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activismo, antiautoritarismo, antropología, control ciudadano, corrupción, crítica, debate, democracia, derechos humanos, desigualdad, discriminación, espacio público, estado de derecho, Género, ideología, libertad, nación, Observatorio Crítico, polémica, revolución, Rogelio M. Díaz Moreno, sociedad, sociedad civil
Por Rogelio Manuel Díaz Moreno
Recientemente salió publicado en el medio Havana Times, para luego ser reproducido en nuestro propio sitio, el escrito de Alfredo Fernández, «Carta abierta a escritoras inconsecuentes». Varios miembros del Observatorio Crítico estimamos que nuestros lectores merecen conocer una respuesta a los criterios emitidos por el Sr. Fernández.
La idea central del material que aludimos es que ciertas personas, mujeres escritoras cubanas para más señas, adoptaron una actitud criticable; en primer lugar, por defender una sanción penal emitida contra el escritor Ángel Santiesteban, acusado de maltratos físicos a su esposa; y, en segundo lugar, por abstenerse de defender el derecho de la actriz Ana Luisa Rubio, que declara haber sido víctima de un abuso semejante por individuos a los que no se ha perseguido. Entre el grupo criticado, se encuentra una integrante de nuestro Observatorio, así que nos toca darnos por aludidos.
Sepa el Sr. Fernández que los miembros del Observatorio Crítico hemos hecho, del enfrentamiento a la violencia y todas las formas de abuso, uno de los emblemas más respetados en nuestro accionar. Cuando llega a nuestro conocimiento la noticia de uno de estos hechos lamentables, nuestra solidaridad se posiciona inexorablemente del lado de la víctima y nuestra condena se expresa, inequívoca, contra el agresor. Esto sucede independientemente de los colores políticos de las partes en conflicto pues, a diferencia de otras voces, consideramos que la justicia, legal y moral, no debe conocer de dobles raseros.
Independientemente de ello, en una sociedad opaca a la información como la cubana, con frecuencia es difícil conocer los hechos y los acontecimientos precisos. La versión oficialista se proyecta siempre en el polo opuesto a la de los grupos de la disidencia y la verdad se resiente de la ausencia de investigaciones independientes, confiables para el público. A título personal, considero que el Estado-gobierno cubano es el principal responsable de ese déficit informativo. Las razones de ello ahora no vienen al caso, pero terminan por arrojar grandes sospechas sobre las actitudes de este último. Sin embargo, las estrechas relaciones de algunos individuos de la oposición tradicional reveladas por Wikileaks con los poderes del gobierno estadounidense, también debilitan la credibilidad del bando opuesto. Con frecuencia, uno se elabora una interpretación mixta, guiado por la experiencia y el conocimiento de las capacidades de los dos polos.
El enfrentamiento a todas las manifestaciones de violencia prosperará en la medida en la que obliguemos a las autoridades a actuar con mayor transparencia. Con frecuencia será necesario enfocarse en casos particulares, el de árboles aislados, pero sin perder de vista el cuadro general, el del bosque. Una mayor transparencia en el caso de Ángel Santiesteban, por ejemplo, hubiera permitido la constatación de las declaraciones de la víctima, de los doctores que la atendieron, de si por fin los testigos que sí pero no. El criterio público podría formarse en base a algo más sólido y, quienes lo cuestionaran, quedarían como charlatanes. Hoy día, la verdad concreta la conocen solo algunos protagonistas más cercanos del hecho. Los demás, que se pronuncian en uno u otro sentido, lo hacen porque confían en los seres humanos que conocen o porque así les conviene por sus propios intereses, y su conciencia les juzgará.
En el caso de la actriz Ana Luisa Rubio existe la denuncia, por una parte, de la agresión de la que aquella habría sido víctima; y por otra, que las autoridades policiales dejaron sin investigar los hechos. Aunque hablo a título personal, reitero, puedo afirmar contundentemente que el criterio de todos los miembros del Observatorio Crítico es que todas las personas son titulares de derechos inalienables cuya protección, bajo los sistemas estatales actuales, es responsabilidad de las fuerzas del orden del gobierno que esté establecido. Independientemente de las filiaciones de la denunciante y de los denunciados, aquella tiene todo el derecho de exigir la investigación de los hechos en los que habría resultado tan lamentablemente agredida. La responsabilidad de llevarla a cabo, de manera exactamente igual a la que pondrían en práctica en el caso de cualquier otro ciudadano, cae sobre los agentes del orden. De fallar en este deber, aun cuando fuera falsa la versión de Ana Luisa, los agentes de la policía se harían cómplices de las actitudes de violencia y agresión física cometidas contra todas las personas indefensas, en cualquier lugar, vivienda, institución, en cualquier municipio, ciudad o escenario rural de nuestro país. Actitudes que merecen el repudio de todas las personas honestas y que, está demás decirlo, son fuertemente condenadas por todos los miembros del Observatorio Crítico.
