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Por Rogelio Manuel Díaz Moreno
No hace ni seis meses nuestro joven canciller, Bruno Rodríguez, le explicaba a los cubanos residentes en Estados Unidos las razones por las que no podían invertir en su país de origen. Cuentan, ahora, que otro funcionario diplomático les anda explicando cómo se prepara una ley de inversiones diferente, que sí les permitirá esta posibilidad.
En algún momento los analistas habrá que reconocer que este gobierno está sacudiendo hasta los cimientos mismos del viejo sistema bueno, al menos en su parte económica. Sin embargo, siempre encontramos que cada transformación adolece del mismo elemento: la falta de elaboración interactiva y democrática entre gobierno, trabajadores, intelectuales y todos los interesados en general. Cuando aterrice este nuevo meteoro, la sociedad civil cubana se va a desayunar con un nuevo plato, en cuyo cocido no tuvo arte ni parte, a pesar del mucho interés que obligatoriamente le despierte.
Para empezar a acumular desordenadamente algunas opiniones, empezaré con la parte de justicia. Hay que alegrarse de que haya cesado la discriminación de los nacionales emigrados, puesto que hace rato se les otorgaba en exclusiva a los extranjeros esta importante potestad.
Después, se deben señalar otras posibles ventajas para muchos. Estará la entrada de capital al país; la fortuna de estrechar relaciones con los familiares allende el mar, y de aportes valiosos para aliviar la estrechez económica. Tampoco se puede pasar por alto que cada inversor cubano-americano será una voz más, opuesta a aquellas legislaciones de los propios Estados Unidos, que aprietan económicamente la economía cubana, como el embargo/bloqueo, la persecución de las actividades financieras cubanas por el resto del mundo, las restricciones de viajes contra los ciudadanos cubano-americanos, entre otras.
O sea, que aquí hay muchas potencialidades de beneficio, tanto para inversores como para los otros participantes de las nuevas iniciativas que se podrán generar. Pero, ahí mismo es donde hay que tener grandes cuidados.
Los emigrados cubanos con capital para invertir en su patria, lo han acumulado o reproducido en una sociedad radicalmente diferente de la nuestra. No me interesa ahora juzgar o comparar o decir que una es mejor y otra peor; simplemente es necesario partir del hecho de que las filosofías de vida a un lado y otro del estrecho de la Florida son bien distintas. Y la cooperación entre ambas esferas, es necesaria, justa y prometedora; pero por el hecho innegable de las diferencias socio-económicas, debe ser conducida cuidadosamente.
Los adalides de nuestro gobierno, como bien sabemos, se venden como los mejores y únicos posibles conductores de estos procesos. Para el lado de acá, abajo y a la izquierda, nos reservan el derecho de acatar y aplaudir. Por supuesto, nosotros guardamos otras opiniones. En lo que ganamos los medios para ejercer mayor influencia, las divulgamos y explicamos con toda la sinceridad, objetividad y sentido de la urgencia que somos capaces de despertar.
Quien aduzca que el secreto es necesario para el buen término de ciertas empresas, se ganaría un rotundo mentís, puesto que ya se conoce de las conversaciones del gobierno con la emigración sobre este tema. En todo caso, el secreto es para los de acá, para que no se produzca un clima de cuestionamiento, de opinión o presión popular. Que muchos motivos tendría el pueblo para desear prepararse con antelación.
El emigrante cubano, inversionista en Cuba, insistirá naturalmente en reglas parecidas a las del espacio donde obtuvo su capital: la tierra de los capitalistas más poderosos y experimentados del mundo, y el trono del neoliberalismo. Esto vuelve aún más irónicas, si cabe, las declaraciones oficiales de que el actual proceso de reformas es para perfeccionar y actualizar el socialismo. A ver qué perspectivas habría de convencer a Saladrigas y compañía, de que vengan para ayudar al comunismo en Cuba. No señor. Esto será una relación de negocios. El escándalo sería mayúsculo, si se revela la existencia de un espacio de negociaciones entre gobierno cubano y junta de capitalistas cubano-americanos, más consolidado que con los propios trabajadores de aquí.
