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Autor:

Ramón García Guerra

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Precisamente el pasado sábado, 7 de septiembre, se discutió el Código de trabajo en el Observatorio Crítico de La Habana. Presenté allí las ideas que ofrezco hoy a debate en este artículo. Desde luego, estas ideas mías no agotan la riqueza de aquel análisis. Pronto se pondrá en circulación un vídeo y documentos que hace una síntesis del mismo. Proponemos con nuestras ideas un enfoque político del Código de trabajo si de lucha se trata para seguir al compañero Fidel Castro.

Estamos en medio de una sociedad de trabajadores que discute un Código de trabajo. ¿Puede hoy haber algo más importante que hacer en Cuba? No. Entonces el perfil bajo que ha impuesto el Partido en el debate del Código, por sí mismo, habla de la lectura que éste hace de la realidad nacional. Precisemos este aspecto. Efectivamente, el debate del Código resulta uno de los momentos más difíciles y amargos que enfrentan hoy las reformas. Mantener un perfil bajo facilita al Partido pasar gato por liebre. Desmovilizar a la masa, en cambio, abre una brecha a la Nueva Clase. Precisamente, esto sucede hoy: cuando la política de la nueva burguesía cubana agraria y urbana resulta ser la de ralentizar las reformas y la de capitalizar los espacios de mercado que han abierto las mismas. ¡Este es el momento en que debemos de radicalizar el proceso!

Entiéndase bien: Cuando los líderes históricos de la Revolución cubana no estén, entonces, los nuevos líderes no tendrán la autoridad de aquellos ni podrán apelar a una masa disgregada que, además, carecerá de instrumentos políticos (y será este Código uno de ellos) para dar la batalla por la libertad. Proponemos una visión no-legalista (digo: política) del debate. Sugerimos estas ideas como motivos del mismo.

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Código de Trabajo

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Contando árboles se pierde la visión del bosque. ¿Discutimos una norma legal o una relación social? La relación social que sanciona el nuevo Código es la relación entre patrón y obrero. Marx se lamentaba del hecho: La relación entre el trabajo asalariado y el capital, la esclavitud del obrero[1]. Entonces qué se discute: ¿Las cadenas o el peso de las cadenas?

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La cuestión se reduce a la visión liberal-burguesa que adoptan las reformas. Consideremos las luchas en Palacio: Raúl Castro se enfrenta a la nueva burguesía cubana, que adopta la política de ralentizar los cambios. Esperan que éstas no lleguen tan lejos o al menos, que cumplido el límite biológico del Líder puedan ser revertidos los cambios más libertarios.

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Para la nueva burguesía en Cuba no resulta suficiente que las reformas estén basadas en una concepción liberal de la sociedad. [Pienso ahora en liberales cubanos ilustres de la talla de
Ramiro Guerra, Fernando Ortiz y Jorge Mañach: esto es, pienso en ese liberalismo
que tanto contribuyó en la nación cubana.] Esta clase va por más. La política de Raúl Castro, en cambio, trata de integrar a esta burguesía en un modelo de sociedad. ¿Socialdemócrata?

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La política de Raúl Castro, además, hace por desmovilizar a la masa imagino para evitar la resistencia que ésta podría ofrecer justo en el momento más complejo del proceso. Pero sin la participación del pueblo las reformas están condenadas al fracaso. [Prueba de
esta política es el bajo perfil que otorgan al debate.] Quedaría así fuera de discusión el esquema de negociación que legitima el nuevo Código: Estado-empresa-sindicato. ¡Socialdemócrata!

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El estado ético-social que ratifica el socialismo de Estado en esta norma legal se ajusta al proceso de valorización del capital y bloquea el proceso de liberación de los cubanos. Cuando se reduce el socialismo a un modo de redistribución de la riqueza y de la propiedad, entonces, se hace a éste cómplice de la extorsión capitalista en tanto se mantiene en pie la relación capital-trabajo.

Trabajo Salariado

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Entendamos que el socialismo no es un período de transición sino una estrategia de subversión del capitalismo[2]. Estratégica que consiste en implotar al capitalismo desde adentro. Entonces, insisto: el socialismo de Estado significa un freno a la liberación. Masifica la ley del valor en la sociedad. (Entiéndase: cosifica la relación Estado-sociedad, exige lealtades políticas y adhesiones ideológicas, así como criminaliza el disenso.) Pero el trabajo necesario no se expande.

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Considero que están creadas las condiciones para implotar al capital en Cuba. [Proceso de valoración del mismo.] Evitemos que la cosificación se convierta en mercantilización con la extensión del trabajo necesario. Hagamos que los valores de uso predominen en la vida cotidiana. Capitalicemos el mutualismo. Construyamos otra sociedad: basada en un auténtico sentido de comunidad, en prácticas de solidaridad y en una amplia creatividad popular.

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Hablamos de construir la sociedad del arte realizado[3]. [Después de la extorsión
capitalista el futuro nos promete un mundo de creatividad popular.] Debemos de hacer protagónico al trabajo que no reproduce al capital. Cuando el locus de la revolución era el centro laboral, el trabajo voluntario era la clave de la liberación. Ahora, que el locus se ha desplazado a la comunidad, la clave es el trabajo comunitario y doméstico. Forjemos una nueva actitud ante el trabajo.