Ni el disfraz de perseguido político disculpa actos delitos de este tipo, ni una posible condición de disidente de la víctima los vuelve menos graves. Una vez más, hay que repetir que las leyes de aplicación selectiva son meras herramientas del autoritarismo y de la ley del más fuerte, situación caótica y odiosa que todos debemos repudiar.
Los miembros del Observatorio respetamos profundamente estos preceptos. Nuestros propósitos abarcan tanto la defensa teórica y general de esta posición, como el manifestarnos en su defensa, en ocasiones puntuales de alguna significación que se ponen a nuestro alcance. En este proceso, procuramos alejarnos de parcialidades en su aplicación, como las que lastran y mucho las actuaciones de otros agentes.
La oposición a las agresiones y al ejercicio de la violencia contra seres indefensos es, para nosotros, una postura de principios, no un estandarte oportunista para servir agendas equívocas. Los sinsabores que ello nos asegura son asumidos por nosotros sin alegría, pero con orgullo. De esta suerte, contribuimos nuestro poquito a transformar el país en que hemos elegido quedarnos, trabajar, sufrir y amar, en pro de nosotros mismos, nuestros seres queridos y nuestros hermanos de toda la nación.
Pues mira Rogelio, si están en contra de todo tipo de violencia, lo que se espera es una carta condenando la golpiza a la actriz igualita a la que condenó la violencia del escritor. No una arenga contra el que recordó que condenaron la violencia contra la ex mujer del escritor.
Hay la misma desinformación en ambos casos. Pero, en el de la actriz hay fotos.
Hay violencia en ambos casos, pero en el caso del escritor y su mujer, es violencia doméstica. Pero en el de la actriz es violencia política.
Y el escritor fue uno a una, contra la actriz fue un batallón de gente.
«De fallar en este deber, aun cuando fuera falsa la versión de Ana Luisa, los agentes de la policía se harían cómplices de las actitudes de violencia y agresión física cometidas contra todas las personas indefensas, en cualquier lugar, vivienda, institución, en cualquier municipio, ciudad o escenario rural de nuestro país. Actitudes que merecen el repudio de todas las personas honestas y que, está demás decirlo, son fuertemente condenadas por todos los miembros del Observatorio Crítico.»
Pues, si es así, ¡Bravo!, tengo entonces la esperanza de leer más pronto que tarde un post contra la bajeza neofascista que constituyen los actos de repudio, protegidos, por cierto, por esa misma policía que debía proteger a los ciudadanos, independientemente de su filiación política, pero que contempla impasible delitos sancionados en el Código Penal cubano: Agresión, lesiones, allanamiento de morada, escándalo público, manifestaciones obscenas en la vía pública, maltrato a la propiedad, difamación.
Lo único que no entiendo es esta frase:
«Ni el disfraz de perseguido político disculpa actos delitos de este tipo,(…)»
¿Disfraz de perseguido político?
Si una mujer que estaba amenazada si salía de su casa; si una mujer que recibe la paliza que recibió esa señora; y todo por causa de su postura contra el gobierno, no tiene derecho a llamarse perseguida política, ¿Qué tiene que pasar? ¿Que la maten?
Aún criticando el hecho no pueden evitar que el subconsciente los traicione, y les salga aquella farsa de que en Cuba no hay perseguidos políticos.
Yo creo que acá hay definiciones éticas, políticas y prácticas.
Condenar la violencia en general y no en particular en dependencia de cómo nos enteremos, lo que evidencia es una «sospecha» sobre todas las fuentes de información que se debe resolver buscando más información y definiendo la posición que se tiene sobre los hechos. Esto es un problema práctico a resolver pero no insoluble. Exige más tiempo y esfuerzo que en otros lugares, es cierto, pero eso no exime la responsabilidad ni la necesidad de hacerlo.
