tiene el gobierno en esos terrenos tecnológicos de desventaja. Son caras las inversiones que se necesitarían para abrir uno oficial (explican) en donde se exhibirían filmes “aprobados” antes por su integridad filosófica de izquierda, correctos, constructivos, nada violentos (como sí lo es la sociedad civil) los que resultaran tampoco asequibles para aquel niño que creció añorando ver al capitán Nemo, a Hulk o Avatar (sus héroes) en resolución mejor que la que le regaló la TV nacional en su momento de tandas, visto en el Panda o el viejo Krim 218, cuando exhibirlos no constituía una debilidad fundacional ni educativa, amoldable en un punto al menos desgastado concepto del “nuevo hombre”. Si se han fabricado solamente hasta la fecha ciento y piquito de estos adelantos visuales contemporáneos –y que yo sepa ninguno porno o anticomunista existe en casa– ¿Qué habría de “peligroso”? ¿Walt Disney? ¿Cuándo veremos pues en 3D a Elpidio Valdés, a Clandestinos o a Guardafronteras?
Tal vez la solución para que los “sastres y/o modistos” oportunistas salten al estrellato fugaz tras el 31 de Diciembre –que es la fecha tope para “deshacerse” volando de la mercancía no elaborada con manos/máquinas propias–, sea la revisión y purga de los compradores de las bisuterías baratas que se ofertan en las lamentables tiendas recaudadoras de divisas, los que tan-poco hacen sombra ni en el saco ni en la chancleta mal habida a los primeros. Ni les harán.
Nos parece que no hay recursos ni argumentos sólidos del lado restrictor para esta desmesurada entrega de incertidumbre –por lo que tenga de contagioso con el resto de las permisibilidades que ahora tiemblan–; ¿Quién se atreve a asegurar que no cuestionarán mañana a los barberos porque intenten manipular con sus manos impúdicas las ideas que desde el subsuelo de la mente les inoculen sus usuarios vía peine? o ¿será que no existe voluntad real para erradicarlas cuando convenga, o pongan en peligro indemostrabilidades como estas (a tener bien claro que nada resulta más deseable para el humano mortal que lo muy prohibido) ni para compeler al pueblo a aceptar cualquier norma aunque resulte retrógrada? Siempre habrá un público mayor o menor para todo lo comercializable en este mundo desigual que pretenden en vano rasar, ¡y en este país carente de tantas cosas! máxime cuando se pierde de perspectiva nuestra azarosa y efímera estadía –de paso– bajo esta porción de cielo.
Las peliculitas y peliculonas norteamericanas o europeas de amplio rango sensorial y de mucha aceptación entre los visionarios afines en pleno siglo de las imágenes brutales, saturan el mercado futuro dentro y fuera. Entonces; ¿Clasifican hoy los tiernos videos nacionales de promos de humoristas pe$ados de la mercadotecnia, de artistas salseros y reguetoneros erotizados, todos dentro de la ultrajante “banalidad” dual de imagen y texto que se dice combatir a muerte desde el MINCULT? ¿Mirarán acaso sus comisarios los muestrarios rentabilísimos que se convidan en 23 y M, Lucas o Piso 6? ¿Qué dicen de los marchantes de mercancías y del pacotilleo salvador cuando se disparan ante las tiendas estatales que no tienen ni en calidad ni en cantidades artículos semejantes? Mas; ¿qué alternativa decorosa habrá para el entretenimiento sano en un país prácticamente sin cines ni abastecimientos estables de casi nada? La cruzada “purista” del laico estado nuestro para terminar con lo que se descentre de la ideología controlada del “bien demostrable” –como la idoneidad laboral en el (in)discutible código–, tendría que afrentar las concepciones dialécticas propias, como las de una Hannah Arendt descreída y sin medias verdades palpables.
Resumiendo: El gran perdedor en este (re)juego ético, estético y comercial va a ser, entonces, el cubano simple – “el de a pie”, como consideró el laureado novelista Leonardo Padura en un texto divulgado en Internet. También el estado desapercibirá brillantemente sus cuotas fiscales de antaño y los cubanos encontrarán luego el modo de burlar los cercos y abastecerse como puedan de todo lo faltante. No importarán a las autoridades las pérdidas irreparables que se sucedan en sus arcas o en nuestras vidas espirituales en el entretiempo, cuando olvidemos las otras, las precedentes por igual de breves, las que no se circunscriben –aunque lo quieran– a meros decretos políticos, culturales o comerciales de ocasión, sean al cabo rectificables o no, porque ostentan un rigor lógico paralizante que nos otorga la pertinencia en este ma(l)r de adversidades y de neurosis rutinarias. Las hay peores, y todos las conocemos. Entonces no nos desesperemos. Vamos a ver florecer en lo adelante –bajo pe$os insufribles– a la ilegalidad socialista y al clandestinaje, ese que ha sido tara honrosa en nuestra historia de dudosas consecuciones. Jamás aprenderán a ser sensatos los de siempre, con más de lo mismo.
Lo dijo José Martí, el visionario mayor: “Algo de lo que produce con eficiencia el socialismo, es a la burocracia”.
Muy bueno, genial. Una pena que no quieran probar el socialismo libertario.
Por lo que se ha comprobado, por lo menos hasta el presente, «socuialismo» y «libertario» son antónimos absolutos.
Eso no es cierto, puedes ver el documentar Vivir la Utopía para que te des cuentas que no estás en lo cierto.
Si los «compañeros» lo que querían era vencer en la guerra cultural en vez de cerrar lo que tenía que hacer es montar en cada cuadra un Cine en 3D (como hicieron con el Comité) mas barato y de mejor calidad intelectual. Eso para el estado empresario habría sido una bicoca, pero se fueron por la mas fácil aunque le rompieran el sueño a más de un pionero.