Porque, obviamente, a los cubiches del Archipiélago no nos tocará otro papel que el de poner la mano de obra. Y, para negociar en nombre de los trabajadores cubanos, no parece que el mejor representante sea un gobierno que nos mantiene con salarios microscópicos, nos niega el derecho de huelga, de organizarnos independientemente, y cierra sin escrúpulos las empresas que no dejen suficientes ganancias. Que se queda con las tres cuartas partes, o más, de los ingresos por los cooperantes en el extranjero. Que desvía hacia sí los salarios devengados por los que trabajan para firmas extranjeras, y los sustituye por una suma en la devaluada moneda nacional. Menos todavía puede hablar, en nombre de trabajadores como este servidor, una central sindical sumisamente plegada a la autoridad suprema.
Con esos representantes, el recelo obvio es que nos vuelva a tocar la parte estrecha del embudo; aportar la mano de obra de alta calificación, a cambio del 5 o tal vez el 10% de lo que sería un salario normal. Y reclamar derechos laborales como el camino más expedito hacia la puerta de salida.
Tampoco me parece un disparate cuestionar si, en la nueva ley de inversiones, se han tomado las provisiones necesarias para atajar las manifestaciones que podrían producirse, de discriminación por motivos de raza, género, orientación sexual o cualquier otra, lesiva a la dignidad humana.
Y para cerrar estos apresurados borrones, cabe preguntar si una ley como esta no obliga a replantear otros asuntos más o menos relacionados. Por ejemplo, la fundamentada queja de estos mismos emigrados, sobre los problemas con el pasaporte y los permisos de entrada a su país, que serían aún más injustas ahora que se les está recibiendo su dinero en inversiones además de las ya acostumbradas remesas. O sinsentidos como la proscripción de los deportistas emigrados. ¿Se imaginan que Dayron Robles pueda gerenciar un hostal en Cuba, y el INDER le siga negando competir, ya sea por su patria o por donde estime conveniente? ¿Qué Yasiel Puig opere una academia deportiva turística en Varadero, pero no pueda integrar la selección nacional de béisbol al torneo Clásico Mundial?
En resumen, que todos los que cortan el bacalao en este asunto, cometen otro atropello contra los derechos del pueblo cubano, al administrar unilateralmente la importante cuestión.
Este es el post más hipócrita, más desvergonzado y más representativo de esa doble moral y de la falta de esos principios, que dicen que no se negocian porque ya no le quedan principios que negociar. Es la muestra de que lo único que les interesa a los que desgobiernan Cuba es el poder: Del resto hacen muy buen papel de baño
“En algún momento los analistas habrá que reconocer que este gobierno está sacudiendo hasta los cimientos mismos del viejo sistema bueno, al menos en su parte económica. Sin embargo, siempre encontramos que cada transformación adolece del mismo elemento: la falta de elaboración interactiva y democrática entre gobierno, trabajadores, intelectuales y todos los interesados en general.”
-A sus palabras me remito: Lo que están haciendo es acomodando la baraja para seguir siendo los amos; y garantizarse los fondos para eso. La misma porquería en el fondo. En eso llevan ya un buen tiempo y los resultados no pueden ser más desastrosos.
“Después, se deben señalar otras posibles ventajas para muchos. Estará la entrada de capital al país; la fortuna de estrechar relaciones con los familiares allende el mar, y de aportes valiosos para aliviar la estrechez económica.”
-Sepa señor articulista, que las relaciones con nuestros familiares siempre han sido estrechas a pesar de su gobierno: Aún en las horas más oscuras y cuando la represión de su gobierno exigía la separación de la familia para poder exhibir la condición de “revolucionario”. El amor a los nuestros nunca fue cuestión de un úkase. La estrechez económica, por no decir la miseria en que viven muchos cubanos es responsabilidad, en primerísimo lugar del gobierno, no de nadie allende los mares. Parece que la filosofía de sanguijuela y la moral de limosnero que ha caracterizado a la dictadura se la quieren imponer a la gente. Produzcan, que es lo que tienen que hacer antes de pedirle al pueblo que se vuelva pedigüeño para que la camarilla siga en el trono.
“Tampoco se puede pasar por alto que cada inversor cubano-americano será una voz más, opuesta a aquellas legislaciones de los propios Estados Unidos, que aprietan económicamente la economía cubana, como el embargo/bloqueo, la persecución de las actividades financieras cubanas por el resto del mundo, las restricciones de viajes contra los ciudadanos cubano-americanos, entre otras.