Lo que debe quedar claro es si a los adversarios políticos se les debe apalear, por aquellos que tengan relaciones con la Oficina de Intereses norteamericana en la Habana y si eso es un criterio que justifica las golpizas y los actos de repudio. Esto es un criterio político, porque de lo contrario no se mencionaría los documentos de Wikileaks en este post.
Las ocho escritoras que se pronunciaron, lo hicieron parcialmente contra Ángel Santiesteban y a favor de su ex esposa pero se callaron entonces sobre las golpizas dominicales contra las Damas de Blanco que desde el año 2003 viene ocurriendo y no se han detenido, y por otra parte, ahora también mantienen un silencio sobre la reciente golpiza a la actriz Ana Luisa Rubio. No hay justificación alguna para tal parcialidad y si no tienen información tienen la obligación de buscarla antes de pronunciarse y esto es un problema ético.
En definitiva me parece loable la solidaridad que se expresa en este post y su postura contra la violencia, pero me parece errado atacar «al mensajero», Alfredo Fernández, con ese tono de sospecha de «señor» para pasar a precisar los valores de Observatorio Crítico que se contradicen con la postura de la integrante a la cual quieren defender.
Creo que la que se tiene que pronunciar es la propia persona perteneciente a Observatorio Crítico y que de hecho contradice los valores de Observatorio Crítico que se defienden en este post. Esa persona participa de todos los defectos que ve Alfredo Fernández en el lamentable pronunciamiento de las ocho escritoras hace seis meses por su parcialidad y «olvido» de las demás mujeres pero también ahora que mantienen un silencio vergonzoso sobre nuevas violencias sobre otras mujeres que no son la ex de Ángel Santiesteban.
Saludos.
Marlene.
Allguos de los que apoyan a Ana Luisa:
Los firmantes reclamamos a la opinión pública mundial, a los gobiernos, a las organizaciones internacionales de derechos humanos, a no permanecer impávidos ante un hecho tan execrable que atenta contra la dignidad humana y condenar enérgicamente el clima de violencia generado por una política fundada en el odio y la confrontación.
Firmantes:
David Álvarez-Carbonell, investigador científico, Estados Unidos.
Marlene Azor, socióloga, México.
Franklin Castrellón, periodista, Panamá.
Manuel Castro Rodríguez, profesor universitario, Panamá.
Armando Chaguaceda, politólogo, Cuba/México.
Alfredo Fernández Rodríguez, historiador, Ecuador.
Yoelvis García Mesa, Dr. en Biomedicina, Ohio, Estados Unidos.
Ariel Hidalgo, maestro, Ecuador.
Roberto Augusto Martín Montilla, ingeniero y profesor, Venezuela.
Carlos Alberto Montaner, escritor, Florida, Estados Unidos.
Antonio Morales-Pita, profesor de Política Económica, Illinois, Estados Unidos.
Oscar Peña, activista de derechos humanos, Florida, Estados Unidos.
Yoani Sánchez, filóloga y bloguera, Cuba.
Juan Antonio Blanco, historiador, Estados Unidos.
Alexis Jardines, filósofo, Puerto Rico.
Antonio Rodiles, matemático-físico, Cuba.
Pedro Campos, historiador, Cuba.
Rolando Castañeda, economista, Washington DC, Estados Unidos.
Boris Arena. Profesor, cineasta, Cuba.
Andrés Dovale Borja, médico, Cuba.
Amir Valle, escritor y periodista, Berlín.
Julio Tang, historiador, Cuba/Estados Unidos.
Manuel Cuesta Morúa, historiador, Cuba.
Activistas del Proyecto Violencia Cero de Nuevo País
Gloria Llopis Prendes, Cuba.
Leonardo Calvo Cárdenas, Cuba.
Juan. A. Madrazo Luna, Cuba.
Eroisis González Suárez, Cuba.
Eleonor Calvo Martínez, Cuba.
Fernando Palacios Mogar, Cuba.
Yasnay Lozada Jiménez, Cuba.
Daylen Rojas Pérez, Cuba.
Carmelo Bermúdez Rosabal, Cuba.
Alina Guzmán Tamayo, Cuba.
Nilo Julián, Cuba.
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