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Por Félix Sautié Mederos.

Crónicas Cubanas

Ya es tiempo para que se tome en consideración con los pies puestos sobre la tierra algunas realidades que verdaderamente subsisten en lo profundo de la Cuba de hoy, y que dan soporte a una especie aletargamiento social que resulta inexplicable, porque para algunos es como si no existieran problemas ni contradicciones que podrían desarticularlo todo en contra del presente y muy en especial del futuro que tenemos por delante, en tanto que otros no comprenden lo que en realidad está sucediendo, así como la aparente pasividad externa conque se desenvuelve una sociedad ahogada en sus sentimientos más profundos en la que crece el descontento silencioso.

Estas personas a las que en primera instancia me refiero viven en un mundo idílico de consignas y de recuerdos que poco tiene que ver con la realidad. Se comportan como si estuvieran blindadas contra cualquier contingencia del destino surgida como consecuencia de las contradicciones y los desenfoques subsistentes que ellos se niegan a reconocer. Me refiero a personas detenidas en el tiempo que se han convertido en el reservorio de lo que ya es caduco y de lo que ha quedado obsoleto dentro de la dialéctica existencial. Una extraña situación que requiere de un análisis profundo.

Esas personas que trato de tipificar, poco a poco han ido conformando una extendida capa social conservadora fundamentada en las glorias de un pasado que, día a día, reviven en sus mentes sin admitir que la vida constituye un constante movimiento que cuando se detiene es porque ya no hay vida. Las circunstancias del movimiento como esencia existencial requieren del juicio crítico, cuyo rechazo les impide comprender lo que realmente sucede en cada presente y cómo se proyecta hacia el futuro. Esas personas sostienen, con su conservadurismo, todo lo que se ha ido quedando obsoleto y se enfrentan decididamente a cualquier cambio con una resistencia sutil pero efectiva que lamentablemente se ha extendido por toda la sociedad, quizás como consecuencia de la sistemática criminalización de la crítica y la represión del pensamiento propio que durante mucho tiempo se ha puesto en práctica. Recuerdo que por pensar con cabeza propia muchas veces fui tildado despectivamente de lo que se ha dado en denominar como “un electrón libre”, lo que dentro de una sociedad de planificación central deviene una gran inconsecuencia.

También he podido observar a muchas de esas personas porque se encuentran diseminadas por todas partes y reconozco que es muy difícil entenderse con ellas porque viven en un pasado inconmovible y tratan de forzar el presente desde su pasado magnificado sin aceptar que el pasado es pasado y el presente constituye una nueva dimensión en la que todos estamos incluidos a pesar de que pensemos lo contrario. Quizás sus motivaciones más profundas se asientan en un cierto orgullo externo que les impide reconocer el fracaso de los ideales que llenaron sus vidas y que poco a poco se han ido desarticulando.

En realidad lo que les ha sucedido es que no comprenden la dialéctica de la vida, no son capaces de desentrañarla ni de aplicarla a la realidad en que viven. Se mantienen detenidas en el tiempo y con una inculta ingenuidad de pensamiento todo lo conciben a través del prisma de su esquematismo dogmático y lo peor de todo es que intentan desenvolverse en un estado “irreversible”, dentro del cual no hay espacio para el cambio de lo que ha quedado obsoleto o simplemente superado por el movimiento de la vida. Se convierten además en un campo fértil para el oportunismo y la enajenación social. En tales circunstancias sucede que los llamados para alcanzar un cambio de mentalidad consecuente con la realidad que estamos afrontando en el presente, lo interpretan como llamados para los que no piensan igual que ellos y nunca se lo aplican a sí mismos.

Para comprender lo que está sucediendo en la aparentemente impasible actualidad cubana, en mi opinión, es imprescindible tomar en cuenta a esta capa conservadora, que no se puede confundir con la burocracia política y administrativa porque también forman parte del pueblo de a pie. Si se estudia este fenómeno posiblemente se podrán desentrañar muchas cosas que parecen inexplicables en medio de un mundo que, día a día, toma conciencia de las realidades que estamos viviendo.

La necesidad del diálogo, del reencuentro y de la libertad de expresión, en mi criterio, constituye un paso muy importante para enfrentar esta silenciosa resistencia que forma un bastión de apoyo a la burocracia que se enfrenta a los cambios imprescindibles.

Así lo pienso y así lo afirmo con mis respetos al pensamiento diferente y sin querer ofender a nadie en particular. fsautie@yahoo.com

Publicado en Por Esto! el jueves 27 de junio 2013-06-27

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