– Media hora de risa: En primer lugar lo que más critica el exilado; y con toda la razón del mundo cubano es al gobierno de Cuba. Hay que tener la cara de cemento armado para pedir mirar la paja en el ojo ajeno; y no ver el bosque que hay en el propio. Y adquiere tintes kafkianos la impudicia cuando se pretende coger de caballito de batalla al único ciudadano de este hemisferio que tienen que pedir permiso para entrar a su patria. ¿O es que se piensa que la emigración perdió la vergüenza como la ha perdido la el gobierno cubano ?
Pero donde este lamentable panfleto da, verdaderamente vergüenza ajena, es aquí:
El emigrante cubano, inversionista en Cuba, insistirá naturalmente en reglas parecidas a las del espacio donde obtuvo su capital: la tierra de los capitalistas más poderosos y experimentados del mundo, y el trono del neoliberalismo. Esto vuelve aún más irónicas, si cabe, las declaraciones oficiales de que el actual proceso de reformas es para perfeccionar y actualizar el socialismo. A ver qué perspectivas habría de convencer a Saladrigas y compañía, de que vengan para ayudar al comunismo en Cuba. No señor. Esto será una relación de negocios. El escándalo sería mayúsculo, si se revela la existencia de un espacio de negociaciones entre gobierno cubano y junta de capitalistas cubano-americanos, más consolidado que con los propios trabajadores de aquí.
Porque, obviamente, a los cubiches del Archipiélago no nos tocará otro papel que el de poner la mano de obra. Y, para negociar en nombre de los trabajadores cubanos, no parece que el mejor representante sea un gobierno que nos mantiene con salarios microscópicos, nos niega el derecho de huelga, de organizarnos independientemente, y cierra sin escrúpulos las empresas que no dejen suficientes ganancias. Que se queda con las tres cuartas partes, o más, de los ingresos por los cooperantes en el extranjero. Que desvía hacia sí los salarios devengados por los que trabajan para firmas extranjeras, y los sustituye por una suma en la devaluada moneda nacional. Menos todavía puede hablar, en nombre de trabajadores como este servidor, una central sindical sumisamente plegada a la autoridad suprema.
Con esos representantes, el recelo obvio es que nos vuelva a tocar la parte estrecha del embudo; aportar la mano de obra de alta calificación, a cambio del 5 o tal vez el 10% de lo que sería un salario normal. Y reclamar derechos laborales como el camino más expedito hacia la puerta de salida.
Voy a dejar a un lado el venenito subliminal del primer párrafo y su cursilona perífrasis del “trono del neoliberalismo” (que no demuestra sino que todavía nos consideran , allá muy en el fondo, “el enemigo”) y me voy a centrar en los dos siguientes:
– Hay que ser muy pusilánime, tener muy bien remachada la conciencia de súbdito, ser muy poco ciudadano, tener muy poca autoestima; y ser muy falto de respeto con el cubano para bajarse con un párrafo como el segundo. El autor reconoce, dicho a la cubana que le van a “meter el dedo con arena”, que el gobierno que defiende se va a portar como un gangster; que el sindicato es una farsa, en fin, que se va a llevar la peor parte del negocio; ¡Y sin embargo, está tan sumido es su obediencia ciega que no es capaz de resolver esta contradicción y darse cuenta de que la solución es que ese gobierno se vaya al diablo! Triste, muy triste es hablar a favor de un gobierno que en su fuero interno reconoce que no es más que un forajido.
Y remata con esto:
«Con esos representantes, el recelo obvio es que nos vuelva a tocar la parte estrecha del embudo; aportar la mano de obra de alta calificación, a cambio del 5 o tal vez el 10% de lo
que sería un salario normal. Y reclamar derechos laborales como el camino más expedito hacia la puerta de salida.
Tampoco me parece un disparate cuestionar si, en la nueva ley de inversiones, se han tomado las provisiones necesarias para atajar las manifestaciones que podrían producirse, de discriminación por motivos de raza, género, orientación sexual o cualquier otra, lesiva a la dignidad humana.
