Por César Vallejo
Es una araña enorme que ya no anda;
una araña incolora, cuyo cuerpo,
una cabeza y un abdomen, sangra.
Hoy la he visto de cerca. Y con qué esfuerzo
hacia todos los flancos
sus pies innumerables alargaba.
Y he pensado en sus ojos invisibles,
los pilotos fatales de la araña.
Es una araña que temblaba fija
en un filo de piedra;
el abdomen a un lado,
y al otro la cabeza.
Con tantos pies la pobre, y aún no puede
resolverse. Y, al verla
atónita en tal trance,
hoy me ha dado qué pena esa viajera.
Es una araña enorme, a quien impide
el abdomen seguir a la cabeza.
Y he pensado en sus ojos
y en sus pies numerosos…
¡Y me ha dado qué pena esa viajera!
En Los Heraldos Negros
Uno de mis poetas favoritos, aunque haya poemas de «Trilce» que todavía no entiendo.
Imagino que la araña es el mal encarnado en cualquier cosa que nos joda, no?
O, simplemente una araña, como la Sensemayá de Guillén, que nunca fue otra cosa que una culebra.
la poesía, como todo arte, es polisémico. puede ser eso que dices (me gustó tu analogía), pero también pueden ser otras muchas cosas. depende del ojo de quien mire.