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¿Cómo se produce el cambio? Instituyamos la economía solidaria del trabajo cooperado. [Recordemos, –junto a Marx– que “el sistema del trabajo
asalariado es un sistema de esclavitud, una esclavitud que se hace más dura a
medida que se desarrollan las fuerzas sociales productivas del trabajo, aunque el obrero esté mejor o peor
remunerado
”[4] (Énfasis del autor.).] Entonces qué: ¿trabajo cooperado sin (o con) economía solidaria?

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Pero hay más. Pareciera que Marx nos habla a los cubanos hoy mismo: Y, por lo que se refiere a las sociedades cooperativas actuales, éstas sólo tienen valor si son creaciones independientes de los propios obreros, no protegidas ni por los gobiernos, ni por los burgueses. [Énfasis en Marx.] Debemos de entender al socialismo, insisto, como una estrategia de subversión del capitalismo. Nunca como un período histórico dividido en etapas y regido por leyes objetivas.

Proyecto de sociedad

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Definitivamente, nuestra concepción del socialismo es libertaria. Entonces nos oponemos al socialismo pequeño burgués que justifica a las reformas. ¿También al proyecto de sociedad? Sí. Sucede que, así como la clase media ayer (años ´50s) se fugó al futuro, la clase media hoy (siglo XXI) se fuga al pasado. [Huyéndole a
la proletarización la primera y a la precarización la segunda.] ¿Regresar al punto de partida allí donde se extravió la ruta para rehacer la historia?

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Desean un socialismo corporativo en Cuba. Discuten sólo el autoritarismo de los estatistas. Entonces el desafío de los libertarios es otro: construir el sujeto político popular que quiebre la valoración del capital. Desde luego, no será fácil. Debemos de superar la fractura de la sociedad, el pertinaz adocenamiento obrerista ¡Estado burocrático-policial! Precisamente hoy corre el viento a favor. Estamos en una sociedad de trabajadores, según la Constitución (1992).

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Sociedad del trabajo: no el sujeto amorfo de los Estatutos de 1959 ni la clase elegida de 1976. Dentro de una sociedad así, el Estado no puede ser admitido como un ente extraño, por encima de la sociedad; sino como un servidor de la misma, como un facilitador del proceso de liberación. Defendemos la autonomía de la sociedad. Luchamos por una sociedad abierta y libertaria. Exigimos, en tal sentido, la adopción de una Ley de municipios, una Ley de asociaciones

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Empoderar a la comunidad. Definitivamente, las fallas del control estatal sólo serán superadas por el control popular. ¡Control popular directo! Entonces sí sería dotado de un sistema inmunológico eficaz el modelo de economía. Intuimos la existencia de fuerzas subterráneas (ocultas) que movilizan a la sociedad. Ignoramos, en cambio, qué sentido adoptan en dicho proceso. ¿Éstas son funcionales al status quo? ¿Cuál es el potencial de éstas?

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Depende de nosotros que el potencial libertario popular se revele y contribuya a la emancipación de la sociedad. Tenemos que aprender a hacer política. Entender que la esencia de la política es la manifestación del disenso, había dicho Jacques Rancière[5] en tanto presencia de dos mundos en uno. La política de los libertarios no será entonces la de asaltar las posiciones del poder sino la de suprimir la existencia de aquellas. Desnudemos el realismo de los políticos.

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Propio de la manquedad mental que padecemos los cubanos, fruto del adoctrinamiento obrerista, tenemos varios déficits ideológicos y políticos por superar. Carecemos de un enfoque clasista de la sociedad. Carecemos de mapas de las economías locales y de los procesos de reproducción de la comunidad. Carecemos de autonomía, de libertad. Explica esta situación que las ideas ofrecidas a debate no alcancen a ser traducidas en ideas-fuerza.

Acabo de terminar un libro: Urbanismo, colonialidad, liberación (inédito) donde me ocupo de estas carencias y ofrezco soluciones a las mismas. Referente a la lucha de clases advierto sobre la emergencia de la nueva burguesía agraria y urbana en Cuba.

Particularmente me refiero a las 37 familias más ricas del cordón rojo habanero. Las que tienen, cada una, depósitos que superan los 20 millones de pesos sin contar otros activos. Burguesía agraria que tiene fondos corporativos propios, y política de empleo que tratan a los palestinos* de Arroyo Naranjo como a los marroquíes en los campos de Andalucía. Burguesía agraria que se haya blindada por sus relaciones con altos oficiales del MININT y el MINFAR, con haciendas en Centroamérica (varias en Costa Rica), etcétera, etcétera. ¿Cuál no será su poder cuando se establezca el modelo de economía ordinaria en esta región? Previsiblemente, más de tres millones de habaneros sometidos por ley de la oferta y la demanda seremos sus rehenes.

¡Exigimos una ley de municipios!

La nueva burguesía urbana en Cuba invirtió mil millones de dólares en 2012. [Según la tasa de cambio ese es
tanto dinero como el que maneja el Estado.] ¡La señora EFC ha invertido en Cuba 39 millones en apenas ocho meses! Evidentemente tiene más recursos que el Ministerio de Cultura. Preguntemos, por caso, a los directivos de Palmares, por qué la oferta de un cuentapropista en Cuba fue rechazada a favor de una empresa dominicana cuando los taburetes del cubano eran de mejor calidad y precio. ¡Tráfico de influencias, nomás!

Entonces qué, ¿vamos a tomar en serio la cuestión o se deja pasar la ocasión?

Santa Fe, Playa, La Habana: 8 de septiembre de 2013

E-mail: ramon0260@gmail.com

*Palestinos: este gentilicio se emplea en Cuba para referirse de manera despectiva a las personas de la región oriental del país que emigran hacia occidente, en particular hacia la capital.