Y para cerrar estos apresurados borrones, cabe preguntar si una ley como esta no obliga a replantear otros asuntos más o menos relacionados. Por ejemplo, la fundamentada queja de estos mismos emigrados, sobre los problemas con el pasaporte y los permisos de entrada a su país, que serían aún más injustas ahora que se les está recibiendo su dinero en inversiones además de las ya acostumbradas remesas. O sinsentidos como la proscripción de los deportistas emigrados. ¿Se imaginan que Dayron Robles pueda gerenciar un hostal en Cuba, y el INDER le siga negando competir, ya sea por su patria o por donde estime conveniente? ¿Qué Yasiel Puig opere una academia deportiva turística en Varadero, pero no pueda integrar la selección nacional de béisbol al torneo Clásico Mundial?
En resumen, que todos los que cortan el bacalao en este asunto, cometen otro atropello contra los derechos del pueblo cubano, al administrar unilateralmente la importante cuestión.
Y borrón y cuenta nueva, ¿Verdad?. Menos mal que la inmensa mayoría de los emigrados tiene bien calado a tu gobierno.
Ya lo dijo Quevedo «Poderoso caballero es Don Dinero»
A mi me parece un artículo muy interesante y que toca verdaderas cuestiones complicadas.
A ti todo lo que no sea un virulento discurso anticomunista te parece que no sirve. No acabas de entender que el corte editorial de este blog no es el del Miami Herald.
Y por lo visto tienes mucho tiempo para escribir sobre cada artículo que se escribe. Eso me hace sospechar de que te pagan por esto, o que eres un político frustrado.
Si quieres replica, yo igual no pienso responderte.
Volviendo al artículo: Se están tratando de implementar relaciones económicas de mercado dentro de una sociedad socialista, y eso no está libre de contradicciones.
Nuestro socialismo muy peculiar ya tenía bastantes cosas que remediar, y ahora se sumarán otros problemas.
Se supone que valdría la pena experimentar relaciones cooperativistas dentro de la gran empresa cubana, que los trabajadores sean los verdaderos dueños de sus medios de producción, y que haya más verdadera participación en los debates sobre las decisiones.
Hasta qué punto la urgencia de los cambios no es ya suficiente vulnerabilidad para el sistema?
Ojalá estos primeros cambios sean la antesala de otros que permitan que una sociedad más abierta.
«Eso me hace sospechar de que te pagan por esto, o que eres un político frustrado.»
¡ Plagio! ¡Plagio! ¿Qué pasa, Karel, la originalidad tampoco es una virtud «socialista»?
«No acabas de entender que el corte editorial de este blog no es el del Miami Herald.»
A juzgar por lo que he leído aquí, tampoco el corte editorial de este blog es el de «Granma», Así que lo siento por tí. Y no quiero «replica» porque, a juzgar por lo que has escrito, en realidad acabas dde perder una excelente oportunidad de quedarte callado.
Rogelio dice: emigrante cubano, inversionista en Cuba, insistirá naturalmente en reglas parecidas a las del espacio donde obtuvo su capital: la tierra de los capitalistas más poderosos y experimentados del mundo, y el trono del neoliberalismo.
Rogelio:
– estás disparando en la dirección equivocada. Tú situación hoy toca casi la esclavitud: trabajas, no te pagan y ni siquiera tienes derecho a la huelga porque tu sindicato te vendió. Esas condiciones no las implantó el sistema que te asusta sino tu lindo socialismo. Entonces, ¿por qué no has tenido hasta hoy las mismas preocupaciones y exigencias?
Esos emigrados vienen de países en loa que se respeta el derecho a la huelga, donde el trabajador recibe salarios por encima de un mínimo impuestos por la ley. Si ellos trajeran las reglas de au entorno tu vida mejoraría infinitamente.
Tú preocupación entonces no es que traigan reglas de su entorno sino que acepten y vean como buenas tus condiciones actuales.
Preguntate: ¿Quién es tu enemigo? Y exigele a él. Es tu responsabilidad que tú gobierno no te venda, reclamarle a él tus derechos. Eso sólo lo puedes hacer tú, no culpes a otros de tus condiciones si aceptas que otros decidan tu vida.
Más claro no canta un gallo: AMËN, Yoyo
Iba a comentar sobre el tema, pero… el comentario de el yoyo dice justo lo que yo iba a decir.
Ojala, el castrismo permita que las leyes de los paises donde los posibles inversionistas en Cuba viven hoy, se implementen en Cuba. Quien quita que Cuba termine incluso hasta generando inversionistas por el mundo. Dejen de limosnear y piensen en grande!!!!!! Hoy lo que tienen es esclavitud, en su mas burda